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Juventud a la intemperie

Thriller. Intriga. Cine negro Unos jóvenes descarriados, entre los cuales figura una mujer muy sensual, profundizan en su postura al margen de la ley, sin mayores ánimos de responsabilidad. En un mundo de juego y corrupción se produce el asesinato de Susana. Un joven enamorado de ella, hijo de un comisario de policía, es el principal sospechoso. (FILMAFFINITY)
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
20 de enero de 2019
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vale la pena detenerse un momento en la figura de Ignacio F. Iquino, realizador injustamente olvidado, prolífico, todoterreno, irregular, cuando no ferozmente malo, empresario catalán del tipo "la pela es la pela", autor camaleónico y con buen olfato para la comercialidad. Es un individuo que, de dirigir durante la República (la buena, no la bananera que nos intentan imponer algunos por estos pagos), atiende a la música del brazo en alto y la cara al sol y se aposenta en el cine franquista con total naturalidad. Entrega una serie de comedias de enorme éxito, por aquello de que más vale reír que llorar (El difunto es un vivo, Los ladrones somos gente honrada, Alma de Dios), y se permite mostrar el Madrid bombardeado posterior a la Guerra Civil en la última mencionada, sin incurrir en la ira de la Censura. Al filo de los 50, rueda una película sobre un pequeño mito catalán, El tambor del Bruch, pone en imágenes Historia de una escalera, del izquierdista Buero Vallejo, añade uno de los noirs más prestigiosos del momento, Brigada criminal, y entrega la primera cinta hablada en catalán después de la Guerra Civil, El Judas. Todo un prodigio de equilibrismo ideológico. Con posterioridad, alterna comedias con dramones, y en 1961 aparece Juventud a la intemperie, de enorme popularidad en su momento, donde se sigue permitiendo más desplantes a la Censura. En los 60, se lanza con saña al paella western, y con Aborto criminal (1973), monstruoso éxito de taquilla, inicia su descenso imparable a los abismos del destape, con títulos tan señeros como Chicas de alquiler, Los violadores del amanecer o Emmanuelle y Carol, en los que, con la mayor desvergüenza, mezcla mensajes de un moralismo apolillado junto con los despelotes más entusiastas de las especialistas en la materia, desde Nadiuska a Mireia Ros, pasando por Raquel Evans y Emma Cohen. Cuelga la claqueta en 1984 con Yo amo la danza, un descarado plagio de Flashdance.
Juventud a la intemperie es un noir en el que un probo comisario de policía ha de demostrar que su hijo (Manuel Gil, galán algo melifluo, que ostenta un sorprendente parecido con Manuel Valls) es inocente del asesinato de una muchacha en un club de mala fama. El mensaje moralista, en este caso, es que la juventud está perdida y se entrega a toda clase de desmanes y despropósitos, pese a que ellos hicieron la guerra para regenerar la sociedad. En fin... Lo interesante es que la historia, con algunos saltos importantes, está muy bien rodada por el director de Valls, con una fotografía en blanco y negro impecable, una buena ambientación de la Barcelona nocturna, e interpretaciones contenidas del elenco. La gran anécdota de Juventud a la intemperie es que fue uno de los primeros títulos que tuvieron doble versión, uno para consumo interno y otro para la exportación. Cuenta la leyenda que la stripteuse Rita Cadillac (qué cara, qué morros, qué...) ejercía su profesión ante las cámaras de forma más sugerente que en la versión oficial. Para más inri, aparece un personaje claramente homosexual sin que nadie parezca escandalizarse por ello, la gente fuma grifa, juega al póker y, en general, se revuelca en los vicios más bajos, empezando por el sexo, naturalmente, jajaja.
Un reparto curioso completa la extravagancia de este título fuera de onda. Aparte de los habituales Luis Induni y Adriano Rimoldi, vemos en uno de sus primeros papeles a Julián Mateos, anticipando su composición de Los atracadores; a Joan Capri, en un papel dramático; al añorado Alady; a Iván Tubau, antes de sus problemillas con las estudiantes de su clase; y a Tony Ronald, cuando cantaba en el Kroner's Dúo, con una estética sospechosamente parecida a la de El Dúo Dinámico. ¿Qué más queréis?
Eduardo
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28 de octubre de 2014
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras las intrascendentes "Los ángeles del volante" y "Secretaria para todo" Ignacio F. Iquino quiso hacer una película algo más ambiciosa que estuviera a tono con lo que se estaba viviendo en una época en la que la delincuencia juvenil dio pie en España a varios films generalmente dignos o con algún interés sobre dicho tema. Iquino mezcla en "Juventud a la intemperie" dos tendencias, una la de ser un sucedáneo del cine estadounidense sobre juventudes rebeldes y progresistas y otra tendencia que es mezclar esa condición de sucedáneo con una estética muy personal que en cuanto a la planificación de los planos y a los movimientos de cámara resulte netamente española. Las dos tendencias se complementan y el resultado es una imitación digna que paradojicamente es concebida desde un punto de vista personal. Aunque hay partes en las que el ritmo resulta un tanto parsimonioso y no siempre se consigue el efecto que un film policíaco debe provocar en el espectador, el film tiene un gran interés ambiental con su ambiente corrupto bien plasmado. Los personajes van de un lado para otro animando ocasionalmente una trama sin demasiada fuerza. De esta forma se consigue una obra que destaca mucho en el conjunto de la hasta entonces mediana filmografía del autor ya que la puesta en escena revela un gran estilo. Los fragmentos musicales que hay están bien acoplados a las distintas situaciones. Otro ejemplo de querer mezclar en el cine sobre delincuencia el estilo español con las influencias norteamericanas fue el "A sangre fría" de Juan Bosch que era muy interesante.
Cromatico
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21 de marzo de 2019
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una buena fotografía y unos excelentes planos, frecuentemente en picado o contrapicado, salvan una historia insulsa con mucha moralina crítica sobre una supuesta juventud pija, ociosa, sin ilusiones y acomodada en su propia degradación. Demasiados tópicos, un policía aspirante a Harry el sucio, dando lecciones de comportamiento y un desarrollo argumental endeble, no contribuyen a dar demasiada credibilidad a la trama. A parte de la calidad de las imágenes, lo mejor de la película, vista hoy en día, es la banda sonora. Pop rock y canción melódica sesenteros y fondos musicales de jazz de salón, swing y jazz gitano que parecen una anticipación de un recurso que, años después, utilizaría muchísimo Woody Allen.
JOSEMIDIAM
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16 de octubre de 2020
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy buena la información, aquí, de Eduardo sobre IFI, que jugó varias veces al oportunismo en su larga carrera y acabó haciendo, en pleno destape, cosas completamente grotescas e infumables.
Pero a veces acertaba. Cuando se olió que las cosas estaban cambiando también en España, y que estaba cada vez más de moda la juventud rebelde (hacía años de la beat generation y Rebelde sin causa es de 1955) decidió jugar también esa carta.
Hay toda una disquisición entre el inspector y su ayudante sobre por qué está así la juventud, cuál es la causa, etc, cosa que iría creciendo hasta el pico de mayo del 68.
Como trama la película aguanta (sin ser nada especial), aunque los caracteres resultan muy esquemáticos. Pero hay una buena fotografía y al verla uno puede divertirse con los planos que quieren ser distintos, atrevidos, picados y contrapicados.
Julián Mateos está aquí desaprovechado. Muy bien, en cambio, Adriano Rimoldi.
yoparam
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2 de octubre de 2022
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curiosa muestra de cine negro español que denuncia la corrupción de la juventud mundial centrándose en la de los jóvenes españoles de la época (los nacidos en la década de los cuarenta), carentes de ideales y solo preocupados en divertirse y en conseguir dinero sin trabajar. Como pista para entender la ideología de la película, hay que mencionar que su guionista, un tal Jaime de Urrutia, fue un falangista que defendió a Hitler y el nazismo en varios libros.
Leolo Lozone
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