Los jueves, milagro

Esta obra de Berlanga, que roza el Neorrealismo Mágico -aunque quizá más que rozarlo lo borda-, sea una de las mejores, si no la mejor, del realizador levantino. Una obra que no sólo cuenta con un fabuloso, Pepe Isbert, sino con un excelente relato, que comienza en brazos de la estafa y la sinvergüencería para más tarde, mirar a "Milagro en Milán".

A parte de la despiadada crítica que siempre Berlanga dispensa a cada sociedad y tiempo en que le tocó vivir (no dejando, siempre, peor parados a los más antiguos), la narración se desliza, desde la típica comedia española de tintes pícaros hacia, un "Realismo Mágico" con son italiano, hacia, el relato de una expiación, conducida por un viejo ladrón, San Dimas (Richard Basehart), quien hará ver a nuestros protagonistas -nuestros mundanos especuladores- y al espectador, que no sólo los jueves, sino cada día, puede ser un milagro...

A pesar de las amputaciones y cortes impuestos por la dichosa censura y que repercuten negativamente en el tramo final de la película, esta divertida historia de Luis García Berlanga es otra maravillosa prueba de su genial talento lleno de acidez y socarronería.

De hecho la primera hora del film es verdaderamente prodigiosa y está a la altura de las grandes obras maestras del cineasta valenciano.
En ella Berlanga a través de una jocosa representación de las fuerzas vivas de una pequeña y olvidada localidad por la que ni siquiera se detiene el tren, establece una corrosiva sátira que arremete con enorme gracia pero sin piedad contra la represión social, cultural y política de la España de la época, dirigiendo sus sardónicas puyas especialmente hacia la Iglesia y su poder de manipulación sobre una sociedad aborregada.

Tanto el trabajo de montaje como la puesta en escena son excelentes, por no hablar de lo exquisitamente rodada que está la película, exhibiendo el director valenciano una sabia utilización de la profundidad de campo, de los travellings o de algunos precisos movimientos de cámara que ya anticipan en pequeñas dosis la maestría inigualable en el plano-secuencia que mostraría posteriormente en todo su esplendor.

El excepcional reparto encabezado por el incomparable Pepe Isbert, incluye la presencia del actor norteamericano Richard Basehart, quien había participado con anterioridad, entre otros, en títulos como "La Strada" (1954) de Federico Fellini o "Moby Dick" (1956) de John Huston.

Sí, buenas interpretaciones pero personajes ya usados. Sí, crítica sobre los comportamientos de la población en España en el periodo neoclásico de mediados de siglo... pero muy evidentes.
Bienvenidos Mr. Marshall, Calabuch...
Pueblos de España revolucionados. Extras y más extras. Parón en el campo porque los señores agricultores tienen que rodar. Voces y más voces, carreras para arriba..., ahora para abajo.
El importantísimo submarino científico Seaview atracado en el puerto mientras el almirante Nelson desvaría un poco en el pueblo.
El cura, el niño con el perrito...
Estridente y muy cerca de una línea de continuidad peligrosamente repetitiva; con detalles de calidad, nada más.
Pero San Dimas intercedió y le dio más ideas a Berlanga porque se encasquillaba.

Es evidente que "Los jueves, milagro" tiene dos partes muy definidas. La primera mitad sería como la verdaderamente berlanguiana y la segunda, que empieza con la aparición del actor Richard Basehart, la impuesta por las autoridades del régimen. Por lo que se ve, hubo bastantes problemas con la censura, dicen que no tantos como con "Bienvenido Mister Marshall", en los que no voy a entrar, que hicieron que la idea original quedara bastante distorsionada seguramente por ser blasfema o irreverente. Por este motivo los últimos 45 minutos se vuelven convencionales, aburridos y ñoños pero eso sí, del gusto de los mandamases. La verdad es que toda esta parte es confusa a no poder más, te deja con cara de lelo y hace que "Los jueves, milagro" sea extraordinariamente tonta. ¿Para esto Berlanga se metió en tal fregado? Sea como fuere la película no agradó para nada al público en general y por eso éste fue su mayor descalabro en taquilla.

Claro que tenemos los primeros 40 minutos donde el famoso director da lo mejor de sí... que en esta ocasión es muy poco. Vamos a ver, que los de los pueblos podían ser muy incultos o pobres pero no eran tontos. Y esa pantomima tan grotesca que montan las fuerzas vivas no se la cree nadie. De hecho cuatro años más tarde se produjeron las famosas apariciones marianas de Garabandal y como suele pasar en estos casos, el fenómeno es lo suficientemente extraño y potente como para causar admiración generalizada, por mucho que Berlanga o un progre prefiera pensar que es todo un camelo de la Iglesia. Por eso, la crítica se pierde en el esperpento que el mismo Berlanga ha creado. Situaciones absurdas, guión muy endeble, estereotipos y tópicos sobre la "España en Blanco y Negro" que pueden satisfacer al antifranquista visceral pero no al espectador medio, aunque sólo fueran por falsos. Por eso, repito, la película fue un fracaso.

Otra de las grandes películas de Berlanga. En absoluto estamos ante una obra menor del genio. Una comedia ágil, con un guión inteligente y con la habitual dosis de "mala uva" propia del cineasta valenciano. El mejor papel, el de Pepe Isbert.

Lo que no es tan habitual ya es que al final la historia derive en un "happy end" más propio del cine de Capra (buenísimo, dicho sea de paso) que del berlanguiano; supongo que cosas de la censura (con la Iglesia hemos topado)... Pese a ello, gran película; tampoco llega a chocar demasiado ese cambio de tono que se aprecia.

Sin duda, una de las grandes comedias del mejor cine español, de esas que encerraban mordaces críticas en su andamiaje. Constituye, además, un impagable retrato histórico de la época y sus gentes. De obligado visionado.