La cinta blanca

¿Qué es lo más importante de una película? ¿Su tesis, su mensaje, o le película en si?
La tesis de "La cinta blanca" es clara: el nazismo estaba ya latente en la sociedad alemana en 1913, en su desigualdad social, en el puritanismo y rigidez de la religión protestante y en la depravación sexual de su burguesía. Se da a entender que los mismos niños que, criados en ese malsano ambiente, realizan inexplicables actos de crueldad en el lugar donde transcurre la película, serán los mismos que veinte años después se implicarán en la dictadura de Hitler y en el Holocausto.
Esta tesis es, en mi opinión, muy discutible, pero, quizá por no resultar tampoco especialmente ofensiva, no impide que nos quedemos con lo que importa: el arte cinematográfico en sí. La "cinta blanca" es una de las mejores europeas de los últimos quince años, un universo visual y dramático de extraordinario poder sugestivo.
Haneke tiene algo demoníaco, pero ninguna de sus películas carece de enorme belleza y profundidad,

Estoy confuso. No digo que la película esté ni bien ni mal. Hay algo que funciona: la voz narrativa en off, un misterio por resolver, una fotografía impecable en B/N, buenas actuaciones (el pastor del pueblo o el maestro); pero también hay algo que no funciona: falta de ritmo, mucho relleno, aburrida en ciertos momentos. Dicen que explica el origen del fascismo nazi ¿En serio? No lo sé. No hay una referencia directa a ello, solo una mala hostia generalizada en sus personajes. Suponer que todos los males de esa sociedad de principios de siglo han derivado en el nazismo es mucho suponer. Esta parte simbólica no la veo, pero bueno. Me parece que la película podría haber sido más entretenida con un tratamiento clásico del tema, ya que se apoya en elementos clásicos (voz en off, narrativa lineal, presentación de personajes y posterior desarrollo). Sin embargo, quiere innovar con secuencias largas, fotografía artística y es entonces cuando pierde el ritmo del misterio, que es lo único que te mantiene expectante.

Haneke nos adentra bajo una narración y un detalle secuencial a veces excesivo,en la historia de un pueblo alemán-austríaco en los años previos al estallido de la Primera Guerra Mundial. Cada uno de los personajes en la película están perfectamente interpretados, transmitiendo una frialdad en cada plano a manos de Haneke, que hace que vivamos momentos inquietantes durante el film. Dentro de esta "muestra" de sociedad que nos presenta el director, podemos apreciar ya rasgos característicos que desembocarían más tarde en los fascismos europeos; el enorme poder que ejerce la iglesia, la displina, el odio hacia los demás, la misoginia, incluso reflejada fuertemente en figuras como la del doctor, etc. El problema es que Haneke expone esas características y rasgos sobre la mesa pero no va más allá, ya que no explica verdaderamente las raíces del nazismo desde un prisma político, simplemente hace un ejercicio de análisis social individual y colectivo, dejando demasiadas cosas en el aire y que el espectador no tiene por qué ir resolviendo. En este sentido, el director austríaco parece dejar gran parte del trasfondo histórico olvidado.

La cinta transcurre de manera pausada y en ocasiones llega a ser cargante la duración exagerada de alguna secuencia, pero sin embargo cuenta con un buen número de escenas memorables llenas de dramatismo y cierto misterio. La fotografía de la pelicula es colosal, de un gran efectismo y artísticamente perfecta. El tratamiento en blanco y negro la dota de ese realismo que permite creer aún más lo que estas contemplando, y la omisión de banda sonora alguna hace que incluso disfrutes de algunos silencios que dan más ritmo al film, aunque tal vez en otros puntos álgidos del relato no hubieran desentonado en absoluto.

Sigue en spoiler...

Gran película magistralmente interpretada y dirigida, con un análisis de porqué se generan y transmiten los odios y miedos en sociedades injustas. Obra demasiado pesimista, faltan algunos momentos de descarga de tensión. Yo le encuentro cierto parecido en el mensaje con la gran obra de Camús recientemente pasada por la tele, en la que sí aparecen momentos de humor necesarios para no acabar deprimido al terminar la sesión. El blanco y negro es perfecto en este caso y las posibilidades de cineforum al finalizar son enormes.

Todavía me quedan por ver unas cuantas de las películas dirigidas por Michael Haneke, pero las que he visto (las más conocidas) son más que suficiente para considerar al director austriaco como uno de los más interesantes dentro del amplio y variado panorama del cine europeo actual. Sus películas no son experiencias agradables, incluso en algún caso pueden resultar algo insatisfactorias, pero siempre consiguen mantenerte enganchado a la pantalla, por muy incómodo que uno se pueda sentir ante lo que allí sucede.
Con La cinta blanca, película con la que por fin ganó la Palma de Oro en Cannes, da un paso adelante en su filmografía. Al análisis habitual de lo más complejo y rebuscado de la naturaleza humana, en esta ocasión Michael Haneke añade una puesta en escena de una perfección milimétrica donde la elegancia y el buen gusto combinan de forma inquietante con una historia tan perturbadora como contenida.
Estamos en un pueblo del norte de Alemania en la época previa al comienzo de la Primera Guerra Mundial. Es una comunidad protestante donde la religión, la moral, y las estrictas normas sociales actúan como inmaculada fachada de una sociedad que esconde sus miserias en el interior de sus casas. Todo cambia cuando una serie de extraños y violentos sucesos comienzan a perturbar la aparente calma del pueblo. Gracias a estos hechos que nadie sabe como ocurren, nosotros, los espectadores, podemos explorar en la trastienda de una sociedad en la que la impostura y las apariencias esconden el germen de algo realmente peligroso.
Precisamente sobre esto último es sobre lo que más se habló con motivo del estreno de la película en Cannes el año pasado. Se trato de hacer ver que lo que muestra La cinta blanca de manera sutil, estilizada y enfermiza, es el origen del fascismo que algunas décadas llevó a Europa al borde del abismo. Después de ver la película es algo que yo no deduzco de forma tan evidente, pero en cualquier caso, la película habla de una sociedad enferma y lo hace con un lenguaje por momentos extraordinario, aunque no siempre fácil de digerir o de asimilar.
Junto a unas imágenes prodigiosas, en las que deslumbra un blanco y negro memorable y una dirección artística prodigiosa, en La cinta blanca abundan las secuencias que bajo una apariencia de calma esconden una violencia brutal. Momentos como los reproches que le hace al médico del pueblo a la que ha sido su amante durante años, o la dureza con la que el pastor trata a sus hijos ponen los pelos de punta. Buena parte del mérito también corresponde a unos actores descomunales y de unos niños cuyo angelical aspecto no puede ser más estremecedor.
Michael Haneke ha hecho una película densa, compleja y no apta para todos los públicos, pero La cinta blanca es una de las películas que ha marcado, sin duda, el último año cinematográfico y además tiene la virtud de crecer en el recuerdo.