La valija de Benavídez

Uno se pregunta: ¿por qué existe el arte?, una de las posibles respuestas podría ser el poner en el plano visible lo invisible, intentar plasmar en un medio sólido algo etéreo e indefinible. Esto que parece tan complicado se reduce en ocasiones a un simple punto, o una gota que simboliza un todo. Si no que se lo digan al pintor ruso Malevich en su célebre cuadro “Cuadrado blanco sobre fondo blanco”, y es que la nada puede llegar a ser todo un sentimiento.

Tras esta estrambótica introducción voy a hablar de La Valija de Benavidez, que como habréis podido imaginar tiene como trasfondo el arte, concretamente la pintura. Aparentemente algo no muy original, pero las apariencias engañan ya que tras un tenue tono surrealista se nos dibuja una historia sumamente interesante. Estoy hablando de hasta dónde está dispuesto a llegar un artista para llegar a la cima. En esta ocasión no se trata de ambiciones desmedidas, pero en el fondo el resultado es el mismo.

La debutante en el largometraje Laura Casabé da en el clavo en la manera como desarrolla la trama. El ritmo es uno de sus puntos fuertes sin llegar a ser infernal, cosa que tiene su mérito al estar rodada prácticamente en interiores, concretamente en el elegante y centenario Palacio Bencich de Buenos Aires. Esta localización puede dar la impresión en ocasiones de estar viendo una obra de teatro, sin que esto sea para nada algo peyorativo.

Benavidez es un profesor de arte casado con una promesa de la pintura. Tras una tempestuosa discusión, Benavidez decide coger su maleta y largarse de casa. No se le ocurre otra cosa que ir a pedir asilo a casa de su psiquiatra, que más parece un opulento ricachón pirrado por las obras de arte. Lo que parece una opulenta mansión es en realidad una residencia de artistas que se someten a un oscuro tratamiento. El intento de nuestro héroe por salir de allí es en vano. Su destino está en ese lugar.

Sugestivo film del cada vez más sorprendente cine argentino, el cual ha conseguido poco a poco traspasar sus fronteras sin abandonar lo que le es intrínseco. A pesar del un poco deshilvanado guión, Casabé consigue que el interés no decaiga en ningún momento, eso lo consigue con lo que ya comenté antes respecto al ritmo. ¿Cómo no?, se guarda una bala en la recamara, no es que sea una vuelta de tuerca, pero es como la guinda que le falta al pastel. Un acierto.

En el apartado más técnico destacar la fantástica música de Gillespi, con ese nombre no es de extrañar que el jazz sea el protagonista para regocijo de los amantes de esa música, entre los cuales me cuento. También destacar la fotografía de Mariano Suarez que se apunta al carro de darle un toque pictórico al asunto.

En cuanto a las interpretaciones destacar a un excelente Guillermo Pfening en su papel de Benavidez y a Jorge Marrale como su psiquiatra. El resto del reparto cumple sobradamente, pero no quiero acabar este apartado sin nombrar a Valentín Javier Diment, en su corto pero carismático papel.

Para acabar decir que la nueva hornada de directores argentinos empuja fuerte, así que toca estar atentos a próximas producciones. De momento podéis degustar este excelente film.

http://www.terrorweekend.com/2016/06/la-valija-de-benavidez-review.html

No había visto nada de la directora Laura Casabé y los protagonistas (Jorge Marrale y Guillermo Pfening) son apenas conocidos de algunas telenovelas, pero “La valija de Benavídez” picó mi atención cuando la encontré surfeando por el catálogo de Netflix. Pese a no ser una obra maestra, me agradó porque es un tipo de cine que no hace con tanta frecuencia en Argentina.

Me refiero específicamente al género del surrealismo, movimiento francés que se inició allá por el 1920 con André Bretón y que terminaría por ser protagonista de la vanguardia europea.

El género se caracteriza por darle relevancia a los sueños, la creación libre (sin las limitaciones del mundo real) y el automatismo psíquico. El cine tiene sus claros referentes: David Lynch, Jodorowsky, Luis Buñuel, Aronofsky, Cronenberg, Gaspar Noé, etc.

¿Y en Argentina? Quizás Eliseo Subiela y Lucrecia Martel, estirándome un poco. “El lado oscuro del corazón” (1992) y “La mujer sin cabeza” (2008) pertenecen claramente al género. Pienso, quizás por poner otro ejemplo, en “El espejo de los otros” (2015), de Marcos Carnevale. Pero no hay mucho más.

Por esto mismo, “La valija de Benavídez” me pareció un hallazgo. Basándose en un relato de Samanta Schweblin (una autora que siempre tiene cuentos BRUTALES), la directora juguetea entre la comedia negra y el thriller surreal.

Si tenés un poco de cine encima, la revelación final se ve venir pronto, pero no por eso te genera menos impacto. La película funciona como un laberinto pesadillesco donde nuestro protagonista tiene que vencer algunos traumas internos.

La película es muy cortita (80 minutos) y no da respiro. Por momentos parece un capítulo largo de “La Dimensión Desconocida” debido a la manera en que está contada. En el medio hay un intento de plantear cuestiones existenciales en torno al arte que son muy interesantes.

En el apartado más técnico, destaca la puesta en escena que te va llevando por lugares muy extraños. Los sets son muy baratos, pero están bien hechos. Prácticamente todo el misterio sucede alrededor de una casona, aunque la practicidad de algunas locaciones nos hace creer que estamos ante espacios más amplios.

Esta no es una película de terror per sé, aunque se le acerca. Es decir, no hay fantasmas o maldiciones reales. Pero sí, parecido a otras películas clásicas como “El resplandor” (1980), la mansión es un personaje más de la película que se recrea con la psiquis del protagonista y de nosotros como audiencia.

==> CONCLUSIÓN: “La valija de Benavídez” es una película sugestiva del cada vez más notable cine argentino. Aunque el guion es medio un quilombo, las entretenidas actuaciones y el nivel de rareza que maneja el relato son un acierto. <==

#BonusTrack: Análisis de “El lado oscuro del corazón” (de Eliseo Subiela):

http://viajarleyendo451.blogspot.com/2014/10/el-lado-oscuro-de-oliverio-girondo.html

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Propuesta extraña, todo es raro, lo que resulta curioso y atípico para el cine argentino que en general y aunque sean propuestas de género trata de mantenerse en el más absoluto realismo. Acá no, todo lo contrario.
Lo peor: al principio no sé entiende nada, esa confusión es buscada peor igual no ayuda a que el espectador se involucre. Tampoco ayuda que Benavidez sea un personaje opaco, que no genera la menor empatía.
La burla a todo lo que tiene que ver con el mundo del arte, ya se ha hecho un montón de veces.
Casi todos están exagerados, y Guillermo Pfening en su típico rol de hombre atormentado.
Lo mejor: muy cuidada puesta en escena. La segunda parte fluye mejor.
El valor y la audacia de hacer una película de este estilo en Argentina, huyendo del realismo.
El humor negro en algunas escenas está conseguida y tiene ciertos momentos ingeniosos.

Habría que explicarles a los nuevos directores que no es necesario hacer un largometraje, no es obligatorio. Sobre todo cuando se parte de un cuento magnífico como "La pesada valija de Benavides" de la escritora argentina Samanta Schweblin.

Escenas que se extienden innecesariamente, actuaciones que si esto fuera un drama resultan insoportables, y si fuera una parodia son patéticas, y no es ni lo uno ni lo otro. Escenografías bizarras que no aportan nada a la historia, una trama ridículamente incoherente, la inclusión de elementos de ciencia ficción que ocupan una parte importante de la película y no se sabe para qué, para colmo realizadas con un bajísimo presupuesto.

A veces es mejor no mostrar algo que mostrarlo. No hace falta ver repetidamente hasta el cansancio la pantalla de una tableta, con una imagen ultra elemental comparada con cualquiera de nuestros teléfonos móviles, donde solo se muestra una mano seleccionando una de entre varias opciones. No es necesario mostrar un plano de un laberinto para dar cuenta de que el protagonista está en un laberinto. O como cuando se muestra reiteradamente el contenido explícito de la valija, en el cuento original jamás se describe lo que hay en su interior, lo que le da una fuerza al relato que la película no tiene y que por ello pierde esa tensión que le otorga el misterio, como en "Pulp Fiction" de Tarantino, el resplandor del contenido es suficiente, de haber mostrado lo que contenía habría sido un fiasco, porque cualquier cosa que se mostrase habría sido una decepción que no estaba a la altura de las expectativas creadas.

Este es un lamentable ejemplo de cómo se puede arruinar una buena historia.

Con todo el material filmado y con una clara intención de hacer, por ejemplo, una parodia, tal vez, con un buen corte, se podría haber hecho un corto aceptable.

Mi recomendación es que lean a Samanta Schweblin y eviten esta película. Yo muchas veces me pregunto después de ver una película ¿la volvería a ver dentro de veinte años? En este caso ni en mil.

Al leer los comentarios de los críticos también me pregunto si esta película no es un poco "la valija", lo que la película misma denuncia, el resultado de una crítica snob y a la moda que aplaude cualquier cosa solo por la novedad y otros intereses extra artísticos y de mercado. Si es así, puede que ese sea su único valor.

Basada en un cuento de Samanta Schweblin, esta comedia negra nos presenta un thriller fantástico; si bien el guion está muy acertadamente estructurado y construido ya que en todo momento mantiene enganchado al espectador todo el tiempo. Francamente al principio se siente un poco aburrida y lenta pero conforme avanza la trama te va envolviendo en ella; y luego ese maravilloso final que para quien no ha leído el texto es simplemente magistral. En cuanto a las actuaciones son aceptables…sobre todo la de Norma Aleandro; en conclusión es un filme entretenido.