He ido a ver Ferrari con mucha precaución a causa de las críticas, bastante malas. Sin embargo, me ha gustado. Entiendo que pueda desconcertar a quien espere una vibrante historia épica, puesto que Ferrari es en realidad un drama sombrío cuyo tema es la muerte. El personaje del título es un hombre cerebral, perfeccionista, metódico, que no asume la alteración de los planes. El fallecimiento de uno de sus hijos por enfermedad y el accidente que provoca la muerte de unos espectadores (entre ellos, varios niños) durante una prueba automovilística rompen ordenes establecidos. La vida se convierte en una carrera a cuya meta no se consigue llegar, algo que no acepta. Y como el Homo Faber de Max Frisch, Enzo Ferrari consigue hallar su humanidad a través del dolor.

Estamos en Argentina, a finales de 1980. En la ciudad de Rosario, la familia de un empresario denuncia su desaparición. Un crimen argentino parte de una idea muy interesante: abordar la terrible temática de los desaparecidos de la dictadura a través de un caso sin connotaciones políticas, un tratamiento indirecto abierto a la metáfora pero muy efectivo a la hora de reflejar la sensación de amenaza (esas constantes injerencias de los militares en las pesquisas) que sufría la sociedad argentina de la época

En la copiosa bibliografía de W. Somerset Maugham destaca una maravillosa novela, Servidumbre humana, que narra la azarosa trayectoria vital de su protagonista, Phillip Carey. Cautivo del deseo, la primera adaptación al cine, se centra en la relación de Philip (Leslie Howard) con una chica, Mildred (Bette Davis), de la que se enamora sin ser correspondido, reaccionando ella con desprecio a la bondad de él. Cautivo del deseo estudia perspicazmente la difusa frontera entre el amor y la obsesión, así como el dolor asociado a ambos sentimientos. El resultado es un estupendo melodrama, magníficamente interpretado (Davis, impresionante, consiguió su primer gran éxito con esta película, nominación al Oscar incluida).

Estamos en un indeterminado país latinoamericano. Años atrás, el doctor Fuentes dirigió un programa que formaba a jóvenes médicos para enviarlos a atender a la población nativa en la jungla. Nunca volvió a saber de ellos, y un día emprende un viaje para encontrarlos. Progresivamente, Fuentes irá adentrándose en una realidad de violencia y miseria que en su acomodada vida desconocía. Aunque dura, Hombres armados es también una película muy emotiva por su ensalzamiento de la bondad como principio vital y fuerza transformadora y su perenne, inquebrantable, sentimiento de esperanza.

No puede negarse que Jaime de Armiñán eligió temáticas audaces para sus películas. A la transexualidad de Mi querida señorita o la iniciación erótica de El amor del capitán Brando, se les añadió en 1975 Jo, papá, que narra la destrucción de una familia tradicional a causa de diversas tensiones internas, especialmente, la pulsión incestuosa entre padre e hija. A lo largo de un viaje por diversas provincias se evidencian sus problemas. Este penetrante estudio sobre la represión y el influjo en ella de atavismos y prejuicios se beneficia del notable guion de Armiñán y Juan Tebarse, la lozanía de Ana Belén y el buen hacer de los veteranos Antonio Ferrandis y Amparo Soler Leal.