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Ocho apellidos vascos

Comedia. Romance Rafa (Dani Rovira) es un joven señorito andaluz que no ha tenido que salir jamás de su Sevilla natal para conseguir lo único que le importa en la vida: el fino, la gomina, el Betis y las mujeres. Todo cambia cuando conoce una mujer que se resiste a sus encantos: es Amaia (Clara Lago), una chica vasca. Decidido a conquistarla, se traslada a un pueblo de las Vascongadas, donde se hace pasar por vasco para vencer su resistencia. Adopta el ... [+]
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Críticas 464
Críticas ordenadas por utilidad
31 de marzo de 2014
87 de 126 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues eso. Una vez más telecinco con su bombardeo diario en todos sus programas basura de autobombo, vendiendo el producto. Si ya con Lo imposible, uno salía decepcionado, pese a contar con mejores actores extranjeros. Esta vez la comedieta no se sostiene por ningún lado. La próxima generación se reirá de los bobos que fueron a verla, como hoy nos reímos de nuestros padres que iban a ver las payasadas de Paco Martínez Soria o Lina Morgan. Probablemente sea demasiado duro con esta película, que en condiciones normales sería de cuatro o cinco. Pero ver las salas a rebosar en un contexto de gravísima crisis económica y gente con necesidad que hacen un esfuerzo por ir a ver esta película, con el cerebro lavado por el continuo bombardeo en todos los programas de cinco, me hace dale un uno.
Rufus T Firefly
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25 de abril de 2014
63 de 83 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me imaginaba lo que iba a encontrar, sí, pero esta bazofia supera lo previsto.
¿Humor? ni inteligente, ni ingenioso, ni nada de nada...incluso si puedes sintonizar con el humor grueso....los Morancos( es un decir...)tienen más gracia. Ningún acercamiento honrado a la idiosincrasia de vascos y andaluces...sino una sucesión de tópicos casposos sin gracia ni originalidad. Ningun comportamiento de los personajes se justifica.
Guión malísimo de una historia endeble, dirigida con desgana, deplorable trabajo actoral ( con alguna contadísima excepción). El cine estaba a rebosar,con la gente riendo histérica... y yo...un sentimiento de que vivimos en una sociedad enferma que consume con agrado este subproducto.Le doy un uno porque el sistema no me deja ponerle un cero. Sé que voy contracorriente pero mi recomendación es: ¡ahorraos la entrada!
Milla
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12 de marzo de 2014
63 de 89 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando decides rodar una comedia sobre los tópicos que inundan este país debes andarte con cuidado. Puede que la sociedad española, andaluza o vasca estén ya lo suficientemente maduras como para reírse de sí mismas pero quizá no estén tan preparadas para verse representadas en pantalla con un dudoso sentido del humor. Porque cuando en Ocho apellidos vascos se van sucediendo los chistes sobre flequillos, cajeros automáticos y cócteles molotov uno no duda que la cinta pueda herir sensibilidades políticas sino más bien que atente contra el orgullo de dos pueblos que quizá merecían un poquito más de ingenio en los guiones.

Molestarse por la imagen que plasma la película sobre los andaluces o los vascos demostraría muy poca amplitud de miras. En cambio, lo que sí debería indignar, no sólo a los implicados sino a toda la platea, es el pobre tratamiento de la imagen y la falta de nervio en unos gags que se quedan a medio camino. Los primeros minutos de Ocho apellidos vascos, sin ir más lejos, son bochornosos. Tras la tormenta de efectos nada especiales con la que Euskadi da la bienvenida al protagonista pasamos a un plano aéreo de Donostia que parece realizado desde un globo sin rumbo, todo ello sin mencionar los numerosos planos interruptus y la sobreactuación de Clara Lago haciendo de chica dura del norte con un clavel en la cabeza.

Por suerte, la cinta cuenta con los suficientes elementos para salir airosa y provocar la risa del personal, que al fin y al cabo es el objetivo de toda comedia sin pretensiones. Mientras Lago va acomodándose poco a poco al personaje de Amaia, la joven vasca que debe camuflar a su pretendiente sevillano, su compañero de reparto, el cómico Dani Rovira, debuta en la gran pantalla por todo lo alto, llevando con sorprendente soltura casi todo el peso del metraje. El desparpajo que demuestra en sus monólogos lo traslada sin problemas al carismático Rafa/Antxon, personaje que podría catapultarlo a esa escasa lista de cómicos imprescindibles del cine español.

Su cometido no era fácil. Se estrenaba en el cine de la mano de dos pesos pesados como Carmen Machi y Karra Elejalde. La primera, salvo contadas excepciones, parece totalmente desaprovechada por un guión que no le brinda más grandes momentos que el de Anne Igartiburu. Elejalde, en cambio, explota al máximo su oportunidad y satiriza a la perfección el ideal de vasco que la mayoría guardamos en nuestro imaginario. Pese a algún pequeño resbalón, el casting es el gran chaleco salvavidas de Ocho apellidos vascos.

Lástima que el guión de Borja Cobeaga no esté a la altura de los topicazos y que la dirección de Emilio Martínez-Lázaro luzca tan poco entusiasta. Ese final, por ejemplo, merecía más emoción, más espectacularidad y más medios, los que sí supo amortizar Javier Ruiz Caldera en 3 bodas de más, convirtiéndola en la comedia española más ingeniosa de los últimos años. Pero no conviene alarmarse. La maquinaria Mediaset ya se ha puesto en funcionamiento y tan insignificantes fallos quedarán eclipsados por la enorme acogida en taquilla. Al final, sólo importa la cuenta de resultados.
polvidal
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4 de abril de 2014
38 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
El día anterior a que la lanzaran leí la crítica de Carlos Boyero, que la dejaba como una película muy mediocre. Era lo que me esperaba, así que no me sorprendió. Luego vino toda esta especie de locura colectiva de 15 días en la que todo el mundo comentaba que era buenísima, que se habían reído como nunca, que los cines de Hernani estaban llenísimos, y blabla. Y claro, como sé de sobra que Boyero es un prepotente, acudí a verla.

Iba con mi mejor intención y la mente abierta. Y el resultado fue decepcionante. Tan sólo me reí a mandíbula batiente una vez, creo (en el chiste de que el sevillano no cobraba el IVA porque se tiró a la novia de un amigo). No me importa la ñoñería, ni que el argumento no tenga sentido si los gags son buenos, como en buenas películas cómicas como 'American Pie' o 'Los padres de ela'. Pero no fue el caso. El personaje del Karra Elejalde me resultó penoso, como también la chica. Carmen Machi y el malagueño están bastante mejor.

Si estáis en la fiesta del cine y os cuesta 3 euros, podéis ir a verla. Pero en ningún caso paguéis 8 como hice yo.

Y una conclusión. Dicen que los guionistas de 'Vaya Semanita' hicieron la película. Pero yo me he reído más en 5 minutos del programa vasco que en toda la peli entera. Un fraude.
pepedomingocastanas
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14 de abril de 2014
31 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocos fenómenos tan llamativos como esta modesta cinta llena de buenas intenciones y escasos logros que no va más allá de ser una propuesta ingeniosa y moderadamente ocurrente que hace uso (y abuso) de los más aquilatados tópicos del norte de España (tomando a los vascos y el nacionalismo vasco como paradigma) y del sur de España (esa Sevilla da faralaes, gomina y gracejo impostado) para promover una sonrisa que no se demora en ningún momento pero que tampoco llega más allá de lo epidérmico y bullanguero. Hay ganas de reírse del exceso de trascendencia, tremendismo, falta de humor, solemnidad y gravedad que impregna el día a día del discurso político y que tan lejos está de la realidad cotidiana como este sainete intrascendente pero dicharachero que llena con inocuas carcajadas lo que suele opacar el exceso de discurso hastiado y estomagante.

Tanta terca necedad merece una denuncia pícara y desmitificadora: esta festiva, intrascendente y alocada propuesta ofrece una necesaria (por largamente pospuesta) manifestación que alcanza cotas de fenómeno sociológico. Había necesidad de reírse de la gravedad vernácula y de la intensidad del terruño secular, ya son muchas décadas de indigesta amalgama de terquedad de inciensos, ofuscación de árboles genealógicos y encaprichamiento de idolatrías indígenas, como si un origen arbitrario supusiera una supremacía sobre cualquier otro. Y había ganas de bajar a la realidad y reírse de tanta impostada y obcecada relevancia.

Unos actores dúctiles, agradecidos, llenos de recursos y pletóricos de expresividad contribuyen a transmitir la desmitificación de lo imposible. Es muy satisfactorio ver tanto a Dani Rovira como a Karra Elejalde dar lo mejor de sí, hábilmente secundados por Carmen Machi. No hay nada del todo memorable, salvo el impacto que ha tenido en esta España nuestra de disgustos y terquedades. Sana muestra de que el humor es el único bálsamo que todo lo cura y devuelve la cordura donde reina el absurdo y la arbitrariedad. Interesante aunque poca cosa, pero bienvenida sea si nos trae algo de (necesario) aire fresco y vigorizante.
antonalva
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