Un gato sobre el tejado caliente
8.0
22,933
Drama
La inminente muerte del anciano patriarca de una acomodada familia sureña crea una gran tensión ambiental. Uno de sus hijos, Brick, indeciso y apático, se refugia en el alcohol y se muestra completamente indiferente ante la situación, pero Maggie, su mujer, no está dispuesta a contemplar impasible su destrucción. El otro hijo, Gooper, al igual que su esposa, es ambicioso y oportunista. (FILMAFFINITY)
30 de marzo de 2006
30 de marzo de 2006
144 de 163 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al hablar de esta película me sucede lo mismo que ´cuando la película "¿Quién teme a Virginia Woolf?", porque se trata de una película tan profunda que sobrepasa. Estamos sin duda ante la mejor obra de Tennesse Williams, toda una reflexión sobre la pasión, la familia, el amor, la envidia, la codicia... Es toda una reflexión sobre la vida y sobre el ser humano. Lo mejor de la película, a parte del maravilloso guión, son sin duda las interpretaciones, no hay ni un solo actor que sobre y ni uno que haga una mala actuación en esta película. todos estan brillantes; Elizabeth Taylor, Paul Newman(en uno de los mekores papeles de su filmografía), Burl Ives(soberbio), Judith Anderson... Todos bordan su papel, todos dotan a sus personajes de un realismo y una vida que asombra. Los diálogos son también de una viveza que atrapan al espectador de principio a fin y que hacen que las horas vuelen. La primera hora de la película es del todo portentosa, toda una ironia. En definitiva es una obra maestra, es toda una lección de lo que es hacer cine y de lo que es saber dirigir una película. Es una película que después de vista no se olvida tan fácil y que llega a conmover al espectador y no lo deja indiferente.
3 de junio de 2008
3 de junio de 2008
77 de 87 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra teatral, ganadora del premio pulitzer 1955, de Teneessee Williams adaptada por Richard Brooks. Juega, a través de una historia familiar asociado a las tensiones de las relaciones de pareja, con temas tan delicados como la fidelidad, la lealtad, la ambición, la paternidad y el cinismo. Perfectamente retratado gracias a unos soberbios actores, una dirección espléndida y un guión perfectamente desarrollado e hilado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Brooks y Williams comienzan la obra haciéndote dudar de la culpabilidad del matrimonio entre Margarate (Liz Taylor) y Brick (Paul Newman) tendiéndote más hacia el lado de él, pero a medida que avanza la historia te das cuenta que ella sólo intenta vivir, día a día, luchando por lo que más quiere, él. Brick es un persona que al igual que su padre tiene aversión a la falsedad, que es diferente que la educación (simbolizado en Madeleine, que aparenta ser educada y no ser hipócrita pero lo único que engendra son hijos malcriados). Desgraciado por la muerte de su mejor amigo (que tienen una relación homosexual expresada de manera implícita) huye del mundo realista, ahogándose en alcohol, para vivir en un mundo de mentira. Su padre (Burl Ives), parecidos en forma de ser, sabiendo lo que ocurrió entre su amigo y Margarete le muestra su forma de vivir, su farsa (conversación perfectamente reflejada en el salón y en el garage sobre la heroicidad y la valentía).
A partir de este punto , sabiendo Big daddy su muerte cercana, la película comienza tomando otro rumbo sobre la frustación de la felicidad de este, que intenta encontrarlo en el sótano, rodeándose de todos sus frutos económicos recogidos en su vida, mientras que los demás discuten avariciosa y codiciosamente por el dinero. A su vez por medio de Brick, que es el único de la familia que no le importa la herencia que le quede acargo, le muestra a su padre que el apego paternalista no se compra sino que se ofrece por medio de la afectividad. También le hace ver, por medio de la historia de su padre, que no importa el imperio sino las personas que lo comoponen.Esto hace que la película se cierre con la rendición del padre junto con la familia y los criados y el reencuentro amoroso (expresada simbólicamente echando su almohada sobre la cama) de Brick y, con la que siempre le ha ofrecido y por el que siempre ha luchado, la gata sobre el tejado caliente de zinc.
A partir de este punto , sabiendo Big daddy su muerte cercana, la película comienza tomando otro rumbo sobre la frustación de la felicidad de este, que intenta encontrarlo en el sótano, rodeándose de todos sus frutos económicos recogidos en su vida, mientras que los demás discuten avariciosa y codiciosamente por el dinero. A su vez por medio de Brick, que es el único de la familia que no le importa la herencia que le quede acargo, le muestra a su padre que el apego paternalista no se compra sino que se ofrece por medio de la afectividad. También le hace ver, por medio de la historia de su padre, que no importa el imperio sino las personas que lo comoponen.Esto hace que la película se cierre con la rendición del padre junto con la familia y los criados y el reencuentro amoroso (expresada simbólicamente echando su almohada sobre la cama) de Brick y, con la que siempre le ha ofrecido y por el que siempre ha luchado, la gata sobre el tejado caliente de zinc.
11 de agosto de 2008
11 de agosto de 2008
62 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde el primer minuto de metraje de la película todos y cada uno de los personajes que la componen logran transmitir la impresión indicada para la que fueron creados. Esto se consigue gracias a un elenco de actores inmejorables. Desde Paul Newman hasta el magnífico Patriarca interpretado por Burl Ives todos hacen un excelente trabajo, pasando por la cuñadísima, Madeleine Sherwood; y es que... ¿quién no odia a esa mujer desde el primer momento que abre la boca?
Una obra llena de metáforas. Los dos personajes con los conflictos internos más marcados (Brick y el Abuelo) son precisamente los que poseen algún tipo de tara física, y de esa manera se cosifica su dolor a los ojos del espectador despertando en él la lástima y la compasión por los dos gruñones tullidos.
Una obra llena de metáforas. Los dos personajes con los conflictos internos más marcados (Brick y el Abuelo) son precisamente los que poseen algún tipo de tara física, y de esa manera se cosifica su dolor a los ojos del espectador despertando en él la lástima y la compasión por los dos gruñones tullidos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Otro aspecto relevante es el doble viaje que hacen los personajes por la mansión que representa a su vez la relación familiar. El piso superior, las emociones superficiales y las conversaciones hipócritas. La planta baja, los reproches y la avaricia. Por último, el sótano, donde podemos contemplar la única relación de verdad que existe en esa familia y donde afloran los sentimientos más profundos de el padre y el hijo favorito.
Por otra parte la relación entre Brick y Maggie la Gata nos absorbe desde el principio. ¿Quién es Skiper? ¿Una habitación de hotel? Umm... interesante... Nos mantiene con los ojos pegados a la pantalla atendiendo a todos y cada uno de los diálogos para resolver el misterio, un misterio que en realidad está en un segundo plano ya que lo que importa no es por qué Brick es un borracho sino de qué manera va a conseguir salir del bache.
Una obra maestra en la que todo encaja a la perfección, quizá el único pero es el doblaje, en el que se pierden algunas frases realmente relevantes dentro de la historia.
Por otra parte la relación entre Brick y Maggie la Gata nos absorbe desde el principio. ¿Quién es Skiper? ¿Una habitación de hotel? Umm... interesante... Nos mantiene con los ojos pegados a la pantalla atendiendo a todos y cada uno de los diálogos para resolver el misterio, un misterio que en realidad está en un segundo plano ya que lo que importa no es por qué Brick es un borracho sino de qué manera va a conseguir salir del bache.
Una obra maestra en la que todo encaja a la perfección, quizá el único pero es el doblaje, en el que se pierden algunas frases realmente relevantes dentro de la historia.
19 de octubre de 2010
19 de octubre de 2010
53 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adaptación realizada por Richard Brooks de la obra “Cat on a Hot Tin Roof”, de Tennessee Williams, ganadora del Pulitzer de teatro de 1955. Se rueda en MGM Studios (Culver City, CA), con un presupuesto de unos 3 millones USD. Producido por Lawrence Weingarten para MGM, el film se estrena el 20-IX-1958 (EEUU). La acción dramática tiene lugar en la mansión de una gran finca rural de Mississippi, a lo largo de una única jornada.
La obra reúne a una actriz consagrada, acreditada y de moda en aquellos momentos, un actor novel que todavía no había conseguido imponerse (sus últimas interpretaciones no habían convencido a todos) y un actor veterano que había interpretado el mismo papel, el del abuelo, en las tablas. La elección de los tres protagonistas principales es acertada y eficaz, como demuestra la fuerza e intensidad de los trabajos que entregan. Elizabeth Taylor crea un personaje que trasmite una potente sensualidad, especialmente en algunos pasajes culminantes. Paul Newman dota a su personaje de fragilidad, indecisión y frustración, de acuerdo con las necesidades de la historia. Burl Ives compone un papel fuerte y brillante que hace que el actor se coma la pantalla en casi todas sus intervenciones. Newman gana su primera nominación al Oscar y Taylor su segunda nominación.
El film recrea con pulcritud y precisión el clima mórbido e insalubre del Sur de EEUU, reconstruido con maestría por Tennessee Williams en sus obras de teatro. Analiza temas diversos y complejos, como la familia, el amor y el afecto, y contravalores como la codicia, la envidia, la hipocresía, el culto a las apariencias y el engaño. Reflexiona, además, sobre las relaciones de padres e hijos y de marido y mujer en la pareja. Añade un apunte sobre el deseo, la pasión y el paso del tiempo. De modo implícito, pero claro, aborda el tema de la homosexualidad masculina.
La acción, ajustada a una puesta en escena brillante y rica en recursos, se desarrolla en tres ubicaciones de interior: el salón de la planta baja, un dormitorio del primer piso y el subterráneo dedicado a almacén. La lluvia y el viento que baten el jardín, junto a los truenos que se oyen, contribuyen a crear la atmósfera densa y agobiante que envuelve a los personajes. El film no oculta su condición de teatro adaptado al cine, pero la acompaña de un movimiento diligente de cámara, una fotografía espléndida de William H. Daniels (creador de la imagen de Greta Garbo) y unos diálogos bien construidos, no exentos de detalles de humor.
La banda sonora recoge composiciones de archivo de la MGM. El “Tema de amor”, de Charles Wolcott, es el leitmotiv de la película. Se sirve de varios temas de André Previn (“Lost in a Summer Night”) y otros y de un fragmento de la Sinfonía nº 5, de Beethoven.
Por la intensidad que desarrolla y por su interés como reflejo de una época y de un tipo de cine de moda en los 50 y 60, la película es atractiva y recomendable.
La obra reúne a una actriz consagrada, acreditada y de moda en aquellos momentos, un actor novel que todavía no había conseguido imponerse (sus últimas interpretaciones no habían convencido a todos) y un actor veterano que había interpretado el mismo papel, el del abuelo, en las tablas. La elección de los tres protagonistas principales es acertada y eficaz, como demuestra la fuerza e intensidad de los trabajos que entregan. Elizabeth Taylor crea un personaje que trasmite una potente sensualidad, especialmente en algunos pasajes culminantes. Paul Newman dota a su personaje de fragilidad, indecisión y frustración, de acuerdo con las necesidades de la historia. Burl Ives compone un papel fuerte y brillante que hace que el actor se coma la pantalla en casi todas sus intervenciones. Newman gana su primera nominación al Oscar y Taylor su segunda nominación.
El film recrea con pulcritud y precisión el clima mórbido e insalubre del Sur de EEUU, reconstruido con maestría por Tennessee Williams en sus obras de teatro. Analiza temas diversos y complejos, como la familia, el amor y el afecto, y contravalores como la codicia, la envidia, la hipocresía, el culto a las apariencias y el engaño. Reflexiona, además, sobre las relaciones de padres e hijos y de marido y mujer en la pareja. Añade un apunte sobre el deseo, la pasión y el paso del tiempo. De modo implícito, pero claro, aborda el tema de la homosexualidad masculina.
La acción, ajustada a una puesta en escena brillante y rica en recursos, se desarrolla en tres ubicaciones de interior: el salón de la planta baja, un dormitorio del primer piso y el subterráneo dedicado a almacén. La lluvia y el viento que baten el jardín, junto a los truenos que se oyen, contribuyen a crear la atmósfera densa y agobiante que envuelve a los personajes. El film no oculta su condición de teatro adaptado al cine, pero la acompaña de un movimiento diligente de cámara, una fotografía espléndida de William H. Daniels (creador de la imagen de Greta Garbo) y unos diálogos bien construidos, no exentos de detalles de humor.
La banda sonora recoge composiciones de archivo de la MGM. El “Tema de amor”, de Charles Wolcott, es el leitmotiv de la película. Se sirve de varios temas de André Previn (“Lost in a Summer Night”) y otros y de un fragmento de la Sinfonía nº 5, de Beethoven.
Por la intensidad que desarrolla y por su interés como reflejo de una época y de un tipo de cine de moda en los 50 y 60, la película es atractiva y recomendable.
26 de febrero de 2010
26 de febrero de 2010
50 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tennessee Williams era asfixia, calor sofocante. Era un dramaturgo tan opresivo como el vapor hirviente dentro de una olla express. Era el clima ardoroso en el Sur, donde lo que menos ahogaba era la canícula.
Uno de los más grandes dramaturgos de la historia, desmenuzó una agonía de tormentos psicológicos en unos argumentos y unos personajes torturados, aprisionados entre los barrotes del fracaso existencial.
Williams, alcohólico, adicto a los calmantes y a las drogas, posiblemente recreó en su protagonista, Brick, gran parte de las angustias que a él mismo lo consumían. Alguna vez he leído que lo más acertado es escribir acerca de lo que se conoce. Y estoy más que convencida de que Tennessee, de verdadero nombre Thomas Lanier, escribió acerca de cosas que conocía muy bien. Las decepciones afectivas en el plano familiar, la agresividad de su padre, la quebradiza salud mental de su querida hermana Rose... Hay muchas familias que no son felices y que viven un infierno casi constante, unidas tan sólo por los lazos de la farsa, o que han olvidado en algún peldaño el cariño, la confianza y la comunicación que pudieron poseer en un principio, y que no deberían haber extraviado. Aunque también suele suceder que desde el comienzo nunca hubo cariño verdadero. Y ahí está la fuente del fracaso.
Maggie, la frustrada esposa de Brick, se revuelve como una gata colérica, como si estuviera posada sobre un tejado recalentado que le quemara los pies. Nada parece sacudir de su apatía a su marido, decidido a dejarse morir lentamente en el abrazo evasivo del whisky.
En un tórrido día de verano, en la plantación algodonera familiar de Mississippi, se desatan las fieras con motivo del 65 cumpleaños del patriarca. Las mentiras se van cayendo, las máscaras se destapan para exhibir la verdad desnuda, sin ornamentos, sin adornos que amortigüen la seca certeza del desamor, de la rapiña, del desprecio. Las personas, incluso las que más se quieren unas a otras, tienen tendencia a alejarse, a destruirse, a atacarse, y a no comprenderse. Hay un punto en la difícil trayectoria en el que se escoge ignorar egoístamente a esos seres que más nos necesitan, seguramente por cobardía, por desidia y por nuestra natural inclinación a deplorar lo que poseemos.
Y es triste que haya que llegar al final y darse cuenta de que queda muy poco aliento, para despertar y ser consciente de lo que se ha perdido.
Pero puede que nunca sea demasiado tarde para ciertas cosas. Puede que no lo sea, mientras exista hálito, mientras el cuerpo, el corazón y la mente sigan en pie, para reconciliarse. El espíritu tiene infinitos recodos, y se está a tiempo de hallar el adecuado, dando con la puerta precisa.
Uno de los más grandes dramaturgos de la historia, desmenuzó una agonía de tormentos psicológicos en unos argumentos y unos personajes torturados, aprisionados entre los barrotes del fracaso existencial.
Williams, alcohólico, adicto a los calmantes y a las drogas, posiblemente recreó en su protagonista, Brick, gran parte de las angustias que a él mismo lo consumían. Alguna vez he leído que lo más acertado es escribir acerca de lo que se conoce. Y estoy más que convencida de que Tennessee, de verdadero nombre Thomas Lanier, escribió acerca de cosas que conocía muy bien. Las decepciones afectivas en el plano familiar, la agresividad de su padre, la quebradiza salud mental de su querida hermana Rose... Hay muchas familias que no son felices y que viven un infierno casi constante, unidas tan sólo por los lazos de la farsa, o que han olvidado en algún peldaño el cariño, la confianza y la comunicación que pudieron poseer en un principio, y que no deberían haber extraviado. Aunque también suele suceder que desde el comienzo nunca hubo cariño verdadero. Y ahí está la fuente del fracaso.
Maggie, la frustrada esposa de Brick, se revuelve como una gata colérica, como si estuviera posada sobre un tejado recalentado que le quemara los pies. Nada parece sacudir de su apatía a su marido, decidido a dejarse morir lentamente en el abrazo evasivo del whisky.
En un tórrido día de verano, en la plantación algodonera familiar de Mississippi, se desatan las fieras con motivo del 65 cumpleaños del patriarca. Las mentiras se van cayendo, las máscaras se destapan para exhibir la verdad desnuda, sin ornamentos, sin adornos que amortigüen la seca certeza del desamor, de la rapiña, del desprecio. Las personas, incluso las que más se quieren unas a otras, tienen tendencia a alejarse, a destruirse, a atacarse, y a no comprenderse. Hay un punto en la difícil trayectoria en el que se escoge ignorar egoístamente a esos seres que más nos necesitan, seguramente por cobardía, por desidia y por nuestra natural inclinación a deplorar lo que poseemos.
Y es triste que haya que llegar al final y darse cuenta de que queda muy poco aliento, para despertar y ser consciente de lo que se ha perdido.
Pero puede que nunca sea demasiado tarde para ciertas cosas. Puede que no lo sea, mientras exista hálito, mientras el cuerpo, el corazón y la mente sigan en pie, para reconciliarse. El espíritu tiene infinitos recodos, y se está a tiempo de hallar el adecuado, dando con la puerta precisa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Los ojos azul transparente de Paul Newman, y la perturbadora presencia escultural y felina de Elizabeth Taylor, la de los ojos rasgados de color violeta, compusieron una pareja protagónica de asombrosa fuerza interpretativa. Aunque los guionistas no hiciesen plena justicia a los recovecos de la obra de Williams, creo que no abundan las estrellas que lucen tanto sus papeles como el dúo Newman-Taylor hicieron resplandecer a los imperecederos Brick y Maggie en el día más asfixiante de sus vidas.
Una lúcida y tortuosa disección, en medio del calor estival abrasador de Mississippi, de la infelicidad, del miedo, de la hipocresía y de los engaños que nos sostienen, cuando es demasiado duro mirarle el rostro a la verdad.
Una lúcida y tortuosa disección, en medio del calor estival abrasador de Mississippi, de la infelicidad, del miedo, de la hipocresía y de los engaños que nos sostienen, cuando es demasiado duro mirarle el rostro a la verdad.
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