Violeta se fue a los cielos

El arte de lo feísimo o cómo hacer un «tostón» y lograr que la gente no se mueva de su butaca hasta la última letra de los títulos de crédito. Una mujer maravillosa como Violeta, que escribió el «Gracias a la vida», que es el himno de lo bonito, digo yo que alguna vez fue muy feliz, rió a carcajadas, y bailó con alegría, disfrutó y fue correspondida en el amor, se maravilló con sus hijos vivos, etc. Si ustedes esperan encontrar en esta película alguna de las cosas buenas que le ocurrieron a Violenta en su vida....pues, menos mal que ustedes están sentados. Tendrán que aguantar hasta los títulos de crédito para escuchar el «Gracias a la vida». Ni siquiera es la voz rasgada de Violeta la que interpreta los temas sino la de Francisca Gavilán (que canta de maravilla, pero las comparaciones son odiosas). Drama tras drama, de forma repetitiva y enrevesada, nos cuentan en blanco y negro, a veces en sepia, todo lo que sufrió Violeta. Ello acompañado de sus canciones más «tribales», solo un pequeño respiro con una parcial «Volver a los 17».
Si quieren ver una película de nuestros hermanos en lengua, bonita, dinámica e inteligente, vayan a ver «Siete Cajas». Pobreza no es sinónimo de infelicidad.

No caben más que aplausos para este director que ha abordado con tanto amor (no lisonja) la figura de esta incomparable artista chilena que es uno de los puntos de referencia más valiosos, inquebrantables e inolvidables para cualquier latinoamericano, en particular los que, como yo, entramos en la juventud en la década de 1970.
Por supuesto, como siempre ocurre con este tipo de abordajes biográficos, todos podemos extrañar que no se haya profundizado más en "equis" aspecto, o que no se haya abordado otro, o que no se haya dado mayor protagonismo a otros personajes de su entorno, como su hermano Nicanor (el "antipoeta", que le dedicara el maravilloso "Defensa de Violeta", aquel extenso reconocimiento que empezaba "Dulce vecina de la verde selva...")...
Pero lo sobresaliente de esta película es la INMENSA capacidad con que transmite la personalidad de la artista. Y ni qué decir de la elección de Francisca Gavilán: por momentos, nos parece estar viendo un documental, y nos hace tocar a Violeta con las manos.
¡Gracias Francisca Gavilán! (¿será sólo casualidad su apellido?), tu mirada, tu voz y tu pelo nos han devuelto toda la magia de Violeta.
Sé que no aporto gran cosa con esta crítica. Pero, como escribo poco, quise aportar unas líneas como otra forma de destacar la profunda belleza de este film.

Chile se encuentra en vías de desarrollo y el cine chileno no escapa a esa realidad. "Violeta se fue a los cielos" es una muestra de que son varios los defectos que adolece el cine de mi país. Independiente del personaje que da vida a la historia, la estructura narrativa deambula de forma irregular e inconstante, logrando buenas escenas, pero otras totalmente prescindibles. Es un problema que sugiere un guión débil en algunos aspectos. Se explica quizás por la complejidad que tiene una narración no lineal, en cuyos casos la elaboración de la historia y de los diálogos deben ser minuciosamente construidos.

Hay un par de puntos que me molestan y que son en general distintivos del cine chileno, me refiero a las malas actuaciones y la desaprovechada fotografía. Difiero con la mayoría en decir que la actuación de la protagonista es maravillosa. Para mí, aún cuando tiene buenos momentos, en general, no posee la fuerza que requiere el personaje y solamente percibo frialdad como espectador por largos pasajes de la película.

En cuanto a la fotografía, pudo haberse sacado más provecho en el sentido de "jugar" con tonalidades distintas en las diferentes épocas que muestra la historia.

En resumen, "Violeta se fue a los cielos" cuenta la vida de una verdadera figura de las artes latinoamericanas y por no decir, de reconocimiento mundial. Pero como expresión cinematográfica queda al debe y demuestra que el cine chileno tiene abundancia de potenciales historias, pero que aún no se desarrollan al nivel que se requiere.

Con dos años de retraso llega a España, después de triunfar en Sundance y de tener un gran éxito comercial en su país (Chile), "Violeta se fue a los cielos", biografía de la artista chilena Violeta Parra.

Andrés Wood, reputado cineasta chileno con títulos como "Machuca" o "La buena vida", se arriesga a enfrentarse a un mito de su país adaptando el libro de Ángel Parra, hijo de Violeta y también cantautor. Y lo hace, además, sin obviar las partes más complejas de la personalidad de una artista con luces y sombras y evitando caer en la hagiografía. De esta forma podemos ver el recorrido de la artista tratando de rescatar del olvido el folclore campesino pero también su carácter atormentado que la hizo abandonar a sus propios hijos y obsesionarse por levantar una carpa en un paraje inhóspito a modo de "universidad del folclore".

Wood teje su relato con constantes saltos temporales, mezclando etapas de la vida de Violeta Parra y dejando que sea su hermosa música (verdadera protagonista del film) la que sirva como eje vertebrador. El resultado es un film emotivo y vibrante en algunos momentos, especialmente por el estupendo trabajo de Francisca Gavilán que no sólo interpreta las canciones de Violeta sino que llega a mimetizarse con el personaje, pero algo errático y deslavazado en otros que le hace perder fuerza y dispersar la atención del espectador.

En cualquier caso, y con sus altibajos, "Violeta se fue a los cielos" resulta una interesante aproximación a la vida de un personaje excesivo, atormentado y vitalista, cuya personalidad excede por mucho lo que pueda reflejarse en una obra cinematográfica.

“Violeta Parra se va a los cielos” es una película, una película que habla sobre la vida de la cantante, folklorista, artista plástica y poeta chilena Violeta Parra, desde su infancia hasta su muerte trágica allá por 1967. Pero el film no es meramente descriptivo y retórico. La cámara se mueve nerviosamente tras los pasos de la gran artista desde su niñez hasta el final de sus días, siguiéndola en su caminar por territorios pobres y desérticos, actuando en la comunista Polonia, con su risueña cara en enrevesadas entrevistas de TV en Argentina tal vez, en el museo del Louvre cuando presenta allí su obra pictórica, en actuaciones ante públicos burgueses y despectivos, pero sobre todo en su hábitat chileno con gentes humildes, gentes del pueblo a las que ella amaba profundamente, ese pueblo que ella mismo dijo era “lo que más valor tenía en su vida” y de donde extrajo su letra, su música y sus lienzos.

No sé si será así, pero me perece creíble la imagen que la película ofrece de una Violeta Parra silvestre, montuna, natural como los animales o paisajes en los que vivió su desdichada infancia y su trabajada vida. Cuando alguien le dice que sus canciones no son alegres como para ser cantadas en las fiestas, ella dice que “la vida no es alegre”. Así pues, la película nos muestra que es de esa naturalidad, de ese silvestrismo y del contacto con la realidad social dramática que la rodea de donde extrae la fuerza y la inspiración para su gran obra, sobre todo en el folklore de su país natal Chile. Además, el que conoce la historia de su familia, se queda pensando que también, de las mismas circunstancias de miseria y carencia, brotó la igualmente enorme obra de su hermano Nicanor Parra, el gran poeta chileno que hace unos meses recibía el Premio Cervantes de las letras que recogieron en su nombre sus nietos y familia, pues no pudo venir a España debido a su avanzada (según dijeron, vaya a saber, tal vez Nicanor es también un espíritu libre ajeno a los oropeles de estos actos): “La creación es un pájaro sin plan de vuelo, que jamás volará en línea recta”

La Dirección de Andrés Wood construye una identidad que atiende los claroscuros de la gran Violeta, con maestría; excelente guión de y guión de Wood, Altunaga, Claderón y Bazaes. La fotografía impecable y la música de la Parra sensacional. Pero quiero destacar las interpretaciones en general, pero en particular la de Francisca Gavilán que encarna a Violeta Parra de manera más que convincente. En resolución: si a usted le gusta el buen cine, el cine de imagen, si a usted le gusta el folklore, y si además le gusta (o no conoce) Violeta Parra, dará “gracias la vida” por poder ver este film maravilloso.