Vivir y morir en Los Ángeles

Ya cuando empieza esta película desde los inicios de los títulos de crédito se puede deducir que te vas a encontrar con algo especial, así parte "Vivir y morir en Los Ángeles".

Comenzaré hablando de su banda sonora ya en los títulos de crédito, que es muy marchosa, muy energica y que corre a cargo del grupo Wang Chung, grupo techno pop de los años 80, oiremos además varios temas del grupo a lo largo de la película como el "Wake up stop dreaming" o el "Dance Hall Days", creo que se presta muy bien con los compases de la película, siempre habrá alguién que crítique su banda sonora por ser ochentera, podrá gustar más o menos, pero reconociendo la realidad los años ochenta fueron años muy creativos musicalmente hablando y generaron un montón de estilos musicales nuevos, no olvidemos que la película es de 1.985.

La trama de la película es sólida y convincente, un juego del gato y del ratón entre Willem Dafoe encargando al villano de la película, que ojo, en ningún momento te cae mal, más bien lo borda, doblaje excelente el de la película.

Encargando a los agentes de la ley nos encontramos a William Petersen y John Turturro, en medio de esta historia aparente simple el director William Friedkin nos obsequia con una trama muy bien elaborada, cuenta con una excelente fotografía y edición y buenas dosis de acción.

Parte de la acción de la película consta de una persecución de coches rodada a toda velocidad por las calles periféricas de la ciudad de L.A. con coches del grupo General Motors y Ford, que decir, pues que está muy bien coreografiada y filmada, con rigor y estilo, con planos sugerentes, en definitiva, se ve, se ve y en conclusión se disfruta, yo creo que todos y todas entendeís de que hablo.

Recomiendo ver esta película al que busque una historia bien tramada, organizada y bien interpretada, hay momentos de la película que no te dejan indiferente tal y como se suceden. Merece esta película un visionado e incluso otro más sin ninguna duda por si algún fleco nos ha quedado suelto, es entretenida y posee una historia muy interesante, un intento por recuperar el thriller efectivo de los 70 ya en la década de los años 80 por parte de un excelente director como Friedkin.

Peliculilla, ochentera, mala, con sintetizadores que revienta los tímpanos, que llegué a ella tras la pista de las influencias de "drive" de Windin Refn, buscando neones. De eso nada, la obra maestra de los últimos 10 años junto con el árbol de Malick (qué añito, repito, qué cosecha) , tiene muchísimo más de Elígeme de Alan Rudolph, que de este bodriete serie B o de "driver" de Hill.

La única gracia que tiene el film es la siguiente. Cuando yo veía algún episodio esporádico de C.S.I, siempre me reía del gordo de Greeson. Siempre me decía a mí mismo "éste de policía?, éste en su vida ha corrido detrás de un gitano". Bueno, pues en esta peliculilla, con 15 años menos, el sordete se echa unas carreras que las patas se le convierten en molinillos...Como cuando Zipi y Zape escapaban de la alpargata de su padre, igual.

William Friedkin dirigió “Vivir y Morir en LA" (1985) con la que ya se perfilaba como un director serio y al que podíamos incluir con el adjetivo de grandioso, pues ya había firmado grandes títulos como “French Connection” (1971), “El Exorcista” (1973) o “A la Caza” (1980).
Partiendo de que “A la Caza” su película anterior a ésta fue un riesgo que no logró cuajar entre la crítica y espectadores volvía a hacerlo esta vez confiando en unos actores jóvenes pero que ya estaban despuntando como Willem Dafoe y William L. Petersen (Gil Grissom en CSI Las Vegas).
La película goza de una estupenda fotografía a cargo de Robby Muller, conocido por sus aportes para Lars Von Trier o Win Wenders y resalta por su música de sintetizadores confeccionada por la banda inglesa de new wave Wan Chung.
El talento de Friedkin queda demostrado en las vibrantes escenas de persecución tanto a carrera como en auto.
Richard Chance (William Petersen) y Jimmy Hart (Michael Greene) son dos agentes del servicio secreto que van detrás de un fraudes cometido en una oficina de Los Ángeles.
Hart está a punto de jubilarse y en su última misión es asesinado tras cruzarse con Rick (Willem Dafoe) un peligroso falsificador.
Richard profundamente traumatizado por la pérdida de su colega pondrá todo su empeño en capturar a Rick por todos los medios.
Estupenda película que cuenta con varios puntos de similitud con su anterior trabajo “French Connection” y que viene a demostrar el porque William Friedkin es considerado como uno de los mejores cineastas a pesar de títulos tan irregulares en su carrera como “Jade” (1995) “The Hunted” (2000), o “Bug” (2006).

Una construcción muy sólida, aunque también arquetípica de los productos que se realizaban en la década de los ochenta. Me ha gustado, me ha entretenido.

Algo de lo que allí se cuenta, lo vas deduciendo antes de que suceda. En los últimos años hemos visto demasiado cine, y hace tiempo que conocemos los trucos empleados, que en aquella lejana década funcionaban; hoy nos parecen ya pueriles, e incluso un tanto toscos.

La carrera de William Petersen, el protagonista, continúa activa, casi en primera línea tras 40 años, (CSI LAS VEGAS) aunque yo conozco mucho mas la trayectoria de Willem Dafoe o John Turturro.

Un thriller bastante básico para vivir la furia del 'bacile' policial de los años ochenta. No es que esté mal hecha, ni mucho menos, ni que le falten cosas, que quizá le falten, es que no tiene nada que la diferencie de todas las demás idénticas, o muy parecidas.
Mucha música ochentera, mucha coreografía de videoclips, pero a la cinta le falta sustancia, entidad, contenido y profundidad.
Los personajes están demasiado caricaturizados, demasiado simples, planos, sin pasado ni esperanzas. Sin pretensiones.
Y eso que tiene actores decentes: William Petersen es el policía, Willem Dafoe, el malo, John Pankow el compañero del policía, Debra Feuer la chica del malo, y John Turturro el pringado que acaba en prisión.
Visualmente es atrayente, pero es una cinta repetida una y mil veces, de las que hay decenas mejores, más oscuras y mejor dotadas.
La música además es excesivamente intrusiva, no deja ni siquiera espacio para que los diálogos se escuchen adecuadamente.
Se deja ver, tiene momentos interesantes, pero es una película muy vista.