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Viaje alucinante

Ciencia ficción. Fantástico El profesor Bennet es un científico que ha creado una fórmula que permitiría reducir el cuerpo humano a un tamaño microscópico durante un tiempo ilimitado. Cuando se dispone a entregarla al Pentágono, unos espías provocan un accidente de tráfico que deja al profesor incapacitado para toda labor científica. Pero las Fuerzas Disuasorias de Miniaturas Combinadas ponen en marcha un plan para operarlo desde el interior. (FILMAFFINITY)
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Críticas 37
Críticas ordenadas por utilidad
27 de noviembre de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inmortal clásico de la Sci-Fi de una época en la que la Guerra Fría afectaba a los guiones y tramas de un gran número de películas.

En este caso, los soviéticos vuelven a ser los enemigos al ser responsables del atentado de un eminente científico americano, el profesor Bennet, experto en miniaturización y creador de la fórmula por la cual reducir objetos durante un tiempo ilimitado. Tras el atentado, Bennet sufre un estado de coma y el Pentágono idea una misión de lo más sofisticada y, a la vez, fantástica: la introducción de un pequeño submarino, el “Proteus”, con su correspondiente dotación de doctores, en el interior del cuerpo de Bennet para poder eliminar el hematoma cerebral desde el interior.

La interesante premisa del filme cuenta con un elaborado guión, repleto de explicaciones científicas y lógicas, que intentan explicar tanto el proceso de miniaturización como otros conceptos biológicos y fisiológicos del cuerpo humano. La base científica, en su mayoría inventada pero muy sólida dentro de la realidad del filme, hacen de “Un viaje alucinante” uno de los filmes Sci-Fi más elaborados de los ‘60 no sólo en cuanto a guión, sino también en su puesta en escena y en unos efectos especiales artesanales muy conseguidos.

Richard Fleischer, veterano director con títulos interesantes en su haber ya por entonces, crea una atmósfera de tensión continua entre los peligros del sistema inmunológico a los que se enfrenta el “Proteus”, y la cuenta atrás del final de la miniaturización, mostrado en un reloj de grandes números en la sala de control. Los elementos de aventura clásica se ven reforzados con el exótico escenario en el que se desarrolla la película, un cuerpo humano cuyos vericuetos simulan un planeta extraño en medio del espacio. Esa evocación se ve reforzada en los momentos de aparente ingravidez cuando la tripulación tiene que salir al exterior del submarino, con el mismo diseño del submarino parecido a una nave espacial (muy parecido al de las naves de la serie “V”, ¿pura casualidad?), o con los trajes con cascos de astronauta.

En las interpretaciones, destaca un interesante Donald Pleasance y una siempre atractiva Rachel Welch, aunque su más recordada aportación para los ciencia-ficcioneros de mentes calenturientas haya sido la de haberse peleado con unos malvados linfocitos que más parecían querer devorar su ropa que otra cosa.

Posteriormente, Joe Dante rodaría en 1987 “El chip prodigioso”, una especie de remake en clave de comedia de la película de Flescher con mucha menos seriedad y evidentemente mejores efectos especiales, pero sin el encanto ni el sentido aventurero de la original.

Recomendable.
Richy
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9 de junio de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde hace mucho tiempo, mi padre me había comentado mucho de la película, simplemente moría por verla, la vi hace poco tiempo y lo único que puedo decir es que la simpleza hace una buena película, tiene unos efectos visuales de la época que la hacen muy atractiva, lo único que me molesta de la película es que cuando terminan de solucionar un problema, ya tienen otro, es algo irreal. El imposible que en ese gran complejo medico, no haya construido un buen submarino, ¡lo pueden volver pequeño pero no lo hacen bien!
DanielChaparroC
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17 de abril de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me imagino que en su día con una fotografía sobresaliente en cinemascope tenía que ser una experiencia impresionante.
Como le ocurre a otras producciones de ciencia ficción pre 2001 y star wars, la mejoría técnica que supuso la puesta de largo del género en la superproducción le gasta una mala pasada. Tan sólo les queda la opción de resultar simpáticas y en este caso se cumple esa premisa.
La propuesta argumental es descabellada pero la convicción con la que está realizada e interpretada la hace estupenda para una sesión de tarde.
Ver el cuerpo de Rachel Weich rodeada de anticuerpos que el resto de su equipo tiene que apresuradamente desprender no tiene precio, aunque los efectos especiales hayan mejorado con el tiempo hay cosas que son atemporales.
waldeker
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13 de agosto de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seguramente esta película fue un acontecimiento en su momento en los años 60 ya que las imágenes que se muestran del interior del cuerpo humano (si bien tardan casi cuarenta minutos en ir al grano) son bastante decentes para la época. Eso unido a la banda sonora de Leonard Rosenman que atribuyen a las imágenes de un tono misterioso y fantasioso hacen que sea una experiencia, pero que entra más por los ojos que otra cosa.

La historia en este caso sirve nada más que de un conducto para explotar los efectos especiales. Ni uno solo de los personajes están bien perfilados, son más planos (salvo Raquel Welch, que son todo curvas XD) que una tabla y así es imposible sentir algo por ellos.

'Viaje alucinante' es una experiencia más que una historia, aunque, por otro lado, creo que tampoco no recomendaría a nadie que le echase un vistazo; desde luego es un trabajo curioso que da una idea de lo avanzado que se estaba volviendo los efectos especiales en esa época y que más tarde se perfeccionarían hasta alcanzar la casi perfección. Sin ir más lejos, dos años más tarde se estrenaría '2001: Una odisea del espacio' del que está todo dicho ya.
Michael Myers
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25 de agosto de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo primero, advertir que esta película NO está basada en una novela de Asimov, sino que la novela fue escrita en base al guion. Tal y como Isaac explicó en el texto tercero, "Contracción increíble", de su novena colección de ensayos titulada "El electrón es zurdo y otros ensayos científicos", los responsables de la película le ofrecieron novelizar el libreto cuando aún se estaba rodando. Asimov aceptó bajo la condición de pulir en la novela los numerosos errores que contenía el guion, pues discrepaba profundamente (véase el spoiler). O eso, o no había libro.

Su condición fue aceptada y, dada la lentitud del rodaje y la rapidez con la que escribía Asimov, el texto salió a la venta seis meses antes del estreno en las salas. De ahí la confusión. No tengo pruebas de que hubiese razones mercadotécnicas para ello pues, al parecer, los responsables de la película no contaron con la ágil escritura del ruso. Lo que sí es cierto es que, en el citado ensayo tercero, Asimov ya deja claro que la reducción es casi imposible dada la cantidad de problemas asociados.

Centrándonos en la película, estamos ante un trabajo de ciencia ficción que, para su época, fue revolucionario, aun cuando para un espectador actual algo instruido resulte bobalicón dadas las carencias que arrastra. Y no lo digo solo por cuestiones científicas, que sí, sino por la misma forma en que se presentan los personajes y se desarrolla la historia.

Podemos empezar por la celeridad con la que se suceden los hechos y la toma de decisiones. Se entiende la urgencia de la situación planteada al principio pero, dada la extrema complejidad de la solución, la planificación requerida es vital. Quizás, podía haberse insertado en el guion que era una intervención ya ensayada, para así justificar la premura. Pero no, aquí se pasa de un escueto "briefing" a meter a la gente en el submarino en apenas un par de horas.

Chirría también esa licencia tan cinematográfica consistente en explicarlo todo instantes antes de hacerlo, aun cuando se trate de un asunto necesitado de práctica. Así, los protagonistas reciben lecciones sobre cómo funcionan los rudimentos de la nave minutos antes de la miniaturización. Recuerda a esas películas de acción en donde se les explica a los paracaidistas el plan de ataque cinco minutos antes de saltar sobre terreno hostil. Destroza la consistencia del relato.

Chocante, otra vez, es el rol de los militares, quienes dominan una situación que debiese estar bajo el control exclusivo de los científicos. Y casi molesta que sean los mismos oficiales quienes ideen soluciones médicas como si fuesen expertos. Soluciones que, además, son paridas, desgranadas y decididas en lo que se tarda en dar dos caladas a un cigarro. Los científicos del quirófano parecen unos meros Oompa Loompas sin voz ni criterio. Y eso cuando no deducen situaciones casi milagrosamente, claro. Tales habilidades son inconcebibles.

Tampoco es de recibo el choque entre la tecnología para miniaturizar y la maquinaria accesoria para administrarla. Al parecer los militares son capaces de crear una tecnología espectacular, pero las pantallas de los terminales siguen siendo vetustas consolas de mando de la época; y eso cuando no hay un soldado subido a una escalera anclando un "token" en un plano pintado en la pared. Se ve que todo el esfuerzo se les fue en la dichosa miniaturización, no lográndose ningún avance en ningún otro campo, aunque solo fuese colateralmente o por serendipia. Hombre, haber ideado algo más creativo. Semejante desbalanceo tecnológico no ayuda.

Por otro lado, la forma en que la intervención está gestionada desde el exterior denota falta de formalidad, con los militares acaparando instantes de protagonismo injustificado y comentando los avances como si su opinión importase. Los vemos sin un ápice de emoción, tomando café con tranquilidad, casi dejadez, sin importarles siquiera que pueda verterse en los paneles de control. Nadie se creería que ahí se está llevando a cabo una cirugía revolucionaria. La asepsia, además, se toma poco menos que a chufla y en absoluto es verosímil tal y cómo se plantea.

Sobre los actores, cabe decir que están fríos y sobreactuados. A veces, más que hablar, declaman. Falta naturalidad. Y lo peor es cuando a alguno le da por filosofar. Tampoco es admisible la tranquilidad con la que aceptan el salto inventivo. Cualquiera de nosotros nos marearíamos solo pensando en sus implicaciones, y aquí es más bien como: "Pos fueno, pos fale, pos malegro. Nos miniaturizan, curamos al menda y luego unas birritas".

En general estamos ante una película que, si bien fue original en su planteo, adolece de errores científicos importantes y de un desarrollo pelín pobre, aun cuando técnicamente fuese notable para su época. A tenor de algunos diálogos insertados con calzador, aparenta ser más pedagógica que verosímil. Quizás todo ello obedezca a la ingenuidad y formación de los espectadores de 1966. Hoy en día pocos mantendrían la suspensión de la incredulidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jose_Lopez_5
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