Shaft: The Return

Esta peli es un puntazo. Está rodada de manera exquisita y más que un remake es un: "gracias tíos por el cine que hicisteis a principios de los setenta." No es una copia. No es Psicosis aka Van Sant se aburre. Shaft the return no necesita un techo como ése para triunfar. La hábil mano de John Singleton nos dirige hacia un viaje en el que cualquiera de los protagonistas es todavía más capullo que el anterior. Y con unos diálogos paleros y vacilones que son de enmarcar. Y con titis negras. Y polis corruptos. Y todo envuelto en una cutredad tan elegante que te preguntas si esta película es un intento más por dignificar la serie B, si es otra intentona por elevarla, o simplemente son ganas de realizar un digno homenaje a aquellas míticas obras realizadas con cuatro duros, mucho esfuerzo y ganas de joder al hombre blanco por sus muchas controvertidas imágenes violentas y sexuales.

Aquí nada es tan explícito, o mejor dicho, lo es pero de una manera distinta: es una película exagerada como pocas. Se juega más con el espíritu que con las formas. Igual de cutre pero con un halo de artesanía en el género acción subgénero blaxploitation que resulta desternillante en casi todos sus tiempos. Me esperaba la típica bazofia de siempre y me he encontrado con un puntazo de película brillantemente elaborada.

Y sin aspavientos.

No sé por qué la critican tanto, la verdad. Para mí, esta peli es una auténtica gozada, una genial recuperación de la esencia de los filmes macarras de los 70, con un encanto especial que la distingue de tanto producto prefabricado de acción. Sólo por ver a John Shaft (el sobrino del original, que por cierto, también hace un cameo) matando malos a ritmo de la mítica sintonía de Isaac Hayes, merece la pena verla. Pero aún hay más: un ritmo narrativo trepidante, un argumento interesante con pequeña sorpresa final incluida, magníficas escenas de acción dirigidas de forma muy digna por ese gran artesano de la acción que es Singleton, y un reparto de altura: Sam Jackson está muy creible y expresivo en su papel; Christian Bale demuestra que es un actorazo, comiéndose la pantalla cada vez que aparece en ella; Jeffrey Wright, perfecto como criminal latinoamericano; y, finalmente, Toni Collette levantando con soltura un papel demasiado pequeño para ella. Por tanto, es una buena opción, siempre que os guste este tipo de películas. Otra buena revisitación de los filmes de negros estilo 70 es "Jackie Brown", pero esa es totalmente distinta. La que nos ocupa es perfectamente recomendable para los amantes de la buena acción.

Pues Shaft, ¿quien si no? El poli más duro y con más mala baba de este lado del Ebro.

¡Que tío! Puede perseguir a varios transgresores de la ley, intimidar a los que va a detener mañana, conseguir información sobre los de pasado mañana, comer como un señor y tirarse a un número indeterminado de chatis con alto grado de satisfacción y todavía puede dormir horas más que suficientes para continuar maña con el mismo ritmo. Todo un macho alfa. La envidia del corral.

Jackson (Samuel Leroy para los amigos) hace de Shaft de una forma impecable. Los matices de triunfador de la vida en un mundo donde no puede serlo son acojonantes. Pero claro, Shaft es acojonante por si mismo. Menos mal que eligió este lado de la ley, que si no apañados estaríamos.

La ciudad es suya, y si alguien quiere hacer lo que no debe en su ciudad, tranquilo que lo pagará. Muy caro. Hasta que se arrepienta. Shaft no se conforma con detener, el busca justicia. Realmente no la busca, es Shaft, y por lo tanto la encuentra. Su seriedad y profesionalidad puede hacer que incluso el sistema al que pertenece se tambalee. No es un policía de medias tintas. Lo es hasta sus últimas consecuencias.

Los suyos son los que respetan al mundo. Su respeto hay que ganarlo.

Tanananana tanananana naaaaa tanananana tananananaaaa ¡Shaaaaft!

Ahí va la reivindicación de un oscuro género perdido que por allá finales de los setenta principio de los ochenta fundía cerebros sin reparo junto a otros inclasificables fenómenos como los de las películas Grindhouse ya homenajeadas por Tarantino y Robert Rodríguez más recientemente (próximamente crítica de Machete, ojo ahí). Porque este género no dejaba de ser un Grindhouse algo peculiar, el de negratas, el de la blackxplotation y mírame que chulo que soy y que bien me enrollo, de tipos carismáticos e historias surrealistas.

Y eso es lo que es precisamente esta revisitación de Shaft si bien algo más comedida y seria, lo justo para hacerla interesante al público actual pero manteniendo esos ingredientes que hacen reconocibles sus orígenes: un guión decente pero maniqueísta e ingenuo a tope, un libreto lleno de frases de chulazo para Shaft, los cochazos, los amigos garrulos, las chicas calientes (negras, por supuesto) y los villanos más cómicos y estúpidos que malvados, ¡ahí está la blackxplotation!

Si a esto se le suma el sucio Nueva York, el de las calles de Shaft por encima de la calle 100, una dirección competente, una banda sonora cojonuda en concordancia con los temas míticos del original y una actuación a la medida de Samuel L. Jackson, que era el candidato perfecto para resucitar al poli negrata, el resultado se acerca como mínimo a lo respetable.

Realmente toda una sorpresa y un homenaje muy digno, una película que pese a lo maniqueísta de lo que cuenta puede verse, y que precisamente lo hace con tal gracia que es uno de los encantos de la historia, como los ojos de Vanessa Williams.

Aunque de modo muy vago, guardo un recuerdo medianamente grato del personaje original encarnado por Roundtree, que aquí se marca un cameo con una cara de despistado que parece estar preguntándose: ¿Cómo me han podido liar en esto?

Los actores resultan más o menos creíbles, el irregular Jackson cumple, Bale da el perfil de NBBH, esto es, niño bien con brotes de hijoputez. Hay tiros, persecuciones, ambiente tirando a rapero, coca, negratas chungos, polis corruptos y todo lo demás. Pero vamos, que por más que se empeñe Singleton la cosa no pasa de entretenidillo film de acción. A lo mejor sólo buscaba eso. En tal caso, conforme.

Pero para no mejorar el original, que sin ser ninguna maravilla desprendía más frescura y autenticidad, mejor haberse ahorrado el esfuerzo.

PD: Lo que ha perdido la Vane.