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Las vírgenes de Wimpole Street

Drama Edward Moulton-Barrett, un terrateniente muy fanático en materia religiosa, mantiene casi recluidas en casa a sus tres hijas, a las que, además, ha prohibido contraer matrimonio. Elizabeth, la mediana, una prometedora poetisa enferma de tuberculosis, y el poeta Robert Browning (March), con el que hace tiempo mantiene una correspondencia epistolar, se conocen y se enamoran, pero tendrán que vencer la tiranía del padre. (FILMAFFINITY)
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
29 de julio de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Producción del prematuramente fallecido y genial Irving Thalberg (1899-1936) de la mano del más que interesante artesano Sidney Franklin -recordemos su famosa “The good earth” (1937) con un caracterizado Paul Muni como el granjero Wang Lung- que pone en pie un poderoso melodrama biográfico sobre las enormes dificultades de la poetisa Elisabeth Barrett por librarse de la tiranía de su padre. Con una lángida pero intensa Norma Shearer – a la postre, esposa de Thalberg-, y un fresco Frederic March como el poeta Robert Browning, la película se desarrolla casi al completo en la habitación de la enfermiza poetisa, pero ello no hace que sea en ningún momento pesada gracias a unas interpretaciones – incluida la de de Charles Laughton como obsesivo y casi incestuoso padre de la poetisa, un poco rígido pero verdaderamente imponente- muy encomiables que consiguen mantener en todo momento el interés de esta buena película (que el propio director volvió a dirigir veinte años más tarde, en 1957, con John Gielgud, Jennifer Jones y Virginia McKenna como principales protagonistas). Como curiosidad cabe señalar que la película se inicia con la cámara siguiendo a la mascota de Elisabeth Barrett, el perro “Flush”, que aparece como un repetido “leit- motiv” a lo largo de la misma. Un año antes de su estreno la escritora Virginia Woolf había escrito una curiosa novela en el que el perro es justamente el protagonista, un animal que había jurado “amar y no morder más”.
Gould
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5 de febrero de 2019
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
“¿De qué modo te amo? Deja que cuente las formas: / Te amo desde el profundo abismo hasta la región más alta / que mi alma pueda alcanzar, cuando persigo en vano / las fronteras del Ser y de la Gracia. Te amo en el sereno instante de cada día / con el sol y la tenue luz de la lámpara / Te amo en libertad, como se aspira al Bien / Te amo con pureza, como se alcanza la Gloria / Te amo con la pasión que antes puse / en mis viejos lamentos, con mi fe de niña. /Te amo con la ternura que creí perder / cuando mis santos se desvanecieron. Te amo con cada frágil aliento / con cada sonrisa y con cada lágrima de mi ser / y si Dios así lo desea / tras la muerte te amaré más aún”. (How do i love thee? Del libro: Sonnets from the Portuguese, 1850)

Como este poema, dedicado a su esposo, el también poeta Robert Browning, era la suerte de cosas que escribía, Elizabeth Barrett (1806-1861), y junto a él protagonizaría una de las más dolorosas, pero, también vitales y emocionantes historias de amor que nos legara la Inglaterra victoriana. Ba -como solían llamarla en casa-, tenía seis hermanos y dos hermanas, pero, todos vivían intimidados por un padre autoritario, cuyos procederes ya habían -presumiblemente- llevado a la tumba a su pobre madre. Quizás, por su sensibilidad y emprendimiento, Elizabeth fue siempre la preferida por su padre Edward, pero, su obstinación y cortedad de miras, lo alejaban cada vez más de ella como del resto de sus hijas y, desde la psicología podría argüirse que, en la parálisis que la tuvo impedida durante tantos años, tuvo mucho que ver la impotencia y la suerte de represiones a que se veía abocada.

Esta historia, fue la base para la obra, “The Barretts of Wimpole Street” (1930) que, el escritor Rudolph Besier, estrenara en Londres y luego en New York con bastante éxito… y como suele ocurrir, el cine se interesaría también en ella, siendo, Ernest Vajda, Claudine West y Donald Ogden Stewart, los encargados de adaptarla y, a petición de su adorable y exquisita esposa, Norma Shearer -quien representaría a la poetisa-, el productor, Irving Thalberg, la puso por cuarta vez en manos de, Sidney Franklin, un director de cuyo talento ya nadie dudaba.

<<LAS VIRGENES DE WIMPOLE STREET>>, se hizo un merecido lugar en la historia del arte cinematográfico, pues, es un vigoroso drama que, con la sutileza que reclamaba la época, se ocupa de una problemática entonces vigente y cada vez más actual, logrando dejar muy bien plasmada la suerte de conflictos y traumas que puede llegar a producir. La historia ha sido decantada para que todo lo dilucidemos mediante sutiles detalles y, curiosamente, esto incrementa su valor narrativo, pues, nos hace partícipes de un cuidadoso juego de percepciones más latentes que evidentes.

Un magnífico reparto que acompaña a la memorable Norma Shearer -Charles Laughton, Fredric March, Maureen O’Sullivan…- se encarga de incrementar el inmenso valor de esta película que vuelve a confirmar que, el cine puede ser un arte.

“Si has de amarme que sea sólo / por amor a mi amor. No digas nunca / que es por mi aspecto, mi sonrisa, la melodía / de mi voz o por mi dulce carácter / que concuerda contigo o que aquel día / hizo que nos sintiésemos felices... / Porque, amor mío, todas estas cosas / pueden cambiar, y hasta el amor se muere. / No me quieras tampoco por las lágrimas / que tan piadosamente limpias de mi rostro... / ¡Porque puedo olvidarme de llorar / gracias a ti, y así perder tu amor! / Por amor a mi amor quiero que me ames / para que habite en los cielos, por toda la eternidad”. (If Thou Must Love Me, Elizabeth Barrett)

Título para Latinoamérica: LA FAMILIA BARRETT
Luis Guillermo Cardona
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8 de septiembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El tiránico padre de una distinguida familia somete a sus hijas a una vida puritana y estricta. Hay una pulsión incestuosa muy evidente en este hombre, que parece querer a las chicas - inteligentes, bonitas y divertidas - solo para él. La película, producida por el legendario Irving Thalberg, se centra en el personaje de la hija mayor, la poetisa Elizabeth Barrett, que se enamora de Robert Browning, poeta a su vez, lo que constituye un desafío para la autoridad paterna. En Las vírgenes de Wimpole Street, que se basa en hechos reales, el amor es tratado como un factor vivificante: Elizabeth, enferma y deprimida, renace a la vida por su relación con Robert.
Juan Pais
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15 de mayo de 2019
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A priori parece un poco lenta y aburrida. Por la parte final ya se pone interesante.

Narra el enamoramiento de dos poetas reales, donde la película refleja algunas frases de las cartas que se escribieron realmente.

Hay insinuación de que hubiera incesto, pero que la película lo rechazaron aunque seguramente hubiera.

Las interpretaciones de mi querida Norma Shearer le valeria a una nominación al Oscar, como también a la mejor película. Charles Laughton también tuvo elogios por su gran papel que ha hecho.

Es una de las pocas películas de mujeres de verdad, donde se ven 7 hermanos (2 mujeres y 5 hombres) donde las mujeres tienen más huevos que los 5 hombres juntos. Donde se palpa ciertamente lo que hoy en día se llama violencia de género. Y donde hay una solución a ese problema. Por esta parte me ha gustado mucho.
edugrn
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