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Dracula: Pages From a Virgin's Diary

Musical. Terror En Londres están ocurriendo unos sucesos muy extraños. Lucy Westenra, una dama de la alta sociedad, padece una enfermedad que sólo el doctor Van Helsing puede curar: ha sido mordida por un vampiro. Éste es el comienzo de la lucha entre Van Helsing, los pretendientes de Lucy y el seductor vampiro extranjero.
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
2 de noviembre de 2005
14 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mezcla elementos tan aparentemente dispares como la danza, el cine, los cómics (las referencia a viñetas a mí me han parecido bastante claras), la música y todo con una fuerza visual arrolladora que homenajea en todo momento a los clásicos.
Una rareza de las que merece la pena disfrutar, entre otras cosas por la valentía de la propuesta ya que de un tema tan manido y agotado, como pueda serlo el de la novela de Stoker, aún salgan propuestas que nos sorprendan es motivo de elogio y regocijo, sobre todo para aquéllos que valoramos el riesgo, el ingenio y todo ello sin aburrir, de manera amena, entreteniendo.
lovekraft
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24 de agosto de 2011
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Argumento aparte, lo llamativo de esta versión de “Dracula” es la forma en que está hecha: es ballet y es muda.

Sin embargo le falta algo, y ese algo es esencial.

Este "Dracula" está constreñido a las exigencias de la coreografía del ballet y del escenario teatral; pero no según las exigencias propias del lenguaje cinematográfico. Toda la fuerza y el hilo narrativo corre a cargo del ballet, pero no de la planificación, del montaje, de la angulación de la cámara, etc. La cámara apenas aporta la perspectiva dramática necesaria para narrar visualmente la acción. De hecho, da la sensación de que Maddin (el director) no sabe dónde colocar la cámara y que está perdido en el escenario, entre tanto bailarín correteando, desorientando al espectador con él.

No tengo nada en contra del ballet (al contrario). Pero la dirección de Maddin tampoco le hace justicia. El estilo visual apenas sobrepasa el de un videoclip. Muchos cortes para un mismo plano donde era necesario apreciar la coreografía en su continuidad. O el ralentí que enfatiza en exceso el ya de por sí teatral gesto del ballet.

El resultado es el de un anacronismo que no se puede justificar porque mimetice el cine mudo. Cierto que hay homenaje, especialmente al vanguardismo de los años 20 y 30. Pero de nuevo Maddin se queda corto. Si algo sabían los primeros cineastas fue articular un lenguaje visual –independizado del lenguaje teatral del cine más arcaico- y usarlo con imaginación.

Busby Berkeley también lo sabía y descubrió cómo jugar con la cámara para que esta formara parte coherente de la coreografía. Así nacieron los primeros musicales. Pero en este “Dracula” la sensación que queda es la de una cámara y una coreografía sin cohesión ni armonía: cada uno por su lado, Guy Maddin dirige y Mark Godden coreografea. No hay pies pero sí dos cabezas.

Este “Dracula” pasará a la historia como un experimento curioso, como un bicho raro. Hay mucho ballet y una hermosa fotografía. Pero le falta algo esencial. Y ese algo es cine.
Especialista Mike
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6 de abril de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando hice la preview de la peli me rayé, pues solo veía escenas raras de gente bailando, y pensé: "menuda paranoia más grande, tiene que ser insoportable".

Pero cuando por fin he podido verla, me he encontrado con uan película diferente, muy original. Una especie de teatro mudo de danza, en blanco y negro, representando la historia de Drácula (cambiadilla pero bueno) mientras danzan y sobreactúan al más puro estilo del cine mudo.

Las escenas con sangre y dinero son lo único coloreado de la película, dándole un toque especial, y algunas escenas están bastante curradas. Inesperadamente, tengo que ponerle una buena nota como película.
TANOMUERTO
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4 de octubre de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Personalidad singular la de Guy Maddin, director cineasta de origen Canadiense, que tiene una trayectoria en la que se mezclan la vanguardia y las postmodernidad con recursos cinematográficos arcaicos. Todo ello queda patente en una obra paradigmática como Dracula: Pages From a virgin Diary (Dracula: Pages From a Virgin Diary, 2002) que fue presentada a concurso en el festival de cine fantástico de Sitges, consiguiendo el premio a mejor película. La película estaba pensada en teoría para estrenarse en la televisión canadiense, aunque con posterioridad llegó a algunas salas de cine.

El título del filme nos indica la evidente conexión entre la obra de Guy Maddin y la novela de Bram Stoker, Dracula. Sin embargo, la película no se trata de una adaptación al uso del escritor británico. Guy Maddin utiliza la obra literaria para combinarla con ni más ni menos que el Ballet (Guy Maddin contó con la compañía de Ballet de la ciudad de Winnipeg del Canadá), en un lenguaje único que sobrepasa las fronteras de arte, convirtiéndose en la obra total que preconizaba Wagner. Mark Gooden, además de adaptar el guión es también el coreógrafo que ayuda a asistir al director en los conceptos de esta disciplina.

Hay que tener en cuenta que Dracula: Pages from a Virgin Diary no es exactamente un Ballet, pues hemos de tener en cuenta que se trata de una obra cinematográfica con puesta en escena cinematográfica. Es decir, Maddin introduce muchos elementos que alteran lo que podría ser un ballet tradicional, creando un lenguaje que sintetiza elementos de diversas artes. Por ejemplo, una de las constantes de la película son los reiterados empleos que realiza el director del Zoom digital (que no está hecho con la cámara sino en postproducción). Esto ya rompe con la frontalidad que supone asistir a un espectáculo teatral, con lo que no se puede decir a la ligera que la obra de Maddin es simplemente Ballet Filmado.

Como bien apunta David Church[1], uno de los mayores especialistas en la obra de Maddin, el director tiene bien claro las señas que recoge de la obra literaria, para desarrollarla de una manera sui generis. La belleza gótica es sin duda una de las temáticas que más interesa a Maddin, y esto queda perfectamente patente en la película. La actriz y Bailarina Tara Birtwhistle interpreta a una de las protagonistas que sucumbe ante el talante de Dracula, convirtiéndose en una vampira. Gran parte del metraje nos perseguirá a esta protagonista en sus dotes de persuasión, y como esta es capaz de seducir a todos los hombres que se oponen en su camino. El baile pues, es una de las herramientas con las que Maddin consigue dotar de belleza a esta protagonista, que no lo olvidemos, interpreta a una vampiresa. La Belleza de lo decadente, tan propia de poetas como Baudelaire, queda perfectamente retratada. No sigue la linealidad de la novela en la concepción de personajes como el propio Dracula o Van Helsing, este último aparece además con unas características negativas bastante marcadas.

Uno de los puntos fuertes del filme es su leimotiv musical. La música, cosa lógica al tratarse de un Ballet, tiene una importancia capital en la película. Durante todo el metraje acompaña a las coreografías de nuestros protagonistas, y Maddin la utiliza para acentuar los momentos dramáticos. Una de las piezas más memorables y que además el director utiliza como una pieza básica es la magnífica Tercera sinfonía de Mahler (o la marcha fúnebre) que ilumina muchas de las secuencias más significativas del filme.

Otra de las grandes características de la película es que nos encontramos ante un Ballet Mudo. Maddin prescinde totalmente de la palabra hablada (no así de la escrita, que aparecerá en diversos rótulos y textos que introduce el director a lo largo de la película) para enfatizar la plasticidad de la danza. Inevitablemente, la película recuerda así aún más a la adaptación que se realizó durante el período mudo alemán, a manos de Murnau. Es cierto que además ambas obras comparten una estética similar, pero también observamos diferencias. Por ejemplo, y aquí ambas se diferencian de manera evidente, Dracula: Pages from a Virgin Diary es una obra conscientemente postmoderna (Evidentemente es consciente de su naturaleza, pero me refiero a que queda enfatizada esta situación). Además de Muda, la película está realizada en Blanco y negro, aunque en muchas ocasiones el director introduce notas de color, en especial cuando desea remarcar algún hecho de importancia para el filme.

[1] En su obra Playing with Memories: Essays on Guy Maddin, Ed. Universidad de Manitoba, Manitoba 2009 hay un capítulo entero a la obra de Dracula: Pages from a Virgin Diary

http://neokunst.wordpress.com/2014/10/03/dracula-pages-from-a-virgin-diary-2002/
Kyrios
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10 de noviembre de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Guy Madden director de «The saddest music in the world» o «My Winnipeg» dirige el ballet de Mark Godden basado a su vez en la novela de Bram Stoker en una película llamada «Dracula: páginas del diario de una virgen», una película que nos cuenta la llegada del conde Drácula desde la tierras lejanas de Transilvania a Londres. Entre los actores-bailarines tenemos a Wei-Qiang Zhang como Drácula o a Tara Birtwhistle como Lucy.

Se trata de una película de terror en clave expresionista, en blanco y negro y sin diálogos sino con rótulos del cine mudo, que realmente es un ballet, es decir que lo que vemos en pantalla es la historia de Drácula de Stoker pero en formato ballet. La primera parte que es la de Lucy es la más aburrida y larga de la cinta haciendo que las dos últimas o última, ya no lo recuerdo, sean las mejores. Si haces un pequeño esfuerzo o pasas para adelante la primera parte la verdad es que al final no está tan mal pero juzgando la cinta en su totalidad tengo que decir que se alarga demasiado. Al que le guste el ballet pues le encantará imagino pero a mí como que no y he visto ballets como «El lago de los cisnes» u óperas como «Aída» quiero decir que he visto arte clásico pero la verdad es que no soy demasiado fan de ello ya que no lo aprecio o no sé hacerlo más bien.

Los actores por llamarlos de alguna manera pues bien pero es que no actúan sino que bailan.

Tiene un metascore de ochenta y cuatro lo que indica que ha sido aclamada de manera universal diciendo entre otras cosas que Maddin tiene éxito en adaptar la obra del Ballet Real de Winnipeg o alabando su manera de adaptar la estética clásica del cine. Las menos optimistas dicen que «el resultado no llega a ser baile» ni película de terror. En la tomatá tiene un ochenta y siete con etiqueta de calidad diciendo de ella en consenso los críticos que «la película de Guy Madden es altamente sensual y una interpretación en clave de sueño de "Drácula" que revigoriza el género». Estos críticos están locos, a ver, la película no es que sea lo peor pero vamos es que se hace larga, su primera parte aburre y no entiendo cómo pueden ensalzar tanto esta película cuando no es más que una adaptación de otra obra que ya se ha adaptado tropecientas mil veces. Algo casi aburrido 4'9.
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