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El inquilino

Drama Crónica de las penalidades de una pareja que está a punto de ser desahuciada de su vivienda. (FILMAFFINITY)
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Críticas 20
Críticas ordenadas por utilidad
30 de septiembre de 2009
62 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
José A. Nieves Conde que al estallar la Guerra Civil, le cortó la carrera de derecho que estaba realizando, marchó al frente como voluntario falangista, donde alcanzó el grado de alférez provisional de infantería, luego en la posguerra se ganó la vida como crítico cinematográfico, ayudante de dirección y finalmente como director de cine. Es obvio que desde 1936 y su impulso juvenil de presentarse voluntario falangista a la guerra civil española hasta el año 1956, dos décadas después, en que filma como director la película "El inquilino", se había dado en él un proceso evolutivo de crítica y denuncia, de toma de consciencia humana y social.

Esto se nota fuertemente en su película "El inquilino", un filme hipercrítico contra la situación de injusticia social, de miseria, de hipocresía oficial instalada en el régimen franquista que gobernaba España: en concreto, en el campo de la vivienda, un derecho que era papel mojado, o sea, exactamente igual que ocurre también hoy en la plena democracia, menciones de los derechos humanos y leyes vigentes de igualdades para todos. Tanto ayer como hoy, el derecho a una vivienda digna es sobre todo un mero "bla, bla, bla, bla, bla", que sólo se pueden permitir los que tienen mucho dinero o se hipotecan (esclavizan) de por vida.

José Antonio Nieves Conde, se atrevió con una valentía inusual a mediados del siglo XX, en la España gobernada por el dictador General Francisco Franco, a denunciar de forma afiladamente crítica, irónica y atrevida, lo que estaba ocurriendo en las grandes ciudades españolas con la realidad de la vivienda, un bien y un derecho al que la clase media y baja no podía acceder en modo alguno dado su carestía, la especulación consentida por los poderes, la inutilidad del Ministerio de la Vivienda, la burocracia insensata y hastiante (representada aquí por una corta pero magnífica interpretación de la actriz Laura Valenzuela) para enrollar y hacer perder el tiempo a la gente sencilla, la escasa calidad de vida y el poco poder adquisitivo que en esa época tenían la gran mayoría de los españoles, además de la durísima jeta y el corazón inmisericorde de los banqueros, magnates y ricachones, etc. Con toda lógica, esta película fue censurada por los poderes del Estado: es que el filme les hacía mucho daño, porque atacaba cortantemente (por medio de la hipercrítica humorística) a la misma yugular de la gestión estatal.

Película digna de verse, comentarse y valorarse.
Ehavled Jef
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12 de diciembre de 2009
39 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mucho se ha comentado sobre el interesante cine social de José Antonio Nieves Conde y los problemas de encaje de su militancia falangista con el nacional catolicismo. El inquilino sufrió, al igual que “Surcos” (1951), muchos ataques por parte de la Iglesia y del Régimen franquista. Y eso que, El Inquilino (1957) tan solo plantea el derecho de todas las personas a una vivienda digna, tal y como contaron después “El pisito” de Marco Ferreri (1959) o “El verdugo” (1963) de Berlanga, entre otras.

La censura obligó a cambiar el final de la película (en el sentido de imponer el final feliz como en “El último” -1924- de Murnau) y censuró muchas escenas. Estas son algunas de las frases “subversivas” que el espectador debe conocer, si no ha visto la película original, contenidas en las escenas cortadas de la película:

- “El problema de la vivienda es el más acuciante de nuestro tiempo”,
- “Una vivienda propia es la base de la familia”,
- “La especulación sobre la vivienda es un acto criminal”,
- “Solo con vivienda propia podrá el hombre cumplir su destino social”,
- “Si los pobres no nos ayudamos entre nosotros…”.

En resumen, es una película que trata sobre todos los obstáculos que tiene la gente para acceder a una vivienda (especulación, intereses empresariales despersonalizados, corrupción política y empresarial, financiación caprichosa, Bancos que dan la espalda, exceso de burocracia, etc.). Da que pensar que después de medio siglo y de la llegada de la democracia a España la película sea tan reconocible actualmente y que, al mismo tiempo, con los mismos problemas de acceso a la vivienda en la actual España, el cine español no haya creado obras tan esclarecedoras como esta. Por último, dos de los mejores actores del mundo se juntan en la escena del comercial inmobiliario López Vázquez intentando timar al cariacontecido Fernán-Gómez.
persona
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23 de agosto de 2009
29 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hasta donde yo sé de buena tinta, en Madrid y en la época en que está ambientada la película, los humildes currantes (en su mayoría inmigrantes de provincias que venían a buscarse la vida a la capital, tema también tratado por Nieves Conde en esa obra cumbre del neorrealismo español llamada “Surcos 1951”) se las veían y se las deseaban para conseguir una vivienda de alquiler a un precio acorde con sus ingresos, por lo que era más que frecuente que acabaran alquilando habitaciones con derecho a cocina (en el mejor de los casos) en viviendas de particulares hasta juntar para dar una entrada a un algún cuchitril de esos que florecieron como setas a finales de los 60 (las circunstancias y tejemanejes de esas construcciones son otra historia).
En ese Madrid se desarrolla la historia que aquí se nos cuenta y que no hemos podido ver tal como la filmo Nieves Conde hasta hace unos años, debido a que el tema no era del gusto del entonces ministro de vivienda y que tras pasarle la pelota a la Censura, se estreno algún año más tarde con abundantes cortes y después de haberse metido mano en la edición (al principio de la película junto con el tráiler original se nos cuenta todo esto y justo al acabar la historia se nos muestra en un extenso documental los cortes y cambios hechos para poderla estrenar).
Nos cuenta la historia de Evaristo (Fernando Fernán Gómez) y Marta, practicante (entiéndase por administrador de inyecciones a domicilio) y ama de casa, casados y con 4 hijos (2 niños y 2 niñas) desde la misma mañana en que les cumple el aviso de desahucio del edificio en el que vivian de alquiler y se presenta una brigada de demolición a hacer su trabajo (mas que duros trabajadores parecen hermanitas de la caridad debido a los sacrificios que hacen por demorar este todo lo posible).
A partir de aquí y a través de los desesperados intentos para retrasar la demolición por parte de la pareja, Evaristo primero intentando alquilar un piso barato (ja, ja, ja, ja, es la reacción del paisanaje cuando le oyen decir esto) y María yendo de puerta en puerta suplicando que les den unos días mas (esto en principio, sobre los surrealistas y en algunos casos macabros pasos que van dando luego buscando vivienda es mejor verlos que yo te los cuente) tenemos un veraz y nada gracioso retrato de los implicados en el mercado de la vivienda (constructores, especuladores y burocracia) y una denuncia social plagada de una en absoluto disimulada mala leche, que entronca (a mi juicio) con la historia contada en “Surcos” y que además de ser sumamente entretenida y tristemente divertida, como todo lo anteriormente reseñado es un autentico, indisimulado y nada común en la época, puñetazo de realidad (además de la particularidad de ser obra de un señor de derechas que tenia los testículos de hacer de su capa un sayo, pesara a quien pesara). Sigue en spoiler por falta de espacio:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
tiznao
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10 de enero de 2010
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
008/08(05/01/10) Corrosiva comedia negra que critica de forma brutal el problema de la vivienda en la España de los años 50, en pleno franquismo, por lo que fue censurada con varios cortes y un final alternativo. Llama la atención que su director-guionista José Antonio Nieves Conde siendo un falangista militante, que incluso participó en la Guerra Civil como Alférez en el lado Nacional, realizará una diatriba tan salvaje al régimen fascista, sería que estaba desengañado. Resulta curioso ver la diferencia que había en los problemas de la vivienda, antes era que había pocas y ahora que hay demasiadas. La historia es la de una del matrimonio Marta (María Rosa Salgado) y Evaristo (un gran Fernando F. Gómez) y sus cuatro hijos, que viven en un piso, van a derribar su edificio y todavía no han encontrado donde trasladarse, es el relato de la odisea de Evaristo por buscar una vivienda a la que trasladarse, y como se va tomando con todo tipo de personajes, la irritante burocracia del estado representada, agentes inmobiliarios charlatanes, banqueros que solo te dan el dinero si ya lo tienes, etcétera. La cinta nos cuela una destructiva comedia muy negra donde las miserias humanas quedan al descubierto en medio de maravillosas escenas que posen una fuerza dramática atroz, como la de ir por el piso del muerto como buitres, donde un puñado de desesperados ven un hogar. Su final es una metáfora demoledora, donde la esperanza queda reducida, al <Pasen y vean, esto es la miseria>, deprimente. José Luis López Vázquez hace una pequeña aparición en la que despliega su gloriosa vis cómica cuando le enseña a Evaristo un piso que se cae a pellizcos. Recomendable a los que gusten de dramas sociales universales, revestidos de comedia. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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14 de noviembre de 2014
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica película dirigida por el 'olvidado' Nieves Conde. A la altura de "Todos somos necesarios" y, sólo un peldaño por debajo de la soberbia "Los peces rojos", ambas también dirigidas por el infravalorado director segoviano. Claro, no es de la aclamadísima y reconocidísima "Triple B" (Buñuel, Bardem, Berlanga). Ni falta que le hace oiga.
Algo tiene "El inquilino" que nos engancha desde los primeros fotogramas que aparecen en pantalla. Hay algo que va más allá de su soberbio guión, la virtuosa técnica cinematográfica de Nieves Conde o la lucidez de un mensaje cuya vigencia es tristemente contemporánea (casi parece que vitalicia) por razones de sobra conocidas por todos nosotros. Ese algo, bien pudiera ser, lo que yo me atrevería a llamar 'una conexión de espíritus' entre el personaje sencillo de la calle y el espectador. Es como un milagro. Lo conseguía Capra cuando le venía en gana. En "El inquilino" lo consigue Nieves Conde. Desde la primera aparición en pantalla de Evaristo, el público lo quiere. Lo quiere por su esfuerzo, su honradez, su perseverancia. Lo quiere por su familia, por su nobleza, por su inocente sentido del humor. Pero, sobre todo, el público lo adora por su normalidad. Es uno de nosotros. Uno de tantos tipos anónimos que vagan por las calles partiéndose la cara frente a embaucadores, caraduras, millonarios de misa diaria y despistada conciencia, magnates sin escrúpulos o borrachos, más de tedio y soledad, que de licor. No anda solo Evaristo -en eso va a tener suerte- cuenta con su esposa Marta. Se unirá a su causa. También se partirá la cara. También se ganará al espectador. Y, lo más importante: seguirá hasta el final con Evaristo. Los abrazos y besos de la pareja me han conmovido profundamente. Sentía a mi mujer apoyándome en cualquier circunstancia de la vida.
Y, no, no se crea que la película es un dramón. No, que va. Nieves Conde aplasta cualquier atisbo de sensiblería con un disparatado sentido del humor que nos arranca carcajada tras carcajada. El piso ofrecido por López Vázquez y los pretendientes del piso del muerto subiendo en volandas a la casera por las escaleras al grito de " ¡en mi pueblo a las abuelas se las sube así! " son buena muestra de ese humor. También lo es su soberbio final.
Dicen que "El inquilino" fue censurada, cortada, que le cambiaron el final y no sé cuantas cosas más. Y yo me pregunto: ¿Qué obra maestra había hecho entonces Nieves Conde?
el chulucu
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