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Sin olvido

Drama. Comedia Ali Ungar, de 80 años, encuentra un libro de un exoficial de las SS que describe sus actividades en Eslovaquia durante la guerra y se da cuenta de que sus padres fueron ejecutados por él. Saldrá a buscar venganza, pero encuentra solo a su hijo Georg, un jubilado vividor que se ha distanciado del pasado de su padre. Pero la visita de Ali despierta su interés, y los dos hombres emprenden un viaje a través de Eslovaquia en busca de ... [+]
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
16 de septiembre de 2020
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
*La herencia de los padres

Los vestigios de la II Guerra Mundial siguen causando estragos en la sociedad actual, donde se comprueba que, horrores como el nazismo, no se pueden olvidar. De esta forma, Sin olvido parte de una premisa en la que se realiza una vuelta al pasado, con una intención reflexiva. Por lo cual, a través de un guion con tintes del road movie, centra su historia en una búsqueda de identidad. Además, se descubren los secretos que no se desean ver, mostrando unos puentes y unos debates en torno a la figura de víctimas y victimarios. Gracias a ello, dota de un análisis interesante, que permite dar una visión distinta a lo que suele verse en este tipo de cine. Por tanto, aunque establece obviamente las posiciones desde una verdad férrea, también escenifica la necesidad de crear diálogo y entendimiento entre las generaciones futuras.

No se puede negar que su premisa construye un relato sólido, que se intensifica con unos matices personales, que dejan ver la esperanza dentro del horror. Sin embargo, el guion no sabe encontrar su colofón final. En consecuencia, decide concluirlo de una forma excesivamente abrupta y en el que se esperaba mayor complejidad. Asimismo, se comprende la propuesta y esa estructura a fuego lento, pero se pierde en la contemplación. Igualmente, se une un giro de guion poético y de justicia pacífica, que puede ser insuficiente para todo el derroche de detalles que da durante la película. Aun así, en su conjunto, obtiene un libreto formidable, que pese a no ser brillante, sigue dando un mensaje importante de escuchar y recorrer junto a sus protagonistas. De modo que, establece una unión de mirar hacia atrás para seguir adelante.

*Unidos, pero no revueltos

Una de las mejores decisiones que se traslada a la pantalla en Sin olvido es la elección de sus dos protagonistas: Jirí Menzel y Peter Simonischek. En primer lugar, Menzel tiene esa templanza, que sabe expandir a una amargura interna tenue. Por lo tanto, no necesita excederse y regocijarse en el sufrimiento de su personaje. Además, ejerce una templanza necesaria, que contrasta perfectamente con la interpretación de su compañero. En gran parte, a causa de su magnífico trabajo, se aprecia la sensibilidad que, en algunos momentos, no se extrae del propio contenido de la película, con lo que aporta más aristas a su personaje. Con lo cual, sabe manejar perfectamente parte del peso fundamental de la película, que equilibra con su relación con el resto de personajes y las propias situaciones descritas.

Por otra parte, Peter Simonischek es el partenaire perfecto de Menzel. Desde el principio se puede ver cómo carga en su personaje una personalidad sarcástica, jocosa, pero sin caer en la comicidad chirriante. Asimismo, utiliza su presencia y carácter para dar mayor sentido al trasfondo que hay detrás y la complejidad que hay en su interior. La contradicción del ser. Después, esas pequeñas pinceladas más dramáticas, permiten ver su versatilidad como actor. Con ello, hay secuencias realmente muy personales, en las que la expresividad se convierte en el principal eje de acción. Luego, Zuzana Mauréry realiza una participación efímera, pero firme, convirtiéndose en un alivio energético. Lo mismo sucede con el resto de actores, que convierten este viaje en un ejercicio coral con una clara declaración de intenciones. Por ende, sin contar con los protagonistas, el equipo actoral, en general, sabe poner la guinda al pastel.

*El destino

El despliegue técnico en Sin olvido sigue una estética basada en una tonalidad de colores fríos y una composición donde se nota la pesadumbre. Por lo cual, se busca una estética que dé pie a una melancolía visual, pero no cálida, sino más bien distante y escenificando esas diferencias a resolver históricas. A continuación, se puede ver como la fotografía ha apostado por dividir la película en dos facciones: aquellas más pintorescas y con grandes planos generales, que muestran la preciosidad de la naturaleza eslovaca. Gracias a esos campos intensos, se encuentra la inmensidad del recuerdo. Luego, la segunda división cerca el objetivo en los planos medios, donde las reacciones y emociones de sus personajes se enmarcan. A pesar de ser concreto en la intención narrativa del plano, triunfa más con la utilización de exteriores, que con el marco de acción y coreografía de los intérpretes en escena.

Por otra parte, la dirección de arte lleva al espectador por distintas localizaciones de la geografía eslovaca, realizando un mapa de los vestigios del pasado. Lejos de apoyarse solo en el diálogo, se visualiza en esos pueblos lo que, en otro tiempo, fue, presos del pánico y el terror. De modo que, la imagen gana una fuerza increíble, aplaudiendo la forma de fabricar la puesta en escena. Sin embargo, no ocurre lo mismo con la banda sonora, que escoge una composición extraña y que no empasta como debiese con la imagen. Al contrario, da una sensación de estar ante un thriller y, en ocasiones, puede llegar a desconectar al público del influjo de la imagen. A raíz de esta mezcla artística, el montaje lleva un buen ritmo, donde no se estanca, pero que no siempre obtiene el impacto artístico que se busca.

*Conclusión

Sin olvido es una película que busca reflexionar sobre el pasado y construir unos puentes de diálogo entre los descendientes de víctimas y victimarios. Sin embargo, lo que se convierte en una brillantez con un desarrollo sutil y elegante, se pierde en una conclusión abrupta y lejana de la complejidad humana que se necesita. A pesar de ello, cuenta con dos magníficos protagonistas Jirí Menzel y Peter Simonischek, que están soberbios. Después, el despliegue técnico gana una gran influencia en el espectador en sus planos generales con la fuerza de la naturaleza eslovaca. Una alegoría de la necesidad de conocer el pasado, para comprender el presente y preservar el futuro.

Escrito por Diego Da Costa
Cinemagavia
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12 de septiembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El realizador checo de la Nueva Ola Jirí Menzel con más de 26 películas dirigidas y más de 80 interpretadas y que tristemente falleció el mes pasado con 82 años, protagoniza junto al inolvidable Toni Erdmann el actor Peter Simonischek esta historia dando vida a dos hijos, uno de una víctima de las atrocidades nazis y otro del hijo del padre que las ordenó.

Ali Ungár de origen eslovaco, es un intérprete de 80 años viudo desde hace más de diez años. Después de leer un libro de un oficial de la SS que estuvo en Eslovaquia durante la Segunda Guerra Mundial, descubre que este mandó ejecutar a sus padres. Con el deseo de vengarse viaja a Austria a visitarlo con la intención de matarlo, sin embargo, al llegar se encuentra con su hijo Georg un maestro jubilado de 70 años que le dice que su padre ya  falleció hace tiempo.

A Georg le pica la curiosidad por saber sobre las actividades de su padre durante la Guerra. Entonces hacen un acuerdo: será su intérprete y emprenderán un viaje en busca del pasado intentando encontrar donde los asesinaron y lo que de verdad ocurrió...

Como una road movie la película transcurre con los fantasmas de la segunda guerra mundial, con una mezcla de drama y comedia negra, en la que visitaremos algunos pueblos de la antigua Checoslovaquia donde ocurrieron los crímenes del nazismo y la persecución a los judíos, entre los cuales se encontraban los padres de Ali Ungar.

Menzel y Simonischek tienen una química muy buena, el eslovaco es una persona seria y con pocas ganas de bromas, mientras que el austriaco es un mujeriego y bromista, aunque en el fondo no sea consciente de que también es un tipo solitario. Al igual que en la fantástica película de Costa Gavras "La caja de música" enterarte de las atrocidades que pudo cometer tu padre y llegar a conocer verdaderamente a esa persona que para ti significa tanto, puede ser un gran palo que no se llega a superar nunca.
Destino Arrakis.com
videorecord
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13 de octubre de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No conocía la dilatada trayectoria de Martín Sulik, un director muy sólido, que maneja con maestría el material que coescribió con Ondrj Sulaj, ambos nacidos en Checoslovaquia y hoy residentes en Eslovenia, logrando un film en todo momento ameno y entretenido, en función de un drama de características históricas que todos conocemos que ha dejado secuelas que todavía hoy en día, a más de 70 años de ocurrido, mantiene vigente su recuerdo por la gravedad y la injusticia de lo sucedido.
Sulik arranca el film con un formato de policial negro para enseguida transitar hacia una road movie que se vuelve comedia de opuestos y terminar en un drama de toma de conciencia. El director maneja a la perfección todos esos registros, da dinamismo a su relato y mantiene enganchado al espectador desde el inicio hasta el final del film a pesar que basa su relato en un contexto que vuelve predecibles algunas situaciones.
Jiri Menzel, el afamado director checo que en 1967 ganó el Oscar a la Mejor Película Extranjera en Hollywood con aquella maravilla que se llamó Trenes Rigurosamente Vigilados vuelve como actor al tema de la Segunda guerra Mundial. En El Intérprete es Alí Ungar, un anciano de unos 80 años, que al leer un libro sobre las actividades de un oficial alemán durante la guerra en Eslovaquia reconoce a quien ha matado a sus padres y emprende un camino hacia su búsqueda con el propósito de ejecutar su venganza. Pero a quien encuentra no es al viejo oficial de las SS, sino a su hijo Georg, un profesor jubilado, magníficamente interpretado por Peter Simonischerk (el extraordinario actor de Tony Erdman), quien niega saber de su padre y le propone investigar que ha sido de él siendo su intérprete de alemán.
Los dos ancianos, una pareja muy despareja, emprenderán un viaje alocado, lleno de peripecias que bordean el humor absurdo, para darse cuenta que la mayor parte de la gente que los rodea o que conocen circunstancialmente en el viaje ha olvidado o ignora lo que ha ocurrido en el pasado, o no quiere enterarse ni tampoco le interesa. Europa ya es otra. No solo ya no es la Europa de la pos guerra sino que ni siquiera es la Europa de después de la caída del Muro de Berlín. El hoy es una nueva situación, una status inédito que solo les permite observar que la vida ha pasado frente a ellos sin que ellos se dieran cuenta de los cambios. Un cambio que sucede tan rápidamente que somos incapaces de percibirlo.
Ello lleva en forma inconsciente a los protagonistas a un momento de profunda reflexión. Frente a esta situación, Alí Ungar comienza una catarsis que purifica su ánimo a la vez que va descubriendo a Georg, un hombre grande lleno de vida que paradójicamente comienza a saber la verdad sobre su padre. El viaje de dos viejos de más de 70 se transforma en una travesía de sí mismos donde uno comienza a entender lo ocurrido y comprender que la venganza solo lleva a más violencia, y el otro a hacer una toma de conciencia sobre quién es. Pero si durante el film se mantiene una atmosfera de violencia contenida, reprimida, en el final de ese viaje iniciático, ambos ancianos, lejos de reprimir aquellos sentimientos, comenzarán a sentir una necesidad de redención, de asumir que tal vez no haya perdón, pero por sobre todo, sabrán que no puede haber venganza.
Estamos ante uno de los grandes films del año. Tengo entendido que Eslovenia la ha propuesto para competir por los Oscar a la Mejor Película Extranjera en la próxima edición de entrega de premios que hará la Academia de Hollywood. Sin lugar a dudas, una distinción inobjetable.
Charly Barny
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11 de junio de 2019
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El intérprete (Timocnik)" es la nueva película del cineasta eslovaco Martín Sulik, realizador de filmes como "Neha", "El jardín" o "Gypsy". No obstante, el dato más interesante de esta co-producción entre Eslovaquia, República Checa y Austria es que uno de sus protagonistas es Jirí Menzel, uno de los nombres claves de la Nueva Ola Checoslovaca, director de películas como "Trenes rigurosamente vigilados", "Un verano caprichoso", "Mi dulce pueblito" o "Yo serví al rey de Inglaterra".

La historia de "El intérprete" comienza cuando Ali Ungar (interpretado por Menzel), un hombre de unos 80 años, decide ir a buscar al responsable de la muerte de sus padres, al darse cuenta mediante un libro escrito por un ex oficial de la SS de que fueron asesinados por orden de este. Una vez llegado al lugar en cuestión, se encontrará con Georg Graubner (Peter Simonischek), hijo del oficial Graubner, quien le informa que este no se encuentra, debido a que está muerto desde hace años, y poco sabe de lo que hizo en vida, aunque no le son ajenas las actividades que realizó su padre durante la Segunda Guerra Mundial. Pese a no iniciar esta relación de la mejor manera, por razones evidentes, Georg decide posteriormente ir al encuentro con Ali y contratarlo, para realizar un viaje e investigar sobre el pasado de su padre. Una vez embarcados en el viaje, las personalidades contrapuestas de ambos no tardarán en hacerse notar; uno más serio, conservador, estructurado; el otro más alegre, liberal y despreocupado. Pese a los problemas que de esto puede devenir, parte de lo planeado lograrán llevarlo a cabo.

SI bien en "El intérprete" Martin Sulik toca un tema muy recurrente, es interesante la propuesta en algún sentido, ya que, sin dejar de lado lo dramático que es propio de una historia como la abordada, en instancias la desvía al plano de la comedia, logrando una interesante cruza de géneros, que coopera en la fluctuación de la cinta durante su primera mitad. Las actuaciones de Menzel y Simonischek es otro de los puntos destacables, jugando desde ese suerte de contrapuestos, cada uno muy acertado en su lugar, así como la utilización de la música, el trabajo de fotografía, y la exposición de ciertos paisajes que ayudan a la hora de imbuirse en la historia. Quizás lo mas cuestionable sea que la extensión algo larga de la cinta se perciba de manera muy marcada por momentos, generando cierta des-conexión con la trama, y que no todo lo referido al plano de lo humorístico funcione, siendo algunas situaciones recurrentes y oportunas, mientras que otras resulten poco atractivas. Por lo demás, "El intérprete" es una propuesta válida de ver.
Manuel Esteban
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20 de septiembre de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida a veces obliga a ver las versiones dobladas. En este caso el doblaje es una chapuza cósmica. No solamente se nota que hay malas traducciones; sino que a veces (cuando los personajes hablan en checo), simplemente ni les doblan, ni les subtitulan ni ná de ná.
Por lo demás está muy bien rodada e interpretada. Plantea problemas universales de muy difícil o imposible solución.
JOSE ANGEL
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