El tiempo del lobo

Todas las películas o libros ambientados en un escenario post-apocalíptico tratan fundamentalmente de lo mismo: de como el derrumbamiento de la sociedad lleva al afloramiento de la maldad que llevamos dentro, de la maldad inherente al ser humano que es sujetada por leyes y normas en la sociedad, pero que se muestra en su máximo esplendor cuando todo cae.
Sabiendo esto, a un director como Haneke este genero pareciera que le viniera que ni pintado, pues toda su carrera se ha dedicado a observar con ojo clínico las partes más oscuras y feas de nosotros, siendo su realismo un afilado espejo que refleja nuestras más siniestras miserias. Y, si bien la cinta cumple hasta cierto punto, regalándonos dos o tres momentos de un desgarramiento genial, no termina de funcionar en conjunto, quizás por el hecho del propio escenario.
La cosa va así, cuando en todas las películas del genero se nos cuenta lo mismo, esto acaba por perder el intereses, por cansar; y al alejar su película de los escenarios urbanos contemporáneos a los que nos tiene acostumbrados, Haneke pierde mucha eficacia e impacto, pues gran parte de su encanto reside en la cotidianidad de las historias, quiero decir, en la familiaridad de los personajes y contextos que nos aportan el extra de perversión que necesitamos para sentir de verdad la turbación que subyace a la sociedad del consumo.
Aquí, en cambio, al ambientarse en una situación ficticia, futura e improbable, la película pierde fuerza, por muy duras y aplastantes que sean sus imágenes.

Sin dudarlo, si tuviera que nombrar a tres directores vivos que me lleguen al alma y de los que no me pierdo una película, Haneke, el maestro austriaco, sería siempre uno de ellos. No se puede olvidar que el director de AMOR, OCULTO, LA CINTA BLANCA, LA PIANISTA y alguna otra película más, es un director difícil, con una temática en la que la violencia y la perversión siempre está patente. Es por esto que bucear en algunos de sus filmes menos conocidos haya sido algo a lo que me he entregado cada cierto tiempo. En esta película, de la mano de su musa, la siempre perfecta Huppert, Haneke se adelanta a esos mundos postapocalípticos que ahora son frecuentes en muchas películas. Es esta la parte más sorprendente de la película, el situar a unos personajes en un mundo que se viene abajo y en el que cada cual debe valerse por sí mismo ya que el Estado protector y vigilante ha quebrado. Pero los personajes que se nos muestran son poco creíbles, están muy difuminados y siempre al servicio de una historia que comienza con mucho brío y que interesa al instante, hasta que pasados unos minutos nos vemos inmersos en el viaje hacia ningún lado de estos desamparados seres que se van encontrando con otros similares y que recuerdan vagamente a los personajes de series como THE WALKING DEAD. La película se hace reiterativa y deja de emocionar y de interesar. Si no nos importan los personajes, es que el director no ha sabido contarnos la historia. Pero siempre hay algo de Haneke, conste, aunque aquí no basta para salvar una película larga, previsible y algo aburrida.

El austriaco Michael Haneke escribe y dirige la apocaliptica "Le Temps du loup", sobre la falta de humanidad de la propia humanidad en tiempo de caos.

Michael Haneke nos lleva a algo ya conocido, un futuro cercano apocalíptico, pero a la vez realista, ignorando por completo los motivos del fin del mundo, y centrándose en la naturaleza humana y cómo se comporta en situaciones extremas, mostrando un mundo desesperanzador e inhumano, para que reflexionemos sobre nuestra propia moralidad y humanidad.

Por tanto, "Le Temps du loup" no tiene nada que ver el cine de supervivencia convencional, es lenta, con una fotografía deliberadamente oscura, sin una sola escena que aporte esperanza o descanso al espectador, y sin un rumbo ni final.

Para mí, "Le Temps du loup" no aporta nada especial, he visto películas y series planteando la misma situación, pero más eficaces a la hora de generar intriga, desasosiego y terror, y también más realistas y reflexivas que esta versión de Haneke.

Así califico a Haneke: de artistilla. Esa clase de personas que se recrean en lo oscuro porque su alma es oscura, y lo oscuro siempre queda bien. Induce a los demás a una compasión existencial y, sobretodo, a una empatía en la oscuridad. Qué profunda es la gente oscura, ésa que no ha superado las dudas de la adolescencia.

Así es el tiempo del lobo: una película oscura. Ya su fotografía lo es. Pero lo que realmente es oscuro, y ya sin cinismo, es la totalidad de la cinta: personajes insípidos, diálogos vacíos, simbolismo absurdo (algo muy propio de los artistillas oscuros), recreación abusiva en los momentos dramáticos, un principio propio de quienes no saben llamar la atención de otra manera porque no tienen más recursos, y un final pretencioso y carente de sentido.

Y lo peor, es aburrida a más no poder.

Haneke, deja el cine y reclúyete en tu tormentoso túnel.

Simultáneamente a la fagotización por la industria del cine norteamericano independiente, un término que no vale nada hoy en día y que consiste en imitar a las películas "cultas" europeas con planos interminables y actuaciones lánguidas, con el ojo puesto en algún festival-catapulta al estrellato, se produce el fenómeno a la inversa, el cine europeo intenta imitar al norteamericano, y asistimos desolados a pobres remedos de películas de consumo made in Hollywood con la esperanza de obtener buenos resultados en taquilla. Y en esto aparece el señor Haneke con su versión del cine de catástrofes sin efectos especiales, moda reciente y espero que pasajera. Así, la suma Haneke + quiero ser como los de Hollywood da como resultado 110 minutos de frustración para un sufrido espectador que todavía se traga las películas enteras para ver si pasa algo que las salve (costumbre que voy a empezar a abandonar).

Hay cine que debe existir aunque no te guste (creo que el cine de Michael Haneke o Gonzalo Suárez, por poner dos ejemplos, debe existir aunque particularmente no me entusiasme) porque los implicados han echado el resto para hacer una película en la que creen y porque tiene que haber vida más allá de las multisalas, pero por favor, hagamos lo que sabemos y dejemos lo que no sabemos para los que sí saben.