Quiere jugar en grandes ligas con césped resplandeciente junto a un campo abarrotado y se queda en el barro a la vista de nadie. Intenta mostrarnos una originalidad con un frecuentado argumento mil veces visto. Demasiado pretenciosa para lo que ves en pantalla, ni un mínimo de tensión, sin hablar del desaprovechado grupo de actores. Un ejercicio artificial descuidado argumentalmente destruido por su insignificancia. Utilizando como señuelo su atractivo reparto.

Presume de estilo dentro de una trama insustancial. Intenta crear su camino propio pero se ven las costuras por todas partes proponiendo un híbrido entre la gran John Wick y la excesiva En el punto de mira con Clive Owen sin la elegancia de una y la contundencia de la otra. Un derroche de excentricidades, donde la acción gratuita es una anodina acompañante creando una oda a la superficialidad con una extensión cómica. Tiene un reparto interesante pero toda la película es un caos.

El vacío existencial de la protagonista con una vida anodina que se aferra a la desidia de los días no logra captar mi atención.
Una historia insignificante de fachada tímida que no encuentra su sitio en un arrebato ahogado desde el comienzo.
Cargada de diálogos con aire petulante que no ofrece lo que quiere contar porque lo cotidiano no tiene porque ser aburrido, pero aquí aparece el sueño más profundo y el bostezo más rutinario.
Su metraje se ahoga en la paciencia del espectador que no acierta a insertar ninguna pieza en el intento de drama contemporáneo o en el thriller convencional, decepciona en cualquier ámbito.

Rodada con mimo y elegancia desde la vertiente más onírica para crear un despertar sexual ridículo corrompido por la propia sexualidad sin ningún camino que recorrer que el propio libertinaje por pura satisfacción.
Una sexualizada versión femenina de Frankenstein, donde su fotografía, su cuidada imagen y su diseño, te embaucan, pero no con la autenticidad que pretende y sí con un sinfín de capas a la cual más mezquina.
La aventura para autodescubrirse desde el primer instante está sobreexplicada en todo momento, como si el director quisiera creerse más listo que los espectadores y tiene que darnos una explicación en cualquier circunstancia.
Un envoltorio que busca acogida en la felicidad de la irreverencia con la excusa del empoderamiento, quedándose en una acelerada serie de situaciones acartonados a la par que vergonzantes.

El capitalismo del egocentrismo más absoluto queda al descubierto en esta errática historia, tan plana como sus pies.
Buscando el perfeccionismo, la película queda desplazada a cualquier atisbo de realidad.
El inútil comportamiento de unos personajes estereotipados, ofrecen una propaganda feminista para alejar el supuesto estado patriarcal en el que vivimos.
Un film inoperante cargado de adoctrinamiento que propaga su marca, más allá, de su gran campaña promocional.
Todo es sexualizado en esta lucha contemporánea, donde el comportamiento machista de los hombres son pura banalidad para reducirlos a ellos en objeto de burlas.
Se sacrifica el espectáculo nostálgico en beneficio de una puesta en escena, donde la lucha de sexos se vanagloria en ridículos diálogos.
La importancia de facturar es más importante que las razones para no hacerlo.