Dos cruces en Danger Pass

Típico spaghetti western que tiene su origen en una buena idea pero cuya puesta en escena no termina de convencer porque la trama resulta ligera, poco trabajada, con evidentes sombras de maniqueísmo y afectada por falta de credibilidad
Pero es intensa, ofrece disparos en abundancia, sobresaltos, violencia y lo que se suele esperar del género.
Una película del oeste que sabe a poco

Mención especial merecen la banda sonora -con un par de canciones excepcionales- y la interpretación convincente de un Jesús Puente muy metido en su papel.

Entretenido spaguetti western, que es mejor que muchos que se hicieron con más pasta que en esta ocasión y casi seguro tenían mayor ambición.
En líneas generales se puede decir sin fallar que es una cinta mediocre, como la inmensa mayoría de las cintas que componen este entrañable género, pero el desarrollo de los acontecimientos está narrado de forma amena, sin tiempos muertos molestos y con una buena puesta en escena. Y es que el Sr. Rafael Romero Marchent se las sabía todas y le imprimía su sello personal a cada película que hacía.
Preciosas actrices y unos diálogos, que sin ser la caraba, sí que reflexionan sobre el sentido (o sinsentido) de la venganza y la necesidad del perdón.
Todo ello aderezado con bastante violencia y un tiroteo final que es lo peor de la cinta, por lo larga que resulta.
Pero la peli hace pasar el rato y los años transcurridos desde su estreno no le ha pasado factura. Se mantiene potablemente bien.

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En apariencia nos encontramos ante el típico Spaghetti western, con las habituales tramas de venganzas y disparos infinitos, acompañando duelos y peleas del montón. Solo que en esta ocasión sus creadores optan por darle un toque diferente, dejando espacio para la conciencia y la fe en el perdón.
Tiene un personaje muy necesario, al tiempo que pesado. Por su insistencia en hacer el bien y no optar por la venganza constante.
Lo que tiene de bueno la historia, también se convierte en su punto flaco, puesto que resta momentos de violencia.
Es una extraña decisión entre un revolver o la Biblia.

Los Romero Marchent y sus peculiares westerns. Aquí es el turno de Rafael.

Que presenta a unos personajes de moral ambigua y, por ello, con conflictos más ricos de lo que suelen circular por el eurowestern. A lo largo del filme hay molentos viscerales y violentos.

O al menos eso se intuye, porque la copia que he visto da la sensación de ser una versión sensiblemente recortada por la censura (faltan prácticamente todos los planos que muestran los impactos de los disparos y las heridas). También parece que faltan escenas o diálogos, o que la película ha sido remontada en un orden distinto al original.

El otro problema de la película es uno muy común al eurowestern y a todos los filmes de explotación de los 60-70: los intérpretes. Algunos secundarios notables, pero en los protagonistas no especialmente adecuados. Ni por la diferencia de edad con su personaje, ni por los registros actorales que alcanzan y que produce el efecto de debilitar la tensión (especialmente en las discusiones de la pareja de hermanos protagonistas -Pietro Marterllanza y Luis Gaspar-).

Lo que podría haber resultado en otro convencional y repetitivo eurowestern de venganza evoluciona en algo distinto, que abre meandros sugerentes. Los personajes son interesantes (el protagonista es un vengador terrible y que, al final, nos causa bastante desagrado), hay un giro inesperado a la mitad del metraje y el final que ilustra la idea central del filme sobre las terribles consecuencias de la violencia y la venganza y, aunque por debajo de lo que lograría Joaquín Romero Marchent, interesante.

La cinta tiene un comienzo trepidante. El sheriff Mitchell (Puente) y su esposa caen abatidos por los disparos del cacique Morán (Calvo) por defender a un inocente, y es que "A veces un hombre prefiere morir a ser esclavo de un remordimiento". Los hijos, Alex (Martell) y Judy (Cruz), contemplan los asesinatos y juran venganza.
Una vez más la venganza como motor argumental. Sin embargo en esta ocasión tendrá que matizarse por la presencia de un joven amigo cuáquero, Mark (Gaspar), cuya familia ha recogido a Alex cuando está a punto de morir de inanición. Con agua caliente, leche de cabra y miel lo sacarán adelante.
Doce años después, 1895, Alex se ha convertido en un fornido pistolero que vuelve a Danger Pass (Arkansas) en busca de venganza. No lo va a tener nada fácil pues el pueblo está atemorizado con los Morán.
Aunque el tema es muy manido la solvencia del guion hace que la acción mantenga siempre un ritmo muy vivo. Entre las típicas escenas de saloon se intercalan un par de baladas preciosas que canta la bella Edith (Cardinali). Ambientación bastante cuidada para lo que nos tienen acostumbrados estos westerns hispano-italianos.
Personajes con muy pocos matices, ya se sabe o muy malos o muy buenos. Únicamente el debate que se entabla entre Alex y Mark, entre la venganza como única meta y la necesidad del perdón para poder vivir en paz. Algo hay también de la cobardía de los pueblos ante los abusos de los poderosos.
Interpretaciones que no pasan de regulares en los protagonistas. Floja la trama sentimental con tres mujeres que no sabemos como emparejarlas. Y muertos, muchos muertos, como cabía esperar de los abundantes tiroteos que contemplamos. menos mal que entremedias acudimos también a una boda.
En cualquier caso, una película interesante y recomendable a los aficionados al género.