Amarcord
7.9
20,332
7 de enero de 2011
7 de enero de 2011
32 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esperaba otra cosa, y por lo tanto la decepción fue de las gordas...
Sé que me echaré a los puristas al cuello con esta crítica, pero creo que ya va siendo hora de desacralizar muchas "obras maestras" de pacotilla, sobrevaloradas debido a que están firmadas por un nombre de primera fila.
Amarcord se compone sencillamente de una sucesión de escenas, unas más afortunadas que otras (la del jeque oriental y sus bailarinas, por ejemplo, roza lo lamentable), estructurada por una simplísima técnica acumulativa de episodios ensartados que no nos llevan a ningún lado, pues la progresión narrativa es nula, al no haber historia.
¿Que se pueda considerar reflejo de una época? Pues bueno... ¿Que es una historia de nostalgia por el paraíso perdido de la infancia? No lo veo así; de hecho, no tiene ni punto de comparación, por ejemplo, con Cinema Paradiso. ¿Que algunas de sus escenas forman parte ya de la iconografía cultural cinematográfica del siglo XX? Lo acepto, pero eso no quiere decir que no sea una obra muy desigual en su desarrollo.
Por otra parte el humor, lejos de ser inteligente, mordaz o irónico; se podría calificar de escatológico, genital, testosterónico e incluso barriobajero, recurriendo tan pronto a la gamberrada fácil como a la pedorreta.
En fin, que no sigo... Simplemente quiero decir que en el plazo de estos tres días he visto Amarcord y También la lluvia, de Icíar Bollaín, y me ha dado la sensación de que esta última le daba cien mil vueltas a la tal pretendida obra maestra, además en todo, en estructura, en diálogos, en elegancia, en originalidad, en argumento y, sobre todo, en mensaje.
Infiltrados, Amelie, Bailar en la oscuridad, Solas, Fargo, Mar adentro, Nueve reinas, Memento, American Beauty, Réquiem por un sueño, Las tortugas también vuelan, Amores perros, Lilja 4-ever, Funny Games, Osama, Tesis, La pianista y muchas otras, son películas peor valoradas en esta página que ésta de la cual hablamos. ¿No duele? .....
Eso sí, hay que reconocer la excelencia de la banda sonora compuesta por Nino Rota.
Al César lo que es del César.
Sé que me echaré a los puristas al cuello con esta crítica, pero creo que ya va siendo hora de desacralizar muchas "obras maestras" de pacotilla, sobrevaloradas debido a que están firmadas por un nombre de primera fila.
Amarcord se compone sencillamente de una sucesión de escenas, unas más afortunadas que otras (la del jeque oriental y sus bailarinas, por ejemplo, roza lo lamentable), estructurada por una simplísima técnica acumulativa de episodios ensartados que no nos llevan a ningún lado, pues la progresión narrativa es nula, al no haber historia.
¿Que se pueda considerar reflejo de una época? Pues bueno... ¿Que es una historia de nostalgia por el paraíso perdido de la infancia? No lo veo así; de hecho, no tiene ni punto de comparación, por ejemplo, con Cinema Paradiso. ¿Que algunas de sus escenas forman parte ya de la iconografía cultural cinematográfica del siglo XX? Lo acepto, pero eso no quiere decir que no sea una obra muy desigual en su desarrollo.
Por otra parte el humor, lejos de ser inteligente, mordaz o irónico; se podría calificar de escatológico, genital, testosterónico e incluso barriobajero, recurriendo tan pronto a la gamberrada fácil como a la pedorreta.
En fin, que no sigo... Simplemente quiero decir que en el plazo de estos tres días he visto Amarcord y También la lluvia, de Icíar Bollaín, y me ha dado la sensación de que esta última le daba cien mil vueltas a la tal pretendida obra maestra, además en todo, en estructura, en diálogos, en elegancia, en originalidad, en argumento y, sobre todo, en mensaje.
Infiltrados, Amelie, Bailar en la oscuridad, Solas, Fargo, Mar adentro, Nueve reinas, Memento, American Beauty, Réquiem por un sueño, Las tortugas también vuelan, Amores perros, Lilja 4-ever, Funny Games, Osama, Tesis, La pianista y muchas otras, son películas peor valoradas en esta página que ésta de la cual hablamos. ¿No duele? .....
Eso sí, hay que reconocer la excelencia de la banda sonora compuesta por Nino Rota.
Al César lo que es del César.
2 de noviembre de 2005
2 de noviembre de 2005
27 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rimini, el pueblo natal de Fellini es retratado por el director usando para ello reflejos de lo que pasó. Basándose en sus propios recuerdos, rumores, habladurías de su niñez... Fellini reconstruye las sensaciones que le quedaron de todo ello, la muesca que el hecho real dejó en su memoria más que el hecho real en sí mismo y además potencia esas imágenes buscando la fabulación para lograr un mayor impacto visual y emotivo. Por ello recurre a la humorada, al surrealismo, la poesía y al esperpento; para plasmar lo que fue su infancia y dibujar a los pintorescos habitantes del pueblo. Y en mi opinión consigue un resultado de tremenda pasión y sinceridad.
Todos los recuerdos (llamémoslo así aunque muchas cosas sean historias que le contaron de niño y no estrictamente vivencias) que se muestran han pasado previamente por el filtro de la imaginación y la nostalgia del autor. Esto hace que sea una película muy personal (va más allá de mostrarnos su infancia de manera realista) y que deje un poso tan melancólico. Carece de hilo argumental lineal pero creo que es la cumbre de la 2ª etapa (podríamos llamarla así en un absurdo afán por etiquetar) del cine felliniano. Por ello se dice muchas veces que el tono costumbrista no acaba de cuajar. Creo que es obvio que no es su objetivo, el costumbrismo es sólo una parte de esta obra, tiene más matices. No se trata de una trama realista y lineal con momentos en ocasiones de belleza y lirismo (seguro que si esta película fuera así no habría controversia), es justo al revés. La reconstrucción poética y surrealista es el hilo conductor y, a ratos, aparecen secuencias más pegadas a la tierra.
Fellini es un cineasta puramente emocional con el que se conecta o no (y en su 2ª etapa ni siquiera tiene muchas veces una narración típica a la que agarrarse si piensas que sus evocaciones carecen de calado). En la película, por tanto, no se trata de retratar, moralizar, aleccionar... se trata de reflejar lo que quedaba de lo que vivió y, evidentemente, lo que le quedaba en la cabeza cuarenta y pico años más tarde no era exactamente lo mismo que vivió de niño. Los recuerdos cambian la realidad y desde luego Fellini la exagera y caricaturiza también. Pero precisamente por ello consigue hacernos partícipes de lo que está contando.
La música de N. Rota es incuestionable y la famosísima melodía condensa perfectamente la esencia de la película.
Por último, ¿vulgaridad de un pueblo? Creo que Fellini hace de todo menos eso (además que Los inútiles sí puede compararse con Calle Mayor, pero Amarcord va por otro camino). Los habitantes podrán tener todos los defectos que se quiera pero están retratados con un profundo cariño, sin ánimo de denuncia. (9,3)
Tengo la sensación de que el título que le he puesto a la crítica tiene que habérsele ocurrido a alguien antes ya que está a huevo. Si es así pido perdón, no es plagio, sólo pura coincidencia.
Todos los recuerdos (llamémoslo así aunque muchas cosas sean historias que le contaron de niño y no estrictamente vivencias) que se muestran han pasado previamente por el filtro de la imaginación y la nostalgia del autor. Esto hace que sea una película muy personal (va más allá de mostrarnos su infancia de manera realista) y que deje un poso tan melancólico. Carece de hilo argumental lineal pero creo que es la cumbre de la 2ª etapa (podríamos llamarla así en un absurdo afán por etiquetar) del cine felliniano. Por ello se dice muchas veces que el tono costumbrista no acaba de cuajar. Creo que es obvio que no es su objetivo, el costumbrismo es sólo una parte de esta obra, tiene más matices. No se trata de una trama realista y lineal con momentos en ocasiones de belleza y lirismo (seguro que si esta película fuera así no habría controversia), es justo al revés. La reconstrucción poética y surrealista es el hilo conductor y, a ratos, aparecen secuencias más pegadas a la tierra.
Fellini es un cineasta puramente emocional con el que se conecta o no (y en su 2ª etapa ni siquiera tiene muchas veces una narración típica a la que agarrarse si piensas que sus evocaciones carecen de calado). En la película, por tanto, no se trata de retratar, moralizar, aleccionar... se trata de reflejar lo que quedaba de lo que vivió y, evidentemente, lo que le quedaba en la cabeza cuarenta y pico años más tarde no era exactamente lo mismo que vivió de niño. Los recuerdos cambian la realidad y desde luego Fellini la exagera y caricaturiza también. Pero precisamente por ello consigue hacernos partícipes de lo que está contando.
La música de N. Rota es incuestionable y la famosísima melodía condensa perfectamente la esencia de la película.
Por último, ¿vulgaridad de un pueblo? Creo que Fellini hace de todo menos eso (además que Los inútiles sí puede compararse con Calle Mayor, pero Amarcord va por otro camino). Los habitantes podrán tener todos los defectos que se quiera pero están retratados con un profundo cariño, sin ánimo de denuncia. (9,3)
Tengo la sensación de que el título que le he puesto a la crítica tiene que habérsele ocurrido a alguien antes ya que está a huevo. Si es así pido perdón, no es plagio, sólo pura coincidencia.
20 de enero de 2012
20 de enero de 2012
30 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
No le veo por ningún lado el encanto. Y eso que me encanta la idea retrospectiva de remontarse a los años 30. Pero ni hace gracia, ni explota la situación social que se vivía por aquellos años en la bella Italia.
Toda la película gira en torno a cosas familiares, y de la gente del pueblo; pero sin ningún sentido, como si fueran recuerdos que van llegando y se van contando, sin seguir ningún hilo argumental. Es por esto que no me gusta.
Me sorprende enormemente la gran aceptación que tiene, considerada como obra maestra de Fellini. Son las cosas del cine. Lo del oscar no me sorprende, ya que gustándole a algún lumbreras, con eso basta.
Toda la película gira en torno a cosas familiares, y de la gente del pueblo; pero sin ningún sentido, como si fueran recuerdos que van llegando y se van contando, sin seguir ningún hilo argumental. Es por esto que no me gusta.
Me sorprende enormemente la gran aceptación que tiene, considerada como obra maestra de Fellini. Son las cosas del cine. Lo del oscar no me sorprende, ya que gustándole a algún lumbreras, con eso basta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Hay cosas muy absurdas, como lo de las tetas de la estanquera, que se vayan en botes a saludar a un buque, supuestamente del rey, que el hermano se suba a un árbol, que meen al cura, que vaya a un cine a tocarle la pierna a una señorita, etc...
23 de abril de 2012
23 de abril de 2012
17 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
De esta forma definiría yo esta película del (para muchos, profeta) Sr. Fellini, en la que la consecuencia lógica de la trama pierde todo el sentido, si es que en algún momento ha habido alguno.
Para alguien como yo, novato en en cine de Fellini no existe forma alguna de ver este film sin pensar que te has quedado dormido y que te has perdido algo, porque definitivamente, lo que estas viendo no encaja. El director no pierde el tiempo en introducir al espectador en absolutamente nada, se lanza a contar las historias que surgen de su cabeza, recuerdos inconexos, y Fellini se dedica a adornarlos de forma que resulten atractivos sin, al menos, intentar colocar a los que vemos los recuerdos de esa mente senil y difusa, en un contexto apropiado de manera que nos resulte mas fácil ir digiriendo todos esos hechos, y nombres, sin perder la noción de nuestra propia conciencia.
En resumen, un serie de sketches mal construidos pero con personajes curiosos y escenas divertidas, que harán las delicias de todo gafapasta que se precie.
Para alguien como yo, novato en en cine de Fellini no existe forma alguna de ver este film sin pensar que te has quedado dormido y que te has perdido algo, porque definitivamente, lo que estas viendo no encaja. El director no pierde el tiempo en introducir al espectador en absolutamente nada, se lanza a contar las historias que surgen de su cabeza, recuerdos inconexos, y Fellini se dedica a adornarlos de forma que resulten atractivos sin, al menos, intentar colocar a los que vemos los recuerdos de esa mente senil y difusa, en un contexto apropiado de manera que nos resulte mas fácil ir digiriendo todos esos hechos, y nombres, sin perder la noción de nuestra propia conciencia.
En resumen, un serie de sketches mal construidos pero con personajes curiosos y escenas divertidas, que harán las delicias de todo gafapasta que se precie.
21 de febrero de 2008
21 de febrero de 2008
20 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
El día en que los vilanos invaden el aire y revolotean por todas partes, marca el comienzo de la primavera en un pueblecito costero de Italia, y se completa un ciclo que nos hace espectadores y partícipes de la vida corriente de sus habitantes.
Fellini se zambulle en sus recuerdos infantiles y nos regala un particular y personal tapiz tejido con el pulso de un típico pueblo entre tantos, en tiempos del auge fascista. Rasgos culturales, tradiciones, costumbres, familias, personajes pintorescos de los que puede haber en cualquier parte y a la vez únicos en sus peculiaridades, trasfondo político y, sobre todo, aroma a añoranza de los tiempos pasados, a la juventud traviesa, indómita y descarada. Contemplar ese lugar es saborear lo irrepetible y lo cíclico. Personas, escenarios concretos y circunstancias que nos llevan de la mano por el excitante y difícil sendero de nuestro crecimiento y que se graban como una filigrana en los reductos de la memoria, determinando en gran medida lo que llegamos a ser.
De este modo, Fellini recuerda su niñez, normal y corriente y exuberante a la vez. Rememora sus travesuras de muchacho, su despertar a las inquietudes juveniles, las trifulcas diarias de la familia, las regañinas de unos padres llevados hasta más allá del límite de su paciencia; aquella casa en la que convivían varias generaciones (el abuelo y algún tío además de los padres y el hermano menor). Aquel deambular con la pandilla de amiguetes para hacer de las suyas y poner el pueblo patas arriba. La propaganda fascista, las marchas militares y la exhibición de las habilidades de los jóvenes del pueblo para demostrar su apego al régimen y al "Duce". La presión, el escarnio y las amenazas a los que se somete a quienes no aceptan el fascismo. Y esos pequeños acontecimientos que van dejando sus huellas en el calendario: fiestas, la primera gran nevada que se recuerda en toda la historia del pueblo, la boda de alguna mujer por la que suspiraban todos los chicos...
En clave de humor, con llaneza, realismo y lirismo, con cierta dosis delirante y casi onírica en ocasiones, pero sobre todo antológica, y mucha sensibilidad, Fellini condensa en este trozo de vida el latido de una comunidad. El pueblo, personaje principal y protagonista, nos cuenta su historia tejida con los corazones de sus gentes, y no se priva de mostrar tanto el lado más bello y poético como el lado más irreverente. En suma, todo lo que hace única y universal a cualquier población.
Un año transcurre, y así continuarán los años, uno tras otro. Cambiarán las personas, las circunstancias, las ideologías, los escenarios, pero en el fondo todo permanecerá fiel a su esencia, y quienes vivieron sus años dorados en aquella época concreta, nunca podrán olvidar.
Fellini se zambulle en sus recuerdos infantiles y nos regala un particular y personal tapiz tejido con el pulso de un típico pueblo entre tantos, en tiempos del auge fascista. Rasgos culturales, tradiciones, costumbres, familias, personajes pintorescos de los que puede haber en cualquier parte y a la vez únicos en sus peculiaridades, trasfondo político y, sobre todo, aroma a añoranza de los tiempos pasados, a la juventud traviesa, indómita y descarada. Contemplar ese lugar es saborear lo irrepetible y lo cíclico. Personas, escenarios concretos y circunstancias que nos llevan de la mano por el excitante y difícil sendero de nuestro crecimiento y que se graban como una filigrana en los reductos de la memoria, determinando en gran medida lo que llegamos a ser.
De este modo, Fellini recuerda su niñez, normal y corriente y exuberante a la vez. Rememora sus travesuras de muchacho, su despertar a las inquietudes juveniles, las trifulcas diarias de la familia, las regañinas de unos padres llevados hasta más allá del límite de su paciencia; aquella casa en la que convivían varias generaciones (el abuelo y algún tío además de los padres y el hermano menor). Aquel deambular con la pandilla de amiguetes para hacer de las suyas y poner el pueblo patas arriba. La propaganda fascista, las marchas militares y la exhibición de las habilidades de los jóvenes del pueblo para demostrar su apego al régimen y al "Duce". La presión, el escarnio y las amenazas a los que se somete a quienes no aceptan el fascismo. Y esos pequeños acontecimientos que van dejando sus huellas en el calendario: fiestas, la primera gran nevada que se recuerda en toda la historia del pueblo, la boda de alguna mujer por la que suspiraban todos los chicos...
En clave de humor, con llaneza, realismo y lirismo, con cierta dosis delirante y casi onírica en ocasiones, pero sobre todo antológica, y mucha sensibilidad, Fellini condensa en este trozo de vida el latido de una comunidad. El pueblo, personaje principal y protagonista, nos cuenta su historia tejida con los corazones de sus gentes, y no se priva de mostrar tanto el lado más bello y poético como el lado más irreverente. En suma, todo lo que hace única y universal a cualquier población.
Un año transcurre, y así continuarán los años, uno tras otro. Cambiarán las personas, las circunstancias, las ideologías, los escenarios, pero en el fondo todo permanecerá fiel a su esencia, y quienes vivieron sus años dorados en aquella época concreta, nunca podrán olvidar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La música de Nino Rota ambienta con viveza y aire de nostalgia, convirtiéndose en un elemento fundamental, la fotografía nos introduce de lleno en los ambientes y el guión, sin ocultar giros sorprendentes, sin embargo tiene ese toque imaginativo y exuberante propio de Fellini, y despierta con frecuencia la sonrisa a menudo pícara, la ternura, la indulgencia y cierta melancolía difusa.
Seguro que a cada uno de nosotros esta película nos trae algún recuerdo de la niñez...
Seguro que a cada uno de nosotros esta película nos trae algún recuerdo de la niñez...
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