Los pasajeros de la noche

*Afrontando los cambios

Cuando la vida se convierte en un caos, cuando todo es confuso y te sientes incapaz de afrontar los cambios, no hay tiempo de leer libros de autoayuda. Hay que pasar a la acción.

Para Élisabeth (Charlotte Gainsbourg) y sus dos hijos adolescentes, Judith (Megan Northam) y Mattias (Quito Rayon-Richter), será un punto de inflexión en sus vidas. Continuarán viviendo, de momento, en su apartamento familiar parisino con bonitas vistas al Sena y con un cambio de gobierno de izquierdas, aunque esto último no sea relevante para ellos.

Las preocupaciones de Élisabeth se centrarán en encontrar un trabajo y en convencerse a sí misma de que será capaz de afrontar su nueva vida. De que la relación con sus hijos no se va a deteriorar, aunque sus cambios de humor influyan en su estado de ánimo.

Será en The Passengers of the Night, un peculiar programa de radio nocturno, donde su directora, Vanda Dorval, es decir la gran Emmanuelle Béart (8 mujeres), le ofrecerá la posibilidad de trabajar. Y, además, de conocer a Talulah, personaje magníficamente interpretado por Noée Abita (Génesis), una joven sin hogar.

*La vida...¿pura poesía?

The Passengers of the Night es un nostálgico retrato familiar, una poética visión de la vida. Incluso durante momentos crudos, difíciles, el amor, en todas sus acepciones, dulcifica y la hace más llevadera.

A lo largo de siete años, que son durante los cuales se desarrolla la trama, todos los personajes se enamorarán. Alguno, como el joven Mattias, sufrirá por ello, ya que deberá luchar contra un enemigo silencioso pero letal.

Incluso en esas escenas complicadas, en escenarios escabrosos, la magia del amor y del entendimiento sobresale por encima de todo. Y es capaz de sanar, de restaurar lo que está acabado o dañado.

La vulnerabilidad no es algo denostado ni de lo que avergonzarse, tampoco lo es la bondad. Sentir empatía por una desconocida, abrirle las puertas de tu casa sin saber las consecuencias, es algo que pocas personas son capaces de hacer.

*Conclusión

Excelente película presentada como favorita, junto con "Alcarràs", para obtener el "Oso de Oro" en la 72 Edición del Festival de Berlín.

Siguiendo el magnífico guion, sus intérpretes se sumergen en la intimidad de una familia normal, ordinaria, pero al mismo tiempo universal.

The Passengers of the Night, sin dramatizar una situación complicada, apuesta por la sensibilidad de sus personajes. El amor y la comprensión son la manera idónea de afrontar los problemas cotidianos, dejando un grato sabor de boca, de esperanza, al salir de la sala de cine.

Escrito por Irene Abecia Navarro

Desde la Seminci 2022:

Otra de las destacadas películas vistas estos pasados días en Valladolid es la francesa 'Los pasajeros de la noche', de Mikhaël Hers, y protagonizada por una espléndida Charlotte Gainsbourg.

Crónica sentimental de la Francia de comienzos de los años 80, que con la victoria de Mitterrand iniciaba una nueva etapa sociopolítica, ilusionante para un buen sector de la sociedad francesa pero no tanto para su protagonista, cuyo matrimonio se está desmoronando y tiene que lidiar con problemas laborales y familiares, con dos hijos adolescentes a su cargo.

Un buen y justificado premio al Mejor guion, por parte del Jurado de la Seminci de 2022.

Estimable cinta francesa, que causa una buen impresión general pese a no ser redonda.
Pero el argumento está lleno de buenos sentimientos en un trasfondo político muy importante en Francia y con una familia en principio algo desapegada entre sus miembros, aunque bien avenida entre ellos, y más tarde, con la unión de una joven desconocida con problemas de arraigo y drogas, ilusionados, generosos y llenos de amor y solidaridad.
La película, un tanto larga para lo que cuenta, se ve bien, sin problemas. Y lo hace gracias a un guión (ganador en la reciente Seminci 2022) que toca la sensibilidad del espectador, magnificada por la estupenda labor de sus intérpretes, sobre todo de Charlotte Gainsbourg y la joven Noée Abita.
La descripción de los personajes es acertada, el drama está presente en todo momento pero se nos muestra de forma que la ternura y el cariño prevalecen, mostrándonos que la esperanza de conseguir una vida mejor es posible tras los infiernos personales vividos y padecidos.
Sin ser una gran cinta, es agradable y deja un bonito recuerdo.

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Ambientada en el París de comienzos de los 80 “Los pasajeros de la noche”, dirigida por Mikhaël Hers (“Mi vida con Amanda”) en 2022, pasaría totalmente desapercibida si no fuese porque está protagonizada por Charlotte Gainsbourg (últimamente noticia por la reciente muerte de su madre, Jane Birkin) actriz veraz y prolífica con una variada y extensa filmografía a sus espaldas.
En “Los pasajeros de la noche” Gainsbourg da vida a una joven madre ama de casa separada, con dos hijos adolescentes y sin formación que tiene que buscarse la vida como telefonista en un programa de radio nocturno. Una mujer en crisis que da voz a una película frágil, insuficiente, con unas atractivas imágenes que no son suficientes para que sostenga su interés a lo largo de todo el metraje. Una cinta modesta que no ha dejado rastro a su paso.

El realizador francés Mikhaël Hers escribe y dirige Los pasajeros de la noche para conducirnos a través de las vidas de una familia rota y un país que iniciaba un nuevo rumbo político. Toda la historia de Elisabeth, Matthias, Talulah, Vanda o la propia Francia, está teñida de nostalgia de un pasado que parece seguir pasando factura y del que no se sabe si alegrarse o seguir temiendo sus consecuencias.

La estructura en tres momentos de la década de los 80 no parece necesaria, pues apenas tiene repercusión en las vidas de los protagonistas y le da un toque de crónica documental que no casa con el tono general del film. Más acertada es la inclusión de vídeos domésticos o grabaciones de informativos (aparentemente) que sí aportan calidez y cercanía y nos ayudan a retroceder a un pasado no tan lejano para la mayoría de los espectadores.

La película, no obstante, acusa una lánguida falta de tensión, sobre todo pasada la primera media hora. El relato va deslizándose cada vez con menos fuelle y a Hers solo se le ocurre devolver la intensidad recurriendo a explícitas escenas de sexo con las que pretende darle empujones a la narración.

Aun así, la sensación final consigue ser positiva. Empañado por la impresión de que se podía haber hecho algo mejor, el retrato que realiza de los personajes y la panorámica sobre la crisis y el cambio resulta evocadora y bienintencionada. Para mostrarnos a los protagonistas, Mikhaël Hers utiliza la noche, ese momento de transición entre los afanes de dos días, donde se ralentiza la actividad y se juegan el temor y la esperanza por el futuro; de noche se producen los encuentros, las confidencias radiofónicas, las tentativas afectivas y las reflexiones insomnes.

Como ya he comentado, la apuesta requería un mejor quehacer. El anhelo de que, entre tantos cambios, la familia represente la estabilidad y todo lo que nunca falla o desaparece, merecía algo más de corrección y profesionalidad.

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