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El desafío (The Walk)

Drama Basada en las memorias escritas por Philippe Petit (Joseph Gordon-Levitt), un funambulista francés que, en 1974, guiado por su mentor Papa Rudy (Ben Kingsley), se propuso un reto nunca antes realizado: recorrer sobre un cable el espacio que separaba las Torres Gemelas de Nueva York. (FILMAFFINITY)
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Críticas 113
Críticas ordenadas por utilidad
5 de noviembre de 2015
74 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
Doce hombres han pisado la Luna. Solo un hombre ha caminado sobre la cuerda floja entre las Torres Gemelas, y ningún otro lo hará jamás. Se lo llamó “el crimen artístico del siglo” y sucedió la mañana del 7 de agosto de 1974: Philippe Petit, un funambulista francés, paseaba sobre un cable de acero entre las torres del World Trade Center.

“The Walk” es una historia fascinante, rodada para producir espectacularidad. La dirección de Robert Zemeckis (“Forrest Gump”, “Regreso al futuro”), la colaboración especial de Philippe Petit, la interpretación de Joseph Gordon-Levitt (“500 días juntos”, “Origen”) y Ben Kingsley (“Gandhi”), los VFX de Kevin Baillie (“The Flight”, “Need for Speed”)… todo al servicio de una historia en IMAX 3D.

Robert Zemeckis no es el primero en llevar a la gran pantalla las hazañas de este funambulista. En 2008 la Academia premiaba el documental de James Marsh sobre el mismo argumento, “Man on Wire”, y la comparación está servida. Algunas partes del relato se han podado para acelerar la trama: el equipo logra la hazaña en su primer viaje a Nueva York (realmente fueron necesarios tres viajes) y un golpe de suerte les sube directamente al último piso (no al 104º).

La reconstrucción digital de la ciudad de Nueva York, y en especial del paseo entre las Torres Gemelas, es un reto superado. Aunque a veces uno tiene la sensación de que tanto resplendor es un poco artificioso, que está “demasiado limpio”. El 3D sin embargo sí se usa con moderación, en los momentos en que la tensión dramática lo requiere (altura de las torres, contrapesos, etc). De hecho la película está grabada en 2D y convertida luego por Legend3D.

Cabe destacar lo simbólico de la narración del protagonista desde la Estatua de la Libertad (maravilloso el acento francés de Gordon-Levitt). Si aquella fue un regalo de Francia para conmemorar la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, la historia de Petit es otro regalo de un francés que simbolizará la pasión de quienes persiguen sus sueños a cualquier precio.
Mengo
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6 de enero de 2016
57 de 81 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una historia interesante y real, que tendría buen ritmo y emoción si su director no hubiera decidido sabotear su historia contándola, no a través de una voz en off, que de por sí resultaría irritante, si no con el protagonista subido en la antorcha de la estatua de la libertad, a modo de escenario como un monóloguista, interrumpiendo todo el tiempo la película para contar lo que estamos viendo, aportando nada con su relato, pero rompiendo el ritmo, la trama y el interés. Dan ganas de gritarle desde la butaca "¿por que no te callas y nos dejas ver la película?. Si además añadimos un prota sobreactuado con un doblaje exageradisimo, imitando un acento francés de parodia, unos compañeros de viaje que no se quedan atrás y una novia con tres de tensión que no parece que vea el peligro, el resultado es una peli que pudo ser pero se quedó en una forma de contar que no termino de entender. ¿De que sirve las grandes imágenes y escenas si las interrumpes todo el tiempo?
Maria de las Mercedes
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2 de diciembre de 2015
38 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las películas basadas en hechos reales son proyectos siempre difíciles, ya que si bien se supone que los avala su reflejo de sucesos ocurridos en el mundo real, esto no añade un plus de veracidad o credibilidad a lo que acontece en pantalla, sino que es tan sólo una mera anécdota – por lo general, vistosa – que sirve de punto de partida. Y el verdadero desafío radica en trascender el material original para conseguir una propuesta que se sostenga por sí misma, prescindiendo de la supuesta garantía y seguridad que confiere basarse en algo real y tangible. Y la presente cinta ilustra de forma diáfana los riesgos y peligros de obnubilarse con un acontecimiento concreto, en claro detrimento de la ficción y de la ilusión fabuladora y de ensoñación que es el cine.

Además se ha elegido un suceso de 1974 que se ve lastrado por los infaustos ataques del 11 de septiembre de 2001 y la larga sombra que aquel cataclismo aún arroja sobre todos los que vivimos en directo aquella hecatombe deleznable. Quizás para espectadores que no estén teñidos por memorias personales de aquel estrago atroz tengan unos ojos inocentes con los que poder contemplar la propuesta, como puro divertimento, como espectáculo fascinante de la locura irracional del ser humano por pergeñar, perseguir y materializar utopías personales más allá del sentido común, más allá de los límites de lo humanamente posible, más allá del freno de la sensatez. Quizás.

Es innegable el talento de Robert Zemeckis por crear un bien elaborado y pulido producto de entretenimiento, su capacidad para ilustrar y transmitir el vértigo preciso y fiel de los acontecimientos, su probado oficio como narrador innato, sea lo que sea lo que se proponga desarrollar. Pero quizás adolezca de la misma ceguera que el protagonista de la historia: está tan enamorado de su quimera, tan embebido en su delirio, tan obcecado con su plan, que no calibra bien si el espectador va a acompañarle con el mismo entusiasmo durante todo el recorrido. No hay ninguna sorpresa durante el metraje, todo es creíble, previsible y predecible. Se puede admirar su perfección técnica pero no conmueve ni convence en ningún momento.

Estamos ante un apasionante pedazo de la pequeña historia de la excentricidad humana, pero nos deja bastante indiferentes como espectadores. Será verídico, pero no acaba de funcionar como ficción. Tal vez porque los personajes son simples marionetas sin alma, tal vez porque el empeño sea un reto estéril, una bravata o bravuconada casi adolescente. Habría funcionado mucho mejor como documental. Interesante, sí, pero prescindible.
antonalva
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23 de diciembre de 2015
23 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recuperado por fin para la causa tras un periplo por la animación digital que le llevó casi a la quiebra por culpa de ‘Marte necesita madres’, Robert Zemeckis, el director de ‘Forrest Gump’ entre otras volvió a dirigir a actores reales en la interesante ‘El vuelo’ (donde Denzel Washington se comía la pantalla), y ahora pasa a ponerse tras las cámaras de nuevo con ‘El desafío’, la historia de Philippe Petit, el hombre que caminó entre las Torres Gemelas del World Trade Center.

Pero existe un principal inconveniente para el éxito de ‘El Desafío’. Existe una película que cuenta la historia. Si el espectador ya ha visto el documental británico ‘Man On Wire’ de James Marsh, es normal que la película de Zemeckis pues parezca algo artificial, hinchada y con el toque necesario de contentar a todo el público. Me recordó en algunos momentos a ‘La Terminal’, de la que creo que Zemeckis se quiere empapar bastante.

De todas formas, hay pequeños toques que empiezan a ser habituales en el cine de Zemeckis más reciente que no me terminan de convencer (pero que eso es puede ser sólo cosa mía).

Sin embargo, su gran inconveniente es su gran ventaja, pues el documental de Marsh es un objeto de culto que no tiene porque conocer todo el mundo. Y, efectivamente, Zemeckis tiene ese don, que es capaz de dar al gran público lo que el público desea.

Joseph Gordon-Levitt lleva el peso de la función (y aguanta con soltura el 90% de los planos del film). No lo lleva, ni lo hace mal. Creo que es un paso más en su carrera encaminado a hacer algo todavía mayor y más importante. También se agradece ver a Ben Kingsley no demasiado caricaturizado, lejos del aspecto que suele dar en grandes producciones. Otra cosa no, pero Zemeckis rara vez se confunde con sus actores.

Película a la que quizás le sobra algo de voz en off, ‘El Desafío’ es un entretenimiento decente de la mano de uno de los expertos en ofrecer ese tipo de cine. No esperéis tampoco mucho más.

Más en: https://alquimistacinefilo.wordpress.com
Hickeystyle
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10 de octubre de 2015
22 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de varios tropezones cinematográficos en los cuales el buen Zemeckis lo apostaba todo por las innovaciones técnicas y la tercera dimensión, por fin regresa triunfante con una película que le permite tener un perfecto equilibrio entre el atractivo audiovisual y una historia interesante con mucho corazón.

Con el uso de la voz en off y a manera de cuento, el director desarrolla la historia de vida de Phillippe Petit, un hombre que desde niño ha sentido una fascinación por el equilibrismo en la cuerda y que ya en la edad adulta, tras conocer las todavía no terminadas torres gemelas en Nueva York, decide que su sueño es cruzarlas, a través de un cable y a una altura de más 110 pisos.

El estilo de Zemeckis siempre se ha caracterizado por su tono rosa u optimista plagado de sentimentalismo, y este filme no es la excepción. Inicia contando anécdotas claves para la evolución del protagonista, siempre cuidando el humor, el drama y el papel que jugarán los personajes secundarios.

Durante el segundo acto, con gran pulso narrativo y suspenso, la audiencia se involucra en la película mientras el plan para entrar a las torres va cobrando forma. Sin embargo es durante el fascinante tercer acto, la culminación del viaje, la realización del sueño de Phillippe, cuando la película alcanza grandes alturas literal y figurativamente.

La cuidada fotografía que durante todo el metraje se encarga de concebir planos audaces que funcionan de forma hermosa en tercera dimensión, llega a un verdadero clímax cinematográfico como no se había visto en las salas durante este año.

Una experiencia que literalmente quita el aliento, no solamente por lo atrapante de su historia, sino por su correcta realización, el carisma de Gordon Levitt y su creatividad visual que demuestra que la tercera dimensión es un recurso que, usado con inteligencia, puede llevar más allá la experiencia de ver una película en el cine.
charcosombrio
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