Haz click aquí para copiar la URL
Polonia Polonia · Suena Wagner y tengo ganas de invadir
Voto de Normelvis Bates:
8
Aventuras. Western Un joven que quiere ser pintor es reclutado contra su voluntad en un regimiento de rangers al mando del mayor Rogers, que intenta encontrar un paso que cruce el continente americano por el noroeste. (FILMAFFINITY)
16 de enero de 2010
15 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es una película truncada. Por lo visto, lo que King Vidor pretendía era rodar una visión integral de la vida del Mayor Robert Rogers dividida en dos partes, una que mostrara sus éxitos militares como jefe de los Rangers y otra centrada en su decadencia como traficante de pieles, jugador, convicto por moroso, autor teatral y periodístico y obcecado e infructuoso buscador de ese Paso del Noroeste que nunca llegó a descubrir. Pero los prebostes de la Metro, que ya estaban seriamente preocupados por la crudeza del material rodado hasta entonces por Vidor, se opusieron, querían una peli de aventuras para todos los públicos, con un final convencional que no arruinara el aura heroica de Rogers, un emblema del patriotismo americano, a las puertas de la Segunda Guerra Mundial, de modo que contrataron a Jack Conway para que acabara la película a su gusto, dejando el proyecto de Vidor inconcluso para siempre.

Lo que queda, en cualquier caso, y muy a pesar de los tijeretazos a que fue sometida, es una vibrante y descarnada epopeya de pioneros en una tierra virgen, el relato, extremadamente violento si tenemos en cuenta la época en que fue rodado, de una expedición a los límites de la resistencia humana, liderada por un rudo y obstinado Spencer Tracy, que lleva a sus hombres, una y otra vez, más allá de sus propias fuerzas, en nombre no tanto de su patria como de su obsesión por explorar tierras hasta entonces desconocidas.

Rodada en plena naturaleza, es ésta la que le ofrece a Vidor la posibilidad de filmar las escenas más logradas de la película, aquellas en las que los Rangers ascienden montañas con sus canoas a cuestas, el brutal y realista ataque al poblado indio, admirablemente planeado y ejecutado desde el punto de vista cinematográfico, y el vadeo del río mediante una cadena humana, que alberga una nada velada metáfora de la fortaleza americana frente a los peligros que la acechaban en el momento en que fue estrenada la película. Tracy, cómo no, se convierte en el rey de una función en la que brillan también secundarios de lujo como Walter Brennan o Robert Young, cuyo personaje de joven e idealista pintor contrapuntea levemente el tono más bien brutote de la peli.

Queda, claro, el latoso asunto del tufo imperialista, militarista, xenófobo o etnocéntrico que, supuestamente, desprende esta película. Es una cuestión que me aburre, para qué os voy a engañar. En plena era post-Bush, acusar al autor de “El gran desfile” de todo eso me parece bastante ridículo. Hay ciertas diferencias, creo yo, entre dejar Bagdad sembrado de cadáveres y contratar a unos extras para que hagan de indios malos que se dejan matar y pasan después por caja. Una cosa es la fría e inhóspita realidad y otra muy distinta el cine, y, que yo sepa, aquí se viene a hablar de cine. En lo que lo que a la vida se refiere, yo solo sé dos cosas: el mundo gira y los fuertes se comen a los débiles. En todas partes. A ver quién es el guapo que tira la primera piedra.
Normelvis Bates
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow