El cine de Koreeda, experto retratista de familias destructuradas y conflictos humanos, ama hablar de la infancia, de esos pequeños seres vulnerables y desvalidos víctimas de sus mayores... y siempre lo hace de la manera más hermosa.
Maestro en la dirección de menores, Koreeda es autor de joyas cinematográficas tiernas, pausadas y delicadas, un cine creado para y desde la emoción.
El pasado mes de mayo "Monstruo" aterrizó en Cannes (Premio a Mejor guion para Yuji Sakamoto) y ahora lo hace en el Festival de San Sebastián. Se trata de un bellísimo y sensible drama emocional contado desde los 3 diferentes puntos de vista de sus protagonistas, que van y vienen en el tiempo para confundir al espectador. Una forma de narración que lentamente va desenmascarando a unos personajes mentirosos y crueles responsables de una colección de malos entendidos que provocarán en ellos sentimientos de culpabilidad y frustración infinita. Se trata de la historia de un posible caso de bullying en un colegio de primaria en el que profesores, padres y niños se ven envueltos. Una belleza de película bien escrita, bien dirigida y bien interpretada que cuenta con la música del recientemente fallecido Ryuichi Sakamoto. Un placer para el corazón.

Inquietante, provocadora y con un puntito macabro (con necrofilia y canibalismo incluido)– pero con una dirección artística y una puesta en escena de 10- "The Neon Demon" puede originar cierto rechazo en el espectador, y en mí lo consigue.
Jesse (interpretado por Elle Fanning) se traslada a Los Ángeles para trabajar como modelo y alcanzar el éxito gracias a su agraciado físico pero pronto se ve acorralada y devorada por un grupo de mujeres obsesionadas con la belleza y que están dispuestas a hacer cualquier cosa para conseguir lo que ella tiene.
Dirigida por el danés Nicolas Winding Refn, “The Neon Demon” lleva al extremo el suspense psicológico con imágenes espléndidas que hablan de exceso y vicios raros que en Cannes y en Sitges gustaron y mucho...ya sabes, para gustos.

Las interpretaciones de Luis Tosar siempre son buenas. Haga lo que haga lo borda y convierte en atractiva cualquier película que toque, incluso las más mediocres. En su último trabajo Tosar se mete en la piel de Santi, un taxista madrileño que se ve envuelto en un atentado terrorista en la terminal 2 del aeropuerto madrileño de Barajas convirtiéndose, por azar, en una bomba humana que camina por la Gran Vía de Madrid con un chaleco cargado de explosivos. “Todos los nombres de Dios” (Daniel Calparsoro) es un thriller entretenido (pero del montón) que te mantiene distraído hasta ese desenlace tan deseado. Una película de entretenimiento que te enganchará gracias al gran Tosar. Un auténtico placer.
Lo peor: las pésimas interpretaciones de algunos de sus actores
Lo mejor: las imágenes del atentado y su ritmo

Triunfante con su pequeña pero magnífica “La inocencia” (2019) la directora y guionista Lucía Alemany vuelve con su segundo largometraje, “Mari(dos)” una comedia vulgar y aburrida a la que no le veo la gracia… ni el interés. Protagonizada por los buenos de Paco León y Héctor Alterio “Mari(dos)" cae en picado desde los primeros minutos de metraje y es tal el batacazo que se da que ya no hay quien la salve del fracaso. Una película de enredo –con bajadas y subidas de ritmo- que no me entretiene y me mantiene ajena a la pantalla mientras dos hombres buscan como locos a sus respectivas mujeres que han sufrido un accidente en la nieve.

Cinco chicas- 4 actrices y 1 escritora y directora de teatro (Bárbara Lennie, Irene Escolar, Itsaso Arana, Itziar Manero y Helena Ezquerro)- se retiran durante unos días a una casa de campo para ensayar una función que les hará hablar de amor, muerte y orfandad... de sus propias experiencias. Vital, intimista y rebosante de ternura, “Las chicas están bien” – debut en la dirección de la actriz Itsaso Arana- narra, de forma sencilla y natural, la amistad nacida entre 5 mujeres que, con sus virtudes e inseguridades, sus anhelos y frustraciones, irán madurando a la par que su montaje teatral va avanzando. Y siempre a paso lento porque no es necesario que haya acción en una escena para que los hechos cambien. Espontánea y extremadamente sincera "Las chicas están bien" es, ante todo, una clase magistral de interpretación. Las actrices están brillantes, ellas sí que están bien.