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Los cuatro jinetes del apocalipsis

Drama Adaptación cinematográfica de la novela homónima de Blasco Ibáñez, publicada en 1916. Julio Madariaga, el patriarca de una acomodada familia argentina, verá como el ascenso del nazismo en Europa divide a las dos ramas de su familia. La rama francesa, encabezada por Julio Desnoyers (Glenn Ford), se enfrentará a la rama alemana, los Von Hartrott, cuya militancia nazi les permitirá ocupar puestos de importancia en la Werhmacht. Finalmente, ... [+]
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
27 de diciembre de 2009
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
En primer lugar quiero decir que la película, por fin esta editada en DVD. Yo la he visto en este formato. Alguien en alguna critica anterior la echaba a faltar.
Tras este inciso, quiero añadir que está, obra del señor Minnelli, me ha causado una muy grata impresión. Una gran película que me habían recomendado y hasta el día de ayer no había tenido la oportunidad de disfrutar.
La historia, como todos sabemos esta basada en la exitosa novela de Vicente Blasco Ibañez, que representa los horrores y la destrucción de la guerra, en forma de esos cuatro jinetes apocalípticos portadores de todos los males del planeta.
La cinta nos cuenta la historia de una acaudalada familia, que tiene como patriarca a Julio Madariaga (Lee J.Cobb).
Se reunen en una comida familiar, para celebrar su unidad y se descubre que el "monstruo Nazi" ha empezado a apoderarse de una rama de la familia, mientras la otra permanece de momento neutral en el conflicto. Unos hechos que acabaran, dividiendo la unidad familiar hasta sus última consecuencias.
El film a pesar de su larga duración no se hace pesado. Mantiene siempre un buen ritmo a pesar de la historia amorosa, que quizás lo pueda lastrar un poco.
Épico espectáculo visual. Buenos encuadres. Gran reconstrucción del París de la época. Buen plantel de actores y mucha, mucha música, que aparece en cuanto las escenas lo requieren.
Aunque siendo un poco critico la podemos censurar en algunos aspectos, como la interpretación de Glenn Ford demasiado acartonada. (nunca me convenció demasiado este actor).
El personaje del patriarca Julio Madariaga, (Lee J.Cobb) es poco creíble, pues sus hijas parecen mas mayores que su progenitor. Eso no quiere decir que censure su trabajo.
En definitiva a pesar de ser quizás, un poco desigual a mi me ha gustado bastante. La recomiendo como un film muy atractivo e interesante, y al que califico con un notable alto.
Walter Neff
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21 de noviembre de 2013
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando hablamos de Vincente Minnelli, lo asociamos inmediatamente al musical, pues creó un puñado de hermosos musicales que permanecen en la memoria del cinéfilo. Pero no menos cierto es que también realizó comedias y dramas espléndidos, como este que nos ocupa. Aunque bien es cierto que la novela de Blasco Ibañez, habla de la primera gran guerra, pues Minelli era partidario de ser fiel al libro, pero el Estudio consideró que era más atractiva la segunda gran guerra, desvirtuando en mi opinión la historia, seguramente por motivos comerciales explotando el tema nazi.

La película narra la ascensión y caída de la acomodada estirpe argentina de los Madariaga, que encabeza el abuelo Julio (Lee J. Cobb) anunciando la llegada de los cuatro jinetes del apocalipsis con la ascensión del fascismo en Europa que dividirá su familia, la rama francesa con Julio Desnoyers (Glen Ford) y su padre (Charles Boyer), enfrentada a su hermano y primo, los Von Hartrott (Paul Lukas y Karl Boehm). Minelli nos muestra un maravilloso Paris bajo la opresión del ejército nazi. Con su estilo elegante y luminoso, una puesta en escena muy clásica y un buen pulso narrativo.

“Los cuatro jinetes del Apocalipsis” es un filme inteligente en el que el manifiesto barroquismo del cineasta no resulta siempre tan desaforado e injustificado como pudiera parecer en un principio, y sí, en cambio, se vincula estrechamente a la historia y resulta coherentemente explicativo de la misma. Excalente fotografía en Tecnicolor y panavisión de Milton Krasner, muy al gusto de Minnelli, de colores vivos y radiantes, la música elegante de André Previn y todo el equipo artístico de glamour de la Metro. Marguerite (Ingrid Thulin) amante de Julio y esposa del líder de la resistencia, Etienne (Paul Henried) el mismo de “Casablanca”, le dan a la historia un cierto tono épico. A pesar de no estar entre los mejores trabajos de Minnelli, creo que es una película amena y entretenida para durar 153 minutos.
Antonio Morales
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19 de agosto de 2014
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de que esta película se basa en el libro del mismo nombre de Vicente Blasco Ibañez, difiere bastante de los hechos relatados en el libro. Éste narra la terrible Gran Guerra de 1914 y está escrito en 1916 cuando la guerra no había terminado aún, mientras que el film (1962) refleja la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Solo los personajes centrales del film coinciden con los de la novela: las dos familias francesa y alemana cuyo tronco común es el patriarca millonario argentino Julio Madariaga. Los hechos son dispares en cada rama; son, en definitiva, totalmente distintos. El guión trata de la resistencia francesa en la Alemania conquistada por los nazis, mientras que la novela describe batallas sangrientas de la Gran Guerra, con un realismo brutal propio del estilo directo de Blasco Ibañez. No obstante, es una película de las que nunca se olvidan y está dirigida por un gran director e interpretada por grandes actores.No la encuentro larga ni pesada, ya que en todo momento interesan los destinos de los personajes. Para mí es una de las mejores películas de Vicente Minnelli. La intervención de Lee J. Cob que interpreta al abuelo de la familia es inolvidable, lo que no excluye la buena interpretación de los demás. Glenn Ford, que ha solido dar alguna que otra de arena, cumple bien su papel de playboy que decide cambiar el rumbo de su vida. También hay que mencionar a Ingrid Thulin y a Karl Bhoem en su perfecta creación de mujer elegante y torturada y de nazi prepotente y dominante respectivamente, y a Charles Boyer, tan convincente como siempre. El metraje es el adecuado y el ritmo del film no decae en ningún momento. El color y el Cinemascope de la gran pantalla favoreció muy mucho a este gran drama del cine , cuyo rechazo de la guerra es el objetivo a conseguir. En Dvd se ve también con gran agrado.
ferdinand
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14 de marzo de 2011
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Por qué instalaría el señor Madariaga a los jinetes del título como parapeto de su chimenea? ¿Por qué un hombre con tal alegría de vivir pondría esas figuras horrorosas, de significado mucho peor, en el salón, bien a la vista? Quizá para que todos los que las vieran pensaran en luchar contra esos males.

Agradezco que la película, a pesar de estar ambientada en la segunda guerra mundial, en Europa, apenas muestre escenas bélicas. Y es que no hace ninguna falta para que no olvides un momento la situación que viven los personajes.

La película trata, sobre todo, de las consecuencias que para una familia tiene la guerra. Una rama es de procedencia francesa, la otra alemana. La división, las muertes, el paso de uno de sus miembros de la neutralidad al activismo.
IzaNezzie
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24 de agosto de 2017
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recordemos las palabras de Julio Madariaga, fundador de un lugar de credos y razas en armonía que pronto va a quebrarse, a Marcelo Desnoyers:
"¡Yo soy español; tú, francés; Karl, alemán; mis hijas, argentinas [...]; y entre los peones se hallan todas las razas y credos! En Europa tal vez nos mataríamos, pero aquí somos amigos".

El Mundo es así pero el estallido de la guerra provoca la ruptura de esta armonía; la Gran Guerra, sí, vivida día tras día desde su humilde estancia en París por un Blasco Ibáñez que la retrataría desde el seno de una familia rica que termina tan aplastada como Europa...pero la situación contemplada cuatro décadas después por Vincente Minnelli no es la misma. Ha sido reclutado por los señores de MGM, empeñados en resucitar sus clásicos, para dirigir la segunda adaptación de la triunfal "Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis"; rehúsa los cambios en el enfoque histórico sin éxito pero recibe el presupuesto más abultado de su carrera para una producción a gran escala, culminando en un rodaje muy extenso, con problemas de localizaciones, de guión, de reparto, de montaje y, finalmente, de taquilla.
La trama, que vuelve a prescindir del pasado de los protagonistas, se establece en Argentina igual que la también legendaria primera versión muda de Reginald Ingram, y desde el punto de vista del más querido de los nietos de Madariaga, Julio; dos fallos las distancian: Glenn Ford toma el papel de Rodolfo "Valentino", de 20 años menos cuando se desempeñó de protagonista, y la época se adelanta hasta la toma del poder de Hitler, poco antes del estallido de la 2.ª Guerra. La secuencia en la que el hacendado es testigo del desastre venidero al pertenecer las dos mitades de su familia a los bandos que están a punto de chocar en Europa representa el estilo puro de MGM.

Un irreconocible Lee J. Cobb recita el monólogo que pertenecía originalmente al ruso Tchernoff con una carga melodramática tan grandilocuente como ridícula, y acompañándose de un despliegue visual y formal espectacular. Todo para figurar a vivo color la aparición de los jinetes del título en el cielo que tantas catástrofes presagian, y que veremos a partir de la disgregación familiar hacia Europa; el libreto de Robert Ardrey (retocado por John Gay) respeta los roles de Ibáñez: contra el estoicismo y la entrega a la causa alemana de los Von Hartrott, el hedonismo y la neutralidad de los Desnoyers. Ford resulta acartonado y poco creíble dando vida a Julio en su conversión a vivaz pintor bohemio, acorralado por causas de fuerza mayor tras enamorarse de la dama de sociedad Marguerite.
Ésta presenta el llamativo rostro de la sueca Ingrid Thulin y ambos relatos se centran en su amor furtivo a espaldas de su marido, Laurier, llamado al servicio militar; pero ella no parece tan infeliz como su contraparte Alice Terry. Su aventura con el "héroe" se estanca inevitablemente en la típica envoltura de melodrama hollywoodiense clásico, mientras el travelling de los rostros de los franceses preparados para la ejecución ahora es el de ciudadanos desolados al contemplar al enemigo alemán desfilando bajo el Arco del Triunfo. Restringido por las exigencias narrativas, Minnelli da importancia a los suntuosos decorados, los enormes escenarios, las tomas elaboradas con cientos de extras y apuntes experimentales a la hora de mostrar la crónica documental del avance de la guerra.

Ahora hay Resistencia Francesa (con la pequeña Chi-chi de rebelde en sus filas) y las sofisticadas reuniones de etiqueta sustituyen a la delirante fiesta donde los alemanes, borrachos y travestidos, violaban a una chica francesa. Si Ingram fue tan explícito en su maniqueísmo al igual que Ibáñez, el sentimiento se atenúa esta vez, más sutilmente; Von Hartrott, su hijo y demás oficiales se jactan con orgullo y superioridad de poseer todo lo que les rodea (incluida Marguerite, vergonzoso instante...), pero ni los jóvenes estudiantes disimulan su barbarie ni los miembros de la Resistencia sus maneras de actuar frías y despiadadas frente al neutral Julio.
Esta última actualización a conveniencia del cambio de escenario histórico deja atrás la transformación heroica del hijo descarriado al alistarse al ejército, influenciado por el coraje y las heridas del retornado Laurier, y de hecho morir combatiendo; aquí servirá a la causa de la Resistencia, bebiendo este largo (y a ratos soporífero) tramo de los dramas de espionaje de la RKO más que de la propia novela, con sus conocidas conspiraciones y misiones suicidas. Es mayor por tanto la distancia que separa la acción dramática de la acción en el frente (si bien todo acto de batalla en el texto nunca se conocía directamente).

Pero el cruzar de la 1.ª a la 2.ª Guerra no causa un problema tan molesto teniendo en cuenta que ya entonces promulgaba Ibáñez el ascenso del poder teutón en base a unas ideas de superioridad racial y de conciencia colectiva que poco o nada se apartaría de los discursos de Hitler, servidos aquí bajo unos tonos de rojo sangre figurando la Muerte encarnada. El director se rinde a la espectacularidad, al sabor añejo de la MGM años '50, a las secuencias románticas llenas de intensa y grandilocuente música, sin dejar de lado un retrato cercano, a ratos descarnado, a veces no tan trágico como debiera, de aquellos primeros años del nazismo y la lucha del pueblo francés.
Del reparto estelar quien mejor se entrega al drama es Charles Boyer, mientras Thulin también predijo algo: el enorme fracaso de la película. Y así fue. "Los Cuatro Jinetes" es, en el plano técnico y escénico, un logro a gran escala...pero como la mayoría de estos megaproyectos con tan poco cuidado en el guión, se hundió en taquilla. Fue la puntilla que les faltaba a los de MGM tras el batacazo de la épica "Cimarron" (otra recuperación de un clásico anterior, el último "western" de Mann y que además también protagonizaba Ford).

Mejor volver a la obra de Ingram para ver recreada la del autor valenciano en toda su épica plenitud.
Chris Jiménez
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