Pena de muerte

Lo fácil, lo FÁCIL, hubiera sido hacer una película en la que el protagonista fuera un santo, un inocente injustamente encarcelado por seres corruptos y malísimos, un protagonista al estilo La milla verde. Pero ahí tendríamos un problema; se estaría en contra de la pena de muerte para ESE individuo, porque se le quiere, se le tiene cariño, porque es inocente o por lo que sea.

Durante toda la película gran parte del público deseará que el protagonista sea inocente, salgan a la luz pruebas de última hora y que todos tengan un final feliz. Este hubiera sido el camino fácil.

Pero no, si quieres plantear un tema tan controvertido y discutido como lo es la pena de muerte debes mostrarlo con toda su crudeza. Debes mostrar la barbaridad de los actos por los que el preso ha sido juzgado, mostrar el inmenso dolor de los familiares de las víctimas, el inmenso dolor de los familiares del preso, reflejar todos los puntos de vista. Y esto es, precisamente, lo que hace esta película.

Casi todo el mundo tiene una postura adoptada al respecto y tal vez con esta película muchos se reafirmen en su posicionamiento, pero no por ello deja de ser una gran, y necesaria, película.

P.D. Magníficos Robbins, Sarandon y Penn.

Se trata de una película con una importante carga reflexiva, en la que se afronta como tema principal ese debate que tanta relevancia tiene en el mundo actual y no es otro que el de la pena de muerte. ¿Hasta que punto una persona merece morir?
En mi opinión, la película se torna objetiva hasta bien avanzado el metraje, momento en que, puedo decir, sin ningún reparo, tiende a apostar por un rechazo sobre la condena, convirtiéndose en un alegato contra la pena de muerte. En este aspecto, debo señalar que se dejan ver los padres de los chicos asesinados, por lo que al empatizar con ellos nos posicionamos, aunque sea por un momento, a favor de la muerte, solo sea por el sufrimiento de esos padres al ver como se les ha arrebatado lo que más querían en este mundo.
Sin embargo, mediada la película, las riendas la va cogiendo Susan Sarandon y eso hace que con quién verdaderamente suframos, o al menos, un servidor, que reconoce no estar a favor de la pena de muerte, es con el condenado a muerte ya que no nos gusta ver sufrir de esa manera a nadie y siempre desde un rasero pensamos que existen otras soluciones para arreglar el tema. En esta percepción creo que influye la hora de tomar partida por uno u otro bando: perdón o rechazo al mismo. Esa es la cuestión. También es cierto que ésto no excluye el sufrimiento de esos padres, lo que no quita para decir, con todas las virtudes que señalaré más abajo que la película se torne partidista, pese a su neutralidad en un momento inicial. Ésto quizás tenga que ver con que Robbins, si hacemos caso a otra críticas, rechace la pena de muerte.
En cualquier caso, lo que me da la sensación que independientemente del rasero que tenga uno, la película nos deja una reflexión ¿hasta donde está el límite de perdonar?.

Susan Sarandon interpreta de forma magistral, en uno de sus mejores papeles a una mujer valiente, luchadora, bondadosa y comprometida con la "inocencia" del presunto asesino. Es esa valentía lo que puede hacer llevarnos a pensar que estemos ante un personaje controvertido. ¿Debe la monja involucrarse tanto con un ser miserable?
Por otro lado el personaje magnificamente perfilado e interpretado por Penn nos deja otra reflexión, toda persona tiene su lado más humano, hasta cualquier ser despreciable tiene sus momentos de arrepentimiento, al menos eso nos deja ver Robbins con su acertada dirección.
En cualquier caso, mi valoración de 9 bajo, se debe a varios aciertos. Es una película que llega a la fibra, muy entretenida, con un tema de gran valor, y bastante arriesgada acertando en dar una imagen comedida de una temática tan debatible como la que nos ocupa.
Si cuenta con una buena por moderada BSO, unas actuaciones memorables, un buen argumento... ¿Que más se puede pedir?

El cine, como buen arte, es muy plural y existen mil variedades para disfrutarlo.
Esta película, por ejemplo, es tan simple y sencilla como buena. No hacen falta grandes efectismos, ni un presupuesto bestial para hacer una pequeña joya.
Tim Robbins la escribe y dirige, y ayudado por dos grandísimos actores, disecciona la pena capital de su país.
Básicamente, solo tiene diálogos, y relativamente pocos personajes, pero también una carga sentimental y reflexiva que la hacen muy especial.
Es para verla con la mente relajada y despierta, para entender todas las aristas y matices de esta temática tan complicada.
Los dos personajes principales, una monja y un condenado, mantienen interesantísimas conversaciones que van aumentando en profundidad, interés, intensidad y dramatismo.
Esta película llega al alma. Te hace pensar no solo en la pena de muerte sino en la propia vida y en cuestiones religiosas. ¿Se puede perdonar a un asesino? ¿Tiene sentido el arrepentimiento?
Lo mejor de todo es que Tim Robbins no tira por el camino fácil, sino que nos muestra los puentos de vista de todas las partes, con los que se puede tomar partido o simplemente lo hace para que nos demos cuenta de lo que supone este castigo tanto para el asesino como para las víctimas.
Y como debe ser con un argumento semejante, hay muy poco espacio para el humor. Se trata de un drama profundo no apto para ver en horas bajas de ánimo.
Habría que ser una persona muy fría como espectador para no sentir algo (en algún sentido) viendo esta estupenda reflexión interpretada de forma tan excelente por Sarandon y Penn.

Susan Sarandon es el rostro de la dignidad en Hollywood. Es una estrella que no se muestra como tal, que lucha por los derechos humanos y que siempre se posiciona al lado de los débiles, lo que la convierte en la actriz idónea para interpretar este papel, más aún si tenemos en cuenta el contexto histórico de la década de los noventa, cuando Susan Sarandon lo era todo. Y triunfó, y triunfaron. Y vaya si lo hicieron.

"Pena de muerte" pone encima de la mesa un debate tan delicado como complejo, y lo hace desde tres puntos de vista: el de una monja que aparta sus loables tareas para ofrecer su compañía y la posibilidad de redención a un asesino; el del propio asesino, con su conciencia, su entorno y la certeza de que le quedan pocos días; y el de unos padres cuyos hijos fueron asesinados brutal y gratuitamente.

¿Merece morir alguien que viola y mata sin motivo? ¿Es más cruel dejarlo enjaulado para el resto de su vida?

Sigo sin tenerlo claro. La película, desde luego, no toma partido, mostrándose aséptica y objetiva, pero sí lanza el debate al espectador, obligándole a plantearse muchas cosas. A nivel técnico, es convencional y poco arriesgada, aunque todo rezuma calidad, pero lo verdaderamente importante de "Pena de muerte" no es su envoltorio, sino su fondo.

El valor y las ganas que le puso Tim Robbins a esta cinta es indiscutible.

La pena capital es algo sobre lo que casi todos tienen, en apariencia, una opinión radical. Se está a favor o se está en contra... sin embargo, también es un tema del que nadie quiere hablar ni debatir, y es comprensible porque el hecho de confrontar a otros que piensen diferente pone en duda nuestra indiscutible posición. Entonces, llega Robbins y en 1995 estrena "Dead man walking", cuyo guión está basado en el libro escrito por la activista Helen Prejean, personaje interpretado por Susan Sarandon.

La cinta me parece bastante objetiva y sincera al mostrarnos las dos caras de la moneda: tenemos al homicida, y a las víctimas. El dolor de los padres que pierden a sus hijos, y a la familia del reo que también pierde a un ser querido. Convengamos que el propio sistema político que decide si mereces morir o no, es la misma trituradora que sólo sabe crear juguetes rotos, y en definitiva la pena de muerte no es más que una forma de librarse de tanto delincuente porque ya no caben en las cárceles. Hay sobre explotación porque el propio país tiene sobre explotación de asesinos, violadores, corruptos, ladrones, etc.
Por otro lado, está bien apoyarse en la fe para decidir cuándo terminar con la vida de otro ser humano, pero está mal compartir tus creencias religiosas para expiar los pecados de otro. ¿Con qué cara un cristiano asesina a alguien? Porque dar la inyección letal también es matar aunque el sistema judicial le ponga otra etiqueta. Es algo que jamás entenderé porque soy atea, pero la pena de muerte es algo por lo que siempre sentí un fuerte rechazo, aunque interiormente sé que he deseado la muerte en alguna que otra ocasión. Así de contradictorios somos todos, es el riesgo de pertenecer a la raza humana.

La película se sostiene por las tremendas actuaciones de sus actores protagonistas. Leo por ahí que Susan Sarandon está sobreactuada... ¿Sobre actúa? Es tan fácil salirse de control con un papel así y sin embargo ella está contenida en todo momento. El propio libreto le impide soltarse, ya que, si se desmorona ella, qué quedaría para el personaje de Sean Penn. Más que merecido el Óscar ese año.

Me parece una muy buena película. Desde luego es mucho mejor que "Last Dance" (Bruce Beresford- 1996).

Un notable porque no merece menos.