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Voto de antonalva:
6
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84.973
Comedia. Romance
Rafa (Dani Rovira) es un joven señorito andaluz que no ha tenido que salir jamás de su Sevilla natal para conseguir lo único que le importa en la vida: el fino, la gomina, el Betis y las mujeres. Todo cambia cuando conoce una mujer que se resiste a sus encantos: es Amaia (Clara Lago), una chica vasca. Decidido a conquistarla, se traslada a un pueblo de las Vascongadas, donde se hace pasar por vasco para vencer su resistencia. Adopta el ... [+]
14 de abril de 2014
31 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocos fenómenos tan llamativos como esta modesta cinta llena de buenas intenciones y escasos logros que no va más allá de ser una propuesta ingeniosa y moderadamente ocurrente que hace uso (y abuso) de los más aquilatados tópicos del norte de España (tomando a los vascos y el nacionalismo vasco como paradigma) y del sur de España (esa Sevilla da faralaes, gomina y gracejo impostado) para promover una sonrisa que no se demora en ningún momento pero que tampoco llega más allá de lo epidérmico y bullanguero. Hay ganas de reírse del exceso de trascendencia, tremendismo, falta de humor, solemnidad y gravedad que impregna el día a día del discurso político y que tan lejos está de la realidad cotidiana como este sainete intrascendente pero dicharachero que llena con inocuas carcajadas lo que suele opacar el exceso de discurso hastiado y estomagante.
Tanta terca necedad merece una denuncia pícara y desmitificadora: esta festiva, intrascendente y alocada propuesta ofrece una necesaria (por largamente pospuesta) manifestación que alcanza cotas de fenómeno sociológico. Había necesidad de reírse de la gravedad vernácula y de la intensidad del terruño secular, ya son muchas décadas de indigesta amalgama de terquedad de inciensos, ofuscación de árboles genealógicos y encaprichamiento de idolatrías indígenas, como si un origen arbitrario supusiera una supremacía sobre cualquier otro. Y había ganas de bajar a la realidad y reírse de tanta impostada y obcecada relevancia.
Unos actores dúctiles, agradecidos, llenos de recursos y pletóricos de expresividad contribuyen a transmitir la desmitificación de lo imposible. Es muy satisfactorio ver tanto a Dani Rovira como a Karra Elejalde dar lo mejor de sí, hábilmente secundados por Carmen Machi. No hay nada del todo memorable, salvo el impacto que ha tenido en esta España nuestra de disgustos y terquedades. Sana muestra de que el humor es el único bálsamo que todo lo cura y devuelve la cordura donde reina el absurdo y la arbitrariedad. Interesante aunque poca cosa, pero bienvenida sea si nos trae algo de (necesario) aire fresco y vigorizante.
Tanta terca necedad merece una denuncia pícara y desmitificadora: esta festiva, intrascendente y alocada propuesta ofrece una necesaria (por largamente pospuesta) manifestación que alcanza cotas de fenómeno sociológico. Había necesidad de reírse de la gravedad vernácula y de la intensidad del terruño secular, ya son muchas décadas de indigesta amalgama de terquedad de inciensos, ofuscación de árboles genealógicos y encaprichamiento de idolatrías indígenas, como si un origen arbitrario supusiera una supremacía sobre cualquier otro. Y había ganas de bajar a la realidad y reírse de tanta impostada y obcecada relevancia.
Unos actores dúctiles, agradecidos, llenos de recursos y pletóricos de expresividad contribuyen a transmitir la desmitificación de lo imposible. Es muy satisfactorio ver tanto a Dani Rovira como a Karra Elejalde dar lo mejor de sí, hábilmente secundados por Carmen Machi. No hay nada del todo memorable, salvo el impacto que ha tenido en esta España nuestra de disgustos y terquedades. Sana muestra de que el humor es el único bálsamo que todo lo cura y devuelve la cordura donde reina el absurdo y la arbitrariedad. Interesante aunque poca cosa, pero bienvenida sea si nos trae algo de (necesario) aire fresco y vigorizante.