La carreta fantasma

La extensa carrera profesional del director y actor sueco Victor Sjöstrom, de un modo sublimemente homenajeado en la magitral “ Fresas Salvajes” (Smultonstället, 1957) de Ingmar Bergman, no quedaría en vano si se le recordara por una de sus mejores piezas en la época del cine mudo y que llevó como título en su país como "Körkarlen". Una obra fantástica y planteada como una fábula moral ceñido de cuento dickensiano.

La película se basa en un relato de su compatriota y premio Nobel de Literatura, la escritora Selma Lagerlöf, autora también de “El Maravilloso Viaje de Nils Holgersson (un clara influencia procedería Pipi Långstrump de Astrid Lundgren) y que trataba sobre un niño con ansias de tropelías que viajaba por todo el país con un enorme ganso.

"Körkarlen" trata sobre la desfragmentación familiar, la falta del calor del hogar y el alcohol como desencadenante hacia una vida mundana y pobre que azota el sentimiento de culpabilidad de su principal protagonista, David Holm (interpretado por el propio Sjöström) como condicionantes que, a modo metafórico, pesan más que la carga de la carreta del título, que transporta almas, y cuyo cochero es una alma en pena más con el infortunio de haberle asignado tan pesada carga en su trabajo tras fallecer en la víspera de año nuevo.

Una pequeña joya a reivindicar en el cine mudo que ha pasado desapercibida pero que en momentos ha sido un ejercicio influyente en obras posteriores de otros grandes cineastas a lo largo de las décadas posteriores.

Al ver esta película uno no puede sino prestar completa atención a la estética de la fotografía, los vestuarios, los efectos especiales. La música que acompaña a la imagen lo hace en perfecta sinergia, logrando así el realce del suspenso en la historia. Victor Sjöström y su equipo de técnicos han sabido crear este producto cinematográfico, el cual sin duda es una joya del cine, tanto que se puede ver una escena que serviría de inspiración para Stanley Kubrick en su película The Shinning.

Lo que decía, no sé muy bien por dónde tirar.

A nivel espectador mundano, me ha parecido un aburrimiento de remake sueco del cuento de navidad de Dickens, con la bebida y el maltrato como móvil. Encima relatado se forma edulcorada y sumisa, como si un maltratador pudiera cambiar de la noche a la mañana.

Siendo un poco más objetiva, diré que es una pasada cómo se las ingenian para hacer el plano astral fantasmagórico y el suspense mediante una historia contada en base a saltos temporales.

En mi ignorancia, apenas había oído hablar de esta película, y para mí ha sido un total descubrimiento.

Lamentablemente, el film ha envejecido muy mal en cuanto a contenidos. La “carreta fantasma” es una historia de culpa y redención, desde una óptica marcadamente cristiana, con una concepción del hombre basada en la figura dual del cuerpo y el alma. La historia de amor está metida con calzador. El desenlace es marcadamente aleccionador y un tanto decepcionante.

Sin embargo, me ha dejado totalmente pasmado la modernidad en las formas, que hacen que cualquier espectador, también a día de hoy, quede enganchado a la pantalla durante todo el metraje. Victor Sjostrom era ya un cineasta experimentado cuando dirigió esta película, y contó con un equipo técnico de primer orden. El resultado, una historia visualmente hechizante, con unos efectos especiales que habrían firmado sin dudarlo muchas películas 40 ó 50 años posteriores, y relatada de una manera absolutamente cinematográfica. Me ha sorprendido la existencia de continuos flashbacks, que facilitan que el espectador se enfrente a la trama desde distintos puntos de vista, sin perderse nunca. Y, lo más sorprendente, Sjodstrom incorpora flashbacks dentro de los flashbacks, con una narración estructurada a modo de muñecas rusas. Hay que destacar la fuerza que tienen muchas escenas, tanto por el simbolismo que encierran (las puertas, las manos, el abrigo…), como por el brío con que están rodadas. Por supuesto, hay que destacar la escena del hacha que sirvió de referente a Kubrick al rodar “El resplandor” (¿plagio u homenaje?). Y todo en 1921. Un hallazgo.

El cine estaba inventado ya en 1921. Y también los efectos especiales.
Los salvacionistas, una especie de Orden religiosa. ¿Pertenecería Victor Sjöström a esa Orden?
Solo por el realismo que evocan estas películas antiguas, vale la pena verlas.
Se nota que es sueca, su ritmo es algo más lento que otros clásicos de la época.

Me llamó la atención el que se utilice el tema de la tuberculosis en la manera en que se hace. Pensemos que Pasteur murió en 1895. Está claro que el cine es un método de primer orden de divulgación de teorías modernas, aquí está la prueba. No quiero entrar en los entresijos de la teoría microbiana de Pasteur, me lo reservo para otra ocasión. A lo que voy es a lo que podemos comprobar, los inicios del cine ya portaban las ideas que el gran establishment establecía como correctas. Esta cuestión es independiente de si el producto cinematográfico tiene calidad o no.

El problema de la alcoholemía existía, por lo que podemos ver, en Suecia en 1921 y ahora. Ni el desarrollo industruial, ni las modernidades, ni la tecnología, ni la economía del primer mundo, les ha salvado. ¿Será, como dicen algunos, porque el tener menos horas de sol les deprime?

Qué poco hace falta hablar para entender. Cuánto dice una imagen, un rostro, un carromato ruinoso.
La historia se me hizo demasiado facilona. El final, predecible. La conclusión, positiva.
Por cierto...¿sacó de aquí el bueno de Stanley la famosa escena de "El resplandor"? Está clavada.

Correcta, con logros técnicos considerables. Un 6,5.