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No sé decir adiós

Drama Carla recibe una llamada de su hermana: su padre, con el que hace tiempo que no se habla, está enfermo. Ese mismo día, coge un vuelo a Almería, a la casa de su infancia. Allí, los médicos le dan a su padre pocos meses de vida. Pero Carla se niega a aceptarlo y contra la opinión de todos, decide llevárselo a Barcelona para tratarle. Ambos emprenden un viaje para escapar de una realidad que ninguno se atreve a afrontar. (FILMAFFINITY)
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Críticas 33
Críticas ordenadas por utilidad
22 de mayo de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lino Escalera empieza no del todo mal en el mundo del largometraje; no he visto ningún trabajo suyo anterior cuando rodaba cortometrajes, mas se nota que tiene una buena dirección para su elenco, sobre todo para Nathalie Poza (Goya como Mejor actriz principal por este papel) y Juan Diego que son, de largo, de lo mejor de la cinta. Lola Dueñas hace lo que puede con el material que le dan, aunque su talento salva los muebles.

El mayor problema, e irónicamente la mayor virtud, es que se cumple a rajatabla con el título, no engaña a nadie; los personajes están construidos de tal forma que, sin decir mucho, se nota que han pasado tiempos malos. Por la parte contraria, se toman muy a pecho el título ya que no se ve una evolución de los personajes durante todo lo que dura la producción. Empieza en un punto A y termina en el punto A, y para un filme se nota demasiado, dando una sensación de pesadez.

Por suerte, el trío protagonista ayuda a levantar esta cinta que podría haber acabado peor de contar con peores intérpretes. Con otro tratamiento del guión, podría haber estado a la misma altura de la calidad que aportan ese trío de ases con el que Escalera juega sus cartas.
Michael Myers
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22 de julio de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé decir adiós

El cine español acusa fatiga y falta de medios. Una industria que agoniza abandonada desde hace décadas en el páramo del más vergonzante olvido. Porque su complicado engranaje, como en cualquier otro sector de la industria, requiere de una sólida y eficiente infraestructura: academias de interpretación, dirección, guionistas, fotografía y de todas aquellas disciplinas que componen los cimientos del cine. Y sobre todo, de la implicación en las escuelas desde edades tempranas, Instituciones, iniciativa privada y grupos de inversión interesados en su rentabilidad. Nada de esto se ha construido o, al menos, no en grado suficiente.
Pero hasta en el más desolado erial aparece, de cuando en cuando, una frágil y esperanzadora flor. Y ésta es obra de la milagrosa aparición de alguien que dirige una película por primera vez en su vida para volver a sumergirse en el más descorozanador olvido. Lino Escalera, madrileño de 44 años y basado en la dolorosa experiencia que supuso la muerte de su padre, filmó en 2017 “No sé decir adiós”, con la que Nathalia Poza, su principal protagonista, ganó el Goya 2018 a la mejor actriz. Y desde entonces nada se ha vuelto a saber de este prometedor principiante. Insólito. ¿Imaginan un caso así en otro país con una mínima dosis de sentido común? ¿Nadie se interesó por él? Pero, claro, Spain is different. Y así nos va.
Pero vayamos a lo nuestro. Escalera recurre a fundidos en negro para los cambios de secuencia, utiliza con acierto primeros planos de una gran expresividad y la narración discurre ágil y sin tropiezos. “No sé decir adiós” es una bonita película, hecha con sentimiento, pequeña, sí, de bajo presupuesto (600 mil €), pero hermosa en su realización y desarrollo. Nos habla de la muerte y de su inminente llegada. El final anunciado de un ser tan querido como puede ser el padre de cualquier persona. Lo difícil y doloroso que resulta su aceptación para la que nunca estamos preparados. Por mucho que esa relación paterna haya sido conflictiva, surgen entonces los recuerdos, los sentimientos de culpa y la apremiante necesidad de recuperar el tiempo perdido. Con un abrupto final, Escalera pone punto final a su película, que toma desprevenido al espectador y sumido en una profunda conmoción. Y eso también supone un gran acierto.
Aunque un poco tarde, me alegro de haber visto este trabajo, pero me duele que la ceguera de un país que desprecia el talento haya sepultado las legítimas aspiraciones de uno de sus ciudadanos.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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21 de febrero de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé qué pasa en el cine español, y el que no lo es, que se esfuerzan por mostrarnos una y otra vez a un enfermo terminal de cáncer. Parece que no tenemos bastante con que al menos una persona en la familia lo ha padecido. Lo único destacable, las interpretaciones de Lola Dueñas, Nathalie Poza y Juan Diego. Lo demás, puro morbo.
Rolimart
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4 de febrero de 2021
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El personaje de Carla no sabe aceptar su propia vida y, cuando sucede lo inevitable, su ceguera se convierte en el hilo argumental de este drama intenso, con mucho de teatral, austero, dominado por los planos medios y al servicio de tres actores magistrales que bordan un extraordinario guión hecho a su medida. El cero de tolerancia a la frustración resulta espectacular y provoca un "crecendo" angustioso según avanza el metraje, asociado a un rechazo cada vez mayor del impotente espectador. Solo al contemplar la personalidad intransigente y dominante de José Luis, el padre, se llega a comprender la conducta de la mujer a la que interpreta Nathalie Poza.
Rodada con una encomiable e inteligente economía de medios, solo le falta para el 10 algo del humor que le sobraba a "Truman", pero se disfruta sobradamente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
el franciscano
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4 de junio de 2017
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entraba en la sala con ganas de ver cine pero con el cuerpo cansado y con dudas sobre si aguantaría lúcido toda la película. Finalmente quedo atrapado, con un cuerpo que no tiene otra opción que estar en tensión ante un drama familiar que te golpea.
Carla (una Nathalie Poza magnífica) vive en Barcelona, ​​tiene una vida profesional de éxito y recibe la llamada de su hermana Blanca (una Lola Dueñas de altura) que vive en Almería. Su padre está enfermo terminal. El reencuentro de la familia después de una larga ausencia y en estas circunstancias provocará que se exterioricen los mundos interiores de los tres personajes. Hay que decir que sólo por sus interpretaciones, con un Juan Diego magistral, vale la pena pasar por taquilla.
De entrada parece que el director novel Lino Escalera nos hablará de la muerte y la forma de afrontarla. Acertadamente va más allá y nos dibuja un triángulo de personalidades ligadas a un pasado que se intuye, aunque no se explicita en ningún momento, tenebroso y conflictivo. Tres vidas que más bien son espectros que "van tirando" sin demasiado sentido ni voluntad de vivir en plenitud. Todo nos apunta que están los tres en una aburrida inercia y con una enigmática rabia contenida.
La soledad, la incomunicación y la insatisfacción absoluta se van mostrando en situaciones bien ordinarias y domésticas. Conversaciones dentro el coche, silencios ante una TV que abruma al padre o discusiones cortas e intensas donde la razón no aparece en ningún momento. Lo que más llega a inquietar es hasta qué punto aquella sonrisa contenida no evidencia la proximidad personal y peligrosa a una forma de vida apagada y cargada de una amargura muy propia de la contemporaneidad. Técnicamente se transmite este desasosiego con cortes inesperados y fundidas a un negro perturbador.
En cierto modo todas y todos somos fugitivos y miedosos. Que levante la mano quien no. Lo que ocurre en esta obra es que los tres personajes no tienen otro registro y esconden bajo una apariencia de normalidad toda una serie de frustraciones enquistadas que explotan en una carrera de despropósitos y excesos contradictorios. La película es una magnífica exageración que llega a dar miedo cuando algunas situaciones se acercan demasiado a la propia cotidianidad. ¡No, no!, seguro que no es el caso pero lo que sí que se consigue es sembrar la duda.
(7,5 / 10)
http://bit.ly/2rTI0Of
M_Pelegri
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