Euforía es una película acerca de las dinámicas fraternales, filiales y sociales; analizadas en mayor o menor grado bajo una premisa simple en la búsqueda de una reacción explorativa, motivada por los personajes respecto a sus decisiones y sus consecuencias ante la adversidad. Algo curioso en alguna películas italianas como esta, es esa mirada hacia los núcleos familiares y la manera como se disgregan a entidades más individuales pero sin perder ese vínculo básico a una entidad superior.

Aunque si bien este muestrario de relaciones empieza a bosquejarse de manera interesante al inicio del film, casi la mayoría de sus líneas quedan eclipsadas con la dinámica generada entre dos hermanos muy disímiles, Matteo (Scamarcio) quien es un hombre mundano, sofisticado, socialmente exitoso aunque sentimentalmente inestable, y Ettore (Mastandrea) quien por su parte es más modesto, parco y centrado; entre ambos la relación filial se ha transformado casi en un simple compromiso social pero es debido a la aparición de una enfermedad terminal en uno de ellos que generará una disrupción en este desgastado vínculo que servirá asimismo para realizar un análisis explorativo de sus propias motivaciones personales sin necesidad de realizar algún juicio de valor por las decisiones tomadas -más de una cuestionable, quizás- de la pareja protagónica.

Si bien estamos ante un relato con un desarrollo lineal en la que se nos dan pequeños bosquejos de la historia de los personajes, se busca abarcar demasiado con historias secundarias que no llegan a ser concluidas de manera exitosa y que terminan entorpeciendo la narración al tratar de enriquecerla sin aportar demasiado pese a lo interesante que algunas de estas líneas podría haber generado; también se busca hacer una crítica a la superficialidad no solo de las personas (retratada por el circulo personal de Matteo) sino que también dentro de un ámbito corporativo (reflejado en el exitoso trabajo de Matteo), ambas miradas no logran profundizar demasiado y quedan como bosquejos inconclusos.
Por otro lado, la factura técnica está mejor lograda, ofreciéndonos una perspectiva que no busca acercarnos en demasía a los personajes principales en los que recae el la película sino que nos muestra de manera realista una visión de los mismos sin necesidad de generar impostadas simpatías por ninguno de ellos. Asimismo, visualmente está bien ejecutada, bella fotografía con algunas escenas bastante vistosas y algunas otras cargadas de simbolismo casi poético.

En conclusión, pese a que no logra despegar del todo y posee muchas carencias, es un producto bastante digno y que se puede seguir sin complicaciones. Engancha bien al inicio se crece demasiado pero no remata bien hacia el final.

Terminando apenas de ver la película, muy inquieto y totalmente convencido de que los sentimientos expuestos me van a acompañar mucho tiempo, he sentido nuevamente la obligación de realizar esta reseña para poder atesorar un poco de esas impresiones que me ha causado al verla para compartirlas con el tiempo, algún lector descuidado y conmigo mismo principalmente.

No voy a destripar la historia pues ya han de haber muchas críticas al respecto pues es una película que tiene ya varios años de estrenada pero si voy a compartir algunas ideas que me deja y que de seguro no me dejarán dormir esta noche.

Hay elementos muy marcados en esta película que no pasan desapercibidos, el primero sin lugar a dudas son las interpretaciones encabezadas en mayor proporción por un Casey Affleck irremplazable que interpreta a Lee Chandler y sus vínculos con personajes que en mayor o menor grado nos van a ayudar a comprender que pasó en su historia. Quizás el lado más dulce, sea la relación filial que mantiene con su hermano (Kyle Chandler) limitada por el tiempo pero delimitada por pequeños placeres de la vida que provoca por algunos instantes una sensación de sana envidia por la manera como gozan y disfrutan tanto uno del otro como de la vida.
Por otro lado, las interacciones con su esposa (Michelle Williams) nos trasladan a otro tiempo, en donde la vida familiar es tan vívida como rutinaria pero luego de una disrupción trágica se convierte en una abominación en donde el agobio, la culpa y la incapacidad de la fragilidad humana para volver a reinventarse. Se nos revela el punto de inflexión que lo cambió todo para todos pero que solo en uno no dejó de apretar y no lo soltó jamás.
Finalmente, la relación con su sobrino (Lucas Hedges) es el desencadenante y la posibilidad de la expiación ya que actúa de eslabón entre el Lee Chandler que aún vivía y en el que vemos en lo que se convirtió con el paso del tiempo, totalmente minimizado y taciturno.

Otro elemento muy importante que llamó mi atención fue la ubicación (Essex, Massachusetts) y el entorno; créanme que mientras pasaba el metraje ese clima tan gélido y agresivo me invadía a niveles casi irreales. La manera como transmiten esa sensación de opresión y frialdad traspasa totalmente la pantalla en un invierno perpetuo, aunque la llegada del cambio de estación y el apaciguamiento no provoca absolutamente ningún cambio en las motivaciones de los personajes.
Por otro lado, siempre estos pueblos pequeños tienen eso que nos gusta y nos espanta al mismo tiempo, esa calidez y cercanía de sus habitantes con el contraste de la necesidad los mismos de juzgar la vida ajena que ni el tiempo pareciera disminuir en su intensidad.

Una reflexión para terminar. Muchas veces el cine y la televisión nos han mostrado un pseudo reflejo de la realidad totalmente edulcorado e inverosímil; ya lo decían muy claro en Adaptation (2002) de Spike Jonze en que para conseguir captar la naturalidad no querían que los personajes superaran los obstáculos con éxito hacia el final y es que la vida es así, muchas veces las grandes historias de superación personal no ocurren, ya que simplemente no pueden solucionarse y la resignación es la única posibilidad a seguir en la que simplemente se aprender a sobrevivir con la culpa.

Coloco en el spoiler unas referencias del argumento con una película un pelín más antigua que quizás alguien más notó.

Extraña y curiosa cinta de terror que nace del folclore vasco y se nutre de sus leyendas, tan desconocidas -visto de este lado del mundo- como interesantes.

Podemos dividir la película en tres actos. En la primera, en la que se nos da un brochazo a la historia y el nacimiento de una leyenda, así como nos muestra el quehacer humano de un pequeño pueblo rural rodeado de superchería. El factor misterio está presente y rodea en todo momento la figura del herrero, del que se nos muestra breves bosquejos para mantener la expectación.
En un segundo acto, conocemos la historia del herrero y su tormento, Sartael es revelado y el misterio empieza a recibir dosis muy sutiles de humor mezclado todo con supersticiones rurales. Para el acto final nos sumergimos en un mundo entre onírico y mitológico, en donde somos testigos del final de una odisea en busca de redención de los prejuicios terrenales. Naciendo hacia el final una leyenda que inicia su viaje en el tiempo y llega hasta nuestros días.

No recuerdo haber visto antes una película de este estilo, visualmente muy lograda en su parte de recreación con un estilo recargado, hasta cierto punto excesivo y sobretodo, con muchos guiños a leyendas y ancestrales tradiciones de pueblo. La narrativa logra mantener el interés por una historia que bebe mucho de los mitos de pueblo como de las fábulas infantiles, y se enriquece de estas para crear una atmósfera gótica y logra traspasar los parámetros del folclore para hacerla jugar con arquetipos mas universales.

"I'm sexy, I'm cute! I'm popular to boot!
I'm bitchin', great hair! The boys all love to stare!
I'm wanted, I'm hot! I'm everything you're not!
I'm pretty, I'm cool! I dominate this school!"

A ver, lo confieso. Yo soy de los que pensaba que los cheerleaders era lo que nos había enseñado Torrence Shipman en la americanada de "Bring it on" (2000), o sea, un grupo de niñas guapas, bobas y populares que pugnaban por ser mas populares aún a través de la escuadra de animadoras de Rancho Carne High School. Que podía ser algo superficial, supersticioso pero no por ello bastante competitivo.

"Who am I? Just guess! Guys wanna touch my chest!
I'm rockin'! I smile! And many think I'm vile.
I'm flyin', I jump! You can look but don't you hump! Whoo!
I'm major, I roar! I swear I'm not a whore!"

Lo que no me dijo Torrance, ni los Toros, ni los Clovers lo hizo esta serie documental de Netflix. ¿Qué hizo? Pues me aterrizó de bruces el concepto errado que tenía, en toda la cara. Ser animador paso a convertirse en planificación, trabajo duro, atletas de élite y mucho, mucho esfuerzo personal. El símil a humanizar una caricatura llena de gags.

Lo que "Cheer" nos muestra es un seguimiento cronológico de la escuadra de Navarro College, un equipo multi campeón ubicado en la Texas profunda y a la que muchos deportistas de élite en ese deporte aspiran llegar por el alto nivel de rendimiento y los resultados obtenidos. Este enfoque tiene como excusa la preparación para la competencia anual de animadores y cuyo liderazgo defienden. Para ello se muestra una lucha constante por la excelencia bajo la exigencia de la coach Mónica que no solo se permite motivar a sus atletas, sino que puede llegar más allá, pues según sus propias palabras "Ya lo ha conseguido todo, ya ha ganado".
Por otro lado, se nos muestra las personas que conforman este equipo y las historias de vida de muchos de ellos, algunas realmente profundas y aleccionadoras que van generar vínculos desde el principio con el espectador y van a trasmitir hasta el último de los episodios esa sensación de lucha por el equipo.
Con la sucesión de episodios será muy fácil empatizar con la mayoría de los deportistas y seguir sus historias desarrollarse con cierta familiaridad, comprenderán asimismo el tipo de deporte que tan demandante y riesgoso que puede ser y lo que puede significar en la vida de algunas personas con talento pero sin muchas oportunidades. El episodio final es aleccionador y gratificante hasta cierto punto.

Por supuesto que recomiendo a todos que puedan verla, quítense los prejuicios que puedan tener por esta disciplina catalogada como superficial y comprenderán lo que esa frase que escuchamos a cada rato nos quiere decir: "sin dolor no hay gloria" y queda demostrado con creces.

Adiós Torrance, a partir de hoy tengo nuevas referencias cuando lea o escuche alguna vez algo relacionado con los cheerleaders. Bienvenidos Morgan, Lexi, Jerry.

Dos parejas toman una casa de veraneo en la costa italiana donde aprovechan para liberarse de la rutina, los problemas y darse al aparente relajo, con la llegada de David -hijo de una de estas-, quien se convertirá en el detonante de una historia de cuestionamientos, encuentros con dolorosos resultados.

Pues bien, ese es el hilo argumental y no hay más nada. Si bien se trata de hacer una exploración en la psique de los personajes, los resultados no son los esperados pues solo se alcanza a dar un bosquejo supeficial en algunos casos y otro bastante burdo y banal. No logrando que el espectador sienta empatia por ninguno de ellos y sus tormentos. No es que estemos en frente de personajes caricaturizados pero es curioso que las historias más interesantes no sean de ninguna de los roles protagónicos -aunque acepto que el personaje de Francesca genera bastante interés- por el contrario, los roles de Leonard y Giuliana son los que más interés generan y precisamente son sus historias las que no conducen a ningún lado.

No es una mala película ni densa pero los hilos de la historia están pobremente dibujados y el hilo principal y generador de todo, es fácilmente identificable desde el inicio por lo que no genera mucha intriga por el desenlace.
Por otro lado, los impresionantes locaciones costeras son un alivio visual a la sofocante parsimonia del desarrollo.

En fin, ¿es recomendable está película? Por supuesto, visualmente es bastante atractiva y el puñado de actores luce bastante solvente pero no es suficiente.

Comento unos detalles adicionales más abajo.