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Mi casa en París

Comedia. Drama. Romance Mathias (Kevin Kline), un neoyorkino que necesita dinero, viaja a París para vender el lujoso apartamento que acaba de heredar de su padre, con quien no tenía ningún contacto. Al llegar allí descubre que una señora mayor, Mathilde, vive allí con su hija. No tarda en enterarse de que, según la ley francesa, no podrá hacerse con el piso hasta que Mathilde fallezca. (FILMAFFINITY)
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Críticas 27
Críticas ordenadas por utilidad
10 de junio de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Veo "Mi casa en París", la película británica dirigida por Israel Horovitz, quien en una brillante adaptación de su obra teatral de igual título, crea un excelente guión (además de profesor de dramaturgia es novelista y poeta). Con unas impecables actuaciones de sus veteranos actores (Kevin Kline, Maggie Smith y Kristin Scott Thomas), una ambientación propia (paseo por París de la mano de una bellísima música de acordeón), un sentido sonido (disfruto oyendo cantar ópera a Kline) y un planteamiento brillante del conflicto, veo una humana historia llena de honestas reflexiones, carente de tópicos y excesos sentimentaloides a la que no le puedo poner ninguna objeción.
amaya pujana levy
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11 de mayo de 2017
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Mathias (Kevin Kline) es un pobre hombre neoyorquino que necesita imperiosamente dinero. Para conseguirlo decide vender un lujoso palacete en el centro de París que ha heredado de su padre, con el cual no mantenía relaciones.
Es una película excelente, una comedia dramática de altura, sobre todo por la gran dirección de Israel Horovitz, y un guión un tanto excesivo pero inteligente del mismo Horovitz, adaptación de una obra teatral suya titulada My Old Lady (que por cierto es el título original del film). El libreto tiene diálogos de una gran causticidad y un humor de corte “asilvestrado”, que tiene al espectador avezado muy atento e interesado durante los 107 minutos de esta especie de enredo teatral.Cuenta la película también con una bonita música de Mark Orton y una gran fotografía de Michel Amathieu.
En cuanto al reparto, son de destacar las interpretaciones sobresalientes del trío protagonista. Maggie Smith está genial sin paliativos en su rol de gran madre con una larga e intensa historia de romances, algunos “prohibidos”; Kristin Scott Thomas, actriz por la que siento especial predilección, hace un gran trabajo en su papel de mujer perdida en la vida que ha dejado pasar su juventud al lado de su madre; y no falta un histriónico Kelvin Klein que da una gran lección de flexibilidad entre la vulnerabilidad cómica, la intensidad dramática y el patetismo; pero pese a lo descabellado e incómodo de su papel, consigue transmitir emociones y empatizar con la sala. El mismo Horovitz dijo que el secreto para obtener una película como Mi casa en París consiste en escoger a los actores adecuados y dejarles hacer.
Es interesante para quien lo sepa escuchar, que en la trama se deja claro que las personas somos como somos, en relación a la matriz familiar de nuestro pasado: cómo y quiénes fueron nuestros padres, si estos eran felices entre ellos, si fuimos queridos o no por ellos, si su presencia fue efectiva, e incluso si se produjeron momentos intensos, primordiales y definitivos para los hijos. Es decir, que los actos de las personas, sobre todo en relación a la función paterno-materna, no son baladíes, que tienen sus consecuencias y que en ocasiones estas consecuencias marcan el destino de los hijos, lo cual, a la larga, marcará el destino de los suyos y así sucesivamente en forma de cadena generacional.
Quien vea esta cinta se dará cuenta que los personajes tienen un historial familiar común y muy conflictivo, que desde la más tierna infancia, han hecho de ellos lo que son. Y este es uno de los valores del film, ponernos en contacto con esta realidad evidente de que las personas no nacemos de tal o cual forma, sino que nos hacen nuestras circunstancias socio-familiares, lo cual a veces se remonta incluso a épocas antes de nacer el sujeto. Todos los protagonistas son hijos de su pasado familiar. El film es, en resumen, un laberinto de secretos y fantasmas familiares.
En conclusión: buena película, buena dirección, guión y actores.
Kikivall
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