Amarcord
7.9
20,332
12 de noviembre de 2006
12 de noviembre de 2006
24 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fellini era un tipo singular. Como singular es 'Amarcord': un derroche de imaginación, de imágenes que evocan un mundo paralelo, ese mundo que habitaba en la espléndida cabeza del realizador italiano. Disparatada, loca, sugerente. Esta producción italiana se desplaza con soltura de la ironía al surrealismo. Por eso, para los que nos hemos educado en el humor con Woody Allen, esta película puede encontrarse en un lugar intermedio entre los Monty Python y el prolífico director neoyorquino. De cualquier forma, se echa en falta una línea argumental precisa que hilvane este misterioso rompecabezas en el que cada pieza es un pequeño tesoro. Un hilo conductor que dé sentido a la hermosa y colorista concatenación de secuencias.
El título del filme quiere decir literalmente "yo me recuerdo" (es decir "me acuerdo de", "recuerdo") en el dialecto de la Romagna, la región italiana de Rimini, ciudad donde nació Federico Fellini. Autobiográfica y onírica, 'Amarcord' toca temas que monopolizaban la adolescencia del joven Fellini: la iniciación al sexo, la literatura, la música, el (anti)fascismo... La cinta reúne a un puñado de personajes típicamente 'fellinianos': la presumida Gradisca, la ninfómana Volpina, los profesores, los políticos, curas, monjas, todos ellos caricaturizados hasta el esperpento de una forma verosímil y simpática.
Entre las escenas memorables destacan la "nevada" en la ciudad costera y el fantasmagórico aterrizaje del pavo real; la aparición nocturna del transatlántico "Rex" o la secuencia en la que el abuelo, perdido en la niebla, cree haber muerto.
El título del filme quiere decir literalmente "yo me recuerdo" (es decir "me acuerdo de", "recuerdo") en el dialecto de la Romagna, la región italiana de Rimini, ciudad donde nació Federico Fellini. Autobiográfica y onírica, 'Amarcord' toca temas que monopolizaban la adolescencia del joven Fellini: la iniciación al sexo, la literatura, la música, el (anti)fascismo... La cinta reúne a un puñado de personajes típicamente 'fellinianos': la presumida Gradisca, la ninfómana Volpina, los profesores, los políticos, curas, monjas, todos ellos caricaturizados hasta el esperpento de una forma verosímil y simpática.
Entre las escenas memorables destacan la "nevada" en la ciudad costera y el fantasmagórico aterrizaje del pavo real; la aparición nocturna del transatlántico "Rex" o la secuencia en la que el abuelo, perdido en la niebla, cree haber muerto.
3 de diciembre de 2010
3 de diciembre de 2010
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película interesante sobre una serie de recuerdos infantiles aderezados con cierta fantasía y costumbrismo italiano. Se pasan la mayor parte del tiempo gritando (cosa que me repele bastante) las parodias fascistas son como una isla en medio del océano, el erotismo, si, está presente pero sólo eso, presente. Parece como si estuvieran durante todo el rato en un clima de crispación, al borde del ataque de nervios.
En mi opinión, lo más destacable de la película es Gradisca, los dos homenajes musicales que hacen a "Stormy Weather" del Sr Ellington, y "Siboney", y los escasos momentos en que se aprecia el atardecer.
Tenía ciertas expectativas que se han visto defraudadas. No me convence que los actores tengan que forzar la voz constantemente para parecer cercanos a su interpretación. Es complicado arrastrar tantos personajes de una trama lineal que no tiene grandes puntos de interés a lo largo de su recorrido.
Se me ocurren varias preguntas que se quedan sin respuesta. Una de ella es:
¿De donde sale todo ese humo en el desfile fascista?
En mi opinión, lo más destacable de la película es Gradisca, los dos homenajes musicales que hacen a "Stormy Weather" del Sr Ellington, y "Siboney", y los escasos momentos en que se aprecia el atardecer.
Tenía ciertas expectativas que se han visto defraudadas. No me convence que los actores tengan que forzar la voz constantemente para parecer cercanos a su interpretación. Es complicado arrastrar tantos personajes de una trama lineal que no tiene grandes puntos de interés a lo largo de su recorrido.
Se me ocurren varias preguntas que se quedan sin respuesta. Una de ella es:
¿De donde sale todo ese humo en el desfile fascista?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Tampoco entiendo como el hermano que está en el psiquiátrico consigue subirse a un árbol sin caerse, se pega gritando varias horas que quiere una mujer, y se dedica a tirar piedras, acertando cada una de ellas, sobre los que intentan persuadirle de su actitud.
22 de junio de 2022
22 de junio de 2022
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Amarcord es una de 'mis' películas, una de esas pocas obras maestras que, por alguna extraña razón, sientes que forma parte de ti, y que siempre que la ves vuelves a disfrutarla como si fuera la primera vez. Una sensación que solamente me ha ocurrido con un puñado muy selecto: el primer Padrino, Pulp Fiction, La Gran Belleza o Patrimonio Nacional.
Además supuso la puerta de entrada al maravilloso, arriesgado y un tanto peculiar universo felliniano, sobresaliente, por ejemplo, en todas esas escenas corales que tanto abundan en Amarcord, o en la acertada caracterización que realiza de sus personajes.
La música de Nino Rota espectacular.
Además supuso la puerta de entrada al maravilloso, arriesgado y un tanto peculiar universo felliniano, sobresaliente, por ejemplo, en todas esas escenas corales que tanto abundan en Amarcord, o en la acertada caracterización que realiza de sus personajes.
La música de Nino Rota espectacular.
16 de abril de 2014
16 de abril de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo es luz. Toda luz es Amarcord es alegría. Es maravilla, es viaje, todo lo que soñó Fellini está aquí en Amarcord. Sus recuerdos, Es tan maravillosa que da ganas de vivir en ella. Esa Magalie Noel tan inocente, tan hermosa. Todo resulta sencillo. Pero como siempre hace Fellini nos invita a un viaje ahora al viaje de la vida.
24 de febrero de 2015
24 de febrero de 2015
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Incontables vilanos sobrevolando las calles, la plaza, los campos, el cementerio donde reposan todos los muertos, anuncian que, un año más, llega la primavera a la Romaña. Federico Fellini resume sus recuerdos de infancia en el tiempo cinematográfico de un año, recorriendo cuatro estaciones. Ciclo vital imparable que preside la existencia de una comunidad todavía pequeña, diferente al Rimini encontrado años después por el director, que acabó sintiéndose extraño en su ciudad natal.
Mientra la Gradisca, eterna aspirante al matrimonio y ya belleza madura, siente revivir sus impulsos sentimentales, los paisanos celebran el final de los fríos con una gigantesca hoguera tradicional. El amor por una cultura popular, que es proverbial en otros directores italianos (los Taviani, Olmi, a veces Bertolucci), es novedad en Fellini: neorrealista en sus comienzos, trabajando después lo psicoanalítico y lo circense. En "Amarcord" encuentra, por primera vez, el contacto firme con lo más tangible de sus raíces, aproximándose a lo que dijera una vez Orson Welles sobre John Ford: "sabe de qué materia está formada la tierra". Por eso "Amarcord" no sólo es una de las más grandes películas de Fellini; también uno de los más felices exponentes de la vitalidad que mantuvo el cine italiano hasta finales de los setenta.
Rehuyendo tonos crispados, "Amarcord" no se muestra acrítica con la época fascista: escoge, como "To Be or Not To Be", un eficacísimo humor disolvente para ridiculizar la pompa mussoliniana, el militarismo, la retórica vacía de sueños imperiales, el misticismo barato de revoluciones falaces que nunca pueden tener implantación sociológica duradera en una civilización que lleva música de Verdi en las venas. La dictadura sólo es un fondo sainetesco en la memoria del director. No capitaliza, en primer plano, el mundo evocado, aunque su influencia sea notoria en múltiples aspectos de la vida oficial.
(sigo en Spoiler, sin revela argumento, por cuestión de espacio)
Mientra la Gradisca, eterna aspirante al matrimonio y ya belleza madura, siente revivir sus impulsos sentimentales, los paisanos celebran el final de los fríos con una gigantesca hoguera tradicional. El amor por una cultura popular, que es proverbial en otros directores italianos (los Taviani, Olmi, a veces Bertolucci), es novedad en Fellini: neorrealista en sus comienzos, trabajando después lo psicoanalítico y lo circense. En "Amarcord" encuentra, por primera vez, el contacto firme con lo más tangible de sus raíces, aproximándose a lo que dijera una vez Orson Welles sobre John Ford: "sabe de qué materia está formada la tierra". Por eso "Amarcord" no sólo es una de las más grandes películas de Fellini; también uno de los más felices exponentes de la vitalidad que mantuvo el cine italiano hasta finales de los setenta.
Rehuyendo tonos crispados, "Amarcord" no se muestra acrítica con la época fascista: escoge, como "To Be or Not To Be", un eficacísimo humor disolvente para ridiculizar la pompa mussoliniana, el militarismo, la retórica vacía de sueños imperiales, el misticismo barato de revoluciones falaces que nunca pueden tener implantación sociológica duradera en una civilización que lleva música de Verdi en las venas. La dictadura sólo es un fondo sainetesco en la memoria del director. No capitaliza, en primer plano, el mundo evocado, aunque su influencia sea notoria en múltiples aspectos de la vida oficial.
(sigo en Spoiler, sin revela argumento, por cuestión de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Fellini no intenta ajustar cuentas con nadie en su remembranza. La serie de antológicos gags escolares, y muchas secuencias posteriores, revelan claramente el afán expositivo y cálido de "Amarcord". Muy lejos de la introspección de "Ocho y medio" o "Giulietta de los espíritus". No se trata, en esta ocasión, de inocular tesis alguna, ponerse al servicio de ideas piadosas, organizar una orgía de símbolos ni airear fantasmas torturadores.
Hay en Amarcord un equilibro admirable entre realidad y fantasía. Lo inventado, lo vivido y lo asimilado en narraciones, rumores, chismes provincianos, es manipulado en forma honesta. Formalmente necesaria para conferir una estructura coreográfica similar, en cierto modo, a la de films asamblearios de Berlanga ("Calabuch"), Ford ("El hombre tranquilo"), Renoir ("Elena y los homres") o Mackendrick ("Whisky Galore"). Así podemos asistir a una visión de las 1001 noches a cargo del heladero, a sueños ostentosos de adolescente, a insólitas hazañas principescas de la Gradisca y a ese prodigioso ballet de la demostración fascista, digno de los mejores Donen y Minnelli. El hechizo llega a su culminación en la impostada expedición marítima, sabiamente resuelta por Fellini y Giuseppe Rottunno, su maestro de luz.
Hay en Amarcord un equilibro admirable entre realidad y fantasía. Lo inventado, lo vivido y lo asimilado en narraciones, rumores, chismes provincianos, es manipulado en forma honesta. Formalmente necesaria para conferir una estructura coreográfica similar, en cierto modo, a la de films asamblearios de Berlanga ("Calabuch"), Ford ("El hombre tranquilo"), Renoir ("Elena y los homres") o Mackendrick ("Whisky Galore"). Así podemos asistir a una visión de las 1001 noches a cargo del heladero, a sueños ostentosos de adolescente, a insólitas hazañas principescas de la Gradisca y a ese prodigioso ballet de la demostración fascista, digno de los mejores Donen y Minnelli. El hechizo llega a su culminación en la impostada expedición marítima, sabiamente resuelta por Fellini y Giuseppe Rottunno, su maestro de luz.
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