Sin dudarlo, si tuviera que nombrar a tres directores vivos que me lleguen al alma y de los que no me pierdo una película, Haneke, el maestro austriaco, sería siempre uno de ellos. No se puede olvidar que el director de AMOR, OCULTO, LA CINTA BLANCA, LA PIANISTA y alguna otra película más, es un director difícil, con una temática en la que la violencia y la perversión siempre está patente. Es por esto que bucear en algunos de sus filmes menos conocidos haya sido algo a lo que me he entregado cada cierto tiempo. En esta película, de la mano de su musa, la siempre perfecta Huppert, Haneke se adelanta a esos mundos postapocalípticos que ahora son frecuentes en muchas películas. Es esta la parte más sorprendente de la película, el situar a unos personajes en un mundo que se viene abajo y en el que cada cual debe valerse por sí mismo ya que el Estado protector y vigilante ha quebrado. Pero los personajes que se nos muestran son poco creíbles, están muy difuminados y siempre al servicio de una historia que comienza con mucho brío y que interesa al instante, hasta que pasados unos minutos nos vemos inmersos en el viaje hacia ningún lado de estos desamparados seres que se van encontrando con otros similares y que recuerdan vagamente a los personajes de series como THE WALKING DEAD. La película se hace reiterativa y deja de emocionar y de interesar. Si no nos importan los personajes, es que el director no ha sabido contarnos la historia. Pero siempre hay algo de Haneke, conste, aunque aquí no basta para salvar una película larga, previsible y algo aburrida.