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Críticas de persona
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Críticas 40
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
10 de noviembre de 2012
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La tierra está siendo irradiada por un rayo que provoca arrebatos sexuales (lo que recuerda a la inquietante “Shivers” que rodó Cronenberg un año después) por el emperador Wang (el pervertido) desde el planeta Porno. Para detenerlo viajan Flesh Gordon (el galán-héroe), Dale Ardor (la rubia) y Jerkoff (el científico) en su nave-pene después de que la pareja cayera de un avión descontrolado por la lascivia. Sus peripecias en el exoplaneta conforman la acción contadas con una estética y efectos retro conseguidos, una música acompasada con las escenas y un guión disparatado. Se incluyen peleas con pistolas-láser, espadas y puños, tropezones inoportunos de la chica, huidas y carreras por pasadizos palaciegos y fecales, bodas concupiscentes, cópulas con la reina de la oscuridad en una nave-cisne-negro, tocamientos y uniones carnales y políticas, alianzas y discordias con grupos disidentes como los hippies del príncipe gay de los bosques y su nave-mariquita o las Amazonas anti-machistas y divas del ritual lésbico, lucha con monstruos diversos como los pene-saurios, robots con cimbreantes penes-broca, un insecto venéreo no anopluro gigante o el gran monstruo de la perversión que rapta a la chica y trepa a la torre-falo pero que, al contrario que King Kong, logra desnudarla parcialmente (se llama Harryhausen o así en homenaje al titán del stop motion).

La película se dedica a los creadores de los comics de superhéroes de los años 30 como Flash Gordon, Capitán Marvel o Buck Rogers que sirvieron para exorcizar la crisis económica y la guerra mundial (en el caso de Superman, el más logrado, habría que añadir el deseo de adaptación del diferente) no como el actual boom de los superhéroes que quizá sea el reflejo de la pérdida de la influencia global de EE.UU., reducida al poder blando. Hay dos versiones: la R y la X (algo más larga) aunque ambas resultan igual de inocentes para el público adulto actual. La película estaría más cerca de la candidez de Promises! Promises! (1963) con Jayne Mansfield (sorteando al código Hays) que al film más X que rodó después Howard Ziehm llamado Naughty Network (1981).

Es parodia, ciencia ficción y, sí, salen tetas, pero Flesh Gordon tiene poco que ver con otros subgéneros como:

- Superhéroes Z tipo Batman & Robin turcos (1972), Capitán América y El Santo contra Spiderman (1973), Superman turco (1979), Rambo turco (1983) o lamentables clásicos freaks como Los tomates asesinos se comen Francia (1991) o el Phil Caracas Jesucristo Cazavampiros (2001).
- El cine erótico-político generosamente poblado de Russ Meyer o el nudismo de Doris Wishman como Nude on the Moon (1960) u otros films con la superdotada heroína Chesty Morgan.
- Curiosidades como Orgy of the Dead (1965) escrita por Ed Wood, Ciudadanos Kane del porno como Little Girls Blue (1978) de Joanna Williams, exploitation como Scum of the Earth! (1963) de Gordon Lewis, pseudo-porno-ciencia-ficción como Café Flesh (1982), 2002 Una Odisea Sexual (1985) o Penetrator 2 (1991), etc.
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4
10 de noviembre de 2012
10 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Se tarda más en leer la crítica que en ver el film? Sí, pero también pasa con El padrino (1972) en la que sólo la frase inicial del funerario “Creo en América” da mucho juego. No hay que ser muy crítico con lo filmado en 1902 ya que entonces el 99,9999% de las películas aún no se habían realizado, el 99,9999% de la población actual no había nacido y aún faltaban 7 años para la reforma de la Ley Hipotecaria cuya infame regulación de los desahucios aún continúa vigente en España.

La aportación creativa de Stow como pionero del cine fue Alice in Wonderland (1903) y The Tempest (1908), contemporáneas de Viaje a la Luna (1902) o The Great Train Robbery (1903). El cortometraje cuenta como un agente es atropellado por un coche pero sus miembros esparcidos acaban recomponiéndose; esto debió de inspirar a Cameron para la escena cumbre de Terminator 2 (2001). Aunque hemos tenido un remake muy real de la triste Ejecución de un elefante (Edison, 1903) no se conocen remakes de este film pero si se hiciera se podría contar con R. Barberá en el papel de conductor y F. Camps como el tipo que va de paquete.

Stow parece anticiparse a dos iconos del siglo XX: el cine y el coche. Hace años un concurso de Ibáñez Serrador en TVE daba dos premios gordos: el coche, que era lo más, y el apartamento, todavía no ponderado por el ladrillazo. El coche ha sido el tótem de la sociedad de consumo de masas, el objeto de deseo que nos posiciona socialmente sin recurrir a la autocrítica.

Pero el cine nos ha dado chances de viajar en automóviles de todo tipo: antiguos en El cuarto mandamiento (1942), futuristas: Mad Max (1979), elegantes: La carrera del siglo (1965), bacaladeros: The Fast and the Furious (2001), amenazantes: El diablo sobre ruedas (1960), infantiles: Naves misteriosas (1972), rápidos: Bullitt (1958), lentos: El cochecito (1960), a paso del tiempo: Una historia verdadera (1999), que traspasan el tiempo: Regreso al futuro (1985), que no siempre arrancan: Little Miss Sunshine (2006), que nunca se detienen: Thelma & Louise (1991), que vuelan: Chitty Chitty Bang Bang (1968), que navegan: La espía que me amó (1977), que naufragan: La noche del cazador (1955), embarrados: Psicosis (1960), agujereados: Bonnie and Clyde (1967), explosionados: Los sobornados (1953), mortíferos: El cartero siempre llama dos veces (1946), trágicos: Muerte de un ciclista (1955), delatores: Manchas de sangre en un coche nuevo (1975), afectivos: Ahí va ese bólido (1968), habladores: El coche fantástico (1982), metafóricos: Gran Torino (2008), justicieros: El equipo A (1983), proletarios: Taxi driver (1976), peligrosos: El salario del miedo (1953), deseados: Corrupción en Miami (1984), compartidos: Mejor solo que mal acompañado (1987), pegajosos: Grease (1978), atascados: Un día de furia (1992), desatascados: The omega man (1971), destartalados: Colombo (1971), sorpresivos: Quiero la cabeza de Alfredo García (1974), invisibles: C'était un rendez-vous (1976), mcguffinados: Repo man (1984), etc.
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2
10 de noviembre de 2012
14 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
El film se hace pesado; una ficción documental más divertida es Zelig (Woody Allen, 1983). En este documental de Mercado (JJ.) los actores están algo sobreactuados aunque destaca el balance del gran gurú del anarquismo de mercado, el profesor Huerta de Soto; los actores más secundarios, Rallo y Braun, en su papel. La productora es el Instituto Juan de Mariana a la que quizá conozcan de otros materiales como “La austeridad no ha fracasado” o “¡Viva la especulación!” trabajos que este lobby neoliberal español, como el Fraser Institute y el Cato Institute en Norteamérica, realizan para extender el llamado Consenso de Washington y los intereses de la plutocracia.

Viendo el documental parece que el determinismo de la escuela económica austriaca apenas explica la crisis financiera a partir de la manipulación de los tipos de interés por parte de los Bancos Centrales, después de la cual todos los agentes económicos yerran irracionalmente excepto, claro, los chicos más listos, los austroliberales. Éstos se han olvidado de Stuart Mill o “La Teoría de los sentimientos morales” de Smith y han abrazado las fantasías más utópicas que los economistas británicos de finales del XVIII crearon para ampliar su hegemonía frente al continente. Para ellos lo público siempre es socialista y liberticida y el libre mercado molón porque nos llevará al paraíso social espontáneamente siempre que se faciliten marcos institucionales desregulados, los mismos que llevaron a la banca a extender con sus superordenadores en los mercados abiertos y OTC toxicidades como los credit default swap.

Lo más interesante reside en la crítica a la facultad de crear el dinero de la nada por el sistema de reserva de banca fraccionaria pero no dice que la financiarizacion de la economía se produjo a partir de los años 70 debido a la crisis de la tasa de ganancia en la economía productiva cuando las rentas de capital empezaron a crecer respecto a las del trabajo y con el crédito barato se mantenía la ficción del poder de compra del trabajador. Prefiere hablar de exceso de regulación cuando ésta ha sido precisamente para garantizar la desregulación financiera (supresión de la Ley Glass-Steagall), de autorregulación de los mercados financieros cuando hoy sabemos que no se autorregulan (casos de Islandia, Irlanda, etc.), del BCE al servicio de los políticos cuando es al revés, este lobby de la banca aumenta los intereses de la deuda pública que pagamos con recortes, de Keynes como semilla del mal cuando las ideas Hayekianas no fertilizaron la llamada edad de oro del capitalismo (1946-73), etc.

¿La economía al servicio del ciudadano o el ciudadano al servicio de la economía? Aquí no encontrarán personas ni relaciones de poder, ni desigualdad, ciclos económicos, oligopolios, competencia imperfecta, externalidades negativas, sobreinversión especulativa, ingeniería financiera, información privilegiada, ni siquiera alternativas explicativas de los ciclos como la inestabilidad financiera de H. Minsky.
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6
30 de octubre de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debido a que el psicoanálisis no es una ciencia sino un relato (bien construido eso sí) encaja con el cine. Coincido en que probablemente esta sea la primera película en la historia del cine inspirada en las tesis freudianas (más por el trabajo del psicoanalista que por el discurso psicoanalítico). Quizá habría que considerar la extraña película (más interesada en la estética) "Kurutta ippeji" que escribió el Nobel Kawabata y rodó Kinugasa ese mismo año y cuenta la atracción de un trabajador de un hospital psiquiátrico por una interna, aunque en mi opinión la obra maestra psicoanalítica es “Garras humanas” (1927) de Tod Browning.

La película se estrenó en marzo en Berlín con el nombre “Secretos de un alma. Un film psicoanalítico”. La crítica fue muy buena pero más por su calidad visual quedando el psicoanálisis relegado a un segundo plano lo que generó controversias entre los psicoanalistas de la época (los vieneses acusaron a los berlineses de banalizar el psicoanálisis y escribieron su propio guión para una película más ortodoxa que nunca se hizo). Pabst pudo rodarla debido al éxito anterior de “Bajo la máscara del placer” (protagonizada por Greta Garbo y centrada también en el deseo femenino, su tema recurrente) y contó con Werner Krauss (que interpretó al Dr. Caligari en el clásico de Wiene) antes de especializarse en la época nazi en papeles antisemitas tanto en el cine ("El judío Süss") como el teatro (Shylock en “El mercader de Venecia”).

Los psicoanalistas Karl Abraham y Hanns Sachs escribieron el guión, aunque el primero no vio la película al fallecer en la Navidad de 1925 a poco de recibir una carta de Freud que decía “no me parece posible representar respetablemente nuestras abstracciones con medios visuales” (se cuenta que ese año Freud rechazó una oferta de Samuel Goldwyn por cien mil dólares para que fuera asesor científico en una de sus producciones). La película relata las pesadillas que inculcan un miedo irracional a los cuchillos a un profesor de química de mediana edad aterrado por el deseo de asesinar a su esposa (al parecer basado en la historia real de un paciente tratado por Freud). La representación del psicoanalista comienza a troquelarse para el cine: un hombre paciente, tenaz, rodeado de libros, un diván, etc.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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1
30 de octubre de 2012
9 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta crítica será útil para quienes quieran leer una crítica de una película. Porque afortunadamente hoy ni España ni la Legión son los mismos que hace 70 años ni una película como esta se podría hacer hoy sin un mínimo de autocrítica. Uno de los colectivos profesionales que más han evolucionado en España seguramente sea el de oficiales y suboficiales de las fuerzas armadas, en el caso de la Legión también probablemente porque desde 1990 la Legión ha intervenido en diferentes misiones de la ONU, la OTAN, la OSCE y la UE en el extranjero. Por tanto, esta es una crítica a la película y no a la actual Legión o a los legionarios y legionarias que bastante tienen con ser novios de la muerte por un salario base tan modesto. Habrá quienes se identifiquen con Millán-Astray o aprueben la película sin bochorno, pero en mi opinión el film es un claro ejemplo de adulonería que, forzando al límite el credo legionario, deja un resultado ambiguo y contrario al buscado.

La película se realizó para dar una visión positiva y romántica de la Legión y estimular los valores y vocaciones castrenses ya que el compromiso de Franco con Hitler incluía el envío de soldados al frente ruso y pronto hubo que reemplazar a los voluntarios. Además, puede que sea una de las primeras películas de velada temática homosexual del cine español, que narra las aventuras de Grajo (Alfredo Mayo) con sus compañeros legionarios de la cuarta Bandera del primer Tercio de la Legión y la entrañable amistad que hace con un nuevo compañero, el enigmático Mauro (Luis Peña), futuro Rey de Eslonia. Hay rancio patrioterismo de corte reaccionario, retórica fascista (“de este puñado de hombres que un rincón de los montes de África son el baluarte de una Patria y el símbolo de una raza”, “porque siempre vivirá en nuestros corazones aquel lema del credo heroico que…”, etc.), guiños al nacionalsocialismo triunfante (con el personaje del judío claramente influenciado por la iconografía antisemita de “El Judío Suss” de Harlan realizada dos años antes) además, la única mujer que aparece es la tabernera y fugazmente la archiduquesa Carlota (en este punto se presenta a un indiferente y desmotivado Mauro con las mujeres en el baile: “¿con quién me toca bailar ahora?”) e incluye la farsa de un soldado travestido cantando “me gustan los hombres” (algo insólito, no tanto en la burla carnavalesca hacia las mujeres como por el número en sí); hay diálogos que dejarían el boicot de Wyler a Vidal para sus Judá y Messala en mera anécdota.

En resumen, esta malograda película, y coincido con la primera crítica en que falla hasta la estética, sería recomendable para interesados en los documentos históricos, las mentalidades, el estudio de la propaganda, la fina línea que separa la exaltación fascista de la masculinidad y la homosexualidad o simplemente cinéfilos con resaca dominguera porque incluso puede causar bastante sonrojo a los aficionados al cine militar o a los jóvenes franquistas sobrevenidos.
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