Una jornada particular

Sin duda, una de las mejores y más hermosas películas en la Historia del cine italiano, así como la obra maestra de Ettore Scola. Narra lo ocurrido el 6 de mayo de 1938, en la Italia fascista de Mussolini, durante la visita de Hitler, en la vida de dos personas: Antonietta (Loren), una ama de casa, tan bella como ojerosa, ultraocupada en los hijos y en un marido fascista y machista, y Gabriele (Mastroianni), un locutor de radio homosexual, herido de amor y despedido, casi perseguido por su condición. Y mientras Mussolini y Hitler se encuentran vitoreados estúpidamente por la manipulada muchedumbre, Scola hace que se encuentren en el enorme bloque de edificios Sofía Loren y Marcello Mastroianni, solo vigilados por la chismosa portera. Y ese encuentro depara una conmovedora historia de amor imposible, un romance fugaz pero eterno, durante una jornada particular, inolvidable, mágica. Para Loren es una vida entera en unas horas, una cascada de agua fresca en medio de un desierto insoportable, la conquista tangible, pasajera, pero real, de la libertad, del amor, de la amistad. Todo cerrado en un final fabuloso, que culmina dos actuaciones cumbres, del dúo protagonista, el cual nos vence y convence de la anchura y belleza de la palabra melancolía en el sentido más afectivo, positivo, a pesar de la inevitable tristeza que lleva aparejada, de semejante palabra.
Dentro de la obra maestra, descolla la espectacular secuencia de la terraza con la ropa tendida: fuerza, pasión, arrebato, vida, luz.
Paralelamente Scola cuela por supuesto una crítica y dura reflexión política solo desde el momento en que obvia toda la parafernalia del encuentro entre los dos dictadores (la radio nos lo cuenta aburridamente) y en la forma en que filma la falsa alegría de todos los asistentes a ese encuentro tanto cuando van como a su regreso. Porque a pesar de la infinita tristeza de Loren, ha logrado más júbilo, pasión y vida durante unas horas que en años, rellenando su corazón y su alma, seguro, para mucho tiempo.
Maravillosa, arrebatadora película, un milagro dónde amargura y alegría se fusionan soberbiamente.

Una buena película en la que Scola reflexiona sobre el papel que una corriente ideológica ( en este caso el fascismo católico de Italia), impone al individuo apresándole en un rol del que no puede escapar, si vive en un contexto de ausencia de libertad de pensamiento y obra, como era el caso de la Italia de Mussolini.
Antes que nada, quisiera contestar al usuario Reaccionario, que dice de este film que el director comete la torpeza de vincular la política con lo social ya que, estos retratos, ya estaban impuestos antes de la llegada del fascismo.
Y es cierto. De hecho, yo creo que es más bien el catolicismo fanático, imperante desde mucho antes, el causante de la asfixia de los personajes. Pero a Reaccionario se le olvida una cosa. Scola lo que denuncia, no es la imposición que cualquier corriente ideológica política inocula en la sociedad, sino a mi entender, la ausencia de libertad individual para poder acogerse a ella o disentir, que sólo las democracias pueden, medianamente, garantizar.
Dicho ésto, al lío.
6 de mayo de 1938. Día de fiesta Nacional. Hitler visita Italia para estrechar lazos con Mussolini. Todo el país se viste de gala para ir a contemplar el desfile.
Antonietta,( Sophia Loren), una ama de casa y madre de seis hijos, madruga como siempre, para preparar a sus hijos y a su marido, militante fascista, para el insigne día.
Ella no irá al desfile. Tiene demasiado que hacer en la casa y no puede permitirse el lujo de unas horas de asueto porque sus tareas no las va a hacer nadie más. Pero tampoco le importa demasiado. El barrio se queda vacío y esas horas de paz y tranquilidad son muy valiosas en su ajetreada vida.
Cuando su loro se escapa de la casa, irá a posarse en la ventana de enfrente y pedirá la ayuda de su habitante, un hombre que tampoco ha ido al desfile.
Cuando se conozcan, se iniciará una transformación en los dos personajes ( más en el de ella que en el de él), porque a veces, basta una sola persona y una sola jornada para que te sirvan de revulsivo y te enfrenten contigo mismo con lo que, aunque no te des cuenta, cambiará tu vida para siempre.
Un duelo interpretativo magistral. Intercambio de soledades, en el que a mí me parece que mientras él obtiene consuelo, ella obtiene lucidez y despertar, siendo mucho más significativo este encuentro para ella.
En cuanto a la crítica al fascismo, lo que me parece más significativo es que es, precisamente, en ese contexto de soledades compartidas, donde los personajes se liberan un poco, mientras el resto de la sociedad adocenada sigue con fervor las terribles soflamas de sus opresores.
Muy interesante.

De las múltiples películas que hicieron juntos, Marcello Mastroianni y Sophia Loren, yo diría que esta es de las mejores, por lo menos de las que más me han gustado más a mi personalmente. Narrada prácticamente en tiempo real, solo con el diálogo, ya te trasmiten múltiples emociones, con el trasfondo del programa de radio retransmitiendo la visita de Hitler a Italia. Se hace una intensa radíografia a la sociedad de la época, en ese momento que las cosas iban bien, casi todos eran unos felices fascistas, unos por inercia y algo de ignorancia como la Loren y otros por convicción, como su marido, se refleja la tristeza y el desarraigo en el personaje de Mastroiani, represaliado por su homosexualidad y el de la Loren cargada de hijos, con un marido al que ya no quiere, que le engaña con otras mujeres y la anula como persona. Ettore Scola utiliza el espacio del edificio de oficinas de forma magistral, por cierto la Loren a pesar de su aspecto desastrado está bellísima.

Puede uno quedar mudo ante tanta belleza fílmica y actoral como anotó atrás alguien. Pero sobreponiéndome a ese éxtasis menciono algo más: La película invita a reflexionar sobre la insoportable fuerza que tienen los totalitarismos hasta poco antes de llevar a todo mundo al precipicio. La larga escena del comienzo debería haber durado horas y horas hasta que todo el mundo entienda que el fascismo y todos sus primos gozan del ciego amor de la población por razones que deben ser develadas cuanto antes para evitar que el mundo del siglo XXI siga rodando inexorablemente hacia el Gran Hermano.

Otro aspecto es esa característica igualmente insoportable del fascismo, su odio visceral a la diferencia, a la individualidad y, en el caso mostrado por Scola acá, al homosexualismo.

Trata del fascismo, de la soledad del diferente, de los desesperados encuentros con el otro.
Magistralmente interpretada por sus actores.
Buena dirección artística y fotografía.
Mantiene el interés todo el rato sin decaer en ningún momento.
Imprescindible, una obra maestra.