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Policía montada del Canadá

Aventuras En 1885, tres aventureros de la frontera (el maestro Riel, el traficante de whisky Corbeau y el trampero Duroc) fomentan en Canadá una rebelión contra la Corona. Sólo la Policía Montada permanece leal. El policía Ronnie Logan está enamorado de la hija de Corbeau, pero tiene que rivalizar con un ránger de Texas que busca a Corbeau por asesinato. (FILMAFFINITY)
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
11 de agosto de 2011
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primer film en color del realizador Cecil B. DeMille (1881-1959) y del actor Gary Cooper. El guión de Alan Le May, Jesse Lasky Jr. y C. Gardner Sullivan, adapta el libro “The Royal Canadian Mounted Police”, de Robert C. Fetherstonhaugh (no acreditado). Se rueda en platós al aire libre montados en Big Bear Lake, Big Bear Valley y Shay Ranch (San Bernardino Nacional Forest, CA), a partir del verano de 1939. Añade varias tomas independientes de las Montañas Rocosas (Canadá). Nominado a 5 Oscar, gana uno (montaje). Producido por Cecil B. DeMille para Paramount, se proyecta por primera vez en público, en sesión de preestreno, el 21-X-1940 (Regina, Saskatchenwan, Canadá). La acción dramática tiene lugar en 1875 en la población de Batoche, el Fuerte Carlton, situado a 20 millas de Batoche, Loon Lake, Duck Lake y alrededores (Canadá).

Los protagonistas son Dusty Rivers (Cooper), ranger de Texas, que llega en busca de Jacques Corbeau, acusado de asesinato en Texas; el sargento Jim Brett (Foster) y April Logan (Carroll). Dusty es joven, soltero, puntilloso servidor de la ley y tenaz. Jim es un militar vocacional, abnegado, sacrificado, disciplinado y eficaz. Corbeau, bajo la apariencia de comerciante, oculta un gran trajín de contrabando de whisky, compra de voluntades, corrupción y asesinatos. Destacan 3 secundarios: Louvette Corbeau, hija de Jacques, joven, sensual, atractiva, seductora y traicionera; el trampero Tod McDuff (Overman), escocés, pelirrojo, leal a la reina y el también trampero Dan Duroc (Tamiroff), animador de la revuelta y uno de sus líderes. El realizador, dado a identificar los personajes con estereotipos, asocia a Dusty con el héroe americano, honesto y amante de la justicia; a Brett con el patriota abnegado; a Louvette con la pasión carnal traicionera; a Tod con la lealtad a toda costa; a Corbeau con el crimen y la maldad; a April con la generosidad, la modestia y la diligencia propia de la ama de casa, etc.

La narración se desarrolla en escenarios naturales, salvo escenas intimistas, que se caracterizan por su grandiosidad, frondosidad y esplendidez. Funde paisaje y acción de manera que el conjunto forma una combinación que aúna referencias y significados bien articulados entre sí y coherentes. Las imágenes iniciales de las Montañas Rocosas anuncian al espectador que el relato se caracteriza por su grandeza, espectacularidad y sentido épico. La acción avanza a buen ritmo y aporta tensión, enfrentamientos, disputas, traiciones y contratiempos. La figura de Louis Riel, su liderazgo de la revuelta de los mestizos de 1885, su profesión de maestro de escuela, la masacre de Duke Lake y otros elementos son históricamente ciertos.

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Miquel
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9 de abril de 2018
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nacionalismo mestizo independentista frente a la corona británica imperialista.
En medio, el Gary Cooper hermoso como oficial de los Rangers Texanos.
Enfrente, la guapa y rubia Madeleine Carroll como enfermera que rompe corazones y sana cuerpos; buena y lista como ninguna.
Un poco de lado, los dos caballeros galanes y pundonorosos que llevan la casaca roja con orgullo y gran dignidad.
En la esquina, la malvada y pericolosa, también muy hermosa, la Paulette Goddard como mestiza turbadora y llena de manzanas prohibidas, de alma de serpiente y pureza en el corazón preñado de amor sin control, hija de un malvado atroz, George Bancroft, el mestizo que quiere utilizar las ansias libertarias de su gente para hacerse de oro con el dinero proveniente del negocio del whisky.
¿Y los indios? Buenos, rudimentarios, nobles, ingenuos y a la expectativa. No saben bien si seguir con la madre blanca de Inglaterra o apuntarse al despiporre de los mestizos con su medicina de fuego, ya que los pobres se pirran por la tecnología nueva.
¿Y el sentido histórico o el interés político? Poco, el rigor no es el objetivo, se trata de otra cosa, de montar un espectáculo sandunguero, mitad lírico amoroso, mitad guerrero pendenciero, con algunas gotas salerosas de comedia verdadera.
Eso sí, el imperio británico es siempre lo primero, con sus huestes rojas que son lo más grande y todo el aparato poderoso que representan, sin desmerecer a nadie, faltaría más, ni a los mestizos revoltosos, feos y andrajosos, peleones y ansiosos, pero también con grandes propósitos, ni a los indios majestuosos, infantiles y primitivos, pero también majos y generosos.
Es decir, diríamos que prima un orden edénico y maravilloso que sufre pequeños conflictos provocados no por intereses contradictorios o fuerzas en lucha, qué va, nada de eso, sino que más bien por algún sinvergüenza sin escrúpulos que no quiere aceptar que son todos hermanos humanos que en el fondo se quieren a morir, a puro grito y muy sincero.
¿La película? Buena, a pesar de cierto esquematismo, maniqueísmo y simpleza. Por la lograda factura de todo lo que se cuenta y muestra, por los personajes con sentido, los diálogos estupendos y la resolución de los problemas con brillantez sorprendente.
¿La moral? Aquí, ya lo habíamos medio comentado pero nunca está de más remarcarlo, to er mundo é güeno menos el gordo cobarde y asesino y un poco/bastante, según se mire, la sangre manda y los genes son lo que tienen, su hija pervertida.
El resto, los nativos invadidos, los mezclados enfadados, los invasores orgullosos, los que pasaban por allí, toda la santa naturaleza, los magníficos animales, el clima inclemente pero saludable, las cold mountains, hasta las balas gordas como de verano moscas, son gente, que diría el inmenso Uzala, gente buena y, añadiría yo de mi propia cosecha, también claros, distintos y verdaderos.
La idea es pasarla bien, no meterse en camisa de once varas ni dar dolores de cabeza innecesarios.
Todos son héroes, valientes y tremendos peleadores. Pero se lleva la palma el de los USA texano. Liante, amoroso, simpático, embustero, apasionado, reflexivo, escéptico y aventurero. Hip, hip, hurra.
Duelo de titanes por una mujer entre el foráneo mitológico y el de rojo que tal baila, más serio, recio y aburrido, igual de valioso, señero y grandioso.
El más tonto es el hermano vencido que se deja embaucar por el sonido torticero de una medio india sirena de ojos bellos, gran enredo y que nos provoca mucho miedo/deseo, seguro, no lo niego.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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21 de agosto de 2020
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una aventura para cogerla tal y como la ofrecen. Un ranger de Texas llega al cuartel de la Policía Montada del Canadá. Se presenta, saca los papeles, vacila un poco al personal y cae bien a todos, tiene una misión. Sin problemas, dice el comandante del puesto, que lo alojen en la compañía. Punto y seguido. Lo primero que nos llama la atención es el vestuario de Gary Cooper, es un ranger y aunque esté ante la uniformidad impecable de ese Cuerpo de Ejército con sus flamantes casacas rojas, el americano lleva su uniforme dispar, bien armado, con sus complementos y sus maneras... a lo Lucky Luke, podríamos decir. Un extraño doblaje que para mí no queda mal y una personalidad acorde con los hechos que van a suceder.

La disciplina de los canadienses contra el individualismo del tejano. Nada de obra menor ni leches parecidas. Un ritmo muy bueno, dinámico cuando debe. Equilibrio entre la acción y los amoríos que se suceden. Un buen manejo a la hora de contar la historia como lo demuestra el Oscar al montaje en 1941; y unos personajes que saben estar en su sitio admirablemente. Los escenarios válidos, muy acertados, con un colorido que nos traslada a esos tiempos cuando aquellas aventuras estaban tan en boga, un colorido oportuno para esos ojos azules de Paulette, transparentes, de piscina súper limpia y refrescante. No es afición, no es gusto por este tipo de películas antiguas, no es por Paulette, ni por reírse de las desventuras de los revolucionarios, ni por el humor que se mantiene durante todo el film, es porque entonces se podía confiar en las historias, se podía confiar en los buenos y también en los malos, no había dobleces, ni mariconeos ni pasteleos, las mujeres guapas, una buena y otra un poco arpía, más que nada por dar ambiente, pero muy válidas todas, y los indios eran indios, indios de verdad, ni buenos ni malos, lo que tocara, y todos contentos. Racismo ninguno y los asesinos a la horca, donde mejor están. Y el héroe siempre será recordado y pervivirá para siempre en los corazones de las almas nobles. Entonces sí que había oportunidades para ser un héroe. Hoy no hay oportunidades para esas aventuras pero siempre nos quedarán este tipo de películas.
-¡Vámonos preciosidad!
floïd blue
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7 de agosto de 2010
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenida película de aventuras hecha con el estilo característico propio del rey del espectáculo de los grandes estudios: el señor Cecil B. DeMille.
La cinta que data del año 1940 fue realizada con un meritorio uso del color que realza una acción plena de aventuras, amoríos, y luchas encarnizadas. Fue la primera película en tecnicolor de su autor. Se le puede reprochar una innecesaria larga duración y un mensaje algo caduco para los tiempos que corren, ya que el honor y la valentía no son valores que estén de moda en los tiempos que corren.
El plantel de actores lleno de caras conocidas de la época cumple un meritorio trabajo. La música de Victor Young realza las escenas más espectaculares. La dirección es magnífica a cargo de un hombre que tenia el sentido del espectáculo como su principal tarjeta de presentación.
Es increíble que una película de estas características fuese rodada casi en su totalidad en estudio. Los escasos exteriores que se filmaron fueron rodados en las montañas rocosas del Canadá. Solamente por esto último merece la pena verse.
Walter Neff
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4 de septiembre de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aventura donde se mezclan la ficción y la realidad sobre un levantamiento de los mestizos canadienses contra la Corona inglesa representada por su fuerza policial en el territorio, la Policía Montada canadiense.

Cecil B. DeMille, a pesar de los majestuosos paisajes donde rodó en las Rocosas canadienses, con una explosión de color a la que le va de perlas las casacas rojas de la Policía, se inclinó más por los escenarios de cartón piedra de los estudios que por lo natural. Un error, apreciable en algunas escenas, lo que no quita la espectacularidad de los paisajes naturales.

Uniendo la epicidad, los romances, el humor y las escenas bélicas, consigue, aunque no con toda la brillantez con la que nos asombró más adelante, una estimable película de aventuras reservándose alguna sorpresa para lograr un epílogo trabajado.

Preciosas las dos actrices que encabezan el reparto, Madeleine Carroll y la explosiva Paulette Goddard que hace gala de su salvaje belleza, bien arropadas por Preston Foster, Robert Preston y el gran Gary Cooper, que llena con su sola presencia todas las escenas.

A mí me gustó. Notable, 7.
andeltor
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