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Glimmer Man

Acción El veterano detective de Nueva York Jack Cole (Steven Seagal) es trasladado al departamento de policía de Los Ángeles, donde deberá trabajar con Jim Campbell (Keenen Ivory Wayans), un joven policía con métodos muy diferentes a los suyos. Juntos comienzan a investigar una serie de asesinatos con macabros tintes rituales y extrañas vinculaciones con la mafia rusa y un poderoso hombre de negocios de la ciudad. (FILMAFFINITY)
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Críticas 17
Críticas ordenadas por utilidad
17 de mayo de 2013
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dentro de los actores que han dedicado su vida al cine de acción (Stallone, Schwarzenegger y Van Damme) hay uno que uno que nunca ha tratado de ampliar miras y probar en otro género, Steven Seagal -si es que le podemos llamar actor-. Un especialista en el cine 'one man army' (un hombre contra todos) que se ha convertido en un subgénero en sí mismo en el que cada nueva película que interviene es igual pero cambiando título y villano. Vista una, vistas todas. Si eres de los que les gustó Por Encima de la Ley (1988), Buscando Justicia (1991) y En Tierra Peligrosa (1994) te gustará la mayor parte de su filmografía, si no la opinión será la opuesta.

En Glimmer Man (1996) empezaba el ocaso de su carrera, el que le ha llevado a desaparecer poco a poco de la gran pantalla para ir protagonizando cada vez más películas directas a DVD que inundan las estanterías de los videoclubs, incluso un reality en TV que llevó por nombre Lawman, donde acompañaba a una patrulla policial deteniendo sospechosos por los USA.

En Glimmer Man le dirigió el televisivo John Gray, y se acompaño en el reparto por Keenan Ivory Wayans, Brian Cox y Bob Gunton. En esta ocasión interpreta -una vez más- a un expeditivo policía que tiene que resolver un caso de asesinatos cometidos por un asesino religioso -sí, como en Se7en-. Tiene un compañero (Wayans), por eso de que entre guantazo y guantazo haya alguien con quien charlar.

No soporto a Steven Seagal, su falso rollo budista, sus horteras túnicas, su chulería de portero de discoteca, su estilo de combate que le permite acabar con sus rivales moviendo solo los brazos -aquí afectado además de sobrepeso- y lo peor, un cine que solo gira alrededor de él y que ensalza todas estas 'virtudes' -aunque hay que reconocerle que Alerta Máxima (1992) es un sucedáneo de Jungla de Cristal bastante aceptable-.

Con esta película se repite todo lo del párrafo anterior, subiéndose al carro de los thrillers con psicópata religioso. El cómputo global es lo mismo de siempre, una película mala, como todas las suyas pero digna dentro de la mediocridad que le acompaña -se puede ver sin llegar a bostezar-. Respecto a por qué ver una película si sé de antemano que no me va a gustar, supongo que debo tener un lado oculto coprófago que hace que disfrute tragándome las mierdacas que hace este hombre.
David MS
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12 de mayo de 2017
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Conjunción de situaciones y personajes, todos accidentados. Unas quieren contarnos algo, pero aparecen otras con su propia problemática, y todos ellos se arremolinan sin orden ni concierto.
¿Dónde nos hemos acabado metiendo al final del viaje?

El viaje, hacia las profundidades abisales, lo había iniciado el propio Steven Seagal cuando su megalomanía había alcanzado tal dimensión que solapaba su problema de tiroides; "En Tierra Peligrosa" se puede considerar la última de su etapa dorada, siendo un buen broche de oro al dirigirla él mismo. Pero a mitad de los '90, además de ganarse el desprecio de casi todo Hollywood, sus películas caen en la tediosa repetición; intenta desviarse ligeramente de las típicas propuestas en una cara producción que realiza junto a su aún socio Julius Nasso, si bien esto será otro espejismo.
Sin contar al cómico y cineasta Keenen Wayans, que como sus hermanos merece un mínimo de respeto, el resto de los aquí aglutinados forman desde luego un "cúmulo de talento". Seagal a la cabeza, productor y líder absoluto; Kevin Brodbin, más tarde guionista de "Cazadores de Mentes" y "Constantine"; y John Gray, director televisivo que vino de hacer una tontería llamada "Nacida Salvaje" para después ser el creador de "Entre Fantasmas"...sí, señor, puro talento. Y la verdad es que el inicio de "The Glimmer Man" resulta atrapante, con sus imágenes sucias y oscuras y un nivel de violencia considerable.

Una Los Angeles desprovista de brillo y glamour, de hecho el escenario podría pasar por Detroit, y entre sus calles campa a sus anchas un despiadado asesino en serie; punto de partida interesante, pese a que hemos de superar dos grandes escollos: la irritante afición de Wayans por las frases cómicas y "punch-lines" antes de dejar la escena y la seriedad de un Seagal que se ha convertido definitivamente al budismo, así que los dos actores se interpretan a sí mismos y sin necesidad de esconderlo. Fuerte contraste de estilos y personalidades que ni por asomo congenian (al contrario por ejemplo que las de Bruce Willis y el hermano de Keenen, Damon, en "El Último Boy Scout").
Con el advenimiento de "Seven" llega la explotación del cine sobre asesinos psicópatas, y aquí se ejemplifica dicho fenómeno. Crímenes rituales, imaginería siniestra, fotografía apagada; sin embargo a la propia película esto no le interesa y nos lo hace saber desde el primer momento, en boca del propio Seagal: "Esto no es igual [...]. Es más que eso". Ya se produce el distanciamiento avisándonos de que todo lo referente al supuesto argumento no es más que humo y engaño; la verdadera historia llega con un accidente del guión, donde los protagonistas tienen que impedir que un chiflado produzca una matanza en un instituto católico.

A la dirección rutinaria de Gray, cuyas ocasionales florituras visuales tan de videoclip de los '90 no impresionan a nadie, se suman las incoherencias del cine de acción del momento, más aún el que hace Seagal, y el que se haya abierto esta trama, que envuelve a una especie de señor del crimen (Deverell) con el punto de mira puesto en el recién llegado detective neoyorkino. Lo demás son estereotipos conocidos, como ese protagonista a quien rodea el misterio (otro sucedáneo del Ryback de "Alerta Máxima") o la relación, muy típicamente jovial de la "buddy movie", entre los compañeros, caricaturas en las que no se profundiza nada de nada.
Sorpresa necesaria. A poco de la mitad, la película, muy centrada en las peleas de éstos y los secuaces de Deverell, se deshace, y muy patéticamente, de la única conexión con la historia de los asesinatos: su mismo artífice. Por fin deja de estorbar el único elemento interesante para centrarnos al 100% en el típico "thriller" de malos contra buenos de Seagal, si bien de todas formas no se tomaba en serio desde mucho antes (Cole y Campbell bromean mientras analizan el "modus operandi" del psicópata...de no creérselo); en realidad el guión se preocupa más por la identidad de Cole que por la del asesino serial.

Esto entronca con la lógica de Seagal: "¿Una película mía donde se le concede más importancia al villano que a mí?, habráse visto". Dicho esto no queda nada, a lo mejor violencia gratuita de cómic (me encanta ver a un hombre atravesando una ventana desde un edificio, aterrizar en un coche y comprobar que sólo se ha magullado un poco la mejilla), secundarios que aparecen de manera penosa (Stephen Tobolowsky y Brian Cox, que no saben qué pintan aquí; Michelle Johnson, a quien cortaron todas sus intervenciones en la sala de montaje) o simplemente para morir...
No falta añadir leña al fuego sobre el pasado del protagonista (siempre le tratan como un ser inmortal, al actor le gusta sentirse así) ni situar al clásico matón un poco desobediente que tendrá su gran duelo final con éste. Una de las cosas más destacadas es que, debido a la conversión budista de Seagal, su álter-ego admite su negativa a la violencia y a matar, de ahí que ésta sea una de las pocas veces en las que acaba herido en pantalla; el batiburrillo narrativo y de géneros y la falta de conexión con los personajes y la historia deja al descubierto un guión que es un agujero en sí mismo, rellenado con tópicos.

Quiere ser "Seven", "Arma Letal" y "Buscando Justicia" y no puede ser ni una cosa ni otra; no sorprende que, a pesar de entretener con sus carencias (sí, a pesar de todas las que tiene), fuese un desastre en taquilla, ni que a partir de entonces las actuaciones de Seagal sólo fueran registradas en producciones directas para el mercado del vídeo.
Para animar la situación, las demandas contra él por acoso, agresión sexual y maltrato laboral seguían aumentando y siendo carne de noticia pública...
Chris Jiménez
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28 de diciembre de 2019
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quiero recordar hace muchos años haber visto la publicidad de esta "Glimmer Man", cuando apenas conocía a Steven Seagal salvo que era un maestro de las artes marciales reconvertido al cine de acción, eso creía yo, y pensé que no tenía mala pinta. Efectivamente, una primera ojeada nos podría dejar buenas sensaciones pues John Gray se sube al carro del thriller de psicópatas con aire de buddy film, todo muy noventero. O lo que es lo mismo, una combinación de "Seven" (1995), "El silencio de los corderos" (1991), "Arma Letal" (las tres primeras de 1987, 1989 y 1992) y "El último Boy Scout" (1991). Sin ir más lejos el Damon Wayans de la última es el hermano del Keenen Ivory Wayans de ésta.

Sea como fuere, "Glimmer Man", que podría traducirse como "El hombre centella" y hasta tal vez "El hombre que brilla", realmente brilla poco. Como algunos señalan, aquí empieza el desvarío de Steven Seagal no porque se dé demasiado autobombo sino porque saca a relucir todo su rollo filosófico oriental sin venir a cuento. Mientras tanto tenemos un relato que parece jugoso, una serie de asesinatos rituales, pero que acaba perdido en una serie de tramas que no se sabe cómo se van a juntar. Las cosas marchan por inercia y la acción es ilógica o fantástica, sin descuidar alguna pifia cutre acelerando la cámara para que Steven parezca más rápido. Con todo, no termina de aburrir y Wayans tiene gracia.
Reaccionario
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4 de julio de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nuestro entrañable Seagal comenzaba a mostrar signos de que lo mejor ya lo había dado, pero aún así en esta película cumple, pretende introducir cierto humor (gracias sobre todo a Keenen Ivory Wayans) y con una trama interesante consigue crear un ambiente oscuro en algunos momentos y demasiada vista ya en otros (tanto en su filmografía como en el cine de acción en general.

Resumiendo, nada nuevo bajo el sol, pero bien hecho.
metalkai1
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22 de abril de 2022
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No se le puede pedir demasiado a Seagal, aquí hay una particularidad, se sonríe varias veces, cosa que me llamó la atención ya que creo nunca ocurrió en ningún film, al menos que yo vi, se ve que la pasó bien. En fin, la trama se desarrolla alrededor de un excéntrico policía (con su vestimenta budista, cola de caballo, collares y demás accesorios que poco a poco fue incorporando a sus personajes a medida que iba engordando, aquí claramente se lo ve con sobrepeso) que es trasladado para investigar unos asesinatos similares de carácter religioso. Le asignan un compañero (Keenen Ivory Wayans) que lo acompañará en ese raid de golpes, tiros y muertes. Por supuesto el guion es enredado como si hubieran querido parecerse a Seven y en medio le agregaron algo de Misión Imposible y que termina perjudicando ya que no desarrolla correctamente ninguno de los dos temas. Por supuesto, hay golpes de todo tipo de Seagal, muchas escenas de acción y algunas partes de humor. En síntesis, es una pelicula para ver en forma distendida y olvidar rápidamente.
gustavof42
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