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Paso al noroeste

Aventuras. Western Un joven que quiere ser pintor es reclutado contra su voluntad en un regimiento de rangers al mando del mayor Rogers, que intenta encontrar un paso que cruce el continente americano por el noroeste. (FILMAFFINITY)
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Críticas 17
Críticas ordenadas por utilidad
7 de agosto de 2008
35 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Les voy a recomendar encarecidamente esta película, y eso que probablemente hoy no sea políticamente correcta. Sí, es militarista, algo xenófoba, imperialista y etnocéntrica. Pues aún así es estupenda, como lo oyen.

Es casi imposible encontrar una película de esa fecha –hablamos nada menos que del año 1940- que sea tan violenta, moderna, directa y que mezcle de una forma tan correcta lo que es el western - más bien el eastern- con el género bélico, yo al menos no la conozco.

Quizás la clave es el contexto de lo que cuenta que es apasionante, la guerra anglo-francesa en las colonias y el devenir de los llamados Rangers de Roberts, que fueron los primeros cuerpos especiales del ejercito inglés en los Estados Unidos, una especie de infantería ligera para misiones de alto riesgo y que años más tarde serían muy importantes en la guerra de independencia precisamente contra los británicos.

La historia del regimiento es también la del Mayor Rogers, uno de esos tipos que se hicieron a sí mismos en unos momentos donde había que ser un tipo duro de verdad, y este lo era y mucho. En todas las batallas y conflictos donde participó él y sus hombres dejaron el sello de su estilo bien claro: En la guerra vale todo.

El encargado de rodarla en paisajes naturales con un Technicolor precioso fue King Vidor, en una de sus películas más acertadas en cuanto acción se refiere, no olvidemos que todas las películas bélicas que veremos años después de comandos internados detrás de las líneas enemigas beben de aquí y clásicos como “Objetivo Birmania” por ejemplo la deben mucho.

Debido a la gran acogida que tuvo en su momento se estuvo a punto de hacer una secuela en la que Rogers encontraba el paso al noroeste pero la entrada de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial hizo que las prioridades cinematográficas fueran muy distintas.

Una especial mención a Spencer Tracy, que da gusto verle hacer de comandante implacable pero al mismo tiempo siendo cercano y justo con sus hombres. Los que tengan la imagen de este actor como un entrañable viejecito de comedias, seguro que cuando vean esta cambian totalmente de opinión.

Vivan una historia fabulosa de las de antes, sin miramientos, de exaltación militar, de auténtico compañerismo, donde la violencia está presente en cada plano y la fuerza y entrega de unos pocos pueden mover verdaderas montañas.
vircenguetorix
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16 de enero de 2010
14 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es una película truncada. Por lo visto, lo que King Vidor pretendía era rodar una visión integral de la vida del Mayor Robert Rogers dividida en dos partes, una que mostrara sus éxitos militares como jefe de los Rangers y otra centrada en su decadencia como traficante de pieles, jugador, convicto por moroso, autor teatral y periodístico y obcecado e infructuoso buscador de ese Paso del Noroeste que nunca llegó a descubrir. Pero los prebostes de la Metro, que ya estaban seriamente preocupados por la crudeza del material rodado hasta entonces por Vidor, se opusieron, querían una peli de aventuras para todos los públicos, con un final convencional que no arruinara el aura heroica de Rogers, un emblema del patriotismo americano, a las puertas de la Segunda Guerra Mundial, de modo que contrataron a Jack Conway para que acabara la película a su gusto, dejando el proyecto de Vidor inconcluso para siempre.

Lo que queda, en cualquier caso, y muy a pesar de los tijeretazos a que fue sometida, es una vibrante y descarnada epopeya de pioneros en una tierra virgen, el relato, extremadamente violento si tenemos en cuenta la época en que fue rodado, de una expedición a los límites de la resistencia humana, liderada por un rudo y obstinado Spencer Tracy, que lleva a sus hombres, una y otra vez, más allá de sus propias fuerzas, en nombre no tanto de su patria como de su obsesión por explorar tierras hasta entonces desconocidas.

Rodada en plena naturaleza, es ésta la que le ofrece a Vidor la posibilidad de filmar las escenas más logradas de la película, aquellas en las que los Rangers ascienden montañas con sus canoas a cuestas, el brutal y realista ataque al poblado indio, admirablemente planeado y ejecutado desde el punto de vista cinematográfico, y el vadeo del río mediante una cadena humana, que alberga una nada velada metáfora de la fortaleza americana frente a los peligros que la acechaban en el momento en que fue estrenada la película. Tracy, cómo no, se convierte en el rey de una función en la que brillan también secundarios de lujo como Walter Brennan o Robert Young, cuyo personaje de joven e idealista pintor contrapuntea levemente el tono más bien brutote de la peli.

Queda, claro, el latoso asunto del tufo imperialista, militarista, xenófobo o etnocéntrico que, supuestamente, desprende esta película. Es una cuestión que me aburre, para qué os voy a engañar. En plena era post-Bush, acusar al autor de “El gran desfile” de todo eso me parece bastante ridículo. Hay ciertas diferencias, creo yo, entre dejar Bagdad sembrado de cadáveres y contratar a unos extras para que hagan de indios malos que se dejan matar y pasan después por caja. Una cosa es la fría e inhóspita realidad y otra muy distinta el cine, y, que yo sepa, aquí se viene a hablar de cine. En lo que lo que a la vida se refiere, yo solo sé dos cosas: el mundo gira y los fuertes se comen a los débiles. En todas partes. A ver quién es el guapo que tira la primera piedra.
Normelvis Bates
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3 de septiembre de 2010
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que pusieran esta pelicula hace poco en la 2 de TVE fue para mí tan impensable como sorprendente, en estos tiempos en que hubiera sido rápidamente calificada por algunos de fascista, reaccionaria y militarista.
Pero negar la maestría y el buen hacer general en este filme sería tarea sólo aplicable a personas prejuiciosas e hipócritas, aquellas mismas que pudieran echar por tierra cualquier film de John Ford o Raoul Walsh. No seré yo quien dude del tono exaltador (lícito, por otra parte) de "Paso al noroeste", ni del papel poco favorable que puedan jugar los indios (algunos, no todos, recuérdense los porteadores).

"Paso al noroeste" hace gala de admirables y meritorias escenas de acción (portentosa la del paso del río) y momentos de sosegada comicidad protagonizados por un (como siempre) impagable Walter Brennan; amén de una banda sonora (de tendencia convenientemente épica) tan idónea como ajustada.
Si bien la secuencia del ataque sorpresa es excesiva y sobradamente violenta (más si se trata de una obra rodada en 1940) , la de la llegada al fuerte (hacia el final de la película) de los casacas rojas me pareció memorable; al igual que las palabras últimas de un esforzado y fabuloso Spencer Tracy (en un registro inédito en él), que nos hablan de que estamos ante un western tempranísimo, cuando el Oeste aún estaba inexplorado y sus rutas sin abrir, anunciándonos lo que años después sería la partida de pioneros, emigrantes europeos o simples aventureros hacia las tierras más occidentales.

"El sueño de todo hombre es encontrar el camino hacia los deseos más hondos de su corazón", se dirá cuando los Rangers parten de nuevo hacia lo ignoto, la aventura, el riesgo y lo remoto.

Por todo ello, me parece que Vidor sabe llevar a buen puerto las premisas temáticas e ideológicas de la obra sirviéndose de una historia repleta de intensidad, calidez, energía, garra y entretenimiento de calidad.
Adelantándose en cierto modo a la insuperable Trilogía de la Caballería que filmase Ford, "Paso al noroeste" se acerca a la cotinianeidad de un grupo de hombres que tienen que superar una serie de dificultades y situaciones adversas. Es entonces cuando afloran conceptos como el heroísmo, la camaradería, el liderazgo, la solidaridad entre compañeros, la amistad, el valor, o la lealtad al deber. Pero eso es de fachas y belicistas, y películas como ésta son nocivas para nuestra sociedad de valores. Es mejor poner maravillas como "Mentiras y gordas". Hay que joderse.
flecha
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2 de noviembre de 2007
12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena película que nos muestra a los colonos en las tierras americanas habitadas por los indios, dirigida por King Vidor que como siempre nos enseña una muy buena fotografía y un excelente reparto, a la cabeza un gran Spencer Tracy encarnando al Major Rogers, luego tenemos a un joven Walter Brennan ya oscarizado por su interpretación en "El forastero" y a Robert Young, recomendable.
Dusty Rivers
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30 de marzo de 2014
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por muchísimos años, Francia e Inglaterra soñaron con ser los dueños del mundo, y eso los mantuvo en una larga disputa que tuvo, entre sus puntos más álgidos, la guerra por el dominio de norteamérica que sostuvieron desde mediados del siglo XVIII. Estuvieron aquí involucrados los indios estadounidenses, los norteamericanos nativos, e innumerables inmigrantes ingleses, irlandeses y escoceses; y por el hecho de que dicha situación afectaba indefectiblemente a las naciones en Europa y sus respectivas colonias, para, Winston Churchill, ésta merecía ser considerada como la verdadera I Guerra Mundial.

Entre los personajes que sobresalieron en éste brutal enfrentamiento, se suele destacar al colonialista, Robert Rogers, quien, durante la guerra se hizo famoso como comandante de los llamados, Guardianes de Rogers (Rogers’ rangers); y extrañamente, lo que más se exalta y se le aplaude, fue la masacre que cometió con sus hombres contra los Abenaki, un pueblo indígena al que se acusaba de cometer improperios contra la población civil -mentira gorda porque, éstos habitaban a cientos de kilómetros de la civilización, lo que les obligaría a una extenuante y compleja travesía-, a los cuales masacraron cuando se encontraban dormidos, sin un solo guardia armado y sin posiblidad de defenderse.

No siendo posible, para el director King Vidor, hacer un real y válido encomio de este infame episodio (harto aplaudido por los colonialistas sin escrúpulos), para hacer interesante al personaje, se ve abocado a dotarlo, en el proceso del viaje, de una serie de apreciables cualidades: compromiso, resistencia, firmeza, gran estratega, excelente motivador... virtudes que contrastará con los particulares rasgos de un colonialista cualquiera: carencia de escrúpulos; pretención de alcanzar el objetivo a como dé lugar; severo castigo a la desobediencia; exclusión inmediata del ya no apto (se salvará, Langdon Towne, porque le necesita, y porque demuestra un coraje sobrehumano)…

El objetivo de Vidor, era rodar la historia completa, donde luego se vería cómo, “el héroe”, se iba desintegrando por completo debido a la serie de contradictores que fue obteniendo entre la gente culta y progresista; a la serie de deudas que lo iban dejando en la ruina… y al rechazo del mismísimo, George Washington, quien no quiso tenerlo en sus filas durante la Guerra de Independencia, por considerarlo demasiado burdo.

Cuando, King Vidor, entregó la primera parte de lo rodado al productor, Hunt Stromberg –correspondiente al primer volumen del libro-, éste lo despachó diciendole que 'así estaba bien'. Convencido de que proseguiría el rodaje, Vidor pagó a los actores dos semanas más… pero la película le fue entregada al director, Jack Conway, para que la terminara como pudiera... y lo que éste hace, es una imperiosa apología de un hombre que partirá orgulloso en plan de continuar con el exterminio de las tribus indígenas que todavía poblaban a Norteamérica... y de ñapa, la búsqueda del paso al noroeste se queda en mera habladuría.

La segunda parte jamás se filmó. Había que dejar muy en alto a ese personaje que, con una magnifica realización en sus aspectos formales y una intachable interpretación de, Spencer Tracy –¡aunque se traicionaba el sentir de un gran director!-, servía como atrevida justificación a los afanes colonialistas estadounidenses que, para 1940, seguían siendo ¡bastante intensos!

Título para Latinoamérica: HACIA OTROS MUNDOS
Luis Guillermo Cardona
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