Curioso caso de "film noir" puro que se transforma en su segunda mitad en "thriller" puro con toque de melodrama sentimental. La transformación es de lamentar porque estropea el magnífico clima inicial de la película, independientemente de que la calidad de la realización se mantenga hasta el fin. Pero la cosa no cuadra bien, porque se produce la paradoja de que la tensión del film se relaja justo cuando empieza la parte de thriller. Y es que las concesiones al buenismo -el tema de la redención del protagonista por el amor de una mujer- son difícilmente digeribles en según qué casos.
Eso sí, hasta los enemigos mas recalcitrantes de Charlton Heston reconocerán que aquí está formidable.

Es verdad que estamos ante una película muy simplista y demagógica en el plano moral y en lo ideológico, pero eso, ¿qué mérito le quita en lo artístico? ¿Quieren ver una película plena de ritmo narrativo, de pulso dramático, de fuerza visual, de ritmo y de intensidad, de principio a fin, con unas interpretaciones memorables? Aquí la tienen.
Este es un film ejemplar, aunque la vida real no sea exactamente así.

En una zona desértica y abrupta de la frontera con México una secta cristiana (entregada al Diablo) perpetra crímenes rituales nocturnos en una extraña cueva, al son del Dies Irae, y con el concurso de unas enormes serpientes de cascabel.
Un ayudante de sheriff, un médico forense y una guapa doctora antropóloga tratar de investigar.
El guion es muy flojo e irregular y la realización y los actores no parecen profesionales, pero el resultado podría salvarse por la calidad de la escenografía.
El cine tiene esas cosas. A veces le basta al espectador con que la pantalla le proporcione un pequeño viaje imaginario a un lugar agradablemente horrible.

La película agarra al espectador desde la escena inicial. Un comienzo potente, y muy original, de film noir...
Pero, luego, aunque todos los ingredientes funcionan bien (actores, fotografía, incluso el necesario suspense), el resultado acaba por no ser satisfactorio. El exceso de "casualidades" y de accidentes lo hacen poco verosímil. Es un producto demasiado híbrido, demasiado mixto, y con un fondo demasiado moralista.
Sólo interesante

Llamemos a los cosas por su nombre: esta película esta concebida exclusivamente para hacer babear de placer estético a los carroñeros de la religión, es decir, a los que creen que la fe religiosa produce por naturaleza monstruos atroces como la protagonista de esta película. No digo ya personas esquizofrénicas o psicóticas, sino monstruos. Hay una palabra para llamar a esto, a esta aberración: TERATOFILIA: el gusto por las monstruosidades, no de la vida sino del cine. Apreciar una película porque es rebuscadamente repulsiva, , absurda y repugnante.
Le llaman a esto cine de terror, y los aficionados al género pican como moscas en la mierda.
Me importa un bledo que la actriz sea buena y que la película tenga algunos planos originales. Es una película mala, muy mala, malísima. Y ninguna etiqueta que le puedan poner -en inglés- los entendidos en rarezas del cine contemporánea la salvará.