La hora bruja

Esta es una película tranquila, bonita, entretenida y bien hecha.
Todos están sensacionales, te hacen sonreír, sentir y que les acompañes en el paso de la vida; en este caso en la de un hombre con algo que no todos tienen y que los hace diferentes, se trata de la imaginación, sí, imaginación para vivir del modo deseado, para imaginarse el mundo como le gustaría, eso sí, sin cambiarlo.
Es un soñador, y su mujer una mujer enamorada de ese hombre y de todos los sueños que lleva encima. Todos los soñadores son enamoradizos. Ella no puede soñar, porque si lo hiciera no llegarían a ninguna parte, pero se conforma con acompañarlo, a él y a su bruja (imagen real aparecida del sueño).
A veces ese hombre será capaz de invitar a su mujer a una cena con baile de gala, sin un duro en el bolsillo. Ah, que vida tan maravillosa la que pudo ser y no será...

Inclasificable escarceo de Jaime de Armiñán ubicado en una Galicia cuna de embrujo y superstición a la que llega una pareja en el autobús que les sirve de hogar, negocio y vehículo de transporte para ir por los pueblos llevando cine y falsa adivinación.

La dirección se concentra en los actores, un cuarteto de altura con magníficas Concha Velasco y Victoria Abril (personaje intrigante y dual), Paco Rabal sobreactuado y Sancho Gracia que aparece poco pero llena, para la idea central de dos personas hastiadas que han perdido el atractivo en su relación, inmersos ahora en un entorno pleno de misterio.

Satie suena continuamente en versión orquestal echándose de menos el simple piano, el diálogo está trabajado aunque no hubiera sobrado aderezarlo con un uso mayor del maravilloso paisaje gallego y si todo es interesante hasta el bonito final, a la realización le falta esa magia que siempre está latente en la historia.

Una película perteneciente a un momento en el que el cine español en general había entrado en una profunda decadencia. Constituye "La hora bruja" la última película que le salió bien de verdad a Jaime de Armiñán porque en sus tres obras posteriores a esta llegó a perder del todo la grata personalidad que caracterizaba a casi todas las anteriores. Gran director de actores y autor lleno de maravillosas inquietudes Jaime de Armiñán dotó a "La hora bruja" de un encanto casi mágico aunque sea una obra en la que aparecen algunas imperfecciones en el trazado de personajes y que cuenta con algunos momentos que nada aportan al atractivo planteamiento general. La belleza estética de la obra que se traduce en una sucesión de imágenes planificadas con un buen gusto notable es indudable y además sorprende el hecho de que los tres intérpretes que encabezan el reparto consigan mantener de principio a fin la atención del espectador desplegando al mismo tiempo determinados defectos interpretativos. Como siempre en las películas de Armiñán las relaciones entre los personajes están repletas de matices y por eso la obra conecta rápìdamente con el espectador que va notando poco a poco como le atrapa ese mundo inquietante y poético en el que se desarrolla una obra donde todo es impreciso y complicado. A pesar de sus defectos que de todas formas son escasos Armiñán consiguió aquí una obra apasionante cuyo elevado poder de sugestión llega a fascinar. Es una muy bella plasmación.

El cine de Jaime de Armiñan siempre ha sido desigual, no obstante, creo que es muy poco valorado por los aficionados al cine. Su carrera carece de grandes títulos que eleven la calificación de cineasta leve, aunque no es menos cierto, su facilidad para los diálogos siempre interesantes y acerados de un cineasta elegante y culto. La película juega constantemente entre la fantasía y la realidad, pero una realidad muy precaria, relacionada con los artistas que van recorriendo en una peculiar camioneta, que sirve de espectáculo y hogar al mismo tiempo por tierras gallegas, ofreciendo un espectáculo de cine y magia en cada pequeño pueblo que transitan, atrayendo la atención de un público sencillo y popular.

Una comedia dramática y costumbrista, que se articula en un film muy singular, donde Paco Rabal, Concha Velasco y Victoria Abril, tres actores de lo mejor del cine español, forman en la película un triángulo sentimental muy atractivo en el que uno de sus vértices podría interpretarse como la fantasía de los otros dos que son una pareja en conflicto permanente. Un evocador homenaje a ese mundo de los peliculeros que recorrieron nuestra piel de toro en la década de los 50 y 60 por angostos caminos rurales. La película exhibe una belleza poliédrica de una enorme riqueza cultural ilustrados por los diferentes espectáculos que representan ante el respetable público de provincias.

Como muy bien está reflejado en la sinopsis de esta web, el cineasta evoca el folclore gallego, sus creencias ancestrales, sus meigas y su magia. Ofreciéndonos una especie de cuento de hadas, poético y lírico al mismo tiempo que pretende que el espectador escape de la realidad cotidiana. Hay una magia sutil nunca impostada o estridente, eso es lo que el cineasta nos brinda, la magia del cine. Hay también un explícito homenaje a los poetas clásicos españoles, versos que se escuchan durante los espectáculos ambulantes como prueba de que la cultura no tiene dueños ni clases, pertenece al pueblo llano. Una película llena de encanto, a algunos les puede parecer rara, pero desde luego, nada vulgar, más bien todo lo contrario.

Puede parecer algo rara, pero Paco Rabal y Concha Velasco son protagonistas de algo que yo hubiera deseado hacer en otro tiempo: Ser "peliculero" para llevar el cine a las aldeas y pueblos en un autobús-caravana; sobre todo cuando no había TV.