Good Morning, Vietnam

La versión del Robin Williams más cómica, sin llegar a ser una caricatura de sí mismo, junto con su faceta dramática que a veces sabe también tratar, bien le valieron su primera nominación al Oscar. Una comedia (creía que era un drama bélico puro) con tintes de sátira con la guerra de Vietnam como telón de fondo, como ya su nombre indica, y con la figura de la radio como hilo conductor. Una película que tenía pendiente desde hace eones y que me supo mal no gustarme como debiera el otro día. Se me hizo algo pesada, sobre todo cuando la acción no pasa por Williams, que está en estado de gracia (su época más "dorada"). Me quedo con los momentazos del "I Feel Good", "What A Wonderful World" y con un par más muy míticas que no me sale el título.

El personaje que interpreta Robin Williams en esta película es para mí uno de los más insufribles e insoportables de la historia del cine, hasta el punto de que antes de la media hora de metraje me tomé como un reto llegar hasta el final, cosa que conseguí para que no se pudiera decir que no aguanto el dolor. Más de dos horazas en las cuales se suceden a velocidad supersónica unos 30.000 chistecillos de los cuales pueden tener algo de gracia uno o ninguno.

Y aparte de que el personaje tenga la gracia donde pican las avispas, verlo rodeado de multitudes variopintas que le ríen histéricamente las ocurrencias como si les fuera la vida en ello no puede resultar más grotesco. No importa que sean hombres blancos, negros, asiáticos, comunistas, fachas, búfalos, cabras o gallinas... A todos les une que les hace muchísima gracia el payaso sin fronteras... A todos menos a un sargento y a un teniente malajes que existen porque tiene que haber alguna excepción en la viña del Señor. Pero realmente uno de los momentos más tristes de la película es cuando comprobamos que el teniente antagonista, el supuesto némesis del locutor payasete, cuando lo sustituye al micrófono cuenta unos chistes que tienen exactamente la misma nula gracia que los del héroe del cuento, pero en su caso absolutamente nadie se ríe y es entonces cuando definitivamente queda con el culo al aire todo el chiringuito de la absurdez.

En cuanto a la historia en sí, es de una mediocridad espantosa y muestra el mismo sesgo barato y penoso de las peores películas estadounidenses sobre el Vietnam, resumido en el siguiente argumento: “Good morning Vieeeetnam!!! Aquí vengo a alegraros un poco la vida, seres inferiores, que sois unos desgraciaos que no sabéis ni ataros los cordones solos. Entre otras cosas muy útiles, os voy a enseñar a decir caca, culo, pedo, pis, y si así de paso me acuesto con alguna de vuestras mujeres, pues eso que me llevo pal bote. De todas formas, mientras sean chinas, a mí me gustan todas. Pero para disimular un poco y hacer ver que no soy tan capullo, intentaré luchar contra la censura informativa de los mandos militares porque no es de recibo que no me dejen contar el chiste de Mis Tetas 30 veces diarias”.

En fin, de vergüenza ajena.

Ha pasado un tiempo desde que se estrenó “Good morning, Vietnam” y quizá hace 30 años este humor resultaba mucho más perspicaz que hoy en día y puede ser que sea por eso por lo que ha pasado a ser una película de esas que pasa de generación en generación pero, desde luego, no entraría en mi lista de recomendaciones.

Robin Williams está bien interpretando a este alocado e intrépido locutor, aunque tengo la sensación de que está interpretándose a sí mismo porque como casi siempre hace papeles de comedia, normalmente son similares y no me ha llamado nada la atención.

En mis críticas suelo hacer mención al doblaje, y debo decir que en esta no me ha gustado el doblaje de los vietnamitas y ciertos comentarios hacia ellos ya que, en algunos momentos, me ha parecido racista, pero entiendo que era otra época.

En definitiva, creo que empecé a ver esta película con altas expectativas y, como siempre, eso es un gran error, aun así puedes pasar un buen rato si eres fan de Robin Williams y de risa fácil, pero no esperes ver acción porque, aunque este calificada como película bélica y todo trascurra durante la guerra de Vietnam, nadie pega un solo tiro a nadie.

Amarga comedia ambientada en la Saigón de 1965, en mitad del archirrecreado conflicto.
Un Robin Williams en su salsa y en su jugo se despacha a gusto gesticulando hasta la luxación, haciendo imitaciones, poniendo voces y aullando a las ondas en una serie de hilarantes monólogos que gustarán incluso a quienes no podemos soportar al histrión.
El hábil Barry Levinson dirige con buen pulso una exaltación del humor como arma liberadora. Porque sólo el humor puede hacer soportable incluso la más terrible de las guerras. El humano es el único ser capaz de risa. Pero no se trata de la mera posibilidad biológica de reírnos de todo y de cualquiera, es el deber moral de hacerlo. Empezando por uno mismo. Porque el cinismo es una postura ética tan respetable como cualquier otra, y preferible a muchas de ellas.
Como ya es tradición en las películas del subgénero Vietnam, la banda sonora es excelente, pese a la obviedad de alguno de sus momentos musicales.

Película muy pasable. No creo que la radio fuese un tema central para nadie. El tema era animar a la tropa y punto, y de aquí a hacer una película. No sé.

Hay algunos puntos fuertes, como el mismo Robin Williams, que está genial, la censura en la prensa, y la opinión de un vietnamita que ve como enemigos a los americanos (cosa muy cuestionable, por parte de los americanos).

El resto, pues para pasar el rato.