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Los papeles de Aspern

Drama Venecia, Siglo XIX. Un ambicioso editor (Jonathan Rhys Meyers), obsesionado con el poeta romántico Jeffrey Aspern y su corta y romántica vida, viaja de los Estados Unidos a Venecia decidido a conseguir las cartas que Aspern envió a su amante y musa (Vanessa Redgrave), una mujer que guarda celosamente sus secretos... Adaptación de la novela de Henry James. (FILMAFFINITY)
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
6 de abril de 2021
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primer largometraje de Landais que a mí me ha gustado. Leída la novela corta de Henry James, pero sin haber visto la otra versión cinematográfica no me parece que pierda mucho del libro. Hay detalles que en el cine tienen que cambiar por narices con respecto a lo escrito, ya que son formas de arte y de expresión distintos y nunca va a ser exactamente como nosotros lo imaginamos. Jonathan Rhys-Meyers nos tiene acostumbrados a los roles de época (Los Tudor) y aquí está correcto como editor o crítico (como se autodenomina él) Morton Vint, obsesionado con el poeta Jeffrey Aspern, que vivió poco y era un romántico. Vint llega a Venecia seguro de haber encontrado unos poemas que podrían darle mucha más información de la vida del poeta. Una amiga que reside allí le irá dando pistas de cómo tratar a la «guardiana» de ese tesoro, Juliana Bordereau (Vanessa Redgrave) que vive con su sobrina, la señorita Tina (Richardson). Vint sospecha que Juliana fue mucho más que una amiga para Aspern, pero también es consciente de que hay más secretos en esa historia. Nuestro Jon Kortajarena tendrá alguna esporádica aparición como encarnación del poeta y aparte de su gran simpatía e innegable atractivo, poco más va a aportar a la historia.
Los diálogos son mordaces, inteligentes y hasta poéticos en ciertos momentos, detalle que os aviso, en la novela no lo son tanto (Henry James utiliza ese lenguaje tan bonito y esa forma de escribir que tenían en el romanticismo y que a algunos nos enamora, pero no se dedica a escribir poesía).
La cinta no es tan mala como la han pintado. Realmente no da para más. Todo está correctamente adaptado. Hasta los detalles son iguales.
Teresa
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31 de octubre de 2020
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Ambientación correcta

La ambientación en Los papeles de Aspern es correcta y adecuada no obstante el interés que provoca está temática va perdiendo fuerza en apenas minutos iniciados el film. La trama denota cierta lentitud en los diálogos incluso en las acciones de los personajes que a veces es torpe y un tanto teatral. Bien es cierto que en la época ese matiz teatral estaba muy presente en las acciones de las personas en su vida diaria, el espectador requiere de algo mas para sentirse atrapado en la historia.

Una historia que toma un rumbo raro y deja las cosas poco claras, siendo en partes clave del largometraje bastante insulsa reflejando así, una casi dejadez en la intención de los personajes quedando estos, a medio camino.

Los personajes no tienen fuerza y no transmiten lo que el libro de Henry James quería en un primer momento donde las personalidades de los protagonistas se perfilan soberbiamente y poco a poco se van afinando a lo largo de las páginas.

*Detalles perdidos

Es una cinta en la que se dejan escapar muchos detalles y en la forma en que Landais plantea “Los papeles de Aspern” continuamente, dejamos de percibir lo que los personajes persiguen, el objetivo de la trama y el mensaje que este quiere transmitir. Además, la fórmula de la trama no funciona y deja claramente un mal sabor de boca.

Al final de Los papeles de Aspern se intenta remontar el interés del espectador pero no es suficiente dado que la acción llega tarde y el poco provecho que se le podía sacar a la historia a lo largo de la película se había perdido desde el inicio. No hay gancho, ni fuerza, ni dramatismo. La trama es muy suave como si todo estuviese en calma y total tranquilidad y casi nada afectase al protagonista principal.

Y, si afecta al personaje, no se indica a lo largo del film con suficiente hincapié. Por lo tanto queda relegado a un segundo plano, se le quita importancia y no llegamos a ver lo que el protagonista, Jonathan Rhys, nos quiere decir. Nos quedamos en tierra de nadie sin saber donde dirigir nuestra mirada cuando vemos en pantalla esos diálogos largos llenos de palabras.

Además, Jonathan Rhys Meyers, el protagonista de Los papeles de Aspern no convence en muchas de sus actuaciones y perdemos ese mundo interior del personaje para dar paso a algo vacío, sin profundidad alguna.

*Falta de emotividad

Pero no es solamente esto que hemos mencionado sino que pierde y falta emoción. La cinta es muy austera. Todo es correcto en Los papeles de Aspern pero lo es tanto que se pierde de vista la tesis y el propósito del por qué de este film.

Es demasiado solemne y quiere constantemente retratar un misterio que a priori parece interesante pero que se nos muestra mediante flashbacks, diálogos largos, tediosos y en ocasiones bastante sobrecargados y actuaciones cargadas de intensidad que denotan una puesta en escena muy teatral.

En Los papeles de Aspern, hace falta arriesgarse, emoción, disfrute del espectador, magnetismo entre los personajes y sensualidad por parte de la cámara. Asimismo, en esta clase de películas suele jugar en contra ser demasiado conservador. Julien Landais realza este conservadurismo hasta niveles en los que la cinta se hace pesada para el espectador.

*Conclusión

Los papeles de Aspern, es una película en la que se pierden cantidad de detalles pero la ausencia de emoción es lo que más se echa de menos. La ambientación está bien, los actores no están mal del todo y en sí, no está mal contada la historia pero si le quitas la emotividad a una película, queda sepultada en los primeros compases de la cinta.

Escrito por Cristian Urriaga Sepúlveda
Cinemagavia
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12 de junio de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en la novela de Henry James, "Los papeles de Aspern" es el largometraje debut del joven cineasta francés Julien Landais. No obstante, lo más atractivo de esta co-producción entre Inglaterra y Alemania gira en torno a su elenco, encabezado por la mítica actriz británica Vanessa Redgrave, el célebre actor irlandés Jonathan Rhys Meyers y completando la nada despreciable Joely Richardson.

Ambientada a fines del siglo XIX, la historia de "Los papeles de Aspern" trata sobre el interés que tiene el joven editor Morton Vint (Rhys Meyers) sobre el poeta Jeffrey Aspern (de quien es admirador) y su corta y extraña vida, de la cual se sabe poco y nada. Para ello viaja a Venecia, con la intención de conocer más sobre el mismo, intentando establecer contacto y aproximarse a Juliana Bordereau (Redgrave), quien fuera su amante en aquellos años, y a su vez guarda cartas que el poeta le enviaba. Una vez allí para poder tener éxito en su cometido, se hace pasar por otro hombre, ocultando su verdadera identidad. Pese a demostrar los modales que la situación requiere y no tener inconvenientes en pagar el dinero que se le pida, nota que el carácter de la anciana no es el más amigable, percibiendo cierta desconfianza. No obstante, Morton verá la posibilidad de obtener información a partir de su sobrina Tina (Richardson), que se muestra más abierta a la hora de hablar sobre Aspern y otros temas generales, logrando progresivamente tener la confianza necesaria con la misma, y entablando una relación que puede serle útil para sus fines.

Pese a tener una ambientación adecuada, y una temática de interés, "Los papeles de Aspern" pierde fuerza apenas unos minutos iniciados el filme, demostrando cierta lentitud y un eje en la trama poco claro, siendo por momentos una cinta insípida y que queda a mitad de camino en sus intenciones. Las actuaciones puede que sean correctas, pero tampoco le terminan de imprimir la fuerza necesaria a la historia, siendo la de su protagonista Jonathan Rhys Meyers la menos convincente de todas, y no es un dato menor, puesto a que el filme por momentos depende de su impronta. Puede que la forma en que Landais plantea "Los papeles de Aspern" sea un tanto añeja, dejando en claro que para esta clase de películas si se pasan por alto algunos detalles, la fórmula no funciona. Sobre el final se puede decir que hay un intento de remontar la historia, pero quizás sea demasiado tarde, o ni siquiera este sea del todo convincente, y quede el sabor a decepción. Poco recomendable.
Manuel Esteban
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27 de noviembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre podremos confiar en la existencia de nuevas y numerosas adaptaciones de clásicos de la literatura. Todo un género cinematográfico de prestigio y aceptación con un nicho de mercado estable y susceptible a la regeneración. Un conjunto de películas que cuentan habitualmente con el favor del público veterano y que siempre encontrarán complicidad en generaciones de ávidos lectores. Títulos que ya cuentan con un gran activo a su favor antes siquiera de su producción, activo el cual que habilitará sacarlos adelante independientemente de la escasez de recursos. Una corriente de dramas literarios de época, mayormente británicos, que siempre encontrarán espacio en nuestros cines. Este mismo viernes llega, no exento de algunos retrasos en la fecha de estreno, un nuevo ejemplo: Los papeles de Aspern, adaptación de la obra homónima de Henry James dirigida por Julien Landais hace más de dos años. Una película agradecida en tanto una de las valientes que estrena en una semana escasa de ofertas y con incomparecencia de la competencia. Uno de esos proyectos rodeados de misterio y ajenos al ruido que suponen una oportunidad tentadora para sorprender al cinéfilo. Una oportunidad de redención para un plantel de intérpretes caídos en el olvido. La conclusión más meridiana que podemos dilucidar del visionado de la obra es que da exactamente lo que promete, y cumplirá su función para con su nicho de audiencia. Nos encontramos ante un drama que sin duda puede deleitar desde un prisma literario, pero naufragada, lánguida y poco trascendente en el plano cinematográfico.

A los confines de un solitario y misterioso palacio veneciano llega un apuesto joven dispuesto a hospedarse en las estancias de la hacienda y halagar a la anciana que la arrenda con trabajo floral en el jardín y las estancias interiores, amén de cortejar y abrir una oportunidad de conexión con el mundo exterior a su fiel, servicial y tímida sobrina. Pero el visitante esconde otras intenciones, pues es en realidad el editor del legendario poeta romántico Jeffrey Aspern, fallecido a pronta edad. La anciana que regenta el castillo fue la musa de juventud de Aspern, y guarda con celo una correspondencia privada con Aspern a la que desea acceder a toda costa, pues intuye que puede esconder explosivos secretos. Un drama íntimo de indagación en el pasado a través de la seducción, el engaño y la pesquisa en el presente. Las reminiscencias emocionales y escritas de un genial poeta desde la tumba, la intensidad de una vida marcando existencias décadas después de su muerte. Un relato de cine histórico con atmósfera refinada de escenarios gentiles y entornos palaciegos. Cine sobrio y refinado, elegante y románticamente arrebatado. Luce, como no podía ser de otra manera, el equipo de dirección artística, que sitúa su relato en escenarios visualmente poderosos que cargan la narración de cuerpo y matices de sofisticación en su intriga soterrada. Y, como de costumbre, siempre es un placer ver a Vanessa Redgrave, que incluso en su más hondo crepúsculo brilla con luz propia en las pocas escenas en las que interviene. Y hay que admitir que es un filme que propone algunas soluciones visuales ostentosas y que, cuando menos, lo intenta. No podemos sino desear que pagase algunos meses de renta de esas buenas gentes implicadas en llevarla a cabo.

Con la excepción de Redgrave, el resto del reparto opera en registros muy desacertados. Rhys-Meyers se entrega, pero su interpretación es teatral y afectada, así como la de Joely Richardson es rígida e histriónica en su gestualidad retraída. El acabado visual es deficitario, con múltiples tomas con imperfecciones técnicas en la operación y plásticas secuencias oníricas farragosas, más propias de un ejercicio de publicidad que de una propuesta cinematográfica. Es un ejercicio mal calibrado a nivel temporal en el desarrollo de sus actos: Nos introduce un planteamiento extendido y pausado, un nudo escueto y ya pronto se apresura hacia un desenlace dramáticamente intenso que emocionalmente no resuena, se transmite hueco e insuficiente en su construcción dramática previa. Pero dónde mas naufraga el plúmbeo filme es en su integración del texto original: palabras que suenan a papel, que se declaman muertas, que se engranan en el constructo fílmico sin pulsión, lánguidas. Un tono demacrado, propio de una ejecución con oficio, pero sin alma y con insuficiente intención.

Los lectores enamorados del original literario de Henry James se encontrarán relativamente satisfechos con el presente trabajo. Los interesados en seguir la pista de Rhys-Meyers, Joely Richardson o la legendaria Redgrave (amén de un Jon Kortajarena con una breve pero acertada carrera como actor) encontrarán aquí motivos para saborear el visionado. Para el resto, no hay grandes atractivos que encontrar en este trabajo menor, llamado a encontrar su espacio natural en sesiones vespertinas de parrillas televisivas.
Néstor Juez
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27 de noviembre de 2020
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La novela homónima de Henry James es uno de sus hitos literarios y un iluminador ejemplo de toda su teoría del punto de vista, el suspense y la perspectiva. Breve, agudo e intenso, el libro demostraba que el cómo puede ser el tema y fondo de un relato.

Sin querer explicar más (para aquellos que aún no hayan leído el original), sí que cabe decir que la adaptación de Julien Landais (que no es la primera que se lleva a cabo) desdice de la pulcritud silente y discreta de la prosa jamesiana.

Donde había suspense y elegancia en las páginas, en la película se invade de una narrativa burda y recargada en palabras y vacía de emoción. En su primer largometraje, Landais pone en pantalla sin refinar el material ni pensar cómo convertir las letras en imágenes que bailan.

Y para que no parezca que no se añade nada, intenta actualizar la trama con unos retoques de orientación sexual para decorar. Mutar vestimentas, hasta del servicio doméstico femenino, y jugar a los amores y pasiones imposibles consiguen que el film se deshaga de todo el encanto de la historia de Henry James: la gracia de lo oculto y la gracia de cómo explicarlo con elegancia para generar atención e implicar del lector.

Suerte de Vanessa Redgrave y Joely Richardson que atenúan la estridencia y son capaces de transmitir a pesar de los obstáculos del guion y dirección.

www.contraste.info
Revista Contraste
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