La conversación

Recuerdo que «La conversación» me impactó muchísimo cuando la vi hace años. En ese entonces yo no sabía que quien escribía el guión, dirigía tras la cámara y producía la cinta se llamaba Francis Ford Coppola; ni que aquel protagonista callado y con gafas, atrayente por algún motivo impreciso que te mueve a admirarle, llevaba por nombre Gene Hackman. La genialidad de ambos ha quedado ampliamente demostrada.

Es que Hackman ni habla. Se podrían contar las frases que su Harry Caul tiene. Los personajes que le rodean explican más de él, que él mismo, y sin embargo no hacen falta más palabras de las que hay. Eso es interpretar. Gene Hackman domina la escena en completo silencio, y mientras los demás hablan, nosotros seguimos mirándole a él, porque es él quien de verdad se expresa, siempre con ese aire en apariencia distraído y pasivo que no es tal, sino discreta observación y escucha del mundo que le rodea. Personaje difícil, misterioso y desesperanzador el de Harry Caul, genial y frustrado, saxofonista y técnico de comunicaciones que, de tanto espiar al prójimo, quiere hacerse transparente. Giro de guión brutal e inesperado, pieza perfecta en una historia que sabe al más templado cine negro.

Thriller psicológico de múltiples matices, intriga privada e íntima que nos envuelve. ¿Hasta dónde mostramos de nosotros mismos? Puede que tú también te obsesiones con esa conversación.

Auténtico despliegue de ingenio y trampas al espectador por parte de un Francis Ford Coppola en el mejor momento de su carrera. "La conversación" presenta algunos aspectos que ya anticipan una soberbia película que será "La vida de los otros". Gene Hackman coge uno de los papeles más agradecidos de su carrera para crear al eficiente Harry Caul, un excelente hacedor de escuchas y experto en recopilar lo que nadie debería oír.

Sin embargo, la deformación profesional ha llevado a Harry a estar alejado de todo el mundo, incluso de su más estrecho colaborador (nuevamente, John Cazale, tocado con una varita mágica en cada papel que escogía en esta década prodigiosa), o de alguna conquista amorosa, el señor Caul es capaz de cerrarse en banda como pocos, siendo una cerradura indescifrable.

Como es de rigor, un caso muy simple, una pequeña conversación de una pareja en un parque ha debido grabar le irá obsesionando, puesto que, aunque le pagan una fortuna por ella, la charla es banal y no parece nada del otro mundo... salvo por el tono de la chica. Coppola refleja la obsesión del personaje de Hackman, quien va perdiendo el contacto con la realidad.

Tiene momentos de suspense y otros de auténtico terror. Una verdadera e infravalorada joya de un cineasta en su momento más afortunado de creatividad.

En el casting, destacar a un, por entonces, imberbe Harrison Ford.

Sensacional film de intriga, con Hackman haciendo uno de sus mejores trabajos. Inolvidable e imperdible desenlace.

Entre esos dos monumentos que son las dos primeras partes de El Padrino, Coppola nos lega esta excelente obra que mereció el reconocimiento en Cannes.

Toda la película gira en torno a un enorme Gene Hackman que se erige como protagonista exclusivo, interpretando a un prestigioso técnico audiovisual que se gana la vida ofreciendo sus conocimientos técnicos a quién esté dispuesto a pagar para obtener información de terceros. Es un espía. Y esta labor, de la que Coppola nos hace partícipe con la colocación de la cámara y con los efectos sonoros, marca toda su vida, condicionando sus relaciones sociales y, finalmente, su salud mental. El tipo es, nunca mejor dicho, incapaz de desconectar, porque no puede evadirse de las posibles consecuencias de su trabajo. Sólo el tiempo que le dedica a su saxofón proporcionan un poco de paz de espíritu a un personaje meticuloso, taciturno y con escasa capacidad de empatizar con los demás.

La Conversación es una película digna del mejor Coppola; del autor responsable de la actualización de la tragedia griega con la inmensa adaptación de la obra de Mario Puzo; de quién adaptó el viaje al corazón de las tinieblas al marco del siglo XX en ese tránsito por y hacia la locura que es Apocalypse Now. La conversación también está relacionada en fondo y forma con la exploración de la psique, ahondando en el insondable misterio de nuestra mente. Se erige en un precioso y exquisito retrato de la paranoia, de la que, en la medida en que nosotros tampoco sabemos diferenciar realidad de fantasía, también participamos.

Por lo visto, ahora Coppola ha cambiado su trabajo como cineasta a la de vinicultor, mimando viñedos en el sur de California. No creo que pruebe sus caldos, pero seguro que por mucha riqueza en matices que presenten, nunca estarán a la altura del cine que nos dejó en los 70 y parte de los 80. Cuando ya empezaba a mostrar cierto cansancio, el italoamericano sí ha sido capaz de desconectar, .

Encuadrada en el ciclo "Básicos de la filmoteca. Los géneros cinematográficos",ayer se proyectó en la filmo esta modesta (por el presupuesto, que no por la calidad) obra del en ocasiones megalómano F.F. Coppola. Digo "en ocasiones" porque aquí no vamos a encontrar la grandilocuencia de obras como "Apocalipse Now" o la trilogía del Padrino, sino más bien una obra intimista, psicológica, de ritmo pausado, lento a veces, pero con momentos de auténtica genialidad.

Se trata (y así lo ha reconocido Coppola en más de una ocasión) de un remake de "Blow Up" de Antonioni, solo que si en aquella peli se trataba la obsesión de un fotógrafo por sus fotos, en esta nos hallamos ante la obsesión de un detective-técnico de sonido por las escuchas que ha realizado.

La obra se enmarca en lo que se conoció como New Hollywood, etiqueta que englobaría el cine iconoclasta hollywoodiense de los años 70, con obras como "Taxi Driver", "La noche se mueve", etc. El detective protagonista se nos presenta como un ser debil y vulnerable, rompiendo arquetipos como los que encarnaba el duro Humphrey Bogart de "El halcón maltés" o "El sueño eterno". Incluso la ridícula gabardina que luce el personaje principal parece que nos esté hablando de una reinvención del arquetipo del film noir.

Cuando llegué a casa por la noche estaban echando una de Francis Ford Copula, pero esa la dejaremos para otra ocasión.

Película muy grata y muy entretenida que trata, a su modo, de realizar una reflexión sobre la intimidad y la privacidad del individuo.
El señor Hackman está correcto si bien es verdad que no es de sus mejores trabajos. La pluma y el ojo de Coppola están tras el guión y la dirección, con muy buena nota en ambas tareas.
Como no podía ser de otra forma, una edición sonora muy conseguida (sobre todo para la época en la que estamos), dándole a este elemento el protagonismo que merece dentro del film.