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La conversación

Intriga. Thriller Harry Caul, un detective de reconocido prestigio como especialista en vigilancia y sistemas de seguridad, es contratado por un magnate para investigar a su joven esposa, que mantiene una relación con uno de sus empleados. La misión, para un experto de su categoría, resulta a primera vista inexplicable, ya que la pareja no ofrece ningún interés. Sin embargo, cuando Harry da por finalizado su trabajo, advierte que algo extraño se oculta ... [+]
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Críticas 108
Críticas ordenadas por utilidad
4 de marzo de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando uno repasa la filmografía de Coppola y ve títulos como "El padrino", "Apocalypse Now" o "Drácula", se da cuenta de que hay películas que han quedado cubiertas por la fama de éstas y suelen estar un poco olvidadas por el gran público.
Éste es el caso de “La conversación”, una magnífica película que sin duda debe incluirse entre lo mejor del director. En ella se nos cuentan los problemas por los que pasará un investigador privado a raíz de un trabajo consistente en intervenir una conversación entre una pareja y como se irá entrometiendo en el asunto más allá de lo exigido por sus competencias profesionales. El protagonista está encarnado por un Gene Hackman que se aleja de sus papeles de poli duro para crear a un tipo inseguro, reservado y con problemas para comunicarse con los demás, logrando una de las mejores actuaciones de su carrera. En el resto del reparto, unos cuantos nombres típicos de las películas de Coppola en esta época (John Cazale, Harrison Ford o Robert Duvall), dan empaque al global por medio de sus papeles secundarios. Además tenemos al Coppola de su mejor época con algunos planos realmente magistrales a la vez que nos deleita en su faceta como guionista con una historia que atrapa y que sabe como jugar con el espectador.
Por todo ello nos encontramos con que la única manera de entender el olvido de este thriller es el hecho de que se trate de una película pequeña rodada entre las dos primeras partes de la saga de los Corleone.
Mr.floppy
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14 de agosto de 2010
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena película de suspense escrita y dirigida por Francis Ford Coppola. Harry Caul (Gene Hackman) es un prestigioso técnico de seguridad que se dedica a grabar conversaciones a sueldo. Encargado de espiar a la joven esposa de un empresario, lo que al principio parece una simple infidelidad terminará complicándose y se adentrará en el peligroso mundo del crimen.

Aunque aparece arropado por un reparto que cuenta con figuras como John Cazale, Harrison Ford o Robert Duvall, Hackman es protagonista absoluto de esta cita. Su interpretación dota al personaje principal de una profundidad inusitada, plasmando a la perfección elementos como el temor, la duda, la honradez o la soledad.

La historia mantiene al espectador en una permanente atención, si bien decae en ciertos momentos centrales, de lo que en parte tiene la culpa una artificial longitud del metraje, al que le sobra perfectamente media hora. De igual modo, los elementos tecnológicos que invaden cada plano del film han quedado evidentemente desfasados y, de alguna manera, pueden suscitar rechazo entre la audiencia más joven.

Nominada a tres premios en los Oscar de 1974 (guión original, sonido y mejor película), no logró ninguno al enfrentarse a rivales tan poderosos como “Chinatown” (Polanski) o “El Padrino II” (del propio Coppola). Sin embargo, se alzó con la Palma de Oro de Cannes. Recomendable para aquellos amantes del más clásico cine de intriga.
Mentalo
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22 de enero de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay duda de que Francis Ford Coppola se encontraba en lo más alto de su carrera cinematográfica, se podría decir que estaba en racha. Como así lo demuestran una serie de películas que van desde 1972 hasta 1979, en las que se incluyen las dos primera partes de la mejor saga de la historia del cine. Entre ellas también está 'La conversación', excelente película de espionaje realizada entre 'El Padrino' y 'El Padrino. Parte II', en la que el suspense y la intriga están bien servidos. A vista de pájaro, con un prolongado y pausado picado nos muestra una concurrida plaza de San Francisco, seguidamente y muy lentamente se va acercando hasta fijar la cámara en el protagonista de la historia. Así es como comienza esta interesantísima cinta, en la que un formidable Gene Hackman interpreta a Harry Caul, un auténtico lobo solitario que se dedica a espiar a los demás, todo un experto en vigilancia y sistemas de seguridad. Toca el saxofón en sus ratos libres y es católico recalcitrante. Cuando es contratado por un empresario millonario para investigar a su bella y joven esposa, es testigo de conversaciones tan relevantes que atraerán a los fantasmas del pasado.

La meticulosa y espléndida dirección de Coppola está pensada hasta el más mínimo detalle, desde esos planos largos con zooms muy lentos hasta la escena de los títulos de crédito finales; en la que la cámara gira de izquierda a derecha simulando una cámara de videovigilancia, pasando por el protagonista que se encuentra oculto en la parte izquierda de la pantalla, sentado en una silla y tocando el saxofón. El guión escrito por el propio director está muy bien atado, con un giro inesperado hacia el final de la película. Y por supuesto, no puedo olvidarme de la fantástica e inolvidable música de David Shire, una melodía que expresa a la perfección los sentimientos de Harry, en la que el piano y el saxo son los instrumentos predominantes.

Una fascinante película de suspense e intriga, olvidada por muchos, infravalorada por otros, que se trata de una de las cintas más importantes de la filmografía de Coppola. Muy recomendable, no se la pierda.
Angel Lopez
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26 de marzo de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gene Hackman es Harry Caul, un detective especializado en vigilancia y sistemas de seguridad. Ha sido contratado para investigar a una pareja que mantienen una conversación en un lugar público. La sospecha vendrá de la aparente banalidad del caso, pues no parece presentar nada intrigante. El cliente que está interesado en dicha conversación se niega a identificarse, y eso hace que Caul comience una tarea personal que le llevará demasiado lejos. John Cazale es uno de sus colegas de trabajo, que junto a Teri Garr completará el cuadro de piezas incompletas que intenta reconstruir Caul. La conversación se torna indescifrable pero inevitable objetivo de atención que se nos repite en la pantalla y la cabeza.

Comienza con un plano desde las alturas que se presume francotirador. La imagen se va acercando fijando el objetivo, moviéndose al ritmo que los personajes determinan, poco a poco nos acercamos y atendemos a lo que está pasando. Esa intención muy de Hitchcock de situarnos en una situación de suspense servirá para mantener durante dos horas una angustiosa sensación de ser vigilados. Una callejera banda de jazz canturrea la popular "when the red, red robin comes bob, bob bobbing along" y también la mujer que está siendo escuchada la tararea alguna vez, dato que se nos clava y nos confunde.

Entre idas y venidas, la pareja no parece anunciar ninguna información útil. Caul muestra sus habilidades para conseguir entender lo que se habla en la conversación, asistimos a un despliegue de medios y vemos cómo trabaja el mejor de los detectives. Seriedad, constancia, impersonalidad y fe, mucha fe que no debe ser nombrada en vano.

Estamos de lleno en los 70, las cintas y los botones, todo analógico. Una tendencia que podría haber quedado relegada a una temporalidad y que sin embargo se yergue como clásico. Emocionante la atención que podemos mostrar ante aparatos que sabemos desfasados, un recuerdo de gratitud por lo que la tecnología significaba cuando costaba mucho dinero, trabajo y podíamos manipular todo cacharreando.
Como la seguridad de una investigación no puede ser encomendada más que a uno mismo, el cazador debe perseguir la presa hasta dar con el motivo de tanta preocupación. Entonces se interna en el conocimiento de su cliente, quien rehusa y manda intermediarios. Al llegar a la empresa donde se conocerán, descubre que los protagonistas de la conversación pertenecen al mismo círculo, que la chica está relacionada con su cliente y, para más información, se añade que acaba de descubrir "Nos mataría si tuviera la ocasión" en la conversación. Un posible asesinato se le puede escapar de las manos, por lo que se adentra más y más.

Con los datos recopilados, algo inconcluyentes e inconexos, trata de averiguar por sus propios medios. Una congregación de investigadores se dan cita en una feria de nueva tecnología. Todos admiran el trabajo de Caul por su precisión en trabajos manuales, no sólo por la ayuda de determinados chismes. En ella vemos un miedo constante a mostrarse, una aversión muy trabajada a que alguien se acerque a quien realmente es. La información es más valiosa que el resto de emociones, por ello que no mantenga una linea de teléfono en casa, que no tenga una familia, que viva en constante movimiento y su única parada, aunque irregular, sea el refugio que le puede aportar esa mujer rubia que no sabe nada sobre él. Curiosamente ella misma tararea ese "when the red, red..." y crispa la paranoica mente de Caul, quien se ve por primera vez dentro de una investigación, como cazador cazado.

Pero no surge el miedo hasta que una pequeña traición lo vuelve loco. Es entonces cuando se lanza de lleno y no desechará cualquier posibilidad de descubrir qué hay de importante en esa conversación. Movido por el miedo y la angustia, el predador sólo se tiene a sí mismo, por lo que aguza todos sus sentidos en busca de cualquier detalle, lo que le hace mucho más valiente, temeroso y afiladamente correcto en sus presuposiciones.

Escuchando a través de una pared en el baño, no se imagina lo que pueda estar sucediendo, sino que se imagina presenciando el posible crimen. Y no teman a quedar spoileados por esta crítica si les digo que, cuando asiste a la escena tan temida, el que no soporta estar ahí es él mismo. Se trata del rechazo a aquello que uno busca incesantemente. Como si no pudiéramos evitar buscar algo que al encontrarlo nos traumatizara.

El deseo se muestra como vía de acceso a lo que no queremos ver. Zizek, filósofo y psicoanalista esloveno, acierta en su análisis sobre la posterior de Caul. En las películas que dirige Sophie Fiennes, "The pervert's guide to cinema" y "The pervert's guide to the ideology", nos muestra cómo el cine puede ser ese lugar de desechos al que lanzamos nuestros excrementos para expresarnos y al mismo tiempo mostrárnoslos de nuevo en una gran pantalla, cara a cara. Por eso el detective, al entrar en el apartamento del supuesto asesinato, inspecciona el cuarto de baño minuciosamente (como Norman Bates en Psicosis, otro guiño al maestro) hasta que tira de la cadena. Entonces aparece todo lo que sabe y no quiere conocer. Todo lo que su deseo le obliga a encarar.

El sonido fue nominado al Oscar, muy merecidamente por el papel fundamental que cobra en toda la película. No sólo por la misma conversación, mezclada y remezclada mil veces para servir de pista continua en la investigación, sino también por una banda sonora brutal que te desquicia y tensa tu nuca. La realidad a la que se enfrenta Caul para descubrir el pastel de toda "La conversación" viene dada siempre con golpes de sonido que atacan nuestra sensibilidad, cosa que no hubiera sido posible sin una introducción al miedo como mencionábamos al comienzo, con esa imagen de francotirador.

Sigue abajo sin spoiler, por falta de espacio...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Javier Moreno
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7 de mayo de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque, en términos profesionales, es un serio largometraje hecho con el fin de cautivar y agradar al buen aficionado, recae continuamente, ahora en términos literales, en su seria y pausada trama, exenta de una requerida acción que intermitentemente amaga con aparecer, y sin embargo evitando así la falta de atención, por consiguiente no absoluta, del espectador.

La ausencia de regodeo esta justificada debido al adusto temperamento y huraño comportamiento del personaje, a quien en consecuencia le sigue una monótona vida y costumbres que no llaman la atención ni cuentan nada que no sea de lucrativo interés. Un aburrida personalidad conlleva la falta de entusiasmo que le consta al público, al no tener nada inquietante ni original que ofrecer. Paradójicamente es el actor y no el personaje, quien salva la película.
cineforofo
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