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El Gran Hotel Budapest

Comedia. Aventuras Gustave H. (Ralph Fiennes), un legendario conserje de un famoso hotel europeo de entreguerras, entabla amistad con Zero Moustafa (Tony Revolori), un joven empleado al que convierte en su protegido. La historia trata sobre el robo y la recuperación de una pintura renacentista de valor incalculable y sobre la batalla que enfrenta a los miembros de una familia por una inmensa fortuna. Como telón de fondo, los levantamientos que ... [+]
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Críticas 283
Críticas ordenadas por utilidad
17 de abril de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y este también. Es como cuando reservas un hotel mediante una página web. Con las fotografías y las críticas todo parece perfecto, ideal. Y cuando llegas, por norma general te llevas una desilusión y piensas: bueno, peor es nada. Con esta película sucede más de lo mismo.

Supuestamente va de la historia de un hotel y sus protagonistas, los cuales viven los principales acontecimientos del Siglo XX. Y cuando uno ve el cartel de la peli y la cantidad de actorazos que componen la ficha, uno se espera que sea algo bueno.

Lo cierto es que de sucesos históricos aparecen más bien pocos. Menciones puntuales (y alegóricas) a la Primera y Segunda Guerra Mundial y poco más. Y sobre los "actores" participantes, lo cierto es que son más bien cameos. Edward Norton tiene apenas 5 o 10 frases. Jude Law más de lo mismo y Bill Murray creo que ni llega a los cinco minutos de aparición. La película es vilmente secuestrada por un desconocido Tony Revolori y por un eterno secundario, Ralph Fiennes (que para muchos, seguirá siendo el malvado capo nazi de La Lista de Schindler) que aunque no lo hacen mal, lo cierto es que no transmiten demasiada naturalidad en el papel que interpretan.

No obstante, la película tiene un ritmo correcto, la fotografía es muy buena (sin duda alguna, lo mejor de la cinta) y no cae excesivamente en la pesadez, principalmente por los cameos anteriormente mencionados (y por si tengo que quedarme con alguno, me quedo con el de Jeff Goldblum, el cual algunos teniamos perdido desde Jurassic Park).

Pero en general y aún siendo entretenida, le sobran bastantes momentos pseudocómicos y gags innecesarios, además de que el hilo conductor es bastante mediocre y irrelevante. No obstante, puede entretener una tarde y es una película que puede gustar de un amplio público.
Calbot
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1 de mayo de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un original esperpento (sin sentido peyorativo), con una inteligente escenografía y puesta en escena. Tiene golpes simpáticos, la trama engancha y los personajes seducen. Y esto, siendo mucho, lo es todo. En el fondo la historia es floja, irreal y no va más allá del artificio escénico.

Una peli que distrae y de la que te olvidas pronto
Odiseo
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14 de septiembre de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
112/04(09/08/14) El singular realizador texano Wes Anderson en su octavo largometraje (primero de producción no americana, financiación británico-germana) me ha ganado definitivamente para su causa con esta su obra más completa, sólida y satisfactoria, un film pulido al máximo donde todas las virtudes de este creador quedan maximizadas y sus defectillos anulados. Un tipo cine marcado por una hipercuidada puesta en escena, historias marcadas por la nostalgia, la melancolía, las ansias de viajar a nuestra infancia, argumentos sobre el despertar de la inocencia, y todo envuelto en un tipo de humor sutil, sofisticado, elegante y con un delicioso aroma comicquero, puesto esto en este “Gran Hotel Budapest” se hace patente en todo su brillante esplendor.

Wes Anderson escribe el guión basándose en una historia propia y de Hugo Guiness (“El Fantástico Mr. Fox”), inspirándose en escritos del escritor judío-austriaco Stefan Zweig (“Maria Antonieta” o “Carta A Una Desconocida”), escritor popular en su época que retrató de modo primoroso el periodo de entreguerras en Europa, con la llegada al poder de Hitler se exilió en varios lugares llegando al final a Brasil, un combatiente a ultranza del nazismo, su obra fue prohibida en Alemania, el 22 de febrero de 1942 en Petrópolis (Brasil) se suicidó junto a su esposa con una sobredosis de barbitúricos, los dos estaban tumbados en la cama cogidos de la mano, Zweig pensaba que el Nazismo triunfaría y no podía soportar la idea este Infierno.

Anderson nos sitúa en una Europa ficticia, la de los años 30, un lugar clasista, con pomposos hoteles, trenes de vapor, pasteles epicúreos, y perfumes etéreos, de modales refinados, justo antes del advenimiento de los totalitarismos que asolarían el Viejo Continente, siendo este un aspecto que sobrevuela sutilmente el relato. El director con referencias a Lubitsch, Hitchcock u Ophüls puebla la cinta de un oropel de personajes extravagantes, manejando situaciones delirantes, inundadas de lirismo visual, mezclando géneros tan diversos como el drama, la aventura, la comedia, el bélico, la acción, el carcelario, donde se encadenan amores, amistades inquebrantables, fugas, enredos, asesinatos, sicarios sanguinarios, robos, tiroteos, logias de conserjes de hotel, persecuciones de esquí o bobsleigh, y todo en un desarrollo trepidante, fluido donde los gags visuales desbordan la pantalla, con diálogos frescos e ingeniosos, una mirada entrañable al paso inexorable del tiempo, una complaciente exploración de las relaciones mentor-discípulo y de los amores primerizos. Parte de la idea de contar el relato en formato de muñecas rusas, un flash-back dentro de otro, es contado por alguien de modo que lo que vemos es la visión idealizada y cargada de romanticismo de alguien mayor que viaja con ternura al pasado de su mente, esto deriva en la visión guiñolesca de muchas situaciones que roza el estilo tebeo, con maquetas que cantan, que sirven para trasladarnos con dulzura a nuestra niñez. Es una odisea que ensalza con melancolía enternecedora de un mundo que solo existió en las mentes de quienes lo vivieron y que quieren trasladarnos su particular oda al poder mágico de los Recuerdos. Todo esto deriva en un Clásico instantáneo, un divertido, encantador, fascinante, magnético film, con poderosos toques humanistas, una historia bañada en un halo de nostalgia, inundada de vitalismo, un elogio a la imaginación, con un patinado naif donde se roza el surrealismo. Todo enmarcado en un aire de farsa muy bien hilada, con destellos magistrales de humor, con giros sorpresa inteligentes, empapado el metraje en una decadencia conmovedora.

La puesta es en escena es simplemente Antológica, un tsunami sensorial donde los escenarios, la fotografía, la música, el montaje o la afinada coreografía se ponen en armonía formando un eclipse de luz epicúreo, un compendio de todo lo mejor del cine de Wes Anderson llevado al extremo más exacerbado, ya desde el arranque deja constancia de lo juguetón que es cuando para cada salto temporal utiliza un formato distinto de imagen y de fotografía. Se rodó íntegramente en Alemania, con un diseño de producción sublime de Adam Stockhausen (“12 Años De Esclavitud”), con decorados fastuosos a base de turbadoras maquetas, Wes afirma sabiamente <La marca en particular de la artificialidad que me gusta usar es una sola pasada de moda>, con el hotel que al principio se asemeja a una casa de muñecas (concepto con el que le gusta jugar a l director en su filmografía), inspirándose para el Gran Budapest en el Palace Bristol Hotel, en sus tonos rosa-pastel, en el Grandhotel Pupp, ambos en la ciudad balneario de Karlovy Vary en la república Checa, y en el Grandhotel Gellért de Budapest, además para el funicular se hizo para ser una maqueta bastante grande, a una tercera parte, para captar mejor su encanto. Esto envuelto en la formidable fotografía de Robert D. Yeoman (“Moonrise Kingdom”), rebosante orgia visual de tonos pastel de mucha calidez, resaltando los rosas, rojos, violetas, blancos-nieve los azulados, a esto se suman movimientos de cámara hipnóticos, encuadres alambicados, encuadres simétrico-obsesivos, tomas subjetivas, primeros absorbentes planos, slows geniales, avantis fenomenales, tomas generales hermosas, travellings Impresionantes, planos cenitales, imponentes zooms, grandes angulares, componiendo lienzos de una beldad evocadora mágica, cuasi-viñetas de un comic donde cada elemento está cuidado con mimo, en pos ce transmitirnos sensación de cuento, a lo que suma un fantástico montaje de Barney Pilling (“An Education”) imponiendo una cadencia que acelera, serena y ralentiza en pos de cada momento adecuado, se suma el brillante trabajo en vestuario de Milena Canonero (“La Naranja Mecánica”), y todo esto mecido en la evocadora música de Alexandre Desplat (“El Escritor”), con temas populares rusos y composiciones de Öse Schuppel, Siegfried Behrend, y Vitaly Gnutov,… (continua en spoiler por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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16 de diciembre de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que me divertí viendo "El gran hotel Budapest", pero aclaro que para disfrutar del film, uno debe dejarse llevar por la fantasía. En el cine actual falta juego, y Wes Anderson jugó y se divirtió en esta película, nosotros como espectadores también nos divertimos si nos dejamos llevar por ese frenesí de melancolía de una época que pareces vivirla en la piel. Uno se deja llevar al ver tal belleza visual en pantalla.
Estructurada primero con un Flashback, y luego en un Raconto alterno (tiempo pasado, luego tiempo presente alternándose) la historia fluye para aquel que escucha el mensaje de la segunda escena, por parte de un escritor, que describe que los echos son confusos e increíbles. Asi que, hay que dejarse llevar por la historia, la cual nos trasladará a un mundo con dos personajes entrañables y que se hacen querer de inmediato.
Tiene tonos melancólicos, lo que me hace acordar y mucho a "MEDIANOCHE EN PARÍS" de Woody Allen.
De lo mejor que observe este año.
INDIANA JONES
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23 de enero de 2015
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Surrealismo por todos lados.

Los personajes, sus formas de actuar y sus historias nos meten en un grupo que es tan pintoresco como cansino en algunos momentos. El reparto cumple sin problemas destacando a un Fiennes y un Dafoe que pese a ser opuestos tienen en común con el resto de personajes su excesiva educación y amaneramiento.

La estética es su punto fuerte. Preciosista y llena de color donde cada plano muestra una simetría que roza lo obsesivo.

Y es lo que nos cuentan su gran defecto. Pese a que no resulta aburrido es de esos relatos que se mueven entre lo mágico y lo absurdo dejando una sensación de vacío al terminar la película.

Quizá el amigo Anderson como ya mostró en "Moonrise Kingdom" debería pasarse al arte de Dalí donde tiene un enorme talento en vez del cine.
FOR8NER
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