El inocente

Que no es una obra maestra lo sabemos todos, tampoco lo esperabamos, pero de ahi a criticarla con toda la porqueria que hay hoy en dia en el cine es un sacrilegio. Es una pelicula entretenida y te mantiene intrigado, sus personajes tienen gancho y esta llena de clichés que la hacen mas atractiva y sugerente.

Pues eso, cuando empiezas a verla, te parece que vas a ver la típica película de drama judicial con tintes de thriller, suspense y misterio. Llegados a un punto, la película pega una vuelta de tuerca, y aunque no es nada que haga que sea un peliculón, a los que disfrutamos de este tipo de películas nos gusta ver de vez en cuando algo que se sale del canon del thriller de manual.

Las actuaciones muy correctas para lo que se pide para estas películas, muchas caras conocidas; Matthew, H. Macy —«Shameless»—, Leguizamo —del que soy muy fan desde «El incidente» de Shyamalan—, Philipps y Tomei.

Las pistas se van soltando, como tiene que ser para mantener al espectador pegado a la pantalla, poco a poco, hasta llegar a un final digno y que cierra el círculo perfectamente.

Ni más ni menos. Y con mcConaughey, claro. Ya en esa senda venturosa que lo sacó de las comedias románticas del tres al cuarto, y del fango de los actores olvidables, nuestro amigo Matthew aporta intensidad a este batiburrillo de letrados de dudosa moral, catastrofías del sistema penal estadounidense y grandes giros de guión que no revelaré. La película es muy disfrutona porque, dentro de la multitud de trampas y debilidades del guión que son esperables en estos productos, desarrolla la trama con donaire y mantiene al espectador atento. Ryan Phillipe, en mi opinión, no es un acierto de casting y su cara de querubín inexpresivo es sistemáticamente abofeteada en lo actoral cuando comparte plano con Matthew...y con cualquiera, la verdad. En resumen, película poco conocida pero que se puede ver la mar de bien. Y sale Bryan Cranston.

Mickey Haller es el prototipo de "picapleitos" a la americana: un tipo muy bueno en su trabajo pero carente de ética alguna, al cual se le presentará un caso de mayor calado, sujeto a unos honorarios nada desdeñables (incluso para él), y que, con su desarrollo, el letrado se empezará a plantear algunas cuestiones de índole moral. Vamos, que empieza a asomar cierta humanidad en el sujeto en cuestión.

Topicazo.

Sí.

¡Pero oigan!. McConaughey nos deleita con una interpretación muy divertida; que sumada a la del resto del elenco, -incluida la actuación de la madre de Rose DeWitt Bukater de "Titanic"-, hará que se pase un buen rato.

(Aunque para mí el tipo que hace de Louis Roulet me recuerda demasiado a Samsagaz Gamyi, como para atribuirle el rol que tiene asignado.)

Otra cosa: Por lo que me he informado, la obra es una adaptación de una novela. Bien. Pues yo no he leído la novela, pero he visto tela de adaptaciones de libros, así que me huelo a que ese guión tan apresurado que compone el filme, es fruto de lo que siempre suele pasar en estos casos: modificar y recortar a base de bien la historia, para que se adecúe a la extensión del largometraje. ¡Qué pena que no se hubiese hecho esto con más cabeciña!.

Insisto, es entretenida, aunque el hecho de que, por lo de arriba mencionado, se hilen cosas de forma tan apresurada (como cuando el protagonista ata los cabos de dos casos judiciales muy presentes en su vida), hace que se pierda credibilidad en cantidades industriales.

Y es ficción, por favor, que no se busque en la obra atisbo alguno de rigor en los procedimientos judiciales que vemos en ella... que si entramos en eso un servidor no acabaría nunca la presente crítica...

Recapitulando: Un drama judicial / thriller para pasar un buen rato.

Gracias por leer.

Lo menos bueno que se puede decir de esta “El Inocente” es que es una película convencional; adjetivo, supuestamente peyorativo, que utiliza la casta de críticos profesionales para referirse a películas de buena factura que, sin pretender otra cosa más que entretener al espectador, tienen buena acogida entre el público. Es cierto que quizá esté fuera de época y que donde realmente se sentiría cómoda es en los noventa, cuando cada año se estrenaban una o dos adaptaciones de best sellers de John Grisham y similares. Era la época de “La tapadera”, “El cliente”, “El informe pelícano” y demás thrillers judiciales que seguían más o menos un mismo patrón y se diferenciaban por sus proporciones entre comedia, drama y romance. Con repartos de lujo y sus continuos e imposibles giros, eran películas que tenían al público enganchado hasta su previsible final y cuyo su éxito estaba asegurado salvo en las contadas ocasiones en la que los personajes protagonistas se empeñaban en resultar particularmente estomagantes (como el niño de “El cliente” que me hacía empatizar con la mafia).

“El inocente” es de esa escuela. La típica película de abogados más listos que el hambre que se enfrentan a un caso en el que nada es lo que parece y que tiene vinculaciones con su pasado. Varios embrollos en los que los buenos son buenos, los malos son malos y lo que importa no es el final, que se intuye desde el tráiler, sino el cómo se desarrolla la película para llegar a ese final. Y el desarrollo es agradablemente típico con un Matthew McConaughey en esos papeles de guapo, brillante y simpático que le ofrecían antes de ganar el oscar y meterse en rollos más profundos, rodeado de caras conocidas con las que intercambia ingeniosos diálogos pensados para hacer que sus amigos nos caigan muy bien y sus enemigos muy mal. Las cosas claritas, como tiene que ser.

Habrá quien diga que el cine ha evolucionado hacia producciones más oscuras, con más trasfondo, más facetas y múltiples dimensiones y que películas más directas (alguno diría simples) como “El inocente” tienen más de telefilm que de cine moderno. Puede ser. Desgraciadamente puede que tengan razón y las malditas tendencias nos hayan llevado a infravalorar el pasar un buen rato con una buena película que no trata de reivindicar nada, ni denunciar nada, ni cambiar nada. No sabría decir en qué momento dejó de ser suficiente que una película te dejara meterte en su trama, divertirte, inquietarte y vivir sus aventuras por más ‘convencionales’ que estas pudieran ser. Pues que se vayan atpc. Hay más de esencia de cine en “El inocente” que en el noventa por ciento de la cartelera actual o de la paja genérica que se hace para las plataformas de streaming.