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El rey del juego

Drama Finales de los años treinta. Los mejores jugadores de póker compiten por el triunfo en Nueva Orleáns. Un joven jugador (McQueen) se incorpora al selecto grupo de tahúres que se proponen derrotar al rey "Robinson". Popular película con partidas llenas de suspense. (FILMAFFINITY)
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Críticas 46
Críticas ordenadas por utilidad
30 de julio de 2015
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En una sala del hotel Lafayette de Nueva Orleáns, se han dado cita, Lancey Howard, el rey del póker desde hace ya mucho tiempo y el nuevo aspirante a la “corona” a quien todos llaman Kid, un hombre de pueblo que viene haciendo historia en importantes ciudades de los EEUU. Lo que vamos a ver, tiene relación con el juego de cartas (normas, estrategias y maneras como un gallo despluma al otro), pero lo que tiene mayor relevancia aquí, es esa lucha interna que sufre cada uno de los personajes que se sienta en esa mesa del diablo donde, cada quien, está dispuesto a dejar limpios a los demás.

Como en la vida, alrededor de los que juegan se ciernen otros intereses, y el director, Norman Jewison, va a darnos un selecto grupo de personajes que corresponden a los que se suele ver en tales ambientes y que, al final, son como una visión en micro de la sociedad entera. Es así como estarán los que solo defienden lo que personalmente les interesa sin importarles a quien arrastren o a quien arruinen; veremos a quienes están dispuestos a jugar sucio para satisfacer sus ambiciones o resentimientos; también estarán los que creen que, jugando limpio es la única forma de merecer lo que se gana… y por supuesto, por allí andarán los que solo ven la vida como espectadores sin aportar nada ni en pro ni en contra.

Jewison, quien entrara como director luego de que, el productor Martin Ransohoff, se deshiciera de Sam Peckinpah por la manera como venía haciendo las cosas, tuvo la suerte de contar con un nuevo guión de Ring Lardner Jr. quien, en colaboración con Terry Southern -quien sin duda aportó a la picardía de los diálogos- logró un magnífico tratado sociológico que conlleva la necesaria pregunta: ¿En el salón de juego, cuál silla estás tú dispuesto a ocupar? Porque, al fin y al cabo, la vida es un gran juego y cada quien puede elegir como participar.

Formalmente, el filme luce bastante cuidado en su fotografía y en su ambientación general. La edición del futuro realizador, Hal Ashby, es muy precisa. Los contrastes sociales nos permiten identificar a esa Nueva Orleáns donde han transcurrido tantas impactantes y dolorosas historias, y un cúmulo de personajes leves, pero significativos, va dejando huella demostrando la enorme pluralidad que contiene esta sociedad. Me gusta mucho el personaje del pequeño lustrabotas (Kent Grant) a quien, injustamente, le quedaron debiendo el crédito y cuya relación con Kid corrobará, quizás, los vaivenes de la vida.

Steve McQueen (Kid), de nuevo trazando una línea experiencial en la que, entre ciertos devaneos, tendrá su justo peso la integridad. Ann-Margret (Melba) es la muchacha provocativa que usa su cuerpo para lo único que le interesa: satisfacer sus gustos materiales y lucir muy, pero muy sexy. Tuesday Weld (Christian) es la chica enamorada “con gran sentido de la oportunidad”. Rip Torn es el hombre a quien la venganza le resulta algo muy dulce. Y ese grande, llamado Edward G. Robinson, es el jugador a quien nadie quiere porque, hasta hoy, con él nadie ha podido.

Creo que, “EL REY DEL JUEGO”, es una muy buena película.

Título para Latinoamérica: “LA MESA DEL DIABLO”
Luis Guillermo Cardona
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20 de mayo de 2021
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Buena película de género, que invita a reflexionar quienes somos ante el azar personal, y quienes ante el azar del juego, el argumento toca como no las corruptelas y bajezas, que pueden aflorar cuando la necesidad y el abuso de poder están presentes.
Muy bien llevada por Norman Jewison, permite una visión muy entretenida donde afloran la emoción, indignación y como no en su visionado dado el "tema" queda sitio para sufrir un poco.
Dejo para el final la impecable interpretación de Edward G. Robinson ya mayor pero con una presencia que llena la pantalla, debió de ser de sus últimas películas.
En fin un film muy recomendable, una gozada.
leno
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22 de agosto de 2022
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En este cuadrilátero se dilucidará, en una emocionante partida de póker descubierto arbitrada por Karl Malden y la encantadora Joan Blondell, no sólo quien es el rey del juego, entre Steve McQueen y Edward G. Robinson, sino quien es el rey en la pantalla. Y desde luego en esta última vence Robinson, quien aprovecha su aplomo y veteranía para batir plano a plano al joven aspirante, sin que éste se lo deba tomar a mal sino más bien como una lección, pues el tipo tiene carácter y carisma ante la cámara y sin duda algún día será el rey.

La película es entretenida sólo en su parte final. Al principio, la verdad, es que además de lenta resulta algo tediosa, y solamente se aguanta gracias a Ann-Margret y al impasible rostro de McQueen. Pero en su última parte, en cuanto aparece Edward G. Robinson, vale mucho la pena.

Un largometraje que se nutre del ansia competitiva que en tantas, y de tantas maneras, nos muestra el cine norteamericano. El que, en esta ocasión, trae a “El Chico de Cincinnati” (Steve McQueen), durante todo el metraje, obsesionado por ser el mejor, el número uno, the number one, o el “namber güan” (cómo tanto se popularizó, desgraciadamente en mi opinión, hace algunos años). Pero también alimenta, esa simpatía hacia el perdedor que tan buen resultado dio siempre en el cine; sobre todo a partir de los años setenta.
Plácido Eldel Motocarro
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23 de marzo de 2024
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La escena: Cuando Anne Margret está recortando las piezas del rompecabezas para que encajen donde ella quiere

La frase: “Para el verdadero jugador, el dinero no es el fin sino una herramienta, de la misma manera en que el lenguaje lo es al pensamiento”

El momentazo: Cuando en el momento álgido de la partida final se empatan los ojos del Jack de diamantes con los ojos de todos los presentes en un acercamiento dramático.

Actuación: La de la entrañable “Lady fingers” (Joan Blondell) que reparte cartas, tira puyas a E.G. Robinson y se crea su espacio propio en ese ambiente cien por ciento masculino.

En castellano le llamaron el rey del juego un titulo que resulta incompleto dado que el juego es en la película el vehículo para narrar toda una serie de dramas muy profundos:

El del joven brillante que quiere superar al viejo experimentado, duelo que proporciona muchas lecciones de lo valiosa que es la experiencia, algo que el mundo actual parece haber olvidado. El personaje de Cincinnati Kid nos recuerda un poco al Johnny Hooker de “El Golpe”.

El ricachón cínico, frio, infiel (Rip Torn, ¿lo recuerdan en “Hombres de negro” o en aquella entretenida comedia “El cielo próximamente”?) sin valores que solo vive para dominar y quiere destruir todo aquello que lo hace verse más débil que otros (el póker por ejemplo)

El hombre honesto pero débil (Carl Malden) que se ve obligado a hacer cosas que no quiere y en el proceso es despreciado por su guapísima pero irresponsable y vana mujer, una Ann Margret, que si 52 años después era aun una viejita seductora y atractiva (verla en “Un golpe con estilo” 2017), a sus 24 estaba simplemente espectacular.

Los infelices jugadores que están destinados a ser comparsas de los dos protagonistas con un Jack Weston que está todo el tiempo sudando y acaba explotando ante la presión, un Milton Seltzer que pasa el tiempo haciendo cálculos en su libretita o un tragicómico muy bien interpretado por Cab Calloway.

La chica bonita de pueblo que solo desea encontrar un hombre que la quiera y la saque del pueblo donde vive.

Y al final el gran hombre, un Edward G. Robinson que nos muestra una faceta mas en su larga carrera de interpretaciones desde aquellos gangsters del cine negro hasta este personaje elegante, tranquilo, bonachón pero despiadado en la mesa de póker.

Todos esos dramas excelentemente actuados por todo el elenco se complementan con un precioso tema musical de Lalo Schifrin, la voz del gran Ray Charles y un manejo fotográfico que resulta de mucho impacto con espectaculares “close-up” y contraluces. Mención especial merece el ambiente de esa Nueva Orleans, ciudad que no se parece a ninguna otra de los Estados Unidos con su ambiente afrancesado y de continuo blues que arranca desde la misma escena inicial donde la música del funeral acaba en un desfile desbordante de alegría, esa otra forma de ver la muerte tan poco entendida por el mundo caucásico.

En resumen, una buena película, con fondo, forma y además muy entretenida, una mas de Steve McQueen, actor que en su corta vida participó en películas muy interesantes y llego a ser la estrella mejor pagada del mundo.
FILMoFAN
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6 de septiembre de 2006
5 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante y entretenido film, que disfrutarán sin duda mucho más los jugadores de póker, puesto que las secuencias en las que los personajes practican este juego son las más conseguidas de la película.

Grandes (grandísimos) secundarios e impresionante el equipo reunido tras las cámaras.

Pero el gran fallo de esta película, aparte de las inevitables subtramas amorosas, es la falta de empatía que se crea con el personaje de Steve McQueen, prefiriendo que gane su rival, un entrañable Edward G. Robinson, que tiene a todos en su contra...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Teniente Colombo
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