El maestro jardinero

Llega un poco tarde esta película que pasó por el BAFICI sobre un horticultor (Joel Edgerton de sólida labor) con un pasado oscuro.

En el cine de Schrader existe un trabajo de cámara tan cuidado que, por más que lo que se narre en algunos tramos no parezca tan trascendente, permite que cada escena sea un deleite visual.

'Master Gardener' mantiene el estilo pausado del director que culmina esta trilogía (las cintas anteriores fueron 'The Card Counter' y 'First Reformed') con un nivel seguramente más bajo que sus antecesoras. Esto tiene que ver con algunos caminos discutibles que el director elige tomar en los últimos 15-20 minutos del film.

El resultado final puede tener una pizca agridulce. Estamos en presencia de un relato hipnótico, con mucho arte, de culpas, de redención; y una forma apresurada de cerrarlo.

7 Alancitos Horticultores sobre 10

Hay dos presencias incuestionables que me impulsan asistir al cine a ver este film:
Una, la dirección del veterano Paul Schrader, guionista de la grandiosa “Toro
salvaje”, y las más que destacables “ Taxi Driver “ y “ Yakuza “. Luego pasó a la
dirección, con una suerte más desigual, pero no ha dejado de interesarme, aunque
no me entusiasmara su último trabajo, “ El contador de cartas “.
La otra, la presencia de Sigourney Weaver, actriz que no ha perdido magnetismo con
el paso de los años. Qué lejos queda ya su Teniente Ripley, heroína inolvidable para
muchas generaciones gracias a Ridley Scott y su “Alien”.
Schrader, continuando con, al parecer, su peculiar trilogía sobre la redención que
inició con “El reverendo”, en esta ocasión, su personaje protagonista, Narvel Roth,
interpretado más que correctamente por Joel Edgerton, nos adentra en el mundo de
la jardinería, como meticuloso y fiel empleado de una acaudalada señora ( Weaver ),
con una cuidadosa y botánica puesta en escena.
Consciente de que la deriva del film será otra muy distinta a la de la pausa y
tranquilidad de sus inicios, sin embargo, no despierta en mí ninguna impaciencia, por
lo que algún mérito tengo que atribuirle a este film.
Y sí que debe tenerlo, porque aunque su intriga y desarrollo posterior no sea ni
sorprendente ni original, consigue envolverme con curiosidad a la espera de su
resolución, tanto de la historia como de sus personajes, y búsqueda de respuesta a
mis preguntas sobre el porqué, dónde y cómo será las esperadas redenciones.
Si bien no la recordaré como un gran film, tampoco lo haré como una fallida pérdida
de tiempo.

De esas películas que vas a ver a un cine de arte y ensayo y te dan una hojita con la vida y milagros del director. Con esta premisa, y viniendo de Paul Schrader, un corredor de fondo del cine, ya sabemos que tipo de filme vamos a encontrar: una película sesuda, lenta, intelectual, con personajes muy definidos, diálogos algo pedantes y sosos y con la dosis justa de sexo y violencia, todo ello desde un punto de vista intimista y artístico. Y Schrader, como buen guionista y director de esos productos, cumple a rajatabla lo previsto. Buenas actuaciones, algo artificiosas, con personas que se expresan como si leyesen en el váter los premios Nobel de literatura, sección poesía. Cuesta creer que el protagonista, un redneck blanco de oscuro secreto, se exprese como Leonard Cohen. Edgerton, con esa cara de tacto rectal perenne, resulta intrigante, siendo de agradecer la presencia de Quintessa Swindell, más si cabe sabiendo que originalmente el papel estaba pensado para la arrogante y aburrida sobrevalorada Zendaya. Hay otros dos papeles quasi anecdóticos, los de la Weaver y de Esai Morales, que parece casi un cameo.

La historia está llena de agujeros (ver spoiler), que Schrader trata de ocultar con los tiestos de la película.

Aún y así el filme es interesante y se deja ver, manteniendo el intríngulis hasta el final. Pero no esperéis a Liam Neeson y su "venganza", esto está más próximo al conductor de autobuses de "Patterson".

Narvel lleva una vida meticulosa y ordenada como jardinero jefe de la mansión de la viuda Haverhill (Sigourney Weaver). Una voz en off leída de su diario personal irá construyendo una descripción metafórica de su vida a partir de las diferentes formas de jardinería y peculiaridades florales hasta el día en que aparece Maya, una sobrina nieta de la señora que muchos años atrás había pasado alguna temporada en la mansión. Narvel recibe el encargo de acogerla como aprendiz con una voluntad sanadora para la chica. Este hecho abrirá una nueva etapa en la que se destapará un pasado truculento de nuestro protagonista.
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Joel Edgerton da vida con una buena interpretación a un prototipo de antihéroe muy representativo del director Paul Schreader —en este sentido hay que recordarlo como guionista de los icónicos protagonistas de "Taxi driver" (1976) o "Toro salvajtoe" (1980) — refugiado en una rutina ritualizada mientras se intuye una olla a presión contenida con una válvula de seguridad que empieza a silbar a través de todos los poros de su piel tatuada.

La aparición y los nuevos escenarios que abre Maya permite una nueva oportunidad vital como una forma de renacimien en busca de un destino donde el peso del pasado está siempre presente como una losa. Es en estos momentos donde tus propias decisiones pueden hacer que nazcan flores y plantas sobre el asfalto de la carretera de tu vida —metáfora casi literal en una de las secuencias más atrevidas y juguetonas de la película que anticipa su final donde el veterano director se permite todas las licencias.

Paul Schrader nos invita a un viaje de redención en medio de un triángulo de relaciones digamos "oscuras" donde los fantasmas del pasado mostrados en forma de acertadas retrospectivas y los giros de guión oportunos y enérgicos nos mantienen en una magnética atención aunque los perfiles de los personajes queden algo desdibujados y el director se permita un monumental guiño final con el recurso estereotipado del amor sanador. (6)

Otra de las historias de Paul Schrader con su habitual monótona redención a fuego lento.
La oscuridad escondida desea salir. Todo tiene que saltar por los aires en algún momento, siempre más tarde que temprano, pero nunca llega ese festival de violencia.
Los acontecimientos son bastante previsibles sin buscar el exceso en un idilio que nunca concreta todo su potencial. Tampoco existe una amenaza feroz, ni se distingue algo parecido, más allá de un violento pasado.