Amarcord
7.9
20,332
17 de noviembre de 2006
17 de noviembre de 2006
149 de 184 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1973, Federico Fellini llevaría a la gran pantalla una de sus grandísimas obras maestras, compuesta de recuerdos oníricos y vaporosos, camuflados en un fino y sutil hilo de grandilocuencia contenida...aquel barroquismo al que nos tenía acostumbrados logra una sabia contención en esta obra que traducida literalmente al castellano del dialecto de la Romagna (región italiana que engloba la ciudad de Rímini, lugar de nacimiento del propio Fellini) significa; "Yo me recuerdo"...
Valiéndose del joven personaje de Titta Biondi(Bruno Zanin) como su alter ego, Fellini teje los evanescentes hilos del recuerdo de antaño...
Con una fotografía perfeccionista acompañada de una puesta en escena BRUTAL (como nos tenía más que acostumbrados el maestro de Rímini) por parte de Giuseppe Rotunno y una banda sonora sencillamentes INOLVIDABLE del maestro Nino Rota, uno a uno van desfilando por el escenario del genio los variopintos personajes que alguna vez marcaron para bien o para mal su libre existencia...
Desde la familia del joven Titta; su madre Miranda(Pupella Maggio), su padre Aurelio (Armando Brancia), su insano mental tío paterno Teo(Ciccio Ingrassia), ó su otro tío Patacca(Nando Orfei), hasta su abuelo(Giuseppe Ianigro) ó su hermana Oliva...
Pasando por su grupo de amigos; Naso (el inolvidable Jaimito italiano Alvaro Vitali),Ovo(Bruno Scagnetti) ó el orondo Ciccio(Fernando De Felice) obsesionado por el amor de su joven compañera de aula Aldina Cordini( Donatella Gambini)...
A otros personajes tan peculiares e inolvidables como la Gradisca (Magali Noël) interpretando el papel de "la Greta Garbo del pueblo"...peluquera de profesión y siempre soñando con encontrar su príncipe azul en los extranjeros que vienen de visita a la turística ciudad de Rímini...
...O Volpina(Josiane Tanzilli), la prostituta ninfómana y desequilibrada mental, siempre con el rostro sudoroso, yendo de acá para allá, y en actitudes tan groseras y provocativamente fellinianas como orinando o masturbándose...
...O el abogado e historiador de la villa(Luigi Rossi), quien no desperdicia la ocasión para relatarnos las historias de la monumental Italia aún a pesar de los falsos bulos promovidos por el vendedor ambulante Biscein(Gennaro Ombra)...
...O el anciano acordeonista invidente(Domenico Pertica) dando rienda suelta a la maravillosa partitura de Nino Rota...
...O a ese temerario motero Scutreza (Mario Del Vago)... ó al anciano que "puede, manda y quiere" llamado Giudizio(Aristide Caporale) durante los momentos de despedida del invierno al quemar según ritos profanos a una vieja bruja...
...O la estanquera voluptuosa y tetuda(Maria Antonietta Beluzzi), fuente de inspiración para actos de onanismo de la joven pandilla de Titta...
Y todos estos personajes del recuerdo, a su vez forman parte ya de nuestros recuerdos, algunos de los cuales paso a rememorar en el apartado del spoiler...
Sencillamente: O B R A M A E S T R A.
Valiéndose del joven personaje de Titta Biondi(Bruno Zanin) como su alter ego, Fellini teje los evanescentes hilos del recuerdo de antaño...
Con una fotografía perfeccionista acompañada de una puesta en escena BRUTAL (como nos tenía más que acostumbrados el maestro de Rímini) por parte de Giuseppe Rotunno y una banda sonora sencillamentes INOLVIDABLE del maestro Nino Rota, uno a uno van desfilando por el escenario del genio los variopintos personajes que alguna vez marcaron para bien o para mal su libre existencia...
Desde la familia del joven Titta; su madre Miranda(Pupella Maggio), su padre Aurelio (Armando Brancia), su insano mental tío paterno Teo(Ciccio Ingrassia), ó su otro tío Patacca(Nando Orfei), hasta su abuelo(Giuseppe Ianigro) ó su hermana Oliva...
Pasando por su grupo de amigos; Naso (el inolvidable Jaimito italiano Alvaro Vitali),Ovo(Bruno Scagnetti) ó el orondo Ciccio(Fernando De Felice) obsesionado por el amor de su joven compañera de aula Aldina Cordini( Donatella Gambini)...
A otros personajes tan peculiares e inolvidables como la Gradisca (Magali Noël) interpretando el papel de "la Greta Garbo del pueblo"...peluquera de profesión y siempre soñando con encontrar su príncipe azul en los extranjeros que vienen de visita a la turística ciudad de Rímini...
...O Volpina(Josiane Tanzilli), la prostituta ninfómana y desequilibrada mental, siempre con el rostro sudoroso, yendo de acá para allá, y en actitudes tan groseras y provocativamente fellinianas como orinando o masturbándose...
...O el abogado e historiador de la villa(Luigi Rossi), quien no desperdicia la ocasión para relatarnos las historias de la monumental Italia aún a pesar de los falsos bulos promovidos por el vendedor ambulante Biscein(Gennaro Ombra)...
...O el anciano acordeonista invidente(Domenico Pertica) dando rienda suelta a la maravillosa partitura de Nino Rota...
...O a ese temerario motero Scutreza (Mario Del Vago)... ó al anciano que "puede, manda y quiere" llamado Giudizio(Aristide Caporale) durante los momentos de despedida del invierno al quemar según ritos profanos a una vieja bruja...
...O la estanquera voluptuosa y tetuda(Maria Antonietta Beluzzi), fuente de inspiración para actos de onanismo de la joven pandilla de Titta...
Y todos estos personajes del recuerdo, a su vez forman parte ya de nuestros recuerdos, algunos de los cuales paso a rememorar en el apartado del spoiler...
Sencillamente: O B R A M A E S T R A.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Con la llegada de los ligeros y etéreos valinos, la población de Rímini está ya preparada para el cambio del invierno a la primavera...
De noche se celebrará una fiesta donde cada ciudadano aportará cosas viejas e inservibles para quemarlos en una gigantesca hoguera en cuya cima, el anciano Giudizio hará prender sobre una silla, la figura de una bruja...
...Aquellos primeros tiempos de juventud, cuando la pandilla de Titta se masturbaba dentro de un coche, en un garaje, pensando en tal o cual figura femenina que les sirviera de inspiración (aunque a veces se valieran simplemente de estatuas como la de la Victoria).
...O persiguiendo a la solícita y solicitada Volpina en busca de un momento de debilidad...o admirando a la pelirroja Gradisca, patrullando la ciudad en busca de un extranjero al que repartir su amor...
...O la llegada a la ciudad de los representantes del fascio para alborozo general y al lema de "Dios, patria y familia"...y aquel incómodo gramófono emitiendo la internacional para boicotear la fiesta...
...O al abogado contándonos la historia del Grand Hotel "La Vecchia Signora" donde la antigua Ninola, tomó el sobrenombre de Gradisca("a servirte")...
...Y aquella expedición popular hacia alta mar para ver "la obra más perfecta y grandilocuente del régimen fascista" el majestuoso transatlántico Rex...
...Y aquella excursión por el campo de la familia Biondi cuando después de recoger a Teo, en un momento de descuido del picnic, éste se encarama a lo alto de un árbol gritando aquello de "voglio una donna(quiero una mujer)" (Di Caprio interpretó esta misma escena en "A quién ama Gilbert grape")...
...La inútiles confesiones de un cura sin escrúpulos...
...La carrera de coches por la ciudad...
...Titta sumergiéndose en los abundantes pechos de la estanquera...
...El abuelo creyéndose muerto en mitad de una niebla densa como un puré de patatas y sintiéndose desazonado por la anodina situación.
...La muerte de la madre de Titta, Miranda, y su entierro...
...Y la boda y fiesta final en los acantilados de la playa, entre Gradisca y su Gary Cooper particular...finalmente no un cowboy ni un extranjero, sino un autóctono carabinieri llamado Matteo con el cual se marcha como punto y final de una deliciosa,sutil y vaporosa remembranza de juventud...
De noche se celebrará una fiesta donde cada ciudadano aportará cosas viejas e inservibles para quemarlos en una gigantesca hoguera en cuya cima, el anciano Giudizio hará prender sobre una silla, la figura de una bruja...
...Aquellos primeros tiempos de juventud, cuando la pandilla de Titta se masturbaba dentro de un coche, en un garaje, pensando en tal o cual figura femenina que les sirviera de inspiración (aunque a veces se valieran simplemente de estatuas como la de la Victoria).
...O persiguiendo a la solícita y solicitada Volpina en busca de un momento de debilidad...o admirando a la pelirroja Gradisca, patrullando la ciudad en busca de un extranjero al que repartir su amor...
...O la llegada a la ciudad de los representantes del fascio para alborozo general y al lema de "Dios, patria y familia"...y aquel incómodo gramófono emitiendo la internacional para boicotear la fiesta...
...O al abogado contándonos la historia del Grand Hotel "La Vecchia Signora" donde la antigua Ninola, tomó el sobrenombre de Gradisca("a servirte")...
...Y aquella expedición popular hacia alta mar para ver "la obra más perfecta y grandilocuente del régimen fascista" el majestuoso transatlántico Rex...
...Y aquella excursión por el campo de la familia Biondi cuando después de recoger a Teo, en un momento de descuido del picnic, éste se encarama a lo alto de un árbol gritando aquello de "voglio una donna(quiero una mujer)" (Di Caprio interpretó esta misma escena en "A quién ama Gilbert grape")...
...La inútiles confesiones de un cura sin escrúpulos...
...La carrera de coches por la ciudad...
...Titta sumergiéndose en los abundantes pechos de la estanquera...
...El abuelo creyéndose muerto en mitad de una niebla densa como un puré de patatas y sintiéndose desazonado por la anodina situación.
...La muerte de la madre de Titta, Miranda, y su entierro...
...Y la boda y fiesta final en los acantilados de la playa, entre Gradisca y su Gary Cooper particular...finalmente no un cowboy ni un extranjero, sino un autóctono carabinieri llamado Matteo con el cual se marcha como punto y final de una deliciosa,sutil y vaporosa remembranza de juventud...
1 de febrero de 2008
1 de febrero de 2008
217 de 361 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay mucho que decir que no esté en lo esencial en la crítica de Servadac, aunque yo pondría bastante más severidad en los juicios. No pienso que se deba juzgar una obra por la actitud de su autor sino por el contenido estricto de la misma, pero no deja de ser revelador que Fellini incluyera su nombre en cuatro de los títulos de sus películas —«Fellini 8 ½» y «Il Casanova di Federico Fellini» «Roma di Fellini», «Fellini Satyricon» (!)—, lo que permite pocas dudas sobre su narcisismo ilimitado, que se traduce en un ególatra exhibicionismo en la mayor parte de su cine.
Procacidad adolescente cubierta con barniz intelectual para congratulación de liberales inmaduros y búsqueda continuada del efecto impactante, que excluye en todo momento cualquier reflexión en profundidad: la caricatura como método sistemático, y no como necesidad expresiva en un momento dado, sólo conduce a una brillantez de oropel, tras la que únicamente se oculta la indigencia anecdótica del sainete más vulgar. Un tema como el de la memoria que, ya por aquella época había dado lugar a varias obras maestras como «El espejo» o «Fresas salvajes» se transforma aquí en materia de una obra bufa con la superficialidad del esperpento y la facilidad de la extravagancia.
Naturalmente Fellini tiene sus incondicionales (esos que van a pincharme con rabia en el NO), pero —pero fans aparte— no sé si muchos de los que alaban la película soportarían una segunda visión íntegra —perdido ya el efecto violento y fugaz de la caricatura— sin aburrirse como ostras. En cuanto a la crítica rancia al fascismo o a la iglesia, es, desde luego, un buen método para lograr el aplauso fácil del progre poco exigente que necesita por encima de todo autoafirmarse en sus creencias para no perder la conciencia de existir.
Procacidad adolescente cubierta con barniz intelectual para congratulación de liberales inmaduros y búsqueda continuada del efecto impactante, que excluye en todo momento cualquier reflexión en profundidad: la caricatura como método sistemático, y no como necesidad expresiva en un momento dado, sólo conduce a una brillantez de oropel, tras la que únicamente se oculta la indigencia anecdótica del sainete más vulgar. Un tema como el de la memoria que, ya por aquella época había dado lugar a varias obras maestras como «El espejo» o «Fresas salvajes» se transforma aquí en materia de una obra bufa con la superficialidad del esperpento y la facilidad de la extravagancia.
Naturalmente Fellini tiene sus incondicionales (esos que van a pincharme con rabia en el NO), pero —pero fans aparte— no sé si muchos de los que alaban la película soportarían una segunda visión íntegra —perdido ya el efecto violento y fugaz de la caricatura— sin aburrirse como ostras. En cuanto a la crítica rancia al fascismo o a la iglesia, es, desde luego, un buen método para lograr el aplauso fácil del progre poco exigente que necesita por encima de todo autoafirmarse en sus creencias para no perder la conciencia de existir.
4 de noviembre de 2006
4 de noviembre de 2006
141 de 211 usuarios han encontrado esta crítica útil
Érase una vez un niño que creció y se puso a hacer películas con una estética entre lo bufo y lo grotesco, entre lo zafio y lo surrealista, entre lo absurdo y lo imaginativo. Un niño que recuerda las miserias cotidianas de su infancia sumido en un pequeño cosmos (o cosmitos) de criaturas esperpénticas que pretenden, en el fondo, conmover -y no lo logran. Con esta hábil coartada, Fellini despliega ante nosotros un abanico de recuerdos deformados, casi independientes, en los que caricaturiza la Italia de su niñez. Y, como suele suceder en este tipo de películas-mosaico, algunos episodios (o teselas) sí funcionan: la mítica estanquera de las ubres ciclópeas; la confesión al amparo de la estatua de san Luis. Y otros no: la parodia del fascismo y los fascistas; la nefasta escena del harén. Y, claro, también hay episodios que se quedan a medio camino entre lo bueno y lo mediocre: la historia del tío demenciado; alguna de las clases en la escuela. En general, se trata de un humor excesivamente vinculado al pedo, al eructo y a la nalga fácil; de una estética grotesca y bufa, sí, pero con un cuidadísimo diseño. Se agradecen algunos ramalazos de surrealismo (el niño entre la niebla del bosque) y sobra el tratamiento político de las escenas que denuncian el fascismo (unas escenas que nacieron ya bastante acartonadas). En conjunto, una obra simpática y entretenida, que ni aporta ni deja de aportar. Pues eso, que sus pedos resultan inodoros.
24 de septiembre de 2006
24 de septiembre de 2006
108 de 149 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entre los factores positivos de este trabajo de Fellini, hay que subrayar por encima de todo su estética. Cuidada fotografía y composición de escenas que ciertamente atrapan los sentidos, acentuando todo ello con la ya clásica partitura de Nino Rota. Aquí el director italiano puede decirse que crea escuela. Técnicamente impecable.
Ahora bien, hay algo en el mundo cinematográfico que debe insuflar alma a una película; y se trata de la forma narrativa. Fellini en esta película no narra, o al menos no lo hace con eficacia, centrándose fundamentalmente en mostrar belleza. Lo que describe son trozos aislados de unos recuerdos carentes de continuidad, y presentando a los personajes en cada uno de ellos dentro de una farsa. En mi opinión esto no es suficiente para construir una historia que deje huella como tal (más allá de la belleza visual). Uno puede valerse de una brillante estética de las imágenes en sucesión de escenas para narrar sin ni siquiera palabras o con muy pocas. Basta con echar un vistazo, por poner algún ejemplo, a obras como “Bin jip (Hierro 3)" de Kim Ki Duk, “El camino a casa” de Zhang Yimou, o a buena parte del cine de Kurosawa y Mizoguchi. Sin embargo, estos directores crean una historia con lo que muestran; “Amarcord” no crea una historia, sino que describe retazos de esperpento. Y para esperpento, le falta por ejemplo el esmero que cineastas como Rafael Azcona, Berlanga o Marco Ferreri ponen en la construcción de sus personajes, en la mejor línea y reflejo de mismo Valle-Inclán –creador de ese nuevo género en las artes escénicas que deforma a los personajes volviéndolos grotescos, pero sin perder el sentido trágico de fondo– . Revisar “Bienvenido Mr. Marshall”, “Plácido”, “El verdugo” o “El cochecito” dan una idea de lo que quiero decir.
Considero, por tanto, “Amarcord” un ejercicio exploratorio del esperpento, con tanta preocupación por la estética como abandono de la narrativa. Definitivamente me quedo con el Fellini de “La Strada”, uno que además de mostrar, narra con lo que muestra.
Ahora bien, hay algo en el mundo cinematográfico que debe insuflar alma a una película; y se trata de la forma narrativa. Fellini en esta película no narra, o al menos no lo hace con eficacia, centrándose fundamentalmente en mostrar belleza. Lo que describe son trozos aislados de unos recuerdos carentes de continuidad, y presentando a los personajes en cada uno de ellos dentro de una farsa. En mi opinión esto no es suficiente para construir una historia que deje huella como tal (más allá de la belleza visual). Uno puede valerse de una brillante estética de las imágenes en sucesión de escenas para narrar sin ni siquiera palabras o con muy pocas. Basta con echar un vistazo, por poner algún ejemplo, a obras como “Bin jip (Hierro 3)" de Kim Ki Duk, “El camino a casa” de Zhang Yimou, o a buena parte del cine de Kurosawa y Mizoguchi. Sin embargo, estos directores crean una historia con lo que muestran; “Amarcord” no crea una historia, sino que describe retazos de esperpento. Y para esperpento, le falta por ejemplo el esmero que cineastas como Rafael Azcona, Berlanga o Marco Ferreri ponen en la construcción de sus personajes, en la mejor línea y reflejo de mismo Valle-Inclán –creador de ese nuevo género en las artes escénicas que deforma a los personajes volviéndolos grotescos, pero sin perder el sentido trágico de fondo– . Revisar “Bienvenido Mr. Marshall”, “Plácido”, “El verdugo” o “El cochecito” dan una idea de lo que quiero decir.
Considero, por tanto, “Amarcord” un ejercicio exploratorio del esperpento, con tanta preocupación por la estética como abandono de la narrativa. Definitivamente me quedo con el Fellini de “La Strada”, uno que además de mostrar, narra con lo que muestra.
6 de agosto de 2005
6 de agosto de 2005
94 de 133 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca me canso de ver esta película, y cada nuevo repaso supone más hallazgos estéticos y artísticos. Para calificarla por completo se agotarían todos los adjetivos usuales: vitalista, hiperbólica, fantástica, satírica, alegre, sentimental, irónica, surrealista, admirable...¿cuántos más habría que inventar?. Todo una mirada amorosa a la Italia de los años 30, toda una galería de personajes únicos y entrañables. Una película que es la suma de muchas películas, una burla incruenta del ambiente prenazi y el retrato lleno de añoranza de una sociedad que ríe más que pena, que aspira a pleno pulmón el aire limpio de los campos y que aprecia, como pocas, las cosas buenas y sencillas de la vida. ¿Exagero un poco? Creo que todo el mundo la ha visto, y que a todos ha maravillado. Si algún despistado no la contempló, que se apresure a paladear una auténtica joya del cine...universal.
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