El amo del mundo

Típica novela de Julio Verne con personaje malvado de retórica profunda empeñado en cambiar el destino del mundo. Guerra a la guerra.
Un Bronson comedido, agente del gobierno, insiste ante un científico, su hija y el novio de ésta para que le den una vuelta en globo y descubra el misterio de la cumbre de una montaña inaccesible en los Apalaches, frente al condado de Morgan City, el pueblo más aburrido de los Estados Unidos de América.
De la montaña sale Vicent Price todo ufano con su dirigible dispuesto a crear una conciencia anti belicista. Un tema que aborda una aventura en escenarios fijos, muy al estilo de la imaginación de Julio Verne. Un vestuario clásico del s. XIX, con camisetas inspiradas en la Marina; (aunque son artefactos voladores, al no haber entonces ejército del Aire, se trataría esos ingenios como naves y se tripulaban y dirigían como de la Marina, eso ocurriría después, por ejemplo, en Star Trek, donde en una nave estelar puede ir un almirante). Aceptable diseño de mecanismos primarios y rudimentarios en las cabinas del Zeppelin. El argumento tiene un guion de Richard Matheson, no muy brillante, que ya trabajaría otras veces con las novelas del francés. Su falta de emoción, o escasa emoción, no desmerece la labor siempre acertada de Vicent Price que es quien da el interés a los hechos.

Pasable largometraje entre la ciencia-ficción y la llama sagrada nacida de la pluma ingeniosa y positivista del decimonónico escritor frances Julio Verne.

Su visión en el siglo XXI puede resultar interesante, ya que aborda condiciones y cuestiones de grado sumo. Eso sí...,teniendo en cuenta que es una película americana realizada al iniciarse la decada de los 60, cuya acción se situa en la segunda mitad del siglo XIX y sus fondos los podemos encontrar en la Biblia y en mitos como el Vuelo de Icaro.

El modo es bastante superficial al gusto del momento y apta para todos los públicos. No deja de ser una película de aventuras con ciertas preguntas morales. ¿La Guerra? ¿El progreso? ¿ Los Limites? ¿EL?
Se deja ver como se ve al encontrar el retrovisor del viejo coche de tu abuelo que se encontraba olvidado en el desvan junto a la chatarra y....miras a traves de EL.

Habrá quien llegue aquí por Julio Verne, incluso puede que por Charles Bronson, que ha de haber de todo en la viña del señor. Yo he llegado por Vincent Price, un actor cuya presencia en la más mínima escena hace mejor cualquier película. A menudo acusado de sobreactuación, para mí no hay muchos que desplieguen tanta energía en el papel que le tocara. "El amo del mundo" es una película de aventuras muy del montón que pasaría desapercibida ante mis ojos si no fuera porque está protagonizada por Price, que interpreta un personaje con ideas moralizantes a caballo entre en las buenas intenciones y la demencia más absoluta.

La película cuenta con innegables buenas intenciones, con un entretenimiento basado en una ciencia-ficción decimonónica, esa rareza anclada en una etapa de expansión industrial mundial basada en el vapor. Cositas de Julio Verne, todos conocemos sus filias y los ejes de su obra. En este caso lo fundamental es el mecanismo de un objeto volador con tecnología inverosímil, con marineros de traje a rayas y todo, que supone el arma que ha de acabar con las guerras en el planeta. Es absolutamente demagógico, lo sé. Además, me resbala bastante el trasfondo religioso y eso de tirar de sagradas escrituras, por sólo mencionar uno de los muchos traspiés del largometraje, porque hay más: la actitud clemente de Price con sus prisioneros en contraste con la facilidad con la que aprieta el gatillo desde arriba, la banal historia de amor...

Pero aparece Price, un mastodonte de la interpretación, un pedazo de actor, y de repente convierte una película muy mala como esta en algo aprovechable. Lo mío es una cuestión de fijación personal, de admiración por un actor único

Basada en una novela de Julio Verne que no he leído y la verdad es que me gustaría, se nos presenta una película sobre los primeros tiempos de la aviación, donde un genio megalomaníaco crea una especie de dirigible de combate con el que pretende acabar con todas las guerras del planeta a las malas: amenazando al mundo entero.

En dicho dirigible acaban despertando nuestros protagonistas, después de ser atacados por acercarse demasiado, y son ¨invitados a permanecer allí¨, por saber más de la cuenta.

Un película de aventuras y ciencia ficción algo entretenida, con sus más y sus menos (se explica cómo se abastecen de agua sin aterrizar, pero en ningún momento sabemos de dónde sacan las provisiones), y en donde sorprende ver a un Charles Bronson jovencísimo y haciendo un papel muy distinto a los que después se especializaría.

Obra menor -al menos no de las más divulgadas- de Julio Verne y obra menor entre sus adaptaciones cinematográficas, casi una serie B protagonizada por un Vicent Price en retirada y un Charles Bronson en ascenso, en la que vemos una nueva trama visionaria del visionario autor francés, con similitudes evidentes a "20.000 leguas de viaje submarino", sólo que esta vez, Verne, se adelanta a la invención del dirigible en vez del sumergible y vislumbra la preeminencia de la aeronáutica en el futuro del transporte humano en las largas distancias, anticipando, una vez más, un mundo, cada vez más pequeño.

He de confesar, para mi vergüenza, que no he leído la novela ("Dueño del mundo" continuación de "Robur el conquistador") en la que está basada la cinta, por lo que no puedo, en realidad, saber si el relato tiene alguna profundidad, pues el que hallé en la película es meramente superficial con un desarrollo muy descuidado con efectos especiales que resultan más cómicos que efectistas y demasiado naifs, incluso para la época y aun cuando para algunos -entre los que me encuentro- tengan cierto encanto. La película sólo cuenta a su favor con el encanto que trasladan todos los relatos de Verne y esa estética de maquinaria de la era espacial construida con la elegancia, los materiales, y el sobrecargado gusto, de la era victoriana...

En definitiva; una cinta con más pretensiones que resultado, y que se ve superada por su propia inoperancia...

Por terminar les hablaría del argumento, pero es el de "20.000 leguas de viaje submarino", sólo que 20.000 pies por encima...