Salvad al tigre

Intenso episodio crítico en la vida de un hombre de negocios personificado con la meritoria actuación de Jack Lemmon. La facilidad de darnos a conocer absolutamente todos los pormenores con los que puede encontrarse un hombre cuando su negocio se va a pique es la base del éxito de este drama.
Su empresa de confección lleva trampas en las cuentas desde hace un año y parece ser que la única forma de salvar todo es un procedimiento fraudulento.
Jack Lemmon así se lo hará creer a su socio, y John G Avildsen, muy acertado en la dirección, hace convencer rápido de sus razones: el cierre puede ser la cárcel, o la calle, y todos sus empleados al paro. Con la edad, que no perdona, ya no se quiere prescindir de comodidades logradas tras 15 años de esfuerzos.
El drama recurre a relatos cruentos de la guerra, de la niñez… esa especie de melancolía que domina la tristeza. La película es así, un cantado desencanto de la vida, hasta cuando está con la joven soñadora que no pide nada (¿cómo es posible?) uno ve que ese ya no es su mundo. Puede que Salvad al Tigre esté destinada a cierto sector de público.
"Salvad al tigre" dice la propaganda. ¡Qué coño salvad al tigre si ya no tiene selva! nos dice la película.
-Quisiera estar enamorado… aunque fuera de un perro o de un gato.
Sí es verdad.
Quisiera ser un tigre al que nadie tuviera que salvar.

Gran interpretación de Jack Lemmon premiada con un Oscar de Hollywood, para una película menor, que con el tiempo ha empequeñecido aún más, hasta quedarse en muy poca cosa.
Jack Lemmon interpreta, de la manera tan convincente a que nos tiene acostumbrados, el papel de un hombre en crisis: crisis de los 50, crisis matrimonial, crisis económica que pone en peligro su empresa, crisis de valores que le lleva a plantearse con su socio sabotear su propia empresa para cobrar un seguro y seguir adelante...
En cierto modo, la película refleja a través de este personaje un momento crítico en la sociedad norteamericana de principios de los 70, con los escándalos políticos, los primeros coletazos de la crisis económica y de fondo los últimos actos de la guerra de Vietnam.
Una película que, como buena parte del cine de áquellos años, no ha envejecido demasiado bien.

Salvad al tigre es Jack Lemmon. Salvad al tigre, sin que la hubiera protagonizado ese ACTOR como es Jack Lemmon, hubiera pasado sin pena ni gloria por la filmografía de los años 70. Es una buena historia, y es un buen guión. Los secundarios son los secundarios competentes y olvidados de las películas de la década de los 70, pero Salvad al tigre es Jack Lemmon. Es Jack Lemmon y sus patillas. Es Jack Lemmon afeitándose mientras habla con su mujer. Es Jack Lemmon creyéndotelo al frente de una fábrica de telas y tejidos (!?). Es Jack Lemmon y los cuarenta y tantos años. Es Jack Lemmon mintiéndole a la dieciochoañera al decirle que tiene 33. Es Jack Lemmon recordando jugadores antiguos de beisbol. Es la voz española que doblaba a Jack Lemmon. Es Jack Lemmon en crisis. Es Jack Lemmon en silencio. Es Jack Lemmon y el cine. Es Jack Lemmon y los años 70.

En este film de 1972 Jack Lemmon demostró con una genial y memorable interpretación dramática, que no solo era un brillante cómico. Esta vez se mete en el papel de un veterano de la segunda guerra mundial, que aun tiene profundas secuelas psicológicas derivadas del horror que vivió durante la contienda. Harry Stoner es un empresario de la moda perturbado y angustiado; imbuido en una dinámica empresarial cada vez más sucia y egoísta.
Salvad al tigre, recuerda en algunos aspectos a En un mundo libre, de Ken Loach. Ambas reflejan de algún modo la degeneración a la que puede llegar un empresario;
Dejándose llevar por la salvaje lógica capitalista de supervivencia en la sociedad burguesa. Por esta razón, pese a que la película retrata parcialmente la sociedad americana de principios de los 70 (el inicio de la crisis económica, las perdidas inútiles de vidas humanas en la guerra); posee un argumento actual.
La película tiene un valor y esfuerzo considerable; fue rodada en exteriores por el escaso presupuesto (un millón de dólares) en menos de un mes. Se aprecian largas escenas con mínimos cortes, buenos actores secundarios, diálogos moralmente inquietantes, y magníficos planos con luz natural.
Sin duda alguna, es la mejor película de John G. Avildsen. Billy Wilder llego a decir refiriéndose a Salvad al tigre, que “Esta película solo tiene un fallo, que no la dirigí yo”.
Si hubiese sido Francis Ford Coppola, después de ver esta película quizás hubiese fichado a Jack Lemmon para interpretar a El Padrino.

Lemmon apostó por este guión mucho tiempo antes de poderse realizar: una pléyade de novatos rodeaba la posibilidad de llevar a cabo una película con muy poca acción dramática evidente; un puñado de talentos en ciernes que, eso sí, contaban con un tipo genial como Jack que ansiaba componer un personaje sin estridencias, alejado de su magnífica capacidad histriónica, contenido a más no poder, un estilo que tiempo después retomaría para crear otra obra maestra, Desaparecido.

Pero en este Salvad al tigre el moment by moment de una vida desgraciada sin tragedia, con un hombre medio que apostó mal y se mantiene lánguidamente, todo adquiere tonalidad de obra mayor a pesar de las apariencias, y gracias en gran medida por esa emoción singular que es capaz de transmitir uno de los grandes con la maestría de la sencillez.

El reparto es óptimo y lo que más sorprende es que la dirigiera Avildsen, un hombre con mucho talento que luego se perdió en infumables producciones. Antes de esta había debutado con la desgarradora Joe, ciudadano americano, el primer retrato impúdico, directo, sobre el fascismo del ciudadano norteamericano elemental; después de Salvad al tigre, el estupendo primer Rocky... y luego no se supo más de nada interesante. Pero en este Salvad al tigre con merecidísimo Oscar todo está a la medida de una historia pequeña y a la vez intensa sobre los recursos de la supervivencia cuando muy poco queda por defender de corazón.